Ciudad de México, 22 de diciembre (SinEmbargo).- Al norte de Inglaterra existe una ciudad que parece escrita por un literato. Por sus calles pasa un camión amarillo como vehículo turístico. Con toda la gente abordo, se transforma en un submarino cuando comienza a introducirse en una pequeña laguna artificial, mientras en su interior se entonan canciones de los Beatles. Con su puerto, las gaviotas vuelan bajo conviviendo como un transeúnte más por los bloques de edificios. En medio de la calma, a las afueras, un recinto observa orgulloso el lugar que representa. Liverpool exhala tranquilidad durante la semana, hasta que el fin de semana la pasión se desborda por una simple pelota.
Un equipo rojo predomina por encima de otro azul. El Liverpool FC es un histórico del futbol mundial, mientras que el Everton FC representa a los locales orgullosos. En Anfield se han vivido muchos de los episodios más importantes del futbol británico. Orgullosos de haber inventado el deporte más popular del mundo, en la isla se convierte en un ritual imposible de postergar. Los Reds son el reflejo de algo que no tiene una medición cuantitativa. Aletargados en los últimos años en la Premier League, tras la llegada de grandes capitales engendrados desde el petróleo, el cuadro dirigido en el terreno de juego por Steven Gerrard, encontró a un uruguayo con un talento único para anotar goles.
Luis Suárez es un charrúa nacido del barrio. Cuando su talento le comenzaba a dar dividendos, titubeó entre los vicios naturales de todo joven aspirante. Fue el amor por una mujer el factor determinante para que el futbol mundial conociera a un atacante superlativo. Sofía, conoció a Luis cuando tenía 15 años. Tras enamorarse perdidamente, ella se fue con su familia a Barcelona. Era 2003, año oscuro para el uruguayo. “Cuando ella se marchó a España, dejé el futbol. Sofía cambió mi vida por completo”, reconocería Suárez en una entrevista. De pronto, llegar tarde y alcoholizado a los entrenamientos, comenzaba a ser algo frecuente.
Miembro de las categorías inferiores del Nacional de Montevideo, a donde llegó con nueve años después de emigrar con su mamá desde El Salto, una ciudad a 500 kilómetros al norte de la capital, no quería seguir pateando una pelota si no había motivación desde afuera. Abandonado por su padre, forjó un carácter reacio para defenderse de la vida. Desperdiciando un gran talento, fue un entrenador del club charrúa el que le exigió concentrarse. A Luis le hicieron entender, que el futbol le daría lo que tanto deseaba. Una posible transferencia al balompié europeo, lo pondrían más cerca de Sofía.
Tras el buen consejo, todo cambió. Su rápido ascenso en El Nacional, lo catapultó a una escuela consagrada como el Ajax. Ya junto a la que sería la madre de su hija, continuó con su gran forma rompiendo una liga de segunda línea en el viejo continente. Mientras Suárez avanzaba, el Liverpool seguía inmerso en los claroscuros con algunas grandes actuaciones en Champions League, pero sin poder consolidarse como el gigante que es en liga. La fiel afición Red, con cantos de tenor desde la tribuna, comenzaba a impacientarse por ver rezagada su grandeza.
En 2010, el Liverpool anunció el fichaje de Luis Suárez en busca de una diferente tonalidad en sus jugadores. El Charrua, caliente en su forma de ser y preciso en su juego, encontró una ciudad ávida de gloria pero un equipo caído en un bache psicológico que se agarraba de su historia para no terminar cayendo en una enfermedad crónica. El 7 Red fue destinado para Suárez además de toda la necesidad de resurgir. Sin embargo, fue su carácter el primero en explotar. Latino hasta los huesos, se encontró con un futbol visto con lupa desde cualquier ámbito social. Un día llamó negro a Evra y se ganó el odio de la afición del Manchester United, además del repudio de la sociedad.
Mientras seguía anotando goles, mordío el brazo del defensa Ivanovic del Chelsea, buscando sacarlo de quicio para obligarlo a cometer una falta. La dirigencia del Liverpool lo aguantó, gracias a la defensa de sus compañeros, entre ellos Gerard. El último gran ídolo de los Reds, encontró en el Charrúa a un coequipero que no había tenido en los últimos años. Anfield aguantó los amagues de su delantero quien cada verano escuchaba las múltiples ofertas que le llegaban. Esta nueva temporada, el You’ll never walk alone, canción compuesta para una obra de teatro, revienta el estadio del Liverpool con los goles de su delantero.
Hace unos días, Suárez renovó contrato. El Liverpool es hoy líder de la mejor liga del mundo, en gran parte gracias a los 19 goles del ídolo uruguayo que cada vez que anota, voltea a ver al palco donde están Sofía y Delfina, las dos mujeres que lo mueven. El 7 del Liverpool es ahora el futbolista mejor pagado del club en su historia. Cobrará 190 mil euros semanales, por los próximos cinco años. De aquel joven entregado al desenfreno etílico, solo queda el impulso. El norte de Inglaterra tiene un delantero único, quien por fin ha firmado el vínculo que tantos querían. El cuadro inglés, no solo no camina solo, sino que lo hace de la mano de Luis.
