La reflexión del pasado de toda una generación en “Leif Garret en el dormitorio de mi hermana” de Ignacio Elguero

25/03/2014 - 12:30 am
Ignacio Elguero. Foto: Culturamas
Ignacio Elguero, escritor y periodista. Foto: Culturamas

Ciudad de México, 25 de marzo (SinEmbargo/Culturamas).– El escritor y periodista Ignacio Elguero (Madrid, 1964) es en la actualidad Director de Programas de RNE, emisora en la que trabaja desde hace dieciséis años, y dirige en RNE-Radio 1 el programa literario La estación azul. Ha publicado los ensayos generacionales Al encerado (2011), Los niños de los chiripitifláuticos (2004) y Los padres de Chencho (2006). También los libros de poemas Siempre (2011), Materia (Premio Internacional de Poesía Claudio Rodríguez 2006), El dormitorio ajeno (2003), Cromos (2000) y Los años como colores (1998).

Elguero regresa este año con Leif Garret en el dormitorio de mi hermana en el que cuenta la historia de Teresa, quien a punto de estrenar la cincuentena, decide recuperar, de casa de sus padres, los pocos muebles de su cuarto de adolescencia como una manera de atrapar el tiempo. Al retirar el armario descubre en la pared un póster de Leif Garrett, su ídolo de juventud. El poder evocador de aquella imagen la traslada al pasado. Teresa comienza así a repasar su vida y la de su grupo de amigas desde los años escolares hasta el momento actual. El destino, las distintas oportunidades de la vida: las aprovechadas y las perdidas; el paso del tiempo y sus estragos; las relaciones de padres e hijos. El recuerdo: las canciones, las películas, la memoria sentimental; el amor y el desamor, los desencantos, los éxitos y los anhelos de los personajes de la novela y sus distintas relaciones de pareja irán creando un espléndido retrato de toda una generación.

– ¿Por qué este ejercicio tan evocador y emotivo? ¿Cómo surgió la idea de escribir esta novela?

–Hace diez años publiqué el libro Los niños de los chiripitifláuticos, un libro entre el ensayo y la crónica periodística, en el que retrataba a la generación de los nacidos en la década de los años sesenta. Desde entonces guardaba la idea de escribir una novela, cosa que por fin he realizado. Se trata de un ejercicio evocador, de recuerdo, de reflexión sobre el paso del tiempo y un tiempo que ha desaparecido demasiado deprisa, o eso nos parece, más que un retrato nostálgico de una época

– Leif Garret como detonante de una mirada a un pasado todavía muy cercano, a quellos años de libertad, pero también de descubrimiento y frustración.

–Efectivamente. El personaje, el rubio efebo me sirve simplemente como icono de un tiempo, de un momento lúdico, adolescente, para ir avanzando en la narración, a través de la protagonista y sus amigos, sus ex novios, hacia el tiempo presente. Lo que la protagonista acaba descubriendo es que el pasado como recuerdo es gratificante, como paraíso al que poder regresar es imposible, y por tanto frustrante.

– Canciones, películas, programas de televisión... un completo ejercicio de memoria viva ¿Reflejo quizás de toda una generación?

–Sin duda. La nuestra, la generación del baby boom es una generación de iconos más que de banderas. Una generación marcada por una banda sonora inolvidable, a modo de crónica sentimental de la infancia y la juventud; unos estrenos cinematográficos muy definidos y unas series de televisión que nos llegaban por dos canales, o uno y medio.

– Visita tu novela y su historia, ¿cualquier tiempo pasado fue mejor? ¿o es sólo que la juventud siempre es mejor?

–La infancia es un periodo luminoso, o eso nos parece con los años, y eso es lo que piensan las protagonistas de la novela. La adolescencia duele en ocasiones, sobre todo en el plano amoroso, y la juventud hierve con las ilusiones vitales, el mundo propio por construir, por eso la juventud es un tiempo hermoso que se valora con los años. Cualquier tiempo pasado no fue mejor, por sistema, pero éramos más jóvenes…

– ¿Qué destacarías de aquellos años? ¿Cómo los viviste tú?

–Yo los viví intensamente. Era un niño, un joven con muchas inquietudes. No lo teníamos fácil, los años ochenta fueron de muchos cambios sociales y económicos importantes, los años de la reconversión industrial, de la epidemia de las drogas; había mucho paro juvenil. La llamada “movida” era minoritaria y estaba muy focalizada. Yo llegué a tocar en Rock-ola con un grupo que tenía, pero aquello se ha magnificado, era para cuatro. Las cosas estaban complicadas, pero se respiraba la ilusión de los mayores. Era una juventud nueva, para la que la muerte de Franco fue un día sin colegio. Una generación en color, con muchas ganas.

– Personajes que avanzan al ritmo de una democracia y una sociedad más libre en todos los sentidos, ¿qué queda hoy en día de aquel instinto de aquellas ansias de cambio?

–Pues yo creo que nosotros lo vivimos de una forma muy natural. La generación del baby boom crece con los cambios, las cosas parece que nos llegaban de una forma natural. El cambio lo ejecutaron los mayores, nosotros lo movimos como niños o adolescentes, pero nuestra mirada fue más lúdica, como digo más de iconos que de banderas, las cosas, desde ese punto de vista, nos llegaban algo hechas. Pero sobre las espaldas recayó luego el ir levantando este país como masa laboral, como trabajadores y profesionales. Con nuestra generación llegó la incorporación masiva de la mujer a la universidad y al mercado laboral.

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Leif Garret en el dormitorio de mi hermana. Ignacio Elguero. Editorial Planeta, 2014. 350 páginas. Foto: Culturamas

– El sexo como ejercicio de liberación es muy importante en tu novela, ¿suponía realmente romper otra antigua atadura más?

–Sí. La verdad es que en el sexo, lo que le pasa a la protagonista, que les pasaba a muchas chicas de esos años, es que todavía se heredaban ciertos tabúes, miedos y desconocimientos: el no querer parecer una chica “fácil”, el no dar el primer paso pronto, los miedos de la primera vez, la falta de diálogo con los padres, cierta herencia de una educación basada en el pecado…

Entonces costó romper todo aquello. Pero no existió ninguna revolución sexual, para nada, una vez que se rompió con todo aquello las cosas llegaron de manera bastante natural.

– Siguiendo con el sexo… Enhorabuena por algunas escenas realmente eróticas muy conseguidas. ¿Te has planteado hacer novela de este género?

Muchas gracias. Pues la verdad es que según iba escribiendo la novela llegó un momento en el que me planteé si estaba poniendo demasiadas… Pero no, es que la vida tiene sexo, y yo decidía contarlo. El paso a la novela erótica es algo que no me he planteado pero a lo que no renuncio.

– Relaciones familiares: de la represión y el ‘ordeno y mando’ a… ¿adónde hemos llegado? ¿cómo crees que hoy se plantea la juventud las relaciones paterno filiales?

Creo que hay cosas que son cíclicas, y si nosotros nos quejábamos (sobre todo las chicas, que estaban más controladas por los padres) por la hora de llegada, el uso del teléfono, las luces encendidas de toda la casa, el estudio, los deberes, salir de viaje… ahora sigue pasando lo mismo. Lo que sí que se ha perdido, en general, y mucho en la escuela, es un cierto respeto a las personas mayores. El respeto a una autoridad bien entendida. La disciplina, cierta disciplina, es necesaria para la convivencia. Y más en una familia.

– Novela de personajes perfectamente dibujados que provocan continua empatía y atracción. ¿Te inspiras en individuos reales a la hora de definirlos?

Te agradezco ese apunte. La verdad es que no. La novela es ficción, pero he creado unos personajes que yo pienso que pueden ser modelos de comportamiento de muchos de nosotros, de nuestras amistades, de nuestras parejas, nuestros padres… lo que genera ese proceso de identificación, de empatía del lector con ellos.

– Así, las inquietudes, ambiciones, alegrías y tristezas de Teresa, Pilar y Ana son claramente identificables con lo que muchos de nosotros sentimos… ¿la vida misma?

Sí. Los personajes, aman, dejan de amar, son dejados, dejan, son fieles, son infieles, son prudentes e imprudentes; tienen hijos, miran a sus padres cómo envejecen, pierden amistades, familiares…En definitiva, observan el paso del tiempo y cómo vamos construyendo un mapa propio de cicatrices.

– ¿Por qué elegiste la perspectiva de una mujer como Teresa para escribir esta historia? ¿Te resultó difícil ponerte en su piel?

Me resultó mucho más fácil de lo que yo esperaba en un primer momento. Una vez que di vida al personaje este comenzó a moverse solo.

Elegí una mujer porque es una novela de emociones, y creo que las trasmiten mejor las mujeres.

– De todas las canciones que nombras en el libro, ¿cuál es tu favorita? ¿Y película? ¿Serie de televisión? ¿Actor? ¿Actriz?

Canción: Da ya think I´m sexy de Rod Stewart (me recuerda mi adolescencia). Película: me debato entre La vida secreta de Walter Mitty y Regreso al futuro. Serie de televisión: Pipi Calzaslargas, y más jovencito Lou Grant. Actor: Paul Newman. Actriz: Scarlett Johansson en Match point (recordamos que la novela se mueve entre el pasado y el presente).

Benito Garrido / culturamas.es
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