Activistas desmienten a las refresqueras: las que acabaron con los ingenios mexicanos, fueron ustedes

24/10/2013 - 12:02 am
Alejandro Calvillo. Foto: Rebeca Argumedo, SinEmbargo
Alejandro Calvillo. Foto: Rebeca Argumedo, SinEmbargo

Ciudad de México, 24 de octubre (SinEmbargo).– Las empresas refresqueras en México, en su intento por frenar el nuevo impuesto, argumentan que la industria cañera saldría afectada, pero el mayor golpe que han recibido los ingenios ha sido de parte de estas empresas, que sustituyeron la caña por el jarabe de maíz de alta fructosa, dijeron ayer tanto el presidente de El Poder del Consumidor, Alejandro Calvillo, así el dirigente de la Asociación Nacional de Empresas Comercializadoras de Productos del Campo (ANEC), Víctor Suárez.

“Primero decían no hay relación de los refrescos con la obesidad. Cómo no les funcionó, ahora van por la campaña de exagerar los impactos a la industria azucarera”, dijo Calvillo.

“Podemos afirmar que la industria refresquera ha lesionado en los últimos años a toda la cadena de ingenios azucareros”, dijo por su parte Suárez.

Tanto el azúcar extraída de caña como la de fructosa causan daños a la salud, sostuvo Calvillo, pero la segunda resulta más dañina, al ser más difícil para el cuerpo humano su metabolización e incrementar los riesgos de diabetes y obesidad.

A pesar de eso, los consumidores, cuando toman refresco, ignoran cuál tipo de azúcar contienen las bebidas: si es azúcar de caña o de jarabe de maíz. Ello, a pesar de que El Poder del Consumidor desde 2009 pidió a la Comisión Federal de Mejora Regulatoria (Cofemer) obligar a las refresqueras a informar cuál azúcar contienen, medida que sigue en la lista de espera.

En la conferencia de prensa también participó Alfonso Ramírez Cuéllar, quien asesora a la bancada del Partido de la Revolución Democrática (PRD) en el Senado, cámara que deberá discutir el gravamen a los refrescos, luego de que los diputados federales la semana pasada aprobaron que el impuesto fuera de un peso por litro, y no de dos pesos como propone distintos activistas y como planteó desde el año pasado la Senadora panista Marcela Torres Peimbert.

Ramírez Cuéllar, líder del movimiento El Barzón, se mostró confiado en que el impuesto a los refrescos pase, a pesar de algunas divisiones tanto en la bancada del PRD como en la del Partido Acción Nacional (PAN), y dijo que habrá votos suficientes para aprobar el gravamen de un peso, y tal vez hasta el de 2.

“Sería un mal precedente que a los senadores los capturen las refresqueras”, expresó.

Lo que deben impulsar los diputados federales a la hora de elaborar el presupuesto del próximo año es que el impuesto sea usado para combatir la obesidad, y no termine en gasto corriente, como parece ser la intención del gobierno federal, alertó.

“Viene otro problema, es que en el presupuesto los 12 mil millones recaudados por refrescos y 3 mil millones por comida chatarra no se ve que estén dirigidos a combatir la obesidad. Sería lamentable que se fueran al gasto corriente y millones de mexicanos siguieran padeciendo problemas de obesidad”.

Por eso pidió presionar antes del 15 de noviembre para que el gravamen sea destinado a combatir la diabetes y obesidad, enfermedades en las que los mexicanos ocupan los primeros lugares a nivel nacional.

DE DEFENSORES A DESTRUCTORES

Foto: Cuartoscuro
Foto: Cuartoscuro

La página mexicanosproempleos.mx, muestra uno de los argumentos de la industria refresquera para impedir el gravamen a los refrescos.

Afirma que la industria cañera emplea a “más de 3 millones de personas”. Añade que la venta de bebidas representa el 30 y 40 por ciento de tiendas independientes.

Y exige: “¡El gobierno tiene la obligación de proteger nuestras tiendas y trabajadores!”, según la página que firman la Asociación Nacional de Productoras de Refescos y Aguas Carbonatadas (ANPRAC) y la Asociación Nacional de Pequeños Comerciantes (ANPEC).

Pero de acuerdo con Víctor Suárez, la industria refresquera apenas compra una tercera parte del azúcar que se produce en México, y en cambio importa fructosa de Estados Unidos. Se trata de importaciones que han crecido paulatinamente desde hace 10 años.

Las razones son económicas: la fructosa es más barata, y además recibe un subsidio por parte del gobierno de Estados Unidos.

“Eso crea una sobreoferta de azúcar, no se vende, existen problemas de pago a productores y disminución de superficies y se subsidia la importación”, dijo Suárez.

En total calculó que 30 mil cañeros se quedan sin producción y empleo debido a las importaciones de jarabe de maíz de alta fructosa.

“Los refresqueros dicen que se perderían empleos pero eso es falso e hipócrita, ellos han causado los cierres de ingenios o sus rescates, como ocurrió en la administración de Vicente Fox”, explicó.

“No permitamos mentiras de la industria refresquera que ahora se ha erigido como la principal defensora de los cañeros”, pidió.

La semana pasada en un evento organizado por la Alianza por la Salud, el endocrinólogo estadounidense Robert Lustig contó cómo debido a la crisis de producción de caña de azúcar de los años setenta por desastres naturales, la industria refresquera de su país debió buscar otros endulzantes, para tener alternativas contra las crisis, y encontró la fructosa,.

Decía el investigador y activista también del impuesto a los refrescos, que el primer producto elaborado con fructosa fue la llamada “Nueva coca cola”, sacada al mercado en los ochenta, la cual era demasiado dulce para el mercado, pero que con el tiempo fue modificada y aceptada.

De acuerdo con Calvillo, la única empresa refresquera que en México usa en su totalidad azúcar de caña es Boing, y lo hace por una postura nacionalista.

Pero las demás usan fructosa y azúcar en menor grado, entonces el mayor impacto contra los cañeros proviene de parte de las refresqueras, consideró.

Suárez pidió que además del impuesto por litro de refresco, se cierren las puertas a las importaciones de la fructosa.

“También demandamos que la industria refresquera consuma 100 por ciento azúcar de caña nacional y que la Secretaría de Economía evite las importaciones desordenadas y unilaterales de azúcar, propiciando el desorden en el mercado, que hacen caer los precios artificialmente, en beneficio de los especuladores e intermediarios y no de los consumidores”, concluyó.

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