Ciudad México, 14 de marzo (SinEmbargo/Huffington Post).- Cuando UNICEF, el fondo de Naciones Unidas para la Infancia, anunció al ganador de la foto del año, la de una niña herida en la guerra civil de Siria, ésta dio la vuelta al mundo. La reflejamos aquí también. Estos son los finalistas del certamen anual de UNICEF, que cuentan, como tantas otras imágenes, de un mundo duro e inhóspito, donde la gracia, el cariño, la consideración, el abrazo, el amor, se dan a cuentagotas. Y sin embargo, son éstas historias no solamente de sufrimiento, sino también de esperanza.
Para huir de la pobreza y la desesperación, niños y adolescentes se enrolan en milicias y en grupos de contrabando que controlan las áreas mineras en la República Democrática del Congo. Lo hacen a la fuerza, o voluntariamente.
El proyecto de la fotógrafa palestina Laura Boushnak documenta los primeros pasos de la libertad para estas pequeñas alumnas yemenitas, que llegan a la escuela para aprender a leer y escribir.
Una foto puede mostrar la imagen de un niño, pero no la enorme riqueza de sus sueños maravillosos, fantásticos, a menos que un fotógrafo convierta esos sueños en imágenes. Eso hizo el fotógrafo holandés Chris de Bode cuando preguntó a los niños cómo imaginan su futuro.
¿Qué puedes hacer cuando te das cuenta, a los 14 años de edad, que tu propia familia es un desastre? Mikkel Hartwich decidió que era mejor para él estar en un hogar para adolescentes problemáticos. En su nueva casa, Mikkel se siente seguro por primera vez en su vida.
La ciudad de Goma, en la República Democrática del Congo, ha provisto imágenes tristes durante décadas. Centenares de miles de personas huyeron allí durante la guerra civil en Ruanda. Tropas del país vecino ingresaron repetidamente para perseguir a aquellos responsables del genocidio. Luego, en 2002, una corriente de lava del vecino volcán Nyiragongo atacó la ciudad. La pista del aeropuerto está todavía sepultada debajo de metros de lava seca. Muchas familias construyeron refugios temporarios en los bordes de los campos volcánicos. Para los niños, también se crearon nuevos juguetes: las ruinas de aviones, bien preservadas. El fotógrafo estadounidense Michael Christopher Brown documentó las imágenes.
El fotógrafo sueco Niclas Hammarström, padre de tres hijos, viajó a la ciudad de Alepo, blanco permanente de ataques de la presente guerra civil en Siria. Mostró el poder que la guerra ejerce sobre la vida de los niños. En el hospital encontró a Dania, de 11 años de edad, herida por esquirlas de una bomba que estalló mientras ella y sus hermanitos jugaban en la calle.
Es casi un milagro. El nivel de valentía, confianza y éxito que esta niña albina ejerce en Kinshasa, la capital de la República Democrática del Congo, para sobreponerse a su situación de extraña. La fotógrafa belga Patricia Willocq, quien nació y se crió en Kinshasa, admira y documenta este ejemplo extraordinario, aquí y en otros niños similares.
“La gente ve mis fotos y se desespera porque documentan una situación horrible”, dice la fotógrafa estadounidense Sara Naomi Lewkowicz. Sus imágenes obligan a quienes las vean a darse cuenta de que la violencia doméstica perjudica también a los niños. En la foto: Memphis y Kayden, los hijos de 2 y 4 años de edad de Maggie, tuvieron que ver con horror cómo su madre era amenazada y golpeada por su nueva pareja. Después de este incidente, Maggie tomó a sus niños y volvió a su esposo, esperando evitar más traumas de los hijos.
Hay fotos que muestran una realidad tan terrible que obligan a desviar la vista. Como las del fotógrafo iraní Younes Khani. Documentó la vida con un esposo como Amir, quien encerró a su esposa Somayeh repetidamente y no dejaba de golpearla. Cuando la esposa resolvió separarse de él, volcó ácido en la cara de la esposa y de la hija de cuatro años, Rama. Somayeh es ciega desde entonces. Rama perdió un ojo. Sufrieron terribles quemaduras en su cara y todo su cuerpo. El padre de Somayeh tuvo que vender su hacienda y tierras para proporcionarles atención médica. Una vez por mes viajan a Teherán para tratamiento en un hospital. Rama tiene esperanzas de que algún día pueda ir a la escuela.
En Rusia los niños con deficiencias físicas y mentales son enviados a instituciones estatales. El contacto humano, el afecto, el aliento casi nunca se dan en esas instituciones, por una actitud negativa hacia los niños. Muchos de ellos están solos y nadie viene a sacarlos de las camas. El fotógrafo alemán Gordon Welters por eso respeta a estos voluntarios que enseñan a los niños cuestiones de higiene, les cambian los pañales, les ayudan a comer, juegan con ellos y organizan viajes a la playa.