Ciudad de México, 4 de enero (SinEmbargo).– Como en una escenificación del desempolvado guión de la “cargada”, el viejo ritual del Partido Revolucionario Institucional (PRI), el Presidente Enrique Peña Nieto inició las actividades del 2014, ayer, en Atlacomulco, Estado de México, su tierra. Fue el receptor de porras, vítores y abrazos simulados en el aire. Y por lo menos ayer, los 12 años de gobiernos de alternancia que pudieron transformar el viejo protocolo priista, para bien o para mal; no tuvieron ningún peso.
El Presidente inauguró la ampliación de la carretera Atlacomulco-Palmillas y apenas si pudo llegar al estrado en medio de filas de personas formadas desde temprano en la plaza central del municipio. Le pidieron fotos. Le avalaron las reformas que el año pasado envió al Congreso. Le desearon Feliz Año. Todo, con gritos secos debido a la repetición emocionada. “Feliz Año”, devolvía el Presidente, cada vez.
Peña Nieto no visitaba la tierra donde nació desde que el 1 de julio acudió a emitir su voto. Aquella vez, rodeado de su esposa e hijos, tuvo que escuchar reclamos de integrantes del movimiento #Yosoy132, los mismos que en la Universidad Iberoamericana lo señalaron como “asesino” por el episodio de Atenco, en un día de campaña. Ayer, viernes 3 de enero, en el terruño, todo se resumió en bienvenidas y parabienes.
El Presidente ha hecho del Estado de México el campo para la apoteosis. En julio, en Villa del Carbón, donde inauguró un hospital, partió el pastel de su cumpleaños número 47 y fue envuelto con porras; pero también recibió vivas en junio cuando en Ecatepec cortó el listón del Túnel Emisor Oriente (TEO), y en abril, en Huixquilucan, a donde acudió a entregar patrullas a policías de mando único.
Hay tres lugares comunes en los actos peñanietistas en el Estado de México. Uno es la presencia del Gobernador del estado, Eruviel Ávila, quien siempre hace hincapié en “la gran simpatía” que tiene el Presidente entre los mexicanos y pone como prueba las muestras de cariño de los presentes (ayer no fue la excepción). El otro es el grito de las mujeres en esa tierra donde el gobierno negó la alerta de género, no obstante los 922 feminicidios denunciados sólo entre 2005 y 2010, según un informe presentado por el Observatorio Ciudadano Nacional del Feminicidio y la Comisión Mexicana de Defensa y Promoción de los Derechos Humanos de las Mujeres. El tercer lugar común es el silencio del Presidente sobre tal incidencia.
Ayer tampoco mencionó a las víctimas de la muerte violenta en esos cerros y calles. Tomó el micrófono para decir: “El 2014 debe ser un año que nos permita –insisto lo que han sido cambios estructurales en beneficios tangibles para la población- debe ser un año que nos permita crecer económicamente. Debe ser un año en el que el crecimiento económico encontremos mayores fórmulas e instrumentos para combatir la pobreza y la marginación y sobre todo, la desigualdad que lamentablemente se vive en varias regiones del país”.
Fiel a la defensa de las reformas estructurales, Peña Nieto sembró la esperanza. Dijo que este año sería de crecimiento económico y de mayores beneficios para la población. Recalcó que el 2013 fue un año de construcción, de un nuevo andamiaje y nuevas reglas. Dijo que habrá un mayor desarrollo para encontrar fórmulas e instrumentos para combatir la pobreza y la desigualdad.
Y como se ha hecho costumbre en esas tierras, de los cuatro puntos cardinales llegó la multitud. Y la sucesión de abrazos y apretones de mano que tuvo que dar Peña Nieto antes de dirigir ese mensaje a la Nación, parecía infinita. Y esos gritos de “te queremos, Enriqueeee, amigoooo” volvieron a rebotar. Y el primer mandatario tuvo que decir varias veces “compermiso” para abrirse paso.
EL CAMPO, COMO ANTES
El inicio de año tuvo otro elemento que recordó los viejos rituales del PRI. La página de la Presidencia de la República amaneció con una noticia sobre el campo mexicano. Para sus antecesores priistas, el campo fue siempre el eje transversal del diseño de las políticas públicas, ya fuera como sector económico o como la gran escena de la pobreza. Peña Nieto, en cambio, se guardó durante el año pasado la política de acción para ese sector. En su cartera se encuentra una reforma estructural, la cual anunció sin adentrarse en el contenido de sus ejes.
Y la Presidencia de la República publicó que la Secretaría de Agricultura, Ganadería, Desarrollo Rural, Pesca y Alimentación (Sagarpa) ejercerá este año el presupuesto más alto de su historia, de 82 mil 900 millones de pesos, lo que la convierte en la cuarta dependencia con más dinero después de la de Educación, Salud y Comunicaciones y Transportes.