Ciudad de México, 31 de diciembre (SinEmbargo).– Atiborradas. Cercadas. Estranguladas. Las calles del Distrito Federal mantuvieron esas características durante el primer año de gestión del Presidente Enrique Peña Nieto; sobre todo a causa de dos de las cinco reformas estructurales que envió al Congreso de la Unión, la Educativa y Energética.
Los cambios constitucionales fueron resultado de las negociaciones del Pacto por México, un convenio político sin precedentes, que a Enrique Peña Nieto le ayudó a construir la imagen de reformista. Pero el rechazo a sus enmiendas en una parte de los ciudadanos generó la movilización social más grande y prolongada de la historia reciente con la que el Presidente deberá lidiar en los meses por venir.
“Este camino nunca estuvo trazado a cabalidad. Ello da a entender que el diálogo para sacar enmiendas empantanadas fue armado con pinzas, se desbarató muy pronto y ocasionó esta inconformidad que sólo refleja ingobernabilidad”, piensa Alfonso Bouzas, del Instituto de Investigaciones Jurídicas de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).
El indicador de que la crisis continúa es diciembre de 2013. Ya no se trata de un movimiento unitario. Al coctel de motivos para protestar se agregó el aumento al boleto del Metro, principal transporte público de la capital del país, anunciado por el jefe de Gobierno del Distrito Federal, Miguel Ángel Mancera. El año concluye con cientos, quizá miles de personas, en las calles de la capital del país, que ya sea por un motivo o por otro, caminan y levantan la voz bajo un solo lema: “En defensa de México”.
YA NO QUEDÓ NADA DE PAZ
La paz se escapó. Estudiantes detenidos después de ser golpeados con macanas, así como policías quemados, apedreados y humillados constituyeron la estampa de las miles de marchas que sucedieron en el Distrito Federal durante 2013. La presencia del grupo identificado como “anarquista” logró llevar a cabo su táctica más conocida: generar batallas a piedras y palos a las que la Secretaría de Seguridad Pública del Gobierno del Distrito Federal respondió con gases, chorros de agua y corretizas. Ello fue así desde la toma de posesión de Enrique Peña Nieto, el 1 de diciembre de 2012, cuando el Centro Histórico capitalino quedó destruido tras el paso de cientos de manifestantes embozados en su contra.
Tampoco hubo descanso. Las manifestaciones crecieron con una bitácora cuya conclusión aún no logra verse. El 10 de mayo, un grupo de maestros, integrantes de la CNTE, ocupó una esquina de la Plaza de la Constitución para protestar por la Ley General de Servicio Profesional Docente que implica la evaluación para los maestros del país y es una de las tres leyes secundarias de la reforma educativa. Para el 14 de mayo, el campamento se había extendido a la mitad de la plaza. Para el 19 de agosto, 40 mil maestros y maestras se encontraban en el Zócalo capitalino en un campamento de casas de campaña multicolor y sólo podía transitarse por los extremos.
Fue en agosto cuando a la manifestación de la CNTE se agregó la protesta en contra de la Reforma Energética, la que permitirá la apertura al capital privado nacional y extranjero a la exploración y explotación de los hidrocarburos. La protagonizaron los líderes de la izquierda mexicana, pero la causa no los unió en una oposición monolítica. Cuauhtémoc Cárdenas, el hijo del ex Presidente que nacionalizó los hidrocarburos, y Andrés Manuel López Obrador, dirigente nacional del Movimiento Nacional de Regeneración Nacional, así como el Partido de la Revolución Democrática, organizaron las caminatas, cada uno, por su parte.
Pese a días, semanas, meses de movilizaciones, las manifestaciones callejeras no detuvieron el ritmo de aprobación de las reformas. La Ley General del Servicio Profesional Docente –clave en la reforma educativa- fue promulgada el 11 de septiembre y la Energética, el 20 de diciembre.
SOBRE LAS MARCHAS, LA LEY
Después de cerrar filas en torno a la reforma energética, la alianza del Partido Acción Nacional y del Revolucionario Institucional apuntó en diciembre al bastión del de la Revolución Democrática: el Distrito Federal.
Las Comisiones Unidas del Distrito Federal y de Derechos Humanos aprobaron en lo general un dictamen que expidió la Ley de Manifestaciones Públicas en la ciudad de México y acordaron presentar las reservas en lo particular ante el Pleno.
Esta iniciativa la propuso el Diputado panista Jorge Sotomayor Chávez, y tiene como objetivo garantizar, por un lado, el derecho de los manifestantes a expresar sus inconformidades y, por el otro, el de los ciudadanos a transitar por la ciudad.
La propuesta planteó la obligación de que los manifestantes informen a la Secretaría de Seguridad Pública del D.F. su intención de marchar con 48 horas de antelación.
La izquierda quedó trastocada. El PRD respondió con el anuncio de que promoverá una acción de inconstitucionalidad ante la Suprema Corte de Justicia de la Nación si la Cámara de Diputados confirma la ley.
El proyecto duerme los días de Navidad y Año Nuevo en el Congreso. Pero más de 70 organizaciones de todo el país, además de Amnistía Internacional y legisladores del PRD, PT y MC, mantienen su exigencia a la Cámara de Diputados para que no sea avalada. Coinciden en que viola la Constitución, la Declaración Universal de los Derechos Humanos, el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos, así como la Convención Americana de Derechos Humanos.
LA HERENCIA DE 2013
Para exigir la derogación de la reforma educativa, la CNTE irrumpió en el Palacio Legislativo de San Lázaro. Un evento similar no había ocurrido desde que en el 2008, las protestas contra la reforma energética presentada por Felipe Calderón, hicieron que se cambiara la sede, pero dentro del mismo Palacio Legislativo.
Esa vez, los diputados no pudieron entrar y tuvieron que trasladarse al Centro Banamex. Más tarde, los senadores tuvieron que hacer lo mismo porque los accesos a su salón de sesiones fueron obstaculizados. Hasta el jefe de Gobierno del Distrito Federal se fue a la Colonia del Valle a despachar porque no deseaba atravesar el plantón de los 40 mil maestros en el Zócalo, para llegar a su oficina.
Los maestros, cada día, tomaron rutas y desquiciaron el tránsito de vehículos. Se les vio por Fray Servando Teresa de Mier, en la calzada de Tlalpan, en el Eje Lázaro Cárdenas en el Circuito Interior; tres veces en el Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México, en el Centro Nacional de las Artes, en el Senado y en el Palacio Legislativo. Volvían al campamento del Zócalo, sobre el cual, el vuelo de los helicópteros de la Secretaría de Seguridad capitalina no cesó jamás en ninguna noche.
En sus marchas, los maestros recibieron el rechazo de los automovilistas con epítetos que pueden resumirse en el de “güevón”; además de la exigencia de que regresaran a las aulas.
Porque en eso transformaron las calles a partir de la reforma educativa y el viernes 13 de Septiembre el Cuerpo de Granaderos los sacó del Zócalo. Se movieron al Monumento a la Revolución para que el Presidente estuviera en posibilidades de dar el Grito de Independencia en el Palacio Nacional, el primero de su mandato.
Por su parte, la Reforma Energética causó movilizaciones periódicas cada fin de semana desde que fue enviada al Congreso de la Unión por Enrique Peña Nieto en agosto. Cientos de personas que marcharon por la Avenida Reforma, algunas veces para detenerse en El Ángel de la Independencia y sólo en una ocasión (con AMLO) en el Zócalo.
El 31 de agosto, Cuauhtémoc Cárdenas fue a la vanguardia en una manifestación que recorrió el Paseo de la Reforma desde El Ángel de la Independencia hasta el Zócalo. Fue la primer manifestación en la que participó desde el cierre de campaña de Andrés Manuel López Obrador y la primera que encabezó él en varios años.
Cárdenas Solórzano manifestó su solidaridad con las maestros de la CNTE.
Pero Andrés Manuel López Obrador fue más allá y convocó a realizar dos cercos humanos; uno al Senado de la República en Reforma y otro, a la Cámara de Diputados en San Lázaro para evitar el proceso legislativo de la Reforma Energética. Los maestros de la CNTE se ofrecieron a reforzar esas vallas humanas. Ahí, volvieron a protestar por la Educativa.
López Obrador no pudo continuar en el liderazgo de estas manifestaciones. Un infarto en la arteria coronaria, la madrugada del martes 2 de diciembre, lo envió al hospital Médica Sur, donde fue atendido de inmediato.
Pese a todo, el viernes 20 de diciembre –tras una gira de cuatro días por Turquía– el Presidente Enrique Peña Nieto se presentó en El Palacio Nacional y promulgó la Reforma Energética que permite la entrada de la inversión de capitales privados en la producción de petróleo y la generación de energía eléctrica.
El año concluía así: con las reformas estructurales más controvertidas promulgadas por el Presidente, pero la protesta callejera más grande de la historia reciente.