Ciudad de México, 25 de julio (SinEmbargo).– En el regreso que Marcelo Ebrard hace en la política vuelve a aparecer acompañado de aquel personaje curtido con el que ha estado en los últimos 30 años: su ex maestro en el Colegio de México, Manuel Camacho Solís, quien se convirtió en una especie de tutor para él desde que se lo llevó a trabajar al antiguo Departamento del Distrito Federal.
Junto al ex Jefe de Gobierno del DF buscará otra vez reagrupar a las corrientes enfrentadas y desperdigadas en el Partido de la Revolución Democrática (PRD) y otros partidos de izquierda.
Ebrard no presentó de manera oficial a su consejero. Pero poco después de dar a conocer a su corriente Movimiento Progresista, con la que busca llegar a la presidencia nacional del PRD, Camacho Solís estaba siendo abordado por líderes perredistas de todas partes del país. “Usted tiene que seguir siendo el Reyes Heroles –principal ideólogo del PRI– de la izquierda”, le dijo un hombre con acento sureño mientras le metía el botón en un ojal de su propio saco antes de que el ex regente hablara con desparpajo y cierta altivez.
–¿Va a convocar a los liderazgos nacionales de la izquierda en una misma mesa? –le preguntó SinEmbargo a Camacho Solís.
–No. Yo no voy a convocar a nadie pero sé que algunos me van a venir a buscar.
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Camacho Solís fue coordinador del Diálogo para la Reconstrucción de México (DIA), desde donde medió pleitos y pasiones de las corrientes del PRD, así como del Partido del Trabajo (PT) y Movimiento Ciudadano. La reaparición el sábado de Ebrard y Camacho hicieron tambalear a la corriente de “Los Chuchos”, que encabezan los Jesús, Zambrano y Ortega, porque al lanzamiento de Movimiento Progresista llegaron coqueteando líderes de siete corrientes que son determinantes para la conducción del PRD.
Hace un par de meses, quien fuera uno de los hombres más cercanos a Carlos Salinas de Gortari, dijo en una entrevista para SinEmbargo que el PRD necesitaba no sólo una personalidad, sino un acuerdo político real al que había que otorgarle la autoridad para dirigirlo como una verdadera oposición al Partido Revolucionario Institucional (PRI).
“Si no será el puro regateo en que el partido quedará atrapado por las corrientes y las inercias de los intereses”, dijo.
–¿Es Marcelo Ebrard? –se le preguntó en aquella ocasión.
–Podría ser y podría no ser. Si yo estuviera en el lugar de Marcelo no tomaría en este momento la decisión, sino que la mediría en seis meses. Después de las elecciones de julio vería si existe la oportunidad de hacer del PRD una fuerza funcional en la construcción de un acuerdo progresista. Si fuera así, en mi opinión debería entrarle con todo.
Como la política es de momentos y situaciones indeterminadas, ni siquiera pasaron tres meses y Marcelo Ebrard ya se proclamó en ese personaje que su mentor tenía insertado en la cabeza y lo hace de cara al Consejo Político Nacional en el que el PRD replanteará sus estatutos que lo rigen. También será sometida a valoración la línea política a seguir frente al gobierno de Enrique Peña Nieto.
Al parecer los consejos de Camacho Solís siguen siendo sabios para el ex Jefe de gobierno de la Ciudad de México.
–¿Es el mejor momento para la reaparición de Marcelo Ebrard? –se le preguntó a Camacho en el acto del sábado.
–Sí. No pudo ser mejor –respondió.
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Manuel Camacho Solís ha sido actor central en cuatro elecciones presidenciales: las de 1988, 1994, 2006 y 2012. Le tocó vivir la descomposición del PRI a partir de la mitad de la década de los noventas, tiempos memorables en los que después de cambiar la línea discursiva con que arrancó su campaña presidencial, Luis Donaldo Colosio fue ejecutado. El caso arrastró una ola de asesinatos sospechosos hasta perpetrarse el de José Francisco Ruiz Massieu, secretario general del PRI y coordinador del partido en la Cámara de Diputados, a tan sólo unos días de haber declarado que el de Colosio era un asesinato político.
Entonces, Camacho era un fuerte aspirante a remplazar a Luis Donaldo. Además de ser visto casi como un hermano de Salinas de Gortari le favorecía la experiencia política. Pero después de que el último inquilino de Los Pinos mantuvo intacto el Presidencialismo como factor determinante de la política nacional y optó por Ernesto Zedillo, Camacho Solís renunció al Revolucionario Institucional.
–¿Cómo está viendo la restauración del PRI? se le pregunta en los primeros siete meses del gobierno de Peña Nieto y cuando ha echado mano de un Pacto con las demás fuerzas que ha sido cuestionado dentro del propio PAN y PRD.
–El PRI no ha cambiado, es decir: cada cosa que veo es como la repetición de lo que ya conocí, no me cuesta mucho trabajo entenderlo.
Durante la luna de miel que mantuvo con Salinas de Gortari le tocó ser participante en la privatización de Teléfonos de México (Telmex), suscribir el Tratado de Libre Comercio (TLC) con América del Norte, así como reformar la propiedad agraria, el régimen de las iglesias y hacer modificaciones sindicales. Y como operador de Los Pinos tuvo a su cargo la construcción de una imagen de fuerza violenta e intransigente del Frente Democrático Nacional, antecesor del PRD, y en cuya lucha se registraron más de 500 militantes asesinados.
–¿El PRI sigue siendo el mismo?
–La verdad es que no cambió: lo que armó es una red de intereses, cosechó los errores del PAN en el gobierno y ahora está al frente de la administración pública. Pero el PRI no es ya una fuerza transformadora en el país.
–¿Por qué regresó el PRI?
–Los priistas regresaron no a base de su cambio, regresaron a base de las complicidades y a base de la protección de los intereses de los gobernadores y de cuadros políticos experimentados y administrativos competentes.
Obvia hacer una autocrítica de la izquierda.
Casi veinte años después y ahora que su pupilo se ha echado para adelante tras hacérsele a un lado a Andrés Manuel López Obrador para que éste buscara la Presidencia, Camacho Solís se expresa como si tuviera el antídoto en la mano para sedar al PRI aún cuando la izquierda vive otra de sus peores crisis.
–¿Mantiene los arrestos para seguir con Ebrard, como lo hizo con López Obrador en las negociaciones del DIA?
–Lo del DIA ya no sería en este momento porque son nuevas circunstancias. Yo soy político y estoy asumiendo un compromiso para impulsar el Movimiento Progresista.
–¿Cómo va a juntar nuevamente las hebras de la izquierda que tuvo en una madeja?
–Muy fácil Primero, porque no te peleaste. Entonces sí puedes volver a hablar con la gente; no la agrediste, no hiciste ese tipo de daños que rompieran el cristal. Segundo, entendiendo los pequeños intereses de grupos, pero tenemos que superarlas, y dedicándole tiempo también, determinación y echándole ganas.
–¿Qué dice el profesor Camacho Solís de su alumno Ebrard, tres décadas después de tenerlo en un pupitre?
–Desde mi punto de vista está haciendo lo que se necesita en los nuevos tiempos. Si Ebrard estuviera ahorita nada más pensando en una candidatura presidencial o en la dirigencia del PRD estaría equivocado, si eso se da en el camino bien. Pero el abrir un proyecto horizontal, plantear temas de fondo, volver a definir las agendas, alertar sobre los peligros de la política del PRI me parece que se tiene que hacer en una coyuntura como esta. En ese sentido me siento muy satisfecho de que Ebrard no se volvió un político comodino, un político temeroso sino que es un hombre de vitalidad y valentía política.
Ebrard dijo el sábado que hay que ir a las comunidades de todo el país a reencontrarse con su electorado, a luchar en todo el país por todos los logros del PRD en la ciudad del país como la despenalización del aborto, los matrimonios gays y otras políticas públicas y erigirse como una oposición dura del PRI.
–Hay analistas que opinan que el PRD está cerca de desaparecer
–Mira, en 2009, después de las elecciones la situación era muy difícil, muy adversa y estaba todo mundo muy peleado. Posterior a esas elecciones hubo un encuentro, yo estuve en ese encuentro y de allí salió la determinación de ir a la construcción de una situación política, a mí me tocó coordinarla, se resolvieron bien los asuntos y la izquierda volvió a tener un papel significativo en las elecciones presidenciales de 2012. Entonces de que esas cosas se pueden hacer se pueden hacer.
Él sabe que uno de los problemas esenciales que han producido los pleitos son las disputas internas por las candidaturas, por eso ataja el tema.
–Hay que superar las pasiones de esos intereses por las posiciones, las candidaturas y creo que la manera, como eso se hace en el mundo y aquí, es haciendo publicas las discusiones: Hay que hacerlo con la gente, que la sociedad se vuelva un movimiento de opinión pública ciudadano porque de otra manera no habrá posibilidades de tener un papel activo en los hechos que están por venir.
Antes de que se refiera al papel que López Obrador debe jugar como líder opositor del PRI, también muestra sus aires renovados acorde a los tiempos de las nuevas comunicaciones.
–Hay que tener la mente bien abierta con una gran modestia para poder escuchar a los demás y con fórmulas nuevas como las redes sociales, los 'tuiters', etcétera. Construir un nuevo aparato es una perdida de tiempo, pero ser parte de un movimiento es algo perfectamente posible siempre y cuando se conecte uno con la sociedad.
–Usted conoce a Andrés Manuel ¿Quién duda que por tercera vez se empeñará en ser candidato presidencial?
El tema de la candidatura de 2018, ahora sí lo digo con toda franqueza, está todo tan enredado en México y el mundo que me parece absurdo pensar en una estrategia en función de eso. Quien piense nada más en función de una candidatura presidencial está demostrando que no entiende, no sólo el momento que vivimos, sino ni siquiera ha sacado ventaja de las experiencias de las elecciones de 2006 y 2012.
No lo dice de forma contundente, pero habla como diciendo que a López Obrador ya se le acabó el tiempo para ser él y nadie más quien represente una vía alterna para 2018.
–¿Qué caminos va a cobrar esto? ¿Qué va a ocurrir en la calle?- se pregunta y él mismo se responde: "No sé. En todos los países está ocurriendo algo y aquí no tiene por qué no ser el caso. Entonces lo mejor que puede ocurrir es que los proyectos, las iniciativas, los liderazgos comiencen a surgir.
–¿Cuál es el riesgo sino se apoyan los nuevos liderazgos?
–De otra manera estamos en un país sometido a la voluntad y a los caprichos de un sólo hombre y eso es lo que arruinó al PRI y eso es lo que arruinaría de nuevo al país. Entonces aunque los del PRI tengan esa inercia, esas tendencia, nosotros tenemos que ser un contrapeso para evitar que eso ocurra.
En sus inicios como político, Ebrard aprendió de Camacho Solís los secretos de cómo ser un priista distinguido, pues después de llevárselo del Colmex a trabajar al DDF como secretario de Gobierno, pasaron a la Secretaría de Relaciones Exteriores, Camacho como canciller y su alumno como subsecretario. Ha sido leal con su maestro
Y sus decisiones siempre las ha tomado supeditadas hacía donde se mueva Camacho Solís: por lealtad a él también renunció al PRI; formaron juntos el extinto PCD, mientras Camacho buscaba la Presidencia, Ebrard buscaba la jefatura del GDF, pero al final cedió a favor de López Obrador. Ebrard también le compró la idea de hacer alianzas con el PAN en los estados para debilitar al PRI rumbo a las elecciones presidenciales de 2012.
–Aparece Movimiento Progresista en el mejor peor momento que atraviesa el Pacto por México– se le pregunta.
–El Pacto por México es una oposición cómoda–revira.
–¿Cree usted que llegó a su última fase?
–El Pacto por México ya se acabó y no veo cómo vayan a salir adelante. Simplemente ya no es viable, cuando pusieron por delante la Reforma Energética en ese momento se acabó porque en ese punto nunca habrá cooperación de la izquierda .
–¿Y los acuerdos?
–En el momento en que el PAN toma la iniciativa de ser el anunciador de la Reforma que tiene el gobierno entonces en ese momento ¿cuál pacto queda?. O sea ya no hay pacto lo cual no implica que no deba haber acuerdos, que no debe haber concertaciones, yo estoy siempre a favor de eso, pero este modelo, esta mesa está rebasada por los acontecimientos, primero por las elecciones y ahora por el petróleo.
A Camacho Solís, quien también es Senador de la República, se le pregunta si guardando la dimensión del caso, el Congreso actual no se parece al del sexenio de Salinas, donde la oposición no tenía fuerza y estaba supeditado a la línea de Los Pinos.
–No. Si hemos tenido margen y lo vamos a seguir teniendo. Nosotros ya fuimos capaces de parar varias veces al presidente en el Senado, lo tuvimos que hacer en una alianza con el PAN. Y lo vamos a tener que hacer en función de las definiciones que tome el gobierno. Al PRI, no hay que dejarle un solo espacio de poder, ni una sola facultad.
–¿Cómo le van hacer si no son mayoría?
–Como no tenemos mayorías y ni siquiera capacidad de vetar reformas vamos a tener que ser audaces, muy prudentes, pero a la vez ir con una enorme convicción de que si tenemos una responsabilidad. Atender a los 15.8 millones de personas que nos dieron su apoyo. Ese es el mandato que nos va a proteger en todo este proceso de turbulencia política que viene.
–Y si el Congreso no se adapta. En siete meses de gobierno es como si estuviera eliminado, las fuerzas sólo votan lo acordado en Los Pinos.
–El congreso es una pieza vital y si el Congreso no entra en esa nueva dinámica lo que vamos a estar observando es un crecimiento de los movimientos en la calle. Estos movimientos pueden lograr cosas, pueden echar abajo otras y en tanto no haya una articulación, una institucionalidad política, termina siendo contraproducente. Entonces, la realidad la tenemos aquí en la cara, la debemos tomar como viene y la podemos tomar o con patriotismo o con oportunismo
Manuel Camacho Solís dice que el segundo semestre de este año va a ser definitivo por las reformas que están sobre la mesa y frente a ese hecho nacional, la izquierda debe ser capaz de tener una posición verdaderamente digna, efectiva, o todo lo que se venga después será consecuente.
¿Logrará la izquierda articularse?