Ciudad de México, 5 de marzo (SinEmbargo).- La 86 ceremonia de entrega del Oscar, premio anual de la Academia de Cine de Hollywood, fue una de las más sobrias y divertidas de los últimos años, acaso el paradigma de cómo debieran ser estos tipos de gala de ahora en adelante.
El fin de la temporada de premiaciones, tal como se conoce a esta época en la industria cinematográfica y televisiva, marca también el fin de una labor periodística que inicia más o menos en enero y tiende a destacar lo mejor del año en el universo del espectáculo, a sabiendas de que los premios otorgan algo más que una caricia al ego de quienes lo reciben.
De hecho, ganar o no el Oscar puede ser decisivo para un filme en términos económicos y así lo debió vivir el actor y productor Brad Pitt, quien a través de su compañía Plan B puso el dinero que hacía falta para darle cauce a la laureada 12 years a slave, de Steve McQueen.
La película protagonizada por Michael Fassbender, Lupita Nyong’o y Chiwetel Eijofor, ocupó un presupuesto de 20 millones de dólares y ya lleva recaudados (sólo en los Estados Unidos) $48.355.275 de la misma moneda, según datos de Internet Movie Database.
Muy lejos, eso sí, de los $268.172.926 que lleva ganados Gravity en el mismo territorio, pero lo suficiente como para saber que no hubo pierde en la apuesta de Pitt y compañía hacia la tercera película de McQueen, director de Shame y Hunger.
Los Oscar son recuerdo. Si nos sometemos al calendario clásico, comienzan los tiempos de los lanzamientos de disco, tal como el anunciado esta semana por Coldplay y el salido la semana pasada, firmado por Beck Hansen, sólo por nombrar dos de las muchas ofertas discográficas que pueblan el mercado.
Dicha circunstancia no impide recordar los hechos significativos del Oscar 2014, entre ellos sin duda el de las pizzas comidas casi bulímicamente por Brad Pitt y Martin Scorsese, entre otros, merced a un gesto casi de madre nutricia llevada a cabo por Ellen DeGeneres, la fantástica conductora de la gala, preocupada porque sus invitados se alimenten.
EL FAMOSO REPARTIDOR DE PIZZAS
Cuando el joven pizzero entró al Dolby Theater con gran cantidad de cajas en sus manos, no sabía que iba a pasar por ello a la posteridad y convertirse en una especie de ídolos para los clientes habituales de Big Mama's & Papa's.
Edgar Martyrosian regresó a su trabajo luego de haberle entregado la mercadería a Ellen y fue ovacionado como una especie de héroe.
La cadena de 20 pizzerías de Los Ángeles de la que es dueño el armenio Ararat Agakhayan tiene como cliente a DeGeneres y a partir de la experiencia vivida en los Oscar se generó una verdadera ola de nuevos clientes que llevará el negocio al cielo, seguramente.
Tras repartirle pizza a las estrellas internacionales, Ellen pidió propina entre los presentes con el gorro que Pharrel Williams utilizó para su presentación. En el momento de contar el dinero, el joven se dio cuenta que había juntado ¡600 dólares! La conductora le añadió 400 para que llegara a mil, por lo que Edgar se hizo el día y la noche también.
Y TU MAMÁ TAMBIÉN
Luego de que el mexicano Alfonso Cuarón obtuviera dos Oscar, uno de ellos como mejor director, comenzaron las disputas en las redes sociales –algunas muy encendidas por cierto, al punto de que varios usuarios fueron borrados de listas de amigos- acerca de si era un logro mexicano o, si por el contrario, correspondía a un impulso absolutamente individual hacia el que el sentimiento nacionalista no debía reclamar ninguna pertenencia.
De lo que no cabe duda es que el cineasta nacido en 1961, residente en Londres, es tan mexicano como las enchiladas y una muestra de ello fue la dedicatoria de su estatuilla a su madre. Se sabe es que el más macho de nuestros compatriotas, llegado el momento se revela como un verdadero hijo de mamá y el director de Gravity no fue la excepción.
En su descargo habría que decir que la madre de “los cuarones” es una señora que sacó a su familia adelante sin la ayuda de un esposo. Son cuatro hermanos, de los cuales Alfonso y Carlos se dedican al cine, el mayor es biólogo conservacionista, especialista en primates y selva tropical y la del medio es veterinaria.
“En nuestra primerísima infancia vivíamos en la Roma, después nos mudamos a San Jerónimo. Mi padre era médico nuclear, se separó de mi madre cuando yo tenía cinco años y se divorciaron cuando yo tenía siete, somos hijos de divorciados. Por ser el más chico a mí me tocó una educación proporcionada por mi nana Libo. Mi madre tuvo que hacer un poco de padre proveedor. A mi papá lo veíamos una vez a la semana hasta que cumplí doce años y nos dejó de ver”, contó Carlos Cuarón en entrevista.
Alfonso de todos modos no fue el único que padeció de “mamitis” en la ceremonia del Oscar. Todo lo contrario. Leonardo DiCaprio compartió la primera fila con su progenitora, igual que Jared Leto. El punto discordante lo puso el veterano Bruce Dern, candidato a Mejor Actor por Nebraska, quien asistió del brazo de su hija, la famosa actriz Laura Dern.
OTRO AÑO DE IGNORAR A MARTIN SCORSESE
Hay una cosa en la que la Academia de Hollywood muestra su coherencia: le encanta ignorar a Martin Scorsese, considerado uno de los mejores directores del mundo, con joyas fílmicas en su haber que dan sustancia a la historia del oficio, justificándolo, engrandeciéndolo.
Es verdad que The Wolf of de Street no es perfecta, pero tiene lo mejor de un hombre experto en contar historias vertiginosas y muchas escenas que se han grabado en forma irremediable en las retinas de los espectadores. Tal vez goza de un tiempo excesivo, quién sabe lo que hubiera sido el filme protagonizado por Leonardo DiCaprio con media hora menos.
Fuera de las especulaciones y los “hubiera”, Scorsese no ha ganado el Oscar por Toro Salvaje, ni por Taxi Driver ni por Buenos Muchachos, por citar sólo citar tres de las muchas y buenas películas que ha realizado. Lo obtuvo por The Departed y partía como favorito en algunas encuestas este año.
Pero, otra vez, no fue y tanto director como equipo se fueron con las manos vacías, una circunstancia que no dejó pasar la esposa del cineasta, Helen Morris, quien durante toda la gala mantuvo una cara de pocos amigos espeluznante.
No aplaudió cuando Cuarón ganó el Oscar por Mejor Montaje y mucho menos lo hizo cuando se alzó con la estatuilla a la Mejor Dirección. Nadie la podrá acusar de hipócrita.
LAS MALAS DECISIONES DE ANGELINA JOLIE
La encargada de darle el Oscar a Cuarón fue la actriz Angelina Jolie, quien ya había obtenido un Oscar honorífico en reconocimiento a su labor humanitaria. Los dos juntos en el escenario fue una ironía del destino y la manifestación de toda venganza llega aunque no la busques.
La mujer de Brad Pitt era la primera opción del cineasta mexicano, pero pidió 20 millones de dólares y ahí fue que apareció Sandra Bullock en el horizonte.
En descargo de Angie hay que decir que gran parte de lo que cobra lo dona a causas benéficas, pero lo cierto es que hace muchos años que la hija de Jon Voight no pega una en el cine y no le hubiera venido mal estar al frente del filme que ya lleva recaudados en el mundo unos nada despreciables mil millones de dólares.
¿O habrá sido el representante y ahora corre peligro su puesto de trabajo?
EL SALTO AL VACÍO FUE EL SALTO AL LLENO
Cuando faltaba anunciar el Oscar a la Mejor Película, Gravity ya había arrasado con muchas de las estatuillas en juego, México festejaba con un renovado fervor nacionalista el triunfo de Cuarón y Mathew McConaughey se aislaba para tratar de entender él mismo lo que había querido decir en su confuso discurso de aceptación.
¿Todos, espectadores e involucrados, esperaban que 12 years a slave se llevara el premio gordo a casa?
Fue un acto de justicia poética, hay que decirlo. Nadie duda a estas alturas de la genialidad de un cineasta como Cuarón, quien sabe contar con magia y gran pericia técnica una historia pequeña que se vuelve grande como la de los perdidos en el espacio, solos y mínimos, casi insignificantes.
Pero 12 years a slave es una película de mayores dimensiones, más ambiciosa, menos condescendiente y celebra un cine profundo, transformador y así por suerte lo entendieron los 6 mil votantes.
La victoria del filme hizo que el normalmente introvertido Steve McQueen perdiera un poco el tipo al pegar un gran salto frente a su equipo, que lo miraba alelado en el escenario del Dolby Theatre. Estaba feliz y quiso que eso quedara muy claro en la historia de la gala.
KEVIN SPACEY, EL REY DE LA NOCHE
No sabemos si House of cards es la nueva Breaking Bad, en el sentido de dirimir la serie más exitosa de los últimos años. Lo cierto es que el show producido exclusivamente para Internet por Netflix ha vuelto a poner en el candelero a su protagonista, el entrañable actor estadounidense Kevin Spacey.
Fue el rey de la noche en la ceremonia cuando luego de que Darlene Love, una de las protagonistas del documental ganador del Oscar 20 Feet From Stardom entonara una canción con las siguientes líneas: "Yo canto porque soy feliz, yo canto porque soy libre".
"Y yo canto porque es tan bonito estar fuera de Washington, aquí con todos mis amigos de Hollywood", dijo Spacey cuando llegó su turno para anunciar el Oscar honorífico a Steve Martin.
Lo dijo con el acento de Carolina del Sur, el mismo que Frank Underwood usa en House of Cards, lo que provocó el aplauso y las ovaciones generalizadas, entre ellas las de la joven actriz Jennifer Lawrence, quien no pudo dejar de hacer un comentario a su novio, el actor inglés Nicholas Hoult, con el que estaba sentada en la primera fila.
La prueba irrefutable de que el laureado protagonista de American Beauty vive su mejor momento entre la audiencia del tercer milenio es que luego de su aparición en la gala de los Oscar, su página web se vio saturada y estuvo un tiempo inactiva.
LA HECATOMBE DE TWITTER
Ellen Degeneres paró la ceremonia, para sacarse una foto con Meryl Streep para mandarla por Twitter. Nadie quiso estar fuera de cuadro y a la imagen se sumaron Julia Roberts, Jennifer Lawrence, Bradley Cooper, Angelina Jolie y Brad Pitt.
Con más de 3 millones de retuiteo, la foto bloqueó por unos segundos el servicio de la red social, rebasada por la atención lograda en lo que para Meryl Streep resultó su primera intervención en el mundo de los 140 caracteres.
Hasta el “selfie” de los famosos en los Oscar, el récord de retuits lo tenía uno del presidente de los Estados Unidos, Barack Obama, cuando anunció la victoria en su segunda reelección como primer mandatario.
Y JENNIFER LAWRENCE SE VOLVIÓ A CAER
Tiene 23 años y por tanto la frescura, inocencia y la torpeza propias de la edad. Así que lo que causa Jennifer Lawrence con sus habituales metidas de pata es ternura infinita. Si en la gala pasada fue noticia por haberse caído camino al escenario, esta vez hizo lo propio al tropezar en la entrada de la alfombra roja. Pudo agarrarse de sus acompañantes y evitar un encuentro un poco agresivo con el piso, algo que hubiera al menos arrugado su esplendoroso vestido rojo de Dior.
Eso sí, el incidente no evitó que se tentara de risa como es su costumbre, un hecho que agradecen y disfrutan sus admiradores. Cuando Jennifer sonríe, el mundo parece ser mejor.