Ciudad de México, 20 de enero (SinEmbargo).- Con el gesto relajado de siempre, Antonio Mohamed atendió a los medios que lo esperaban en las entrañas del Nemesio Diez. “Somos el mejor equipo de México”, declaró orgulloso el Turco cuando todavía se sentía la adrenalina de un festejo sin mesura en el ambiente. Hasta la capital mexiquense había llegado un conjunto con plena confianza en sí mismo desde el punto más alejado al norte de Latinoamérica. Los Xoloitzcuintles de Tijunana, refrescaron al futbol nacional, con un campeonato en plena transición política.
Era el 2 de diciembre de 2012, cuando la primer estrella se tatuó en el escudo del equipo fronterizo. 24 horas antes, Enrique Peña Nieto asumía como Presidente de México, en un fin de semana descrito como un éxito rotundo para el Partido Revolucionario Institucional (PRI), debido al vínculo que la dirigencia de Xolos tiene con la bancada tricolor. El equipo de la nunca estuvo exento de serios cuestionamientos por todas las facilidades que tuvo desde el gobierno estatal para su concepción. La oposición mantuvo el discurso, mientras una filosofía se iba de apoco asentando. Todo se consolidó con el ascenso del cuadro tijuanense y el primer título de liga.
Durante 2011, parte de la bancada panista reclamó fuertemente debido a los 14.5 millones de pesos que el gobierno entregó a los Xolos como apoyo. El argumento desde el discurso oficial siempre tuvo de eje la aportación cultural y deportiva que la institución del Grupo Caliente le dejaría a la frontera. De pronto un grupo de jugadores vestidos de rojo y negro, se convirtieron en el emblema de una región, traspasando las fronteras nacionales. Los paisanos arraigados en las ciudades estadounidenses cercanas, dispusieron a menos de dos horas de un futbol conocido, alejado de la fría MLS en plena expansión. Las carnes asadas en el estacionamiento del estadio previo a los cotejos se volvieron tradición, e incluso los reclamos bajaron en intensidad.
El conjunto fronterizo fue fundado en 2007. Le tomó solo tres años alzarse con el trofeo de la Primera División de futbol profesional, escribiendo una de las historias precoces más exitosas en la historia. Desde el resto del país, se vio a Xolos como pieza vital de la reestructuración de una ciudad tradicionalmente manchada por la violencia. Tijuana sufría del cliché de ser un lugar peligroso, cuando un equipo de futbol llegó para que las miradas fijas en aquellos lares, cambiaran de intensidad. La gente pronto dejó las camisetas de los otros equipos, sintiendo una con la que se identificó rápido.
Cuando se dio la noticia del nuevo integrante en la rama del ascenso, las críticas no se hicieron esperar por el origen del capital inicial para la inversión. Grupo Caliente, compañía de apuestas deportivas, es propiedad del político y empresario mexicano Jorge Hank Rhon, quien fue Presidente Municipal de Tijuana en 2004. El excéntrico personaje, de pronto se convirtió en un invitado más a la dinámica que paraliza al país. Con dinero disponible, la primera división le dio la bienvenida a una nueva franquicia desde un lugar donde había fracasado cualquier tipo de intento por establecer futbol profesional.
A los Xolos se les ayudó cuando pactaron realizar el pago por impuestos de 14 millones de pesos en tres pagos. Otra ventaja fue el terreno empedrado y disparejo que se limpió para levantar el Centro de Iniciación Xoloitzcuintle, el lugar donde se gestarían las futuras promesas del equipo canino. Carlos Bustamante, Alcalde tijuanense hasta el año pasado, tuvo un vínculo muy cercano con la organización deportiva a quién siempre vio como un gran aporte social.
De origen priista, la identidad local fue creciendo mientras Hank Rhon disfrutaba de la presencia de la ideología Xoloitzcuincle por toda la región. A diferencia de aquel 2011, ahora la crítica de la oposición ha cambiado radicalmente su postura. El Gobernador Francisco “Kiko” Vega de Lamadrid, de extracción panista, ha demeritado cualquier tipo de crítica del mismo tono que el anterior. En el Estadio Caliente se han visto a agentes policiacos como personal de seguridad. Mientras, las carnes asadas afuera del estadio y la emoción de 25 mil personas en la grada, siguen vigentes.
