Ciudad de México, 18 de octubre (SinEmbargo).– “Televisa controla desde hace 50 años a la selección y lo han hecho muy mal”, declaró José Ramón Fernández en el programa de Carmen Aristegui ayer por la mañana. El futbol mexicano, alimentado históricamente por una constante “rumorología”, tuvo un día agitado mientras se iba perdiendo la poca seriedad que le quedaba. Brasil 2014 mueve los sistemas nerviosos de quienes deciden cualquier movimiento en la selección nacional. Tras dos partidos, Víctor Manuel Vucetich dejó de ser entrenador del Tri, todo parece indicar que Miguel Herrera se encargará del barco al borde del hundimiento.
Lejos del romanticismo deportivo, de las grandes proezas que provocan historias dignas que contar, el Tri es un producto que durante mucho tiempo ha vendido gracias a la pasión desmedida de sus aficionados. Lo que mueve el futbol en este país, es innegable. Cuestionable si, las formas o el espacio otorgado en las prioridades nacionales. Tachar como una estupidez ser amante del juego, es un extremo, que el ánimo nacional dependa del futuro de la selección, es otro que prevalece antes, durante y después de cada partido. En medio de un patético hexagonal, las voces en contra del seleccionado, han pesado más que el ánimo constante de los fieles aficionados.
“God Bless America”, se escuchó en televisión nacional en viva voz de Christian Martinoli. El narrador de TV Azteca gritó, con desmedida euforia, el gol del estadounidense Graham Zusi a Panamá que le daba un lugar a México en el repechaje frente a Nueva Zelanda. El futbolista del Sporting Kansas City ha recibido regalos de agradecimiento y hasta alguno lo ha pronunciado santo desde entonces. Inmersos en la mediocridad deportiva, un negocio se tambalea por la poca eficacia de directivos, entrenadores y jugadores. El balompié mexicano, ubicado en el puesto 24 del ranking FIFA, genera como si fuera una potencia mundial, pero en el escudo de la camiseta no hay ninguna estrella simbolizando algún campeonato del mundo.
El verano de 2012 será recordado por la afición mexicana, gracias al Oro Olímpico conseguido en el Estadio de Wembley. El triunfo de aquel equipo se unía a los campeonatos sub-17 ganados en los últimos años. “En México se está trabajando muy bien”, decían desde España y hasta en Argentina alguien se animó a decir que el Tri pronto sería campeón del mundo en la categoría absoluta. Cientos de análisis se han hecho intentando saber qué es lo que pasa con el futbolista mexicano cuando defiende a la selección mayor. ¿Inflados? ¿Perdidos en el la falsa idolatría que pone el mundo a sus pies? Lo único cierto es que el experimento de acoplar aquel Tri dorado en el Hexagonal, no solo no funcionó, sino que ha provocado la peor crisis futbolística en la historia de este país.
“No tiene remedio absoluto, está en terapia intensiva”, contestó José Ramón ante la pregunta de Aristegui sobre alguna solución para la selección. Ayer, el futuro de Víctor Manuel Vucetich se decidió en un cónclave millonario express con Emilio Azcárraga al frente. El dueño del América, parece haber elegido a Miguel Herrera. "El Piojo" ha construido a un América imbatible en liga. El campeonato conseguido frente a Cruz Azul, lo catapultó a la vitrina de ídolos en Coapa. El paso arrollador de las Águilas, lo hizo elegible para el puesto cuando Chepo de la Torre se perdió con la suya. En su lugar, el "Rey Midas" llegó con la promesa de continuar el proceso. Fieles a la contradicción constante, los dueños han decidido que lo mostrado en 180 minutos por Vuce no es aceptable.
“Es una experiencia. Fue positiva, pero no fue lo que hubiera querido. Se termina de esta manera. Fueron sólo seis sesiones de trabajo. Soy petulante, soy Rey Midas, no Dios. Por eso estamos como estamos”, declaró Vuce a espn.com, evidentemente molesto. Con el objetivo primordial de calificar a la Copa del Mundo, Herrara sería elegido como nuevo técnico de la selección nacional (el cuarto, en cuarenta días). A partir de ahí, un equipo mexicano basado en el América, buscaría superar a Nueva Zelanda. Que las Águilas sean el soporte del Tri, es coherente desde lo deportivo. En cualquier lugar del mundo, el mejor equipo de la liga aporta con sus jugadores al representativo nacional. Sin embargo, los cuestionamientos y críticas sobre la función de Televisa en nuestro balompié, se fortalecen con esta decisión. Nadie olvida la imagen de Azcárraga sin playera festejando iracundo en cancha del Azteca tras la gran exhibición de su equipo frente a Cruz Azul. Lo curioso es que el principal promotor para que Herrera asuma el cargo, es Jorge Vergara, dueño del Guadalajara.
Lo ocurrido en las últimas horas con la selección, fue descrito como un circo en redes sociales. Los federativos entienden que Vucetich no cumplió con el objetivo tras la dolorosa derrota en Costa Rica. Con un mes para el primer partido del crucial enfrentamiento ante Nueva Zelanda, creen que un cambio de técnico es lo más viable. En plena lucha de poder, el Grupo Pachuca, asociado a Carlos Slim, lamenta la decisión de elegir al Piojo. Los intereses de Televisa, se posicionan ante la amenaza de la incursión del magnate en el ámbito futbolero. Las urgencias apuran los tiempos y, al parecer, traicionan los nervios de otros tantos. Adidas tuvo que adelantar el estreno de la nueva playera del Tri por si no se accedía a Brasil 2014. Lo que fue una fiesta durante dos años, este 2013 lo convirtió en una pesadilla deportiva. México estuvo a tres minutos de quedarse fuera del Mundial, para sorpresa de tantos, muchos aficionados lo deseaban fervientemente.
Ante todo este vaivén de ansiedad, los futbolistas no encuentran la forma de demostrar su calidad de seleccionados nacionales. Salvo Oribe Peralta, el funcionamiento individual deja mucho que desear. Futbolistas encumbrados, dueños de la atención nacional, no logran jugar colectivamente. Javier Hernández gana casi cinco millones de pesos al mes, es por eso que la gente enfurecida, le pide al menos que meta un balón de trámite sin arquero que defienda la portería. Ver al ídolo nacional que juega el Manchester United, festejando en la banca los goles de Estados Unidos, es una imagen triste que refleja la mediocridad en la que se ha metido el cuadro mexicano. Un sector de la prensa se ha encargado de dividir a los seleccionados entre locales y europeos. A estos últimos, se les ha cargado injustamente gran parte de la responsabilidad por el fracaso. Mientras lo deportivo exige auxilio, los de pantalón largo debaten sobre un nuevo entrenador.
No se habla de táctica, ni de soluciones con nombre y apellido en el terreno de juego. Como una mala telenovela, el cambio de entrenador mantiene despierta a la afición que incrédula observa cómo su principal pasión, es un negocio privado. “Creo que aunque México vaya al Mundial, no le va a ganar a nadie”, sentenció Joserra. El 13 de noviembre, a las dos de la tarde, el Azteca se vestirá para intentar sofocar el aliento de los All Whites. Una semana más tarde, en pleno cambio de día en el calendario, una noche podría convertirse en trágica para el futbol mexicano. Sin importar lo que suceda, el manejo de nuestro deporte más popular, tendrá que replantearse. Se ha tocado fondo, dicen algunos, sin embargo, este equipo ha sorprendido cayendo más cuando se pensaba que no se podía. Estos últimos meses han sido un baño de realidad. “México ha ido a 14 mundiales por posición geográfica, no por calidad", frase emblemática del mismo José Ramón Fernández. Una certeza punzante durante este 2013. Por primera vez, la pasión no le ganó a la realidad.