Ciudad de México, 5 de marzo (SinEmbargo).– La sana distancia reposa bajo sepulcro y guarda silencio. La noche del 4 de marzo el catálogo de protocolos vuelve a ser vasto: manos apretadas con la moderación suficiente para no lastimar; abrazos energéticos, que no llegan a ser escandalosos ni duraderos; espaldas trabadas en posición reverencial que sí se mantienen. Es la fiesta del Partido Revolucionario Institucional (PRI) en sus 85 años y ya llegó el Presidente de la República, Enrique Peña Nieto. Como en antaño, lo ven sólo los que están cerca. Los elementos del Estado Mayor Presidencial lo cubren mientras camina al estrado del Auditorio Plutarco Elías Calles, ahí donde en un atril se lee: “Transformando a México”.
En marzo de 2014, el catálogo de protocolos se amplía. La salida de la fiesta del PRI es más lenta porque Miguel Ángel Osorio Chong, titular de la Secretaría de Gobernación, posa sin cansancio para las fotos de los celulares. “Sí, licenciado, otra foto” –le dicen mujeres que vienen de algunos estados. Lo hace también al salir del auditorio, César Camacho Quiroz, presidente del Comité Ejecutivo Nacional. Y tampoco se niega Fausto Vallejo Figueroa, Gobernador de Michoacán, de quien su secretario particular acaba de decir: “Le toman más fotos a él que al Presidente”. Lo abrazan. Le dicen que Dios lo ayudará a salir del embrollo que tiene en su tierra. Él responde que así lo cree. Y que el país y Michoacán siguen. No faltaba más. César Camacho Quiroz se anima, mientras tanto, a una “selfie”.
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El Presidente de la República nació en 1966. Pero si “la forma es fondo” como lo dejó asentado el historiador Jesús Reyes Heroles –ideólogo del partido–, Peña Nieto tiene obligación con las generaciones convocadas aeste convivio, codo a codo. Y la coreografía que ha escogido avala el compromiso. La corbata roja, la mirada serena, la postura erguida, su saludo característico cuando cruza los brazos en el aire en señal de que abraza a todos los presentes.
La imagen no deja sitio a la duda: “Se ve, se siente, Peña Nieto, Presidente”.
Este no es el PRI de Carlos Salinas de Gortari en cuyo periodo hubo que modificar los estatutos para erradicar la tecnocracia. Un tiempo en que había sólo dos epítetos: tecno (priista moderno) o dinosaurio (priista añejo sin ideas propias).
Este no es el PRI de Ernesto Zedillo Ponce de León que con la palabra dijo: “No estoy”, pero en los hechos sí estaba, una contradicción que para muchos marcó el inicio de las derrotas electorales ocurridas durante una década.
Este no es el PRI de Roberto Madrazo Pintado ni de Elba Esther Gordillo. No habrá fracciones ni enfrentamientos ni acrónimos que los unan a todos en contra de alguien.
Este es el PRI de Peña Nieto, quien arriba 12 minutos tarde y no viene como invitado de honor, sino como integrante del Consejo Político Nacional, aunque la Presidencia de la República no haya girado invitaciones a la fiesta bajo el argumento de que el Ejecutivo asistiría como militante.
Y sí, él mismo lo dijo a voz en cuello:
“En este gran partido milita, con orgullo, el Presidente de la República”.
En esta parte del guión, el “¡Bravoooo! es largo, casi de un minuto. Peña Nieto interrumpe con un: “… Quiero agradecer…”, que se entiende como: “Ya, ya, dejen de aplaudir”. Cuando el auditorio está callado, el Presidente cuenta que al llegar César Camacho Quiroz le colocó un “pin” con los colores priistas.
Y ahí es donde agradece “hacer realidad la máxima aspiración de cualquier político: la de servir a mi país como Presidente de la República”.
LA SANA CERCANÍA
Para construir esta sana cercanía –el presidente nacional César Camacho Quiroz acuñó el concepto el año pasado en la XXI asamblea– los estatutos del partido fueron cambiados. La redacción del artículo es simple: si el Presidente de la República es de filiación priista debe formar parte del Consejo Político Nacional.
Una mañana del año pasado, por estas fechas, Camacho Quiroz recibió en sus oficinas a Humberto Roque Villanueva, Mariano Palacios Alcocer, José Antonio González Fernández y Cristina Días, coordinadores de las mesas temáticas e integrantes de la Comisión Nacional de Dictamen. Le informaron sobre las asambleas estatales. ¿Reservas? Ninguna. Habíaunanimidad.
Desde entonces, empezó a conformarse el PRI de Peña Nieto. Su gana de estar aquí hizo que se cambiara la logística de la celebración. El CEN había preparado la fiesta en Querétaro y ya había enviado las invitaciones. El sábado pasado tuvo que contratar los servicios de un Call Center para informarle a los invitados que el lugar de festejo sería en la Ciudad de México, a las 20:00 horas, cuando el Jefe del Ejecutivo concluyera sus labores.
El mediodía de ayer, el Presidente promulgó el Código Nacional de Procedimientos Penales cuya expedición –ley secundaria de la reforma penal de junio de 2008 que implica juicios orales- se había atorado en el Congreso de la Unión mientras gobernó Felipe Calderón, el segundo Presidente de la alternancia política. Los legisladores, en el pasado periodo ordinario de sesiones que concluyó el 15 de diciembre, acordaron por fin, aprobarlo.
La expedición del Código se añade a la lista de celebraciones de esta noche. En la lista está la densa agenda legislativa de Peña Nieto. Y su rapidez como jefe de Estado. Antes de cumplir cien días de gobierno ya había enviado al Congreso las reformas Educativa, de Telecomunicaciones, Financiera, Hacendaria y Energética.
Y la forma de hacerlo –el Pacto por México– es reconocido por Peña Nieto. Ahora mismo está diciendo frente al rostro sonriente del Secretario de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong, que así, con reformas y pacto“se están formando las nuevas instituciones”.
AUSENCIAS
Peña Nieto saluda a todos los gobernadores del partido, legisladores federales y a presidentes municipales. Están sentados en los reservados de enfrente. No están los representantes obreros. Ellos, que a querer o no, han portado esos mismos colores. Joaquín Gamboa Pascoe, dirigente nacional de la Confederación de Trabajadores de México y que tiene dos años de edad más que el PRI. Este año, el dirigente cumple cuatro lustros como dirigente obrero en varios gremios.
No está Carlos Romero Deschamps, secretario general del Sindicato nacional de los Trabajadores Petroleros de la República Mexicana quien completa 43 años con cargos en el movimiento. No está Víctor Flores Morales, dirigente del Sindicato Ferrocarrilero, quien también hará este año sus cuatro lustros en la representación de esos obreros, cuyo oficio le da nombre a una de las calles aledañas al edificio del PRI.
En la explanada, algunos reporteros esperan. Ya no dejan entrar ni al encargado del aire acondicionado. Por un celular, dice: “Que apagues el aire porque se van a congelar todos”.
Pronto se cumplirán veinte años del ingreso a este sitio del féretro de Luis Donaldo Colosio por estas mismas puertas para ser despedido con honores ahí dentro, en el Auditorio Plutarco Elías Calles. Esta noche tan calurosa su busto está iluminado de tricolor. El principal orador del 85 Aniversario del PRI –Peña Nieto– no lo alude.
Todo ha terminado. A las 9:30 de la noche, no hay nada que le de a esta fiesta carácter de dinosaurio. El confeti es por las reformas, por lo nuevo, por lo que viene.
Y ya va el desfile de autos y limusinas negras rumbo a la salida. El Presidente se va y se inicia la desbandada.
En el ambiente el himno del PRI se escucha nítido en la voz de una cantante: “El PRI nos cuidará, trabajando por el futuro, juntos cambiaremos al mundo”.
Lo cierto es que la hora de las despedidas. Y los “selfies” parecen no tener fin.
