Ciudad de México, 13 jun (SinEmbargo).- Cuando fue la cena de los Globo de Oro pasados, le tocó sentarse a la misma mesa que Richard Gere. Se presentó ante él y le preguntó a qué se dedicaba. Un poco más tarde, llegó la esposa del protagonista de Mujer Bonita y Taylor Swift la saludó como si la conociera.
“Es que siempre la veía en La Ley y el Orden y para mí era como una especie de amiga”, dijo acerca de Carey Lowell.
“Definitivamente, esa no fue mi mejor noche”, admitió la rubia cantante en el programa de Graham Norton.
PARECE QUE NO, PERO ENTIENDE TODO
Pero, cuidado con Taylor Swift, esa muchacha con cara de ángel y de belleza extraordinaria que parece no entender bien lo que pasa a su alrededor.
Se trata en realidad de una artista que conoce a pies juntillas el negocio en que ha alcanzado récords desmesurados e inauditos, si se piensa que hace apenas 23 años que nació en Readig, Pennsylvania, y que irrumpió en la industria musical en 2006, cuando tenía 17.
Triunfó con cinco temas compuestos por ella misma y ocupando las primeras posiciones en un momento en que el universo pop estaba vencido por el tedio y no esperaba ya grandes sorpresas.
Lo hizo con el pleno convencimiento de que su primer disco debía integrarse con temas propios y no a sugerencia de las multinacionales que se acercaron para firmarla, pero con la condición de que “covereara” éxitos probados de la música country.
Fue Scott Borchetta, con su naciente disquera Big Machine, quien le ofreció un contrato y libertad plena.
“Dijo tener el sueño de comenzar una disquera y que le gustaría que yo fuera su primera artista. Había algo en la manera en que me lo dijo que me hizo pensar que me dejaría hacerlo a mi manera. Él terminó creando la disquera y fui una de los primeros artistas que firmaron con él y todo ha funcionado muy bien”, contó Taylor.
Con una abuela cantante de ópera que participaba en los coros domingueros de la iglesia, Swift aprendió desde edad temprana que actuar frente al público no era al fin y al cabo un hecho extraordinario. Efectivamente, la muchacha se para en el escenario con actitud veterana, como si el estrado fuera su manera de volver siempre a la casa de la infancia, a un sitio confortable y cálido.
“Me obsesioné con la música cuando a los seis años, cuando me compré mi primer álbum de LeAnn Rimes y quedé enganchada. Comencé a querer componer música cuando tenía 10 y le rogué a mis padres que me dejaran audicionar para el teatro infantil, en donde si eras alta, podías hacer el papel de un adulto.
Entonces me daban todos los personajes principales. Tenía que memorizar el texto de obras que duraban dos horas. Me gustaba, pero más me gustaban las fiestas con el elenco en donde se cantaba karaoke”, admite en la biografía elaborada por su actual disquera Universal Music.
LA REINA DE NASHVILLE
Se mudó a Nashville, la competitiva capital del country, cuando tenía 13 años. Hace una década de aquello y el dato sirve para darnos cuenta hasta qué punto la bella Taylor sabía lo que quería lograr en la música ya desde edad temprana.
Como cuando Santiago Auserón decía aquello de “te convierto en canción”, Swift sólo habla de lo que vive una muchacha de su edad. Amores, desamores y sus novios o ex siempre “balconeados” en su música.
La vez, por ejemplo, que dio a conocer “Dear John” y le hizo beber un poco de su propia medicina al rompecorazones John Mayer, quien dijo sentirse humillado porque el tema lo tomó desprevenido.
También Taylor Lautner, el astro de Crepúsculo y antiguo amor, tuvo su canción, así como Harry Stiles, el cantante de One Direction, por quien suspiraba la Swift.
No es provocadora como Lady Gaga ni políticamente incorrecta como Rihanna. Sus canciones, en una primera oída, pecan de naive y no falta el que la describa como la más aburrida de las cantantes pop del momento, pero detrás de esa imagen aparentemente distraída se esconde una verdadera fiera de la industria.
Taylor, quien da vida a la bella princesa Rapunzel en la serie Disney Dream Portrait, organizada para promocionar los parques de diversión de la empresa, Disney Parks, comanda una empresa multimillonaria que gira alrededor de su nombre.
Aunque de niña, ha dicho, también soñaba con ser detective, las canciones un poco bobas, un poco cursis y muy parecidas la una a la otra, le dieron mejores dividendos.
Hoy, se comporta como una verdadera estrella del pop, es decir, como lo que es. Recientemente ha sido centro de una polémica con los vecinos de su casa de verano en Rhode Island `porque sus guardaespaldas pretenden que nadie se bañe en las playas públicas de los alrededores.
Como era de prever, la grabación de su nuevo video, “Everything has changed”, junto al británico Ed Sheeran levantaron los rumores entre un posible romance entre ambos. Ella hace como que no se entera de nada. Pone cara de tonta y le pregunta a Richard Gere cuál es su profesión. Le funciona.