Ciudad de México, 7 de noviembre (SinEmbargo).- La holandesa Arsene van Nierop lleva 15 años en espera de justicia. Quiere saber quién asesinó a su hija en Ciudad Juárez, Chihuahua.
En 1998, ella, su esposo Roeland y la hija de ambos, Hester van Nierop, viajaron a México para acompañar a su hermana a las playas de Nayarit a una liberación de tortugas. La intención de Hester era después viajar a Estados Unidos para buscar una oportunidad de trabajo como arquitecta, profesión en la que se había preparado.
Arsene aún recuerda que el 18 de septiembre su hija sometió a consulta por cuál punto fronterizo cruzaría a Estados Unidos. Su idea era hacerlo por Tijuana, Baja California, la frontera que en la década de los noventa dominaba el poderoso cártel de los hermanos Arellano Félix y que en esa época vivía tiempos convulsionados.
Su familia le sugirió a su hija atravesar por Ciudad Juárez, Chihuahua. Habían leído que era “un pueblo chiquito, tranquilo”, y pensaron que era la mejor opción. Con esa recomendación, Hester se despidió de ellos en la estación norte de autobuses.
Pero la información no mencionaba que en Juárez había una serie de asesinatos perpetrados desde inicios de aquella década contra mujeres.
El domingo 19 de octubre, cinco días antes de cumplir 28 años, Hester se convirtió en otra víctima de esos feminicidios que han estigmatizado a la ciudad, luego de que su cuerpo fue encontrado debajo de la cama en la habitación 121 del hotel Plaza.
Además de estar desnuda, tenía huellas de violencia y ultraje. Había sido estrangulada.
Pero Hester no sólo fue víctima de un asesinato con violencia, su caso también lo ha sido de la negligencia y fallos de investigación de las autoridades policiacas para resolverlo.
Con dolor, Arsene rememoró ayer cómo la policía de Ciudad Juárez demoró en avisarle sobre el asesinato de su hija. Vio una actitud de indiferencia de parte del agente que halló a su hija.
“Me dijo que trabajó un año el caso y luego ya no podía hacerlo porque había otros casos”, le dijo, y remató su actitud displicente: “No es mi responsabilidad”.
El policía le entregó un supuesto informe que había elaborado, pero su contenido era inútil para la investigación. La activista Elsa Chávez, fundadora de Casa Amiga, Centro de Crisis, le reclamó al policía que no hubiera trabajado nada.
También dijo que tuvo que aprender que en México la policía sólo se mueve si los familiares de las víctimas tienen un abogado. El tip se lo dio la propia Chávez, activista que desde 1993 documentó casos de feminicidios en Chihuahua.
“En Holanda sí ayuda el Estado, con o sin abogado”, dijo ayer.
Otra peculiaridad del gobierno mexicano radica en que cuando Van Nierop viene al país para preguntar por su caso, parece que sí trabajan en él. Lo mismo ocurre cuando el embajador en turno de Holanda presiona a las autoridades mexicanas. Pero ella quiere que trabajen siempre.
“Cada que me presento con el gobierno federal o estatal les pido trabajar no sólo con mi hija, sino con todas las mujeres”.
Estos desencuentros con la justicia mexicana los refleja Arsene en su libro Grito de socorro de Juárez, cuya aparición en México está programada para abril del 2014, y ya publicado en Holanda.
“Aquí están acostumbrados a la violencia, pero no es normal”, señaló.
FUNDACIÓN EN HONOR A SU HIJA
En la misma obra, que será editada por Random House Mondadori, Van Nierop relata cómo para continuar la labor de Chávez, fallecida en 2009, creó la fundación Hester, bajo el lema “Justicia para las mujeres de Ciudad Juárez”.
La madre de Hester comparte que al principio le costó mucho trabajo lidiar con la muerte de su hija.
Pero también comenzó a tener más información sobre la situación de las mujeres en Juárez. Fue buscada por el periodista Sergio González Rodríguez, autor de Huesos en el desierto, editado por Anagrama, que reúne una serie de textos sobre las muertas de Juárez, y que incluye el caso de Hester.
También en el año 2003 Amnistía Internacional (AI) preparó un reporte sobre dichos asesinatos, y concluyó que en 10 años se habían cometido 370, y denunció la impunidad que reinaba en la fronteriza ciudad mexicana.
Fue un informe demoledor, ante el cual el gobierno mexicano tomó medidas legales anunciadas para mejorar la protección de las mujeres. Empero, la situación parece no haber cambiado mucho, considera Van Nierop. El caso de su hija no ha sido resuelto, por lo que desde el año 2010 decidió acudir ante la Corte Interamericana de Derechos Humanos (CoIDH).
En el plano nacional, está enterada de las frecuentes denuncias de parte de organizaciones por el aumento de feminicidios en por lo menos 10 estados del país.
Sabe que el problema de los feminicidios no sólo es mexicano, ocurre en diferentes países. La diferencia es cómo se le aborda en México.
“No sólo es un problema mexicano sino internacional, pero el gobierno mexicano no hace nada, por eso tiene la atención de todo el mundo. Es lo más grande del problema. Si hay justicia no crece la impunidad ni los feminicidios”.
En esta visita a México Van Nierop se reunió el 5 de noviembre con el embajador de Holanda en México, Holf Hogewoning, invitados del gobierno federal y organizaciones gubernamentales y abordaron el tema de los feminicidios y como contrarrestarlo.
Ahí los presentes la alentaron. “La gente me dice ‘sigue, ‘sigue’”.
El embajador ha dicho que el problema del feminicidio es “enorme” en México, y dijo que las cifras totales son desconocidas porque no todos los feminicidios se reportan.
SinEmbargo ha reportado en distintas ocasiones que según organizaciones no gubernamentales, las procuradurías estatales se niegan a proporcionar cifras, o los ministerios públicos no tipifican asesinatos de mujeres como feminicidios, aunque reúnan las características para serlo.