Ciudad de México, 27 de abril (SinEmbargo).– Apenas si su nombre se asoma en los labios de Cuauhtémoc Cárdenas y los cientos de gargantas dejan para la memoria un entonado: ¡Culerooo! ¡Culeeero!
Pronto, el retador grito, sonante al costado del Senado de la República, es más grande:
¡Desafuerooooo! ¡Desafuero al culeeero!
Amenaza tormenta en el Centro de la Ciudad de México y al Senador Javier Lozano Alarcón le llega la rechifla más fuerte y rítmica; después de la que ya ha sido entonada para el Presidente Enrique Peña Nieto.
Según Cárdenas, líder moral del Partido de la Revolución Democrática, el Senador es la encarnación del Ejecutivo ante el Congreso de la Unión y utilizó sus supuestas habilidades manipuladoras para presentar un dictamen en contra de los ciudadanos y a favor del poderío económico en las leyes secundarias de la Ley de Telecomunicaciones.
La voz se le ha entrecortado al ingeniero que ha recorrido el país de punta a punta en tres campañas presidenciales. Pero no se rinde y lanza: “¡No nos vamos a dejar. Vamos a ejercer nuestros derechos. Les guste o no!”
El río de palabras es retomado por el senador Javier Corral quien se queja por el despliegue del Estado Mayor Presidencial en la puerta 4 de Los Pinos donde arrancaría esta cadena humana, convertida ahora en manifestación. Dice que el Presidente ya no es capaz de soportar una protesta pacífica. Luego, tras la pregunta de: "¿A qué le tiene miedo?" viene otra rechifla para dar paso a la repetición de: "¡Fuera Peña!" "¡Fuera Peña!"
Un ayudante de Cuauhtémoc Cárdenas se ha puesto al frente de la escalinata temeroso de que el templete vaya a dar contra el suelo. No permite ni un cuerpo más arriba porque ya vienen en camino el poeta Javier Sicilia y el actor Daniel Jiménez Cacho. Se espera también a la politóloga Denisse Dresser, una de las coordinadoras de la cadena y quien ha caminado por Reforma y Chapultepec. LLegarán el activista y el actor, pero la politóloga, no.
Y el temor del ayudante crecerá porque el entablado empezará un baile, cada vez menos rígido, cada vez más vulnerable.
Ya habló Maru Chávez, coordinadora de la oficina en México de la Asociación Mundial de Radios Comunitarios (AMARC). "¡Las radios comunitarias son como los ciudadanos. Tienen derecho a la comunicación!" -exclamará y cederá el micrófono.
Pero quien se encarga del resumen de este esfuerzo de encadenarse de las manos, en contra la Ley-Telecom, propuesta por el Presidente Enrique Peña Nieto, fue Agustín Pineda, uno de los fundadores de la Asociación Mexicana del Derecho a la Información (Amedi). “¡Hicimos Historia!” declaró como para poner un punto final a la jornada, como para que ya no se dijera nada más. O se empezara a decir.
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Y es que las cifras han empezado a hacer vaivenes en las redes sociales. ¿Cuántos son? ¿Cuántos se sumaron? ¿Cuántos llegaron? ¿Cuántos se fueron? Pineda sostiene que fueron siete mil.
Pero la Secretaría de Seguridad Pública del Distrito Federal calculó apenas dos mil.
Lo cierto es que miles de personas estaban llamadas a unir las manos a lo largo de los kilómetros que unen a la residencia oficial de Los Pinos y a Televisa Chapultepec.
Las llamó el Frente por la Comunicación Democrática que conformaron hace un par de semanas políticos, académicos, escritores, actores y activistas.
El conglomerado se logró apenas Javier Lozano Alarcón, presidente de la Comisión de Comunicaciones y Transportes del Senado de la República, presentó el dictamen a las leyes secundarias en Telecomunicaciones, enviadas por el Presidente Enrique Peña Nieto. Ocurrió otro evento de inmediato: senadores, tanto del PRD, del PT como de su propio partido, el PAN, se lo rechazaron.
Que el ex secretario del Trabajo durante el gobierno de Calderón, lo elaboró a conveniencia y sin el consenso de las mesas directivas fue uno de los argumentos.
Que el legislador poblano violó el reglamento del Senado fue el otro.
Y si hoy sábado de gloria hubiera quema de judas, su figurín estaría entre humo. Porque Brisia Moscareño, trabajadora sindicalizada de Teléfonos de México, a los pies del templete, lo resume como “un lacayo de Los Pinos. Esté quien esté en Los Pinos. Nada más. Eso es”.
LOS FANTASMAS
Todas son probabilidades. Pero se asoman, como fantasmas en la noche. Una es la censura. A la Secretaría de Gobernación, las leyes enviadas por Peña Nieto le otorgan una renovada capacidad jurídica para supervisar los contenidos de todos los medios informativos, incluso Internet.
El aparato omnipotente, el dedo apuntador, la pluma que tacha; lo que parecía haberse quedado en la cápsula de los 70, durante los gobiernos de Luis Echeverría Álvarez y José López Portillo, aquí asoma su silueta.
Aparte, está la fortificación del duopolio televisivo: Televisa y TV Azteca.
Y luego, la incorporación de esos consorcios en el juego de la telefonía para reducir la preponderancia de Telmex y Telcel, las empresas de Carlos Slim Helú, el hombre más rico de México. Acaso es la única noticia que pudiera ser interpretada como buena porque México está ubicado al final de las lista de los países de la Organización de Cooperación y Desarrollo Económicos en cuanto a penetración dados los márgenes de rentabilidad de las compañías de Slim, en un desequilibrio con la inversión por habitante.
Pero hablando de quienes en México no son dueños del dinero, se anuncia una muerte: la de las radios comunitarias porque las deja sin acceso a las frecuencias ni a las fuentes de financiamiento.
Y en el artículo 198 hay otro punto flojo: la defensa de los usuarios de los medios de comunicación quedará a cargo de la Procuraduría Federal del Consumidor cuando debiera tener mayor protección de un instituto especializado.
Y luego, en el 145, está la posibilidad de que el gobierno federal ordene a una empresa bloquear un contenido en la red “cuando medie orden de autoridad”.
Y así, se asoma, en el artículo 197, el bloqueo de señales en momentos o lugares críticos para la seguridad pública o nacional.
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El meollo hoy es que el espíritu de las manifestaciones electorales del 2012 ha despertado. Otra vez, las pancartas, las camisetas con leyendas, los gritos, las consignas, los remolinos, el golpe de sol, el aguaviento, los granaderos, las calles del Centro Histórico.
En la primavera de 2014, hay jóvenes que protestan en contra de las restricciones al uso de Internet. Pero también hay personas de la tercera edad, como Manuela Cevallos Saavedra, de 65 años, quien no sabe qué son las redes sociales y jamás en su vida ha usado una computadora.
Pero piensa que Televisa es el poder.
Ahora corea lo que el actor Daniel Jiménez Cacho acaba de arengar en el templete: “¡Espacio, sin prisa, Televisa te idiotiza! ¡Espacio, sin prisa, Televisa te idiotiza!
Como el de otros actores en México, el trabajo de Jiménez Cacho ha sido visto tanto en Televisa como en TV Azteca, los consorcios a los que ahora, desde sus huaraches café y pantalón de mezclilla, les está gritando críticas consignas. Y elabora un recuerdo, este actor: “Se privatizó Imevisión y se le dio paso a un monopolio”. Ahí finca su esperanza: “¡El cambio va a venir de la Televisión Pública!” Luego, le costará bajar del templete porque tendrá que atender muchas peticiones de fotos, a cada paso.
Pero Manuela también puede ser un personaje lucido en este guión. A la una y media de la tarde elaboró un aderezo agridulce para la manifestación. Puso unos cuantos gramos de pesimismo –o una necesaria dosis de realidad- mezclados con otros tantos de optimismo. La mujer de cabello corto, que llegó a las nueve de la mañana desde Colegio Militar, convocada por Radio Educación, planteó frente a Televisa Chapultepec: “Si los miles de kilómetros recorridos por la CNTE no hicieron mella en la aprobación de la reforma educativa, ¿podrá esta cadena humana modificar a la de Telecomunicaciones?
Es verdad. Es un recordatorio de que todo puede ser inútil. Incluso, el debate callejero está a un tris de esfumarse como se ha ido el sol para dejar pasar a unas gotas gruesas sobre las cabezas y las banquetas.
Horas antes, el emblemático experto en Medios, Raúl Trejo Delarbre le ha dicho a Sin Embargo MX que este era el momento adecuado para la elaboración del dictamen, dado el debate social sin antecedentes cuyas aristas, quizá, no alcancen a sostenerse hasta junio, cuando se inicie el periodo extraordinario de sesiones, el tiempo marcado para discutir el nuevo dictamen en materia de Telecomunicaciones, una vez rechazado el de Lozano.
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Esta cadena humana tiene ocho puntos y se supone que unas manos buscarán a las otras. Y frente a Televisa Chapultepec, a las dos de la tarde, se logrará. Pero aquello no durará ni siquiera cinco minutos.
Habrá que protegerse porque el Metrobús Etiopía-Tenayuca no ha querido frenar como tampoco los tres flujos automovilísticos que al despuntar la tarde tocan el claxon en un coro ruidoso y de desesperación, como en cualquier otra tarde del Distrito Federal.
“¡No nos ven!” –dice alguien, mientras las dos filas humanas intentan unirse. Y los claxon no dejan de hacer ruido. Tampoco la alerta de: ¡Muévanse! ¡Mejor no, compañeros; mejor no! Sin que ningún coche ceda.
Si el Senador Javier Corral se quejó de que la residencia oficial de Los Pinos estaba rodeada por elementos del Estado Mayor Presidencial, lo que impidió cimentar ahí el inicio de la cadena, el edificio de Televisa Chapultepec está protegido por elementos de la Secretaría de Seguridad Pública Federal. A los policías se les encuentra desde República de El Salvador hasta Arcos de Belén. También en la línea uno del metro, en pleno viaje.
Frente a Televisa Chapultepec, el intento de cadena humana queda roto a las 14:00 horas. Y así ocurre en los otros puntos. Las roturas van ocurriendo como en hilo húmedo y viejo. Se logra por minutos frente a las rejas de Chapultepec y la Estela de Luz; pero no en el Museo de Antropología ni en el Ángel de la Independencia ni en La Palma.
De repente, ya no hay ocho puntos, como se había planeado. Ahora hay una manifestación en la que todos caminan, ya sea por Bucareli o por Reforma rumbo al Senado de la República.
Que se ha montado un templete es la noticia en los celulares. Que ya está instalado el aparato de sonido y que está hablando Agustín Pineda, de la Amedi, es otra. Cuauhtémoc Cárdenas, quien ha llegado acompañado de Alejandro Encinas, tomará el micrófono en unos momentos.
Se presiente que esta vez, el epílogo será muy otro porque no están los llamados anarquistas. Al final, nadie aparecerá con chorros de sangre sobre la frente en la imagen que desde el 1-D se ha vuelto lugar común.
–¡Bravoooo! ¡Hoy no nos peleamos con los Granaderos! –le dirá una joven a Cárdenas.
Para los anarquistas ni siquiera hay alusiones. Y eso que apenas 24 horas antes, la activista Gabriela Hernández Arriola, conocida como Luna Flores, obtuvo su libertad bajo caución luego de un semestre en la prisión femenil de Santa Martha Acatitla, por ultrajes a la autoridad en la coyuntura de la manifestación del 2 de octubre.
Así están pasando estos minutos en contra de las leyes secundarias de la Ley Telecom.
El que las manos no se hayan unido conforme a lo planeado no obsta para que Agustín Pineda grite: “¡Hicimos Historia!
Mucho menos para que el Senador Javier Lozano Alarcón reciba la rechifla más contundente de la tarde, muy superior a la del Presidente Enrique Peña Nieto.
¿Y quién podría impedirle al grupo Los Rupestres rematar con su letra “No me espantes flaco”?