Era un guerrero del rock and roll e iba ganando la batalla. Adiós a Lou Reed, el maestro del lado salvaje

28/10/2013 - 12:00 am
El mundo llora la muerte de un artista extraordinario. Foto: Facebook
El mundo llora la muerte de un artista extraordinario. Foto: Facebook

por Roque Casciero

Ciudad de México, 28 octubre (SinEmbargo).- Lou Reed. Lewis Allen Reed. ¿Ves esas arrugas? Cada una es una medalla. Era un guerrero del rock’n’roll lyfestile e iba ganando. Claro que iba ganando. Tomaba agua mineral, fumaba puros y practicaba tai chi, ¿y qué? Ya había caminado por el lado salvaje.

¿Sabes las cosas que pasaron por ese cuerpo? Y más todavía, ¿imaginas lo que pasó por esa mente? De algo puedes darte una idea: pon un disco suyo.

No, cualquiera no. Si Bob Dylan y John Lennon perdieron el rumbo en algún momento, ¿por qué no iba a perderlo él? Pon The Velvet Underground and Nico, el del plátano en la portada, cortesía de su amigo Andy Warhol. O pon Berlin, otra obra maestra. O New York. Eso, pon New York. Porque él es Nueva York, ¿sabes?

Míralo. Ahora lo rodean esos tres instrumentistas profesionales y todo suena muy prolijo, salvo cuando él hace un solo de guitarra espástico. Pero es casi una norma: con los años, los músicos se ponen cada vez más obsesivos con el detalle.

Pero en 1966 no tenían estos parlantes y sin embargo, ¡qué banda era Velvet Underground! Claro, Lou no estaba solo. John Cale era su complemento perfecto, por más que se la pasaran peleando. Un músico galés con pinta de vampiro, niño prodigio del piano y la guitarra, con background de vanguardista: ideal para cargar de densidad sonora las letras de Lou.

Foto: Facebook
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Cuando todos expandían la mente y hablaban de paz y amor, ellos cantaban historias sadomasoquistas y te decían cómo eran la heroína y las anfetaminas. Andy Warhol se enamoró de Velvet y se los llevó a su Factory, les metió por la fuerza a la rubia Nico y les pagó su primer disco. Sí, el del plátano. Si sólo pudiera tener un CD en toda mi vida, quisiera que fuera ése.

Te dijeron bien: eraun tipo bravo. A pesar de su origen burgués y sus estudios de literatura –¿creías que se escribe así sin haber leído antes?-, no era un ratón de biblioteca. Shelley, su novia de la universidad, lo recuerda: cuando se peleaban, él le decía cuánto extrañaba mamársela a otros hombres en los baños públicos. Sus padres habían querido curarle la homosexualidad llevándolo a que le dieran electroshock. Cuando cantaba de drogas, como en “Heroin” o “I’m waiting for the man”, sabía de qué hablaba. Estuvo en pareja con una transexual y se casó con una chica de la escena del punk. Después de un divorcio lacrimógeno, se encontró con su musa . Es una artista multimedia muy talentosa, seguro que la conoces. Se llama Laurie Anderson.

Escucha. ¿Notas cómo Velvet cambió de sonido cuando Lou echó a John Cale? Igual, tremenda banda de rock, ¿no? Éste es el segundo disco solista, Transformer, que le produjo Bowie. Ah, ésta la escuchaste: “Walk on the wild side”, claro.

¿Sabes de que habla? De los travestis y los jotos de la Factory. Pero con los coritos tan lindos, hasta la pasan en los supermercados... Esto que te parece puro ruido se llama Metal Machine Music.

Lester Bangs, el crítico de rock, decía que era el mejor disco de la historia. Son sesenta minutos así, puro feedback electrónico, sin melodías ni voces. Imagínate la cara de los de la disquera cuando lo pusieron...

Un poco antes de hacer ese disco se había teñido el pelo de rubio y simulaba picarse heroína sobre el escenario. En una revista salió un supuesto aviso que decía: “Lou Reed, buscado vivo o muerto (¿cuál es la diferencia?) por convertir a una generación de estadounidenses en putos yonquis”. Por eso lo adoraban los punks. Actitud y música, combinación explosiva. En la portada del primer número del fanzine “Punk” había una caricatura de Lou Reed.

Lo que tienes que descartar –al menos, hasta que te conviertas en un conoiseur- son estos discos: Growing up in public, Rock’N’Roll Heart, New Sensations y Mistrial. En los dos últimos le dio por hacerse el moderno y poner baterías electrónicas... La maldición de los ‘80: otro viejo animal del rocanroll pasteurizado.

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Claro que volvió con todo. Si no, ya sería sólo un recuerdo. Regresó politizado y con ganas de que le reconocieran sus aportes literarios al mundo del rock. Y pegó duro: New York te muestra las calles de una metrópolis diferente, Songs for Drella habla de cómo superar la muerte de los amigos y Ecstasy la emprende contra el matrimonio.

Lou actuó en algunas películas, casi siempre haciendo de él mismo. En teatro, hizo obras con el director Robert Wilson. En PoeTry, ambos recrearon los cuentos de Edgar Allan Poe. A Lou la idea le gustó tanto que hizo un disco doble, The Raven, en el que participan David Bowie y el actor Willem Dafoe.  Imagínate: el maestro del terror visto por un maestro del rock’n’roll.

En 2011, no tenían nada por ganar. Ni Lou Reed iba a encandilar a las huestes pesadas gracias a la juntada con el cuarteto, ni Metállica iba a sacar chapa de banda cool por unirse al ex Velvet Underground.

Pero se cruzaron sobre el escenario del Salón de la Fama del Rock and Roll, surgió la idea de un disco con temas viejos de Reed en versión thrash y luego eso evolucionó hacia lo que ahora es Lulu.

No, no me digas que soy un fanático. No, fanático no. Pero ahora espérame un momento, que mis hijos Luis, Andy y Nico están envolviendo en terciopelo mis 150 discos piratas de Lou Reed. Es que nos mudamos. Nos vamos a Nueva York, ¿adónde más?

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