La temporada de premios pasada, que culminó el 2 de marzo con la entrega de los Oscar, volteó los ojos de los espectadores, críticos y prensa de todo el mundo a México, todo gracias al talento de un par de mexicanos que desde hace ya varios años la hacen en grande en Hollywood y cada vez ganan mayor reconocimiento: Alfonso Cuarón y Emmanuel Lubezki.
Como ellos, miles de jóvenes se forman en las distintas escuelas de cine, para forjarse un camino en el guionismo y dirección, con proyectos independientes y en búsqueda de apoyos gubernamentales y privados.
Cinco de ellos nos cuentan a continuación su andar en la pantalla grande, las principales dificultades y a dónde quieren llegar en la cinematografía.
Gilberto González nació nació en Tijuana y en el 2007 entró a estudiar al CCC en la carrera de dirección, ha desarrollado tres cortometrajes, dos documentales y su tesis, que a la vez fue su Ópera Prima, llamada «Los Hámsters».
«Nosotros estuvimos hace un año con la película en el Rivera Maya (Film Festival) en una sección de work in progress para un premio de postproducción, al final no lo ganamos y gracias a un apoyo que nos dio el Fonca (Fondo Nacional para la Cultura y las Artes) pudimos terminar la película y estrenarla en la selección y competencia mexicana del festival Riviera Maya.
«La recepción ha sido muy buena, yo quedé muy sorprendido porque por parte tanto del público como de los críticos han hablado muy bien de la película y han salido muy buenas críticas, el mismo público de la Riviera estuvo muy entregado y se generó un boca en boca muy nutritivo acerca de la película, estoy muy sorprendido con la recepción que ha tenido, no lo esperaba la verdad», cuenta a cerca de su primer largometraje.
El además guionista nos cuenta que la idea de «Los Hámsters» surgió por ahí del 2006, cuando estaba de moda el reality show «Big Brother», entonces se le vino a la mente la historia de una familia que cada quien veía en su propio espacio el mismo programa de televisión y no se comunicaban entre ellos. Sin embargo, fue hasta 2011 que retoma esta idea para escribir el guión y filmarlo como su tesis.
«Yo quería filmarla en Tijuana, porque soy de Tijuana y buscaba darle otra visión a lo que se tiene de la ciudad, quería salirme de estos estereotipos y clichés en los cuales la han encasillado, con historias de narcotráfico, prostitución, indocumentados, indigentes y todo eso. Quería dejar de lado todas esas historias y contar una película que fuera muy cercana a la gente de Tijuana, que fueran personajes reales con los cuales se pueden sentir identificados la misma gente de la ciudad y cualquier persona en cualquier lugar de México y del mundo», dice Gil.
Sus Influencias
«En estos momentos me encanta el cine de Woody Allen, es una influencia muy directa, su cine se me hace maravilloso, se me hace un cine que técnicamente es muy sencillo pero sus guiones son muy buenos, muy redondos y ahí reside toda la maravilla del cine de Woody Allen».
«Busco historias con las que la gente se pueda conectar y las pueda disfrutar»
«Esta película (‘Los Hamsters’) tiene un toque de comedia, y creo que de esa forma es de la cual uno le llega más rápido al público y se siente más identificado, a mí me gusta muxho llegar a la audiencia, yo sí pienso mucho en el espectador, hay cineastas que no se preocupan por eso, lo cual es totalmente respetable, pero yo sí me preocupo por ese lado, yo sí busco historias con las que la gente se pueda conectar y las pueda disfrutar. Entonces para mí, si puedo llegar al mayor número de ciudades y países posibles por mí es increíble, porque es una historia que es para que conecte con la audiencia».
¿Qué viene para ti?
-Ahorita estoy escribiendo el guión del próximo largo que se llama ‘Huevos Divorciados’, esperando podamos filmar el año que viene.
Sobre «Los Hámsters»
«Es la historia de cuatro personajes, todo ocurre en un solo día. El papá está desempleado y finge con ir todos los días a trabajar ; la mamá está en crisis de edad, se siente sola, sus hijos no les hacen caso y un instructor de gimnasio le muestra un poco de afecto; el hijo es un ‘nini’, el típico bueno para nada, que se entera que va a ser papá y se llena de ilusión y no ve las consecuencias de ese acto, y la hija es una adolescente que tiene novio y novia a la vez y no se define y se le hace normal estar en ese punto. Entonces estos cuatro personajes no se comunican entre ellos hasta el final del día cuando están juntos en su casa por algo que sucede, tienen que sentarse a convivir», nos cuenta el director.
A sus 32 años Miguel Ángel tiene estudios en Diseño de la Comunicación Gráfica en la Universidad Autónoma Metropolitana Azcapotzalco (UAM), también Diseño Multimedia en el Instituto de Bellas Artes y ahora está en la post producción de su tesis para terminar la carrera en Dirección Cinematográfica en el CUEC de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).
A lo largo de su carrera ha dirigido un par de documentales y seis cortometrajes, del que destaca «El Robo de la novia», producción del 2012 que aborda el tema de la trata de personas, que se ha proyectado en Colombia, Cuba y en festivales nacionales.
El largometraje que está desarrollando actualmente se titulará «Eduardo», el director nos cuenta: «Es una película muy personal que aborda la problemática entre un papá y un hijo que no tienen comunicación entre ellos y que a partir del abuelo se inicia un proceso de reencuentro y se conocen un poco más».
Además, Miguel es integrante del Frente Autónomo Audiovisual, que es un colectivo de estudiantes de cine comprometidos con la construcción de un mundo justo y libre, los cuales se han involucrado en defender casos de detenciones arbitrarias o el de #YakiriLibre.
Y forma parte de la empresa Libres Films, compuesta por jóvenes con la intención de generar una nueva dinámica en la industria y no depender de las grandes empresas y favorecer la producción independiente.
De Miklós Jancsó al «Indio» Fernández
«Por influencias en términos de cine, me gusta mucho Miklós Jancsó, un director húngaro que acaba de morir, muy reconocido por su trabajo en planos secuencias. De México me gusta mucho ‘el Indio’ Fernández, que es un gran referente su cine, y hay una directora inglesa que se llama Andrea Arnold, que también es una gran influencia», comenta.
«Fundamentalmente no tenemos una industria que permita a los nuevos directores empezar una carrera de manera fácil, sí tenemos una serie de apoyos gubernamentales pero que implican una serie de requisitos fiscales que no son fáciles de cumplir. Son pocas las escuelas de cine también para un país tan grande y para una industria también tan grande como la mexicana […] tenemos un público enorme y se hace muy poco cine en relación, y eso se debe a la influencia y al enorme poder que tiene el cine de Hollywood en el país».
«Es difícil competir contra dos mil copias de «Kung Fu Panda» y tú salir con 20 copias con una película independiente», ejemplifica.
En busca de mostrar otro tipo de México
Miguel confiesa que su interés no está en el cine especializado, sino en aquel que llegue a todo tipo de público. «Me interesa hacer cine que presente otro tipo de México más allá de la dinámica de violencia que estamos exportando de manera permanente, sino que nos permita conocer más a los seres humanos y las circunstancias que aquí tenemos, que me parecen también son muy atractivas».
Además de estar en la post producción de su tesis, Sánchez Macías prepara el guión de su primer largometraje, que se llamará «La rebelión de los viejos», un proyecto que toma lugar en el futuro cuando la problemática del envejecimiento de la población nos alcance.
«Cuando este bono demográfico que tenemos ahora empiece a envejecer, ahora tenemos muchos jóvenes y en 50 años tendremos muchos viejos, lo que va a general un problema a nivel social muy fuerte porque se va a tener que mantener a toda esta sociedad envejeciendo y es un acercamiento que yo hago a este mundo. Una historia un poco apocalíptica y de ciencia ficción, en cierto sentido», adelanta
Alejandro se graduó como realizador en la especialidad de dirección en 2012 con un cortometraje titulado «Contrafábula de una niña disecada», previamente estudió cuatro semestres de Literatura Dramática y Teatro en la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM.
Sobre su Ópera Prima nos dice: «Le fue muy bien […] al principio no fue muy bien recibida en los festivales porque es una película difícil de clasificar, tiene tintes de género pero otros no tanto, como que no le estaba yendo tan bien hasta que la seleccionaron en Cannes, en la sección de Cinéfondation y entonces ahí todo lo que vi es la bonanza que viene de que te seleccione un festival así, a partir de ahí vienen otros festivales, empiezas a encontrar contactos y distintas situaciones positivas tanto para la película como para mi carrera»
Sobre sus próximos proyectos, Alejandro se mantuvo un tanto hermético sobre un documental que está editando en Guatemala junto a Izabel Acevedo, sólo adelantó que se trata de un tema delicado, sobre un juicio de un político de aquel país.
Buñuel, Svankmajer y Haneke
Sus principales influencias, que además de que le gustan tiene que ver con el trabajo que lleva a cabo por el estilo y tipo de narrativa están Luis Buñuel, el checo Jan Svankmajer y Michael Haneke, aunque aceptó que van cambiando con cada película que hace, sobre todo para él que gusta de cambiar de género. Por su parte, su influencia mexicana más grande es el cineasta Guillermo del Toro, por su gusto por los monstruos y los sueños de la infancia.
«Lo que generalmente está muy presente en las películas que hago son los elementos fantásticos, algunos podrían decir surreales, algo de fantasía, cuentos maravillosos y las cuestiones de género que tienen que ver con horror, con sueños o fábulas. Pero los dos largometrajes que estoy ahorita planeando no tienen nada que ver, no tienen elementos fantásticos. Uno cree que su carrera va a ir hacia ese lado pero pues de repente las dos películas que me pusieron enfrente pues no tiene que ver con eso, son más bien tragicomedias instaladas más en el realismo», nos dice Alejandro
«Quisiera poder vivir de lo que tanto me gusta»
«A mí me encantarían dos cosas: una, que pudiera vivir de hacer esto que tanto me gusta, por lo tanto que las películas que hiciera pues se vieran, creo que no hay nada más satisfactorio para un cineasta que sus películas las vea más y más gente, obviamente no a todo el mundo le van a gustar tus películas pero entre más alcance tengan uno más satisfecho se va a sentir.
Y al final, pues mantenerse fiel al tipo de películas que uno quiere hacer, a pesar de variar de estilo […], uno busca que sea la película que uno quiere hacer y de encontrarle el gusto a estas cosas, que no tenga que hacer algo que no me gusta, si no que esté uno haciendo las películas que quiere», finaliza.
Samuel nació y reside actualmente en la capital jalisciense, en la UDG estudió la licenciatura en Artes Visuales en donde desarrolló varios cortometrajes que resultaron galardonados, como «Luces Negras”, que ganó el premio nacional a la postproducción del Instituto Mexicano de Cinematografía (Imcine), y otro más en el Festival de cine de Cancún.
En el 2010, realiza el cortometraje experimental (que el director acepta a SD que le costó $400 realizarlo) “Acerca del drama de los calcetines”, el cual muestra una historia de las calcetas perdidas como analogía del desamor. Su siguiente paso fue el corto «MARI PEPA», con el que se adjudicó el Ariel, además de resultar ganadores en el Festival de Cine de Guadalajara y en el de Morelia.
Para 2013 estrenó «Somos Mari Pepa», largometraje con el que se presentó hasta ahhora en 19 festivales, incluyendo los de Guanajuato, Morelia, Riviera Maya, Los Angeles (en el AFI, donde se dio su estreno internacional), Miami, mientras que su estreno europeo y mayor escaparate se dio en la sección Generation de la Berlinale.
«Como realizador lo único que quieres es que se vea en más ventanas»
A Samuel Kishi Leopo le gusta el cine neorrelista o como lo llama él, «cine social». «Soy fanático de la comedia, no de la de pastelazo, pero sí creo que una película no puede ser completamente picuda, debe tener algunos inters de luz», dice.
«Como realizador lo único que quieres es que se vea en más ventanas, en más escaparates, llegar al espectador, de nada te sirve realizar para que se quede nada más en la casa para mis papás y mis amigos, y decir ‘ah qué bonito’ y listo. Sí es que tu obra se vea y tener ese diálogo con el espectador, a mí me gusta ese cine que te hace aportar como espectador, que te hace rellenar esos huecos», continúa Kishi.
«En México hay un desprecio hacia la cultura»
«Lo más difícil para mí es el presupuesto, el apoyo de las instituciones, no me refiero a que te den los millones de dólares pero que sí te faciliten un poquito más las cosas en cuanto a permisos para rodaje y todo ese tipo de cosas»
«Creo que hay un cierto desprecio hacia la cultura en general y eso me parece atemorizante, se me hace aterrador que exista este desprecio porque finalmente un país que desprecia su cultura y su cine es un pueblo sin memoria. Creo que los artistas y los artesanos -suena pretencioso que me incluya-reconoce, somos cronistas de nuestro tiempo, sociedad, gente, de nuestra idiosincracia, y el ignorar esto es negarse también a esta reflexión que genera el arte, y si no hay reflexión, se van a cometer siempre los mismos errores en un futuro».
En su caso, cuenta que para la realización de «Somos Mari Pepa» tuvo dificultades para conseguir los apoyos pues se trataba de tiempos electorales, «todas las instituciones estaban enfocadas a las elecciones, entonces fue dificilísimo».
Pero no todo es malo, el realizador aplaudió los cambios que se están dando en el Imcine, «que están revolucionando ciertos esquemas para la producción del cine en México, están olvidándose de ese centralismo y ya se comienzan a ver ciertos apoyo a, como le dicen en el DF, la provincia, y eso está padre porque está abriendo la riqueza cultural que es de todo México», finaliza el joven de 3o años.
Sus planes
Samuel actualmente se encuentra en la realización de un cortometraje de animación en 2D que se llama «El Año del Radio», además de un documental sobre un ciclo escolar en una escuela nocturna y trabaja en el guión de una película que se llamará «Los Vientos de Santa Ana», para la que busca fondos y apoyos.
Pablo nació en Monterrey hace 27 años y curiosamente estudió una carrera en Biología, pero fue hasta el 7º semestre que se comenzó a relacionarse con el video, cuando junto a uno de sus amigos hizo cápsulas y programas de televisión sobre temas ambientales. «Luego, poco a poco fui conociendo y viendo bastante cine de autor (por nombrarle de alguna forma), hasta que de pronto ya había hecho mi primera película», dice Pablo a SD.
«Los ‘críticos oficiales’ de México ni siquiera vieron la película»
Acerca de su película «El Resto del Mundo» nos dice «pienso que con el público le fue bien, en las funciones, tanto de FICUNAM (Festival Internacional de Cine de la UNAM) como de Riviera Maya hubo interés e inquietud por indagar sobre cuestiones particulares de la película, junto con interesantes reflexiones. Los textos que ha habido y que no sé si necesariamente son de ‘críticos’, pero sí de gente interesada en expresarse sobre el film, dieron puntos de vista y acercamientos muy diversos, los cuales agradezco.
Creo que los pocos ‘críticos oficiales’ que existen en México ni siquiera vieron la película, como es un film pequeño, que no cuenta con fondos oficiales ni el aval de una institución académica igual no les interesó, salvo uno que lanzó unas pequeñas frases que en general me parecieron superficiales. Entiendo que tienen que ver cientos de películas al año y no tienen tiempo para algo que requiera de una mayor profundización, pero en fin…es una lástima», continúa.
«El deseo y la necesidad de crear no lo para nada ni nadie»
Sobre las complicaciones para convertirse en cineasta en México, nos dijo que en términos de producción no cree que existan, pues «parece trillado, pero incluso una de mis películas favoritas fue hecha casi por completo con un iPhone. El tema de la post producción siempre parece ser el mayor obstáculo, pero igual ese asunto de que se necesita un montón de dinero, al menos para el tipo de películas que yo hago, no es tan cierto. Mis proyectos han tenido una edición de color y de sonido sencilla, además de la ayuda de amigos muy generosos.
Personalmente, creo que el deseo y la necesidad de crear no lo para nada ni nadie», dice el joven de 27 años.
Actulamente está trabajando en dos proyectos. Uno es sobre la historia de Alberto Patishtán, para el que cuenta con apoyo del FONCA y el premio DocsDF-Imcine y otro más que espera filmar muy pronto, «igual sin dinero y entre amigos», finaliza.