Por Alejandro Pintamalli
Ciudad de México, 15 de enero (SinEmbargo/Radio Nederland).– “Es una música santa que se une con el santo rezo de la gloria de Dios, donde se pide bienestar, bendiciones, por la milpa, la cría de cochinos, los pollos y la agricultura”, explica don Edilberto Matos Xiu, del grupo "Indígena maya".
En 1997 había 44 grupos que tocaban esta música, mientras que en 2013 sólo se registraron 14. “Nosotros necesitamos mucho apoyo para poder trabajar y para poder enseñar esta música”, explica el violinista del grupo, Felipe Matos. Siguiendo la tradición, Felipe, de 46 años de edad, heredó de su padre, Don Edilberto, los conocimientos para interpretar el maya pax.
“Ya casi nadie aprende esta música porque es tradicional, queda solo en la esencia, no tiene notas y no se conserva por escrito, todo está en la cabeza”, explica.
Esta música, que tuvo un origen bélico, no atrae a los jóvenes mayas que se rinden cada vez más a las promesas de la globalización. A esto se le suma su alto componente religioso y una cultura que no admite nuevos usos e interpretaciones de sus tradiciones ancestrales. Es el caso de la versión rapeada del músico Pat Boy. Este joven de 22 años le puso letra al maya pax y la respuesta no tardó en llegar: “Esta música no se puede poner en otra música, porque es santa”, dice el sexagenario don Edilberto.
“La idea es darla a conocer a los jóvenes, porque si escuchan rap van a escuchar el maya pax de fondo”, justifica por su parte Pat Boy, desde la Isla de Cozumel. Pero reconoce que cuando difundió “Rapeando maya pax”, tuvo “algunos problemitas, porque a los amigos que tocan esa música no les agradó, porque es muy especial”.
MÚSICA BÉLICA, MÚSICA RELIGIOSA
Según la tradición oral, el maya pax tuvo un componente foráneo. El soldado español Agustín Sosa cayó prisionero de los mayas y fue él quien les enseñaría a tocar el violín. Hasta la década del 70, además de uno o dos violines, una tarola y un bombo, incluía el cornetín, otra herencia de aquel soldado que se quedó a vivir para siempre con sus captores, luego de ganarse su confianza.
Ese instrumento, que le otorgaba un aire marcial a las ejecuciones, desapareció con los últimos músicos. Ahora, cuenta Felipe Matos, es el violín el que corre peligro: “Sabemos reparar el bombo o la tarola, pero no tenemos los recursos para reparar el violín”.
Los músicos no perciben pago por sus actuaciones, solo una gratificación cuando los invitan a participar en algún evento cultural. “Hay interés por aprender la música maya pax”, dicen Don Edilberto, “pero no hay recursos para los gastos, para enseñar en las comunidades ni para los instrumentos de los músicos”.
Ante un panorama desfavorable, el músico maya insiste en la necesidad de contar con apoyo para “revivir” su cultura: “Porque dice el testamento que el día que desaparezca la música maya pax ya no va a haber maíz, ya no va a haber cosecha para vivir nosotros sobre esta tierra”.