Ciudad de México, 10 de enero (SinEmbargo).- Por fin, ayer, la Reforma Financiera fue promulgada por el Presidente Enrique Peña Nieto sin que al acto público acudieran los representantes de las tres principales fuerzas políticas del país, las que bajo los acuerdos del Pacto por México, contribuyeron a la consolidación de esta enmienda.
En el salón Adolfo López Mateos de la residencia oficial de Los Pinos, el Presidente Peña Nieto delineó esta reforma que modifica 13 leyes relativas al sector financiero comercial, así como de la banca de desarrollo.
Se generará certeza jurídica y flexibilidad para el otorgamiento de créditos para las pequeñas y medianas empresas tanto en las instituciones financieras gubernamentales como en la banca comercial, de acuerdo con el texto de ley promulgado ayer.
Entrelíneas, puede verse que la instrucción para la banca es ampliar el financiamiento después de que México estuvo en los primeros sitios de las listas de países con sistemas de bancarios fuertes, pero también en las de que menos préstamos otorgaba.
En momentos en que México vive un estancamiento en su economía, el Secretario de Hacienda, Luis Videgaray Caso y el gobernador del Banco de México, Agustín Carstens, coincidieron en que con esta reforma, la economía nacional podrá elevar su nivel de crecimiento de manera sostenida en 0.5 por ciento.
¿Por fin ha llegado el motor que impulsará el crecimiento económico? Gabriela Siller, directora de Análisis Económico Financiero de Banco Base, piensa que sí y de manera sostenida, pero en el largo plazo. Para la economista, el impulso al crédito para la inversión productiva puede ser el ancla de la expansión del Producto Interno Bruto, que hasta ahora estuvo frenada. La economista considera que en México, el crédito apenas es el 26 por ciento de ese indicador, mientras que en Brasil supera el 50 por ciento y en Chile es de 100 por ciento.
Para las instituciones privadas una regulación clara es el punto nodal para acelerar el otorgamiento de crédito que se propone el gobierno y fomentar así, ese crecimiento de la economía.
Eduardo Gómez Alcalá, socio líder de la práctica regulatoria y de cumplimiento del sector financiero de PWC México, dice que “el crédito es la sangre que corre por las venas de la economía. Y en la medida en que se pueda promover con certeza jurídica, hay un grano de arena para alcanzar el crecimiento”. Pero este analista coincide con Siller en que no es el único factor y deberá haber una serie de elementos para que el crecimiento sostenido ocurra en unos años.
Por ahora, Gómez Alcalá menciona que el marco jurídico empieza a tomar forma. La recuperación más efectiva, los juicios mercantiles más expeditos y las quiebras bancarias más especializadas –líneas de la reforma financiera- contribuyen con un proceso de aceleración del crédito.
Desde la Convención Nacional Bancaria, efectuada en Acapulco, este sector dijo que sí a la Reforma Financiera de Peña Nieto.
En aquel momento aún era vigente el planteamiento del Pacto por México de modificar el marco legal de la banca comercial para que ésta pudiera prestar más y en mejores condiciones. Javier Arrigunaga Gómez del Campo, al tomar la dirección de la Asociación de Bancos de México, asumió en su discurso el reto que el gobierno federal había puesto sobre la mesa: prestarle más a las PyMEs.
El nuevo representante de la banca expuso como objetivos de su cargo: incrementar el crédito, trabajar en la inclusión financiera y preservar la estabilidad del sector financiero.
De acuerdo con datos de la Secretaría de Hacienda, en México existen cinco millones de unidades económicas, de las cuales más de 90 por ciento está integrado por las PyMEs y, hasta ahora, la banca sólo acredita a 650 mil, de modo que hay un mercado por conquistar.
Son las PyMEs las que deben responder a la estrategia planteada por la Reforma Financiera y en sus proyectos productivos, se encuentra la clave. Todo, de acuerdo con los analistas económicos, ocurrirá en el largo plazo.
EL INCIERTO PROCESO
El 21 de marzo de 2013, el Presidente de Enrique Peña Nieto anunció que enviaría al Congreso de la Unión una reforma al sistema financiero. Pero debido a la utilización de los padrones de Oportunidades y la Cruzada Nacional contra el Hambre, el Pacto por México –donde la enmienda se sustentaba– se rompió.
La Presidencia de la República había programado la presentación de la iniciativa para abril, pero no lo logró ante posiciones críticas de la oposición que amenazaba con no apoyarla. Tanto el Partido Acción Nacional (PAN) como el de la Revolución Democrática (PRD) amagaron con retirarse del convenio si los programas destinados a los pobres no eran blindados. Esta reforma peligraba.
A los programas sociales, el gobierno federal les impuso candados. Y el Pacto fue restituido. De modo que la Reforma Financiera fue enviada en mayo y el Senado la regresó sin cambios al Ejecutivo en noviembre para su publicación en el Diario Oficial de la Federación.
Al final, el Pacto por México, en el que se sustentaba la reforma, se deshizo en diciembre. El PRD se retiró con el alegado de una alianza poco clara entre los otros signantes, el PRI, el PAN y el gobierno federal. Ya sin el convenio político, al Presidente sólo le faltaba presentar esta reforma cuyas interrupciones en su proceso ya habían generado profunda incertidumbre.
La llovizna parece haberse acabado. Ayer, al promulgar al Reforma Financiera, el Presidente anunció 1 billón 150 mil millones de pesos a través de la banca de desarrollo para obra, impulso al agro, las exportaciones y respaldo de proyectos productivos de empresas y emprendedores.
El discurso arrancó con la afirmación de que la banca mexicana es fuerte y con este nuevo marco legal “lo será aún más” y el país tendrá “un verdadero motor de crecimiento”.