El General José Francisco Gallardo Rodríguez fue aspirante a la presidencia de la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH) en 2009. Compareció ante senadores como parte del proceso para elegir al ombudsman nacional, pero no quedó. Sin embargo, su vida ha sido una lucha constante a favor de los derechos de muchos mexicanos. Esto le ha costado incluso la libertad. El Ejército Mexicano, insiste, requiere de un ombudsman; narra experiencias vividas por él cuando era un novato en la institución, y revela: “Hay quien no sobrevive. Algunos se suicidan, otros quedan traumados y marcados de por vida...”
Por Marta Durán de Huerta
Ciudad de México, 4 de octubre (SinEmbargo/Radio Nederland).– Hacer novatadas es un fenómeno bien conocido en muchos ámbitos de la sociedad. Pero, ¿cuándo dejan de ser una broma para convertirse en un verdadero bullying que puede destrozar o, en el mejor de los casos, marcar para siempre la vida del novato?
Este es el caso del General José Francisco Gallardo Rodríguez. A los 15 años llegó a Ciudad de México para ingresar en el Heroico Colegio Militar. Corría el año 1962. A él y a todos los recién llegados les esperaban las novatadas. Es decir, prácticas salvajes de dolor y humillación para darles la “bienvenida”.
Una de las acciones consistía en enrollar a uno de los novatos en las sábanas en las que dormía plácidamente durante la noche, para arrojarlo desde el trampolín de diez metros a la piscina.
José Francisco Gallardo llegó a ser General Brigadier. Se graduó con honores y su talento como jinete lo llevó a las Olimpiadas de Seúl representando a México en 1988. El condecorado militar hizo una maestría en Administración Pública en la Universidad Nacional Autónoma de México. Obtuvo mención honorífica.
“BULLYNG EXTREMO”
El General Gallardo nos dice que en todos los ejércitos del mundo hay novatadas, pero el problema es que no todos logran superarlas emocionalmente.
“Hay quien no sobrevive. Algunos se suicidan, otros quedan traumados y marcados de por vida”, narra el general a Radio Nederland.
Lo que para los mayores era una diversión, para Francisco, el entonces adolescente de Jalisco, es un claro abuso de autoridad. Con el paso del tiempo, Gallardo descubrió que el maltrato que se impartía a los soldados rasos, a los cadetes y a todos los subordinados era una constante y que las novatadas eran tan eternas como los abusos.
El General es consciente de la disciplina castrense: las órdenes se acatan. Sin embargo, todo lo vivido le indujo a pensar en la necesidad de realizar cambios civilizatorios en el Ejército.
PROHIBIDO PENSAR
Tras graduarse en la Universidad Autónoma de México (UNAM), escribió la tesis titulada “La Necesidad de un Ombudsman Militar en México”. Y ahí empezaron sus problemas.
Al alto mando del Ejército no le gustó ni siquiera el título. En 1994, en la revista Fórum apareció un artículo sobre su tesis e inmediatamente fue arrestado.
El General Gallardo fue procesado. Su delito: expresar lo que pensaba.
Se le acusó de malversación de fondos, quema de archivos y otros 18 delitos, usurpación de funciones, injurias, difamación, calumnias al Ejército, lesiones, enriquecimiento ilícito y un largo y absurdo etcétera.
Después de nueve años de cárcel, la Corte Interamericana de Derecho Humanos (CIDH) recomendó al entonces Presidente Vicente Fox Quesada que liberara a Gallardo, declarado Preso de Conciencia.
Se le dejó en libertad pero no se le retiraron los cargos ni hubo una compensación por el enorme daño infringido.
El General sufrió la constatación en carne propia de que tenía razón: es necesario un ombudsman en el Ejército. ¿Es posible que a una persona la encierren en una cárcel por defender los derechos humanos?
Desde el ámbito académico, Gallardo fue afilando sus argumentos en contra del autoritarismo y de los fueros especiales del Ejército en México.
La vieja indignación del cadete, casi niño, fue dirigida por el preso de conciencia hacia la defensa de los derechos humanos. El General Gallardo conoce al Ejército desde dentro y sabe lo que está mal.
NI FUEROS ESPECIALES NI PRIVILEGIOS
Los planteamientos fundamentales de la tesis de maestría que le costó nueve años de cárcel a Gallardo, los presentó recientemente ante el Senado.
Entre otros, Gallardo propone acabar con el fuero militar, obligar a las fuerzas armadas, incluyendo a la Marina, a que rinda cuentas de sus acciones.
Además, Gallardo exige que los militares sean juzgados por tribunales civiles, debido a que la llamada justicia militar sirve para encubrir a los altos mandos y encarcelar injustamente a la tropa.
“Cuando la Justicia Militar interviene, entorpece toda la investigación e incluso las amenazas llegan contra de las víctimas, testigos, familiares y en contra de quienes las apoyan”, narra Gallardo en entrevista.