El Chapo Guzmán no tenía nada y lo tenía todo para ser el narcotraficante que es hoy: el más rico, el más poderoso del mundo. Nació en la miseria, pero cerca de la opulencia traída consigo por los gomeros y marihuaneros existentes en Badiraguato desde antes de que Joaquín y su padre y el padre de éste nacieran. Dar la vida por un saco de dólares obtenido a cambio de apaciguar el ansia de los gringos era y es, simplemente, la condición natural en una nación interior en que el Estado no es otra cosa sino el permanente acuerdo entre autoridades y narcotraficantes o el híbrido resultante de esa cruza hace quién sabe ya cuántos años...
Ciudad de México, 25 de julio (SinEmbargo).– El Chapo, Joaquín Guzmán Loera, atravesó parte de su infancia vendiendo naranjas en el municipio sinaloense que se hunde en la Sierra Madre Occidental, pero también creció viendo los sembradíos de amapola y el final a la pobreza que representaban. Surgió de un lugar hasta hoy hundido en la miseria, pero hendido en el límite de Sinaloa, Durango y Chihuahua, en la región conocida como “El Triángulo Dorado”, una de las zonas que más plata revuelta con sangre ha producido en el mundo.
Guzmán Loera dejó atrás lo que debía abandonar e hizo suyo lo que había que tomar. Kilo por kilo, dólar por dólar y por sí mismo, no existe ningún señor de las drogas en Rusia, China, Colombia o Afganistán, las otras superpotencias del narcotráfico, con la influencia de Guzmán Loera.
La revista estadounidense Forbes, ha incluido al Chapo Guzmán en sus listas de los hombres más ricos y poderosos del mundo. En marzo de 2009, ocupó el lugar 701 de la citada lista y en diciembre de 2012 ya había escalado hasta el 63.
En su último reporte sobre el estado del crimen organizado en México, el Congreso de los Estados Unidos utiliza por primera vez el adjetivo “billonario” para referir el liderazgo de Joaquín Guzmán Loera sobre el Cártel de Sinaloa.
El informe “Organizaciones del Tráfico en México: Origen y Acercamiento a la Violencia” fue elaborado por el Servicio de Investigación del Congreso y presentado el 15 de abril de 2013. En el texto de 50 páginas, se establece un diagnóstico a partir de las condiciones de los cárteles mexicanos y, esto también es nuevo, coloca al Cártel del Golfo en un lejano tercero lugar en la preeminencia de las bandas mexicanas. El estudio afirma que la verdadera guerra se libra entre los cárteles de Sinaloa y de Los Zetas, cada cual con sus respectivos aliados de oportunidad.
“(El Cártel de) de Sinaloa, compuesto por una red de organizaciones más pequeñas –de ahí que también se le llame Federación–, ha crecido hasta convertirse en la organización dominante en México controlando el 45% de las drogas traficadas en México.
“Reportes indican que Sinaloa tiene presencia sustancial en 50 países en América, Europa, África occidental y el sureste de Asia. A menudo se le describe como la mafia más poderosa en el hemisferio occidental”.
El documento pone en letra del Congreso estadounidense lo que se dice y se dice en la sociedad mexicana respecto al favoritismo de El Chapo Guzmán. “Algunos analistas piensan, tras analizar los datos obtenidos en la lucha antidrogas del ex Presidente Felipe Calderón Hinojosa, que existe un patrón de arrestos favorables al Cártel de Sinaloa, cuyas detenciones no son de la misma relevancia que las realizadas a cárteles rivales”.
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La DEA es la agencia con mayor presencia internacional, no sólo de Estados Unidos sino de todo el mundo. La agencia antinarcóticos ha requerido más de 2 mil 400 millones de dólares –el doble de la supuesta fortuna de Guzmán Loera– para echar a andar su maquinaria de más de 10 mil empleados. ¿Cómo justifica la instancia el requerimiento de tal cantidad de dinero?
El argumento de la oficina colocado al frente de la petición es un logro. El resultado es una operación llamada Proyecto debajo de la Carretera implementado contra los cárteles de Sinaloa y Juárez por el contrabando de marihuana, cocaína, heroína y metanfetaminas. La agencia siguió el rastro del dinero dentro de esa misma operación y encontró circuitos que conectaban 79 ciudades en Estados Unidos, Europa, Centroamérica y Suramérica.
El trabajo de dos años, entre 2010 y 2012, derivó en 3 mil 780 arrestos y el aseguramiento de seis toneladas de coca, 170 de marihuana, 800 kilos de metanfetaminas y el aseguramiento de 148 millones de dólares.
Podría sorprender y funcionar como un informe de resultados. Pero el Proyecto debajo de la Carretera y el multimillonario presupuesto de la DEA en nada mellaron la capacidad operativa de Sinaloa.
Y es que los cárteles mexicanos operan en más de un millar de ciudades en todas las regiones de Estados Unidos al menos desde 2008 y son, principalmente el de Sinaloa, imbatibles en los próximos años. Todo se desprende del informe confidencial “Ciudades en las que las organizaciones mexicanas de tráfico de drogas operan dentro de los Estados Unidos” y del que SinEmbargo posee copia.
El diagnóstico es elaborado por el Centro de Inteligencia Nacional contra las Drogas –National Drug Intelligence Center (NDIC) – y este evalúa, "con gran confianza", que las organizaciones mexicanas operan al menos en 1 mil 286 ciudades en las nueve regiones divisorias de EU para efectos de la Fuerza de Tarea y Aplicación Contra las Drogas del Crimen Organizado, otra multiagencia de seguridad.
SinEmbargo posee este documento de carácter confidencial.
En por lo menos 150 de estas ciudades, según el reporte fechado en 2010, la actividad del narco mexicano estuvo vinculada con al menos una de sus principales organizaciones. El emplazamiento es así:
- Cártel de Sinaloa: Dirigido por Joaquín Guzmán Loera, Juan José Esparragoza Moreno e Ismael Zambada García. Provee drogas a sus células de distribución y a traficantes en al menos 75 ciudades, desde Honolulu, Hawaii, hasta Filadelfia, Pennsylvania.
- Los Zetas: Los ex militares suministran cantidades al por mayor de drogas en 37 ciudades.
- Cártel del Golfo: Abastecen 37 ciudades.
- Beltrán Leyva. Los hombres de Héctor Beltrán Leyva suministran al menos 30 ciudades.
- Cártel de Juárez. Liderado por Vicente Carrillo Fuentes, hace negocios en al menos 33 ciudades.
- La Familia de Michoacán (no se hace distinción de Los Caballeros Templarios de Michoacán). Participa en al menos 27 ciudades.
- Cártel de Tijuana. Liderado por los restos de los Arellano Félix abastece 20 ciudades.
Así lo expresa el gobierno estadounidense a través de su Evaluación Nacional sobre la Amenaza de las Drogas –National Drug Threat Assessment, NDTA– correspondiente a 2011, el último diagnóstico abierto de su clase:
De los siete principales cárteles mexicanos imbuidos en el negocio de las drogas en EU, “el Cartel de Sinaloa es el dominante y su extensa red de distribución suministra drogas a todas las regiones de los Estados Unidos”.
Sinaloa y las demás mafias han tomado el mercado existente y lo han extendido hacia donde antes no estaba disponible. "Las principales organizaciones de México seguirán dominando el tráfico de drogas al por mayor en los Estados Unidos en el futuro inmediato y solidificarán aún más sus posiciones a través de la colaboración con las pandillas estadounidenses".
Otros tipos de organizaciones y grupos están presentes de manera activa y próspera. Por ejemplo, los grupos organizados de asiáticos, dominicanos, cubanos y africanos amplían sus operaciones. Pero, de estos, sólo los grupos africanos –algunos con supuestas simpatías por movimientos "terroristas" de oriente medio no están mencionados en los informes como colaboradores de los mexicanos.
“El cártel de Sinaloa ha sofisticado y desarrollado redes de transporte y distribución, y cuenta con una extensa red de asociados para facilitar su tráfico de operaciones en EU. Ya en 2004, Joaquín El Chapo Guzmán Loera tenía la intención de monopolizar el comercio de drogas en Estados Unidos”.
Forbes ha insistido en que su fortuna supero los mil millones de dólares, que es uno de los 100 hombres más influyentes del planeta, lo que ningún político, incluido el Presidente de México es. Mil millones de dólares serían poco si es correcto el dato de las autoridades estadounidenses que estima el negocio de las drogas de los cárteles en México en alrededor de 30 mil millones de dólares. Y si es cierto que El Chapo es el primer empresario de las sustancias prohibidas en Estados Unidos.
Pero El Chapo no sólo hace negocios ilegales en Estados Unidos. También los hace en México y ha prosperado con el creciente consumo interno. Y no sólo hace negocios ilegales, también tiene intereses en varios sectores de la economía formal: hotelería y turismo, agencias automotrices, bienes inmuebles…
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Uno de los cables publicados por Wikileaks sobre la administración de Felipe Calderón durante el curso de ésta describe al Secretario de la Defensa Nacional, Guillermo Galván Galván, planteando su interés en establecer una colaboración “al más alto nivel” con el gobierno de los Estados Unidos, particularmente respecto a la captura de “objetivos de alto valor”, incluidos dos miembros de Los Zetas y Joaquín Guzmán Loera.
El general mexicano detalló que la búsqueda de El Chapo funcionaba en tres niveles. El primero consistía en establecer presencia física en su área de operación con la intención de recabar información. Galván hablaba de la existencia de 15 o 20 sitios por los que el narcotraficante se movía, pero que una extensa red compuesta por informantes y guardaespaldas dificultaban la captura. El Secretario de la Defensa informó que la segunda etapa consistiría en el despliegue de tropas en la zona de tránsito del narcotraficante, lo que no sólo se hizo en Sinaloa y Durango, sino en todo el país. La tercera fase de la operación habría consistido en la captura con el éxito ya conocido.
Desde la fuga de Guzmán Loera toda clase de cosas se han dicho y escrito. En meses pasados lo dieron por muerto en Guatemala, donde lo detuvieran en 1993. Se revelaron sus bodas con la Reina del Café y la Guayaba de un pueblo de Durango con la presencia de políticos y el obispo de ese estado dijo claro y fuerte que todo mundo sabía que El Chapo andaba por ahí sin mayor problema.
El mito urbano construido alrededor del capo incluye el pasaje que, siempre con variaciones menores y los mismos lugares comunes, es el siguiente.
En algún restaurante de Culiacán, Mazatlán, Los Mochis o cualquier otro lado, repentinamente se cierran las puertas. Unos tipos que cumplen punto a punto con el cliché del buchón recorren cada mesa ocupada del lugar y confiscan con elegancia –si esta cabe entre una gorra beisbolera atiborrada de plásticos brillantes y una botas vaqueras de piel de cocodrilo y pintadas de azul rey–, todos los teléfonos celulares de los parroquianos. Tras los matarifes, los meseros compensan el secuestro con botellas de whiskey Buchanan’s. “Cortesía del señor Guzmán Loera”. El Chapo aparece y se dirige a un reservado privado, donde hace su comitiva. Mientras el narcotraficante come, nadie sale. Minutos después de que él lo hace se devuelven los teléfonos y se presentan las cuentas de consumo cubiertas.
Los juegos de alianzas y rivalidades están dados en las fracturas de los cárteles mexicanos. La estrategia de persecución y aniquilamiento de los jefes del narco ha polarizado grupos internos que se mantenían cohesionados bajo una figura pero que, tras su captura o muerte, se enfrentan por el control de rutas y mercados internos ya consolidados.
“El Juego de Tronos” del narco mexicano coloca en el mapa al Chapo encabezando una gran alianza que incluye al Cártel del Golfo, hecho impensable hace una década; a Los Caballeros Templarios de Michoacán, y a grupos con menor relevancia por el momento como el Cártel de Jalisco Nueva Generación o Los Mata Zetas. El otro eje en la guerra, al menos por el momento, es liderado por Los Zetas, los Beltrán Leyva, el Cártel de Juárez y el Cártel de Tijuana, estos tres últimos en mayor o menor proceso de desintegración y en declive.
La lucha por el monopolio del comercio ilegal de las drogas se ha traducido en 70 mil muertes sólo durante el sexenio de Felipe Calderón y de un número indeterminado de desaparecidos. También en la expansión de narcotráfico hacia las otras formas del crimen organizado, muchas lesivas de los ciudadanos que, hasta la década de los noventa, se podían considerar a salvo de las reyertas de los barones de las drogas, ahora empresarios ellos y sus subalternos del secuestro, la extorsión, el tráfico humano, la trata de mujeres y niñas con fines de comercio sexual.
Los generales del narco, pero también los capitanes y los simples cabos han corrompido extensamente autoridades ya no sólo policíacas, sino administrativas, judiciales y legislativas.
Si se le desprende a Guzmán Loera el halo romántico y cabrón con que se le hace apología en narcocorridos, novelas y otros textos presentados como periodísticos, ¿es justificado ver en El Chapo a un genocida? ¿Es Joaquín Guzmán Loera corresponsable de la descomposición institucional y social del país?
Si se atiende a la actuación de las últimas tres administraciones federales, la respuesta es no. Pero esa respuesta no satisface a nadie.