Autora: Fabiana Urbina
El 23 de enero de 1989, Salvador Domènec Felip Jacint Dalí i Domènech, quizás el hombre y artista más excéntrico de la historia contemporánea, se extinguió a causa de un fallo cardiorrespiratorio a los 84 años de edad. Fue enterrado en el museo de Figueras, a 40 kilómetros de su gran amor Gala, quien descansa en el castillo de Púbol que Dalí le regalara en vida.
Por supuesto que Dalí, autonombrado como “El Divino Dalí”, visitó alguna vez México. Con casi nulos registros de lo que aconteció en su breve visita, solo se recuerda la famosa frase que exclamó y que hasta la fecha, ha producido una gran cantidad de casos de análisis a la sociedad, cultura y folklore de nuestro país simplemente para tratar de entender, o al menos justificar, las palabras del artista: “De ninguna manera volveré a México. No soporto estar en un país más surrealista que mis pinturas”. André Breton, fundador del movimiento surrealista, también opinaría algo similar en su visita de 1938, diciendo que México era realmente “un país surrealista”.
El Surrealismo tiende a representar los deseos del subconsciente, la labor del instinto fuera de los límites de la razón. El surrealismo es inmediato, irreflexivo y está despojado de toda referencia a lo real. Según Breton, a través del surrealismo "se intenta expresar por cualquier modo, el funcionamiento real del pensamiento. Es un dictado del pensamiento, sin la intervención reguladora de la razón, ajeno a toda preocupación estética o moral".
Dalí es conocido por sus impactantes y oníricas obras surrealistas que abordaron principalmente la pintura, también el cine, la escultura y la fotografía. Tuvo la habilidad de forjar un estilo marcadamente personal y reconocible. Como artista extremadamente creativo y extrovertido, siempre manifestó una tendencia al narcisismo y la megalomanía para atraer la atención pública de manera provocativa y por lo que un sin número de sus declaraciones se volvieron inmortales.
Los líderes del movimiento surrealista, incluyendo a André Breton, lo acusaron de defender el fenómeno hitleriano, acusación que Dalí refutó afirmando que “no soy un hitleriano ni de hecho ni de intención” e insistía en que el surrealismo podía existir en un contexto apolítico, por lo que siempre se negó a denunciar el régimen fascista alemán. Esta postura le hizo perder su prestigio entre sus camaradas artistas, y a finales de 1934, fue sometido a un “juicio surrealista” del cual resultó expulsado del movimiento surrealista. Desde entonces Dalí respondía al hecho con una célebre réplica: “Yo soy el surrealismo”.
Otras frases inmortalizadas de Dalí:
“Lo menos que puede pedirse a una escultura es que no se mueva.”
“La única diferencia entre un loco y yo es que yo no estoy loco.”
“Lo importante es que hablen de ti, aunque sea bien.”
“El tiempo es una de las pocas cosas importantes que nos quedan.”
“Que no conozca el significado de mi arte, no significa que no lo tenga.”
“El termómetro del éxito no es más que la envidia de los descontentos.”
Crónica del día en que Dalí murió en su ciudad natal.
Publicado por Wikimexico / Especial para SinEmbargo