En la capital mexicana, los feminicidios crecen exponencialmente desde 2008, pero ahora ya se visibilizan. Con mejor documentación de casos, tras la tipificación del delito en 2011, el DF ocupa la deshonrosa quinta posición a nivel nacional.
Ciudad de México, 23 de mayo (SinEmbargo).– “Ella hacía sus semblanzas y en una dice que es muy feliz, porque tiene a la familia que ella llama perfecta. Su mayor adoración, y así lo pone, es su madre y sus hermanas. Ama a su papá, a su hermano, pero ella lo pone así, tal cual, que me adoraba. Era mi hermana, a veces mi mamá, porque me cuidaba mucho, y también era mamá de mis hijas, porque son pequeñitas”, recuerda Guadalupe Gochi, madre de Karen Joanna Sánchez Gochi, víctima de feminicidio en el Distrito Federal el pasado 11 de junio de 2012.
En el Distrito Federal el feminicidio se tipificó en julio de 2011, y se dio a través de un reclamo de las organizaciones civiles.
“Está tipificado como un delito autónomo y se establece que los bienes jurídicos protegidos no sólo son la vida, sino también es la integridad de la mujer, el derecho a vivir una vida libre de violencia y la no discriminación”, explica Edith López Hernández, asesora jurídica en la Cámara de Senadores en la LXII Legislatura y para la Comisión de Derechos Humanos. También, en su momento, integró el equipo jurídico para el litigio en el Sistema Interamericano de Protección de los Derechos Humanos, en el caso del Campo Algodonero, en Ciudad Juárez, Chihuahua, entre otros.
López Hernández explica que “el feminicidio es el homicidio doloso de una mujer por razones de género, entendiéndose, una serie de fracciones que contienen hipótesis de cuándo va a ser feminicidio un homicidio”.
En la Gaceta Oficial del Distrito Federal aparece descrito de la siguiente manera.
Comete el delito de feminicidio quien, por razones de género, prive de la vida a una mujer.
Existen razones de género cuando se presente cualquiera de los siguientes supuestos:
I. La víctima presente signos de violencia sexual de cualquier tipo.
II. A la víctima se le hayan infligido lesiones infamantes, degradantes o mutilaciones, previas o posteriores a la privación de la vida.
III. Existan datos que establezcan que se han cometido amenazas, acoso, violencia o lesiones del sujeto activo en contra de la víctima.
IV. El cuerpo de la víctima sea expuesto, depositado o arrojado en un lugar público.
V. La víctima haya sido incomunicada, cualquiera que sea el tiempo previo a su fallecimiento.
La abogada menciona que el feminicidio que se conoce como “íntimo” es juzgado con más severidad. “¿Qué quiere decir esto? Si quien cometió la privación de la vida de una mujer es una persona con que la mujer tenía una relación de confianza o sentimental –aquí se engloba a los maridos, a los novios, a las parejas, al padre, al hermano, al primo, al abuelo–; es decir, cualquier persona con la que tuviera una relación de confianza y que la prive de la libertad, es mucho más grave que alguien desconocido”.
La madre de Karen Joanna menciona que “lamentablemente, ella (Karen) fue víctima de una persona mala, pues realmente no supo con quién se estaba relacionando, o con quién en algún momento se relacionó”. Mario Gabriel Enríquez Pérez –el asesino confeso–, tenía aproximadamente cuatro años de conocer a Karen en una academia de baile. “Ahí fue donde él empezó a pretenderla, pero ella se dio cuenta, quién era él. Es un chico que le gusta volar a las niñas, y a Karen no le interesó eso, y yo creo que a raíz de su rechazo, fue el coraje de este muchacho”, comenta la madre.
Edith López menciona que en el Distrito Federal, el protocolo de investigación en materia de feminicidios esta a la vanguardia, porque tiene un tipo penal que está en línea al Código Penal Federal. “Incluso, los legisladores retomaron la forma en que se tipificó en el DF para tipificar a nivel federal (2012). Este protocolo ha sido reconocido incluso a nivel internacional, añade. Además, existe una agencia especializada sólo para la investigación del delito del feminicidio.
Sin embargo, pese a las virtudes que la asesora de derechos humanos destaca, en ocasiones, como en el caso de Karen, dicho protocolo no ha rendido frutos.
El abogado Rodolfo González, quien lleva el caso de Karen y quien además es parte de la Comisión Mexicana de Defensa y Promoción de los Derechos Humanos (CMDPDH), explica que “a la fecha, a pesar de que les hemos insistido (a las autoridades), a pesar de hablar con ellos y de que hemos aportado elementos de prueba, siguen sin reconocer que la muerte de Karen es un feminicidio”.
Edith, por su parte, explica que cuando hay un asesinato por razones de género, si el Ministerio Público no considera en el momento que es feminicidio tiene que abrir la averiguación por homicidio.
"Aunque el protocolo establece que en todo homicidio de una mujer que tenga indicios de feminicidio el Ministerio Público debe guardar la cadena de custodia –es decir, todas las pruebas relacionadas y darle vista a la agencia especializada–, la realidad es que no terminan de entender esta tipificación penal. Entonces, encontramos que muchos de los feminicidios no están siendo investigados por este tipo, sino son llevados por homicidios dolosos”.
DE LA TEORÍA AL MUNDO REAL
A pesar de que el protocolo de atención a víctimas “se encuentra a la vanguardia” con respecto al resto del país, la realidad, como en el caso de Karen, dista mucho de la teoría. En el caso de la joven de 20 años, víctima de feminicidio el 11 de junio de 2012, no se procedió conforme establecido. A pesar de las lesiones que presentaba en el cráneo y en labio, así como de los restos de sangre, la Fiscalía Desconcentrada en Azcapotzalco, la primera que visitó la escena del crimen en una habitación del Hotel Clavería, no dio el aviso correspondiente.
El abogado González menciona que el asesinato de Karen “fue denunciado, en primera instancia, en la Delegación. Ahí no nos atendieron y al día siguiente se denunció en secuestros. Se armaron dos averiguaciones previas: una por secuestros, la cual armaron por armar, porque nunca investigaron, y es hasta que aparece Karen, un día después, el 12 de junio de 2012, alrededor de las 14 horas, (15 horas después de su muerte) que lo relacionan. En el momento en que los padres de Karen llevaban a presentar a Mario Enríquez como el agresor es que relacionan los hechos. Si en ese momento no lo relacionan, ella hubiera quedado como una desaparecida más, como alguien que murió en un hotel; hubieran dicho que ella era una prostituta y seguramente que estaba en el crimen organizado, y no hubieran investigado nada”.
El padre de Joanna, Conrado Sánchez, dice que “en nuestro caso, si nosotros no nos hubiéramos aferrado, no habría ningún detenido. El asesino se hubiera dado a la fuga, porque más o menos ese era su plan. Nosotros tuvimos que ser policías, detectives, espías y demás. La policía no se dio a esa tarea”.
Ante esta realidad, Edith López considera necesario “que la Procuraduría General de Justicia del Distrito Federal (PGJDF) emprenda una acción de capacitación en todos los Ministerios Públicos desconcentrados, no sólo de la agencia especializada, porque a pesar de que la agencia sí ha sido capacitada y están investigando, resulta que muchos feminicidios no están llegando al lugar que corresponden porque los Ministerios Públicos los califican simplemente como un homicidio doloso más”.
VIOLENCIA CULTURAL CONTRA LA MUJER
“Encontré hace poco una semblanza donde se refiere al último 14 de febrero que Karen vivió. Lo pasó con su amigo Julio Naranjo. Él decía que era mercadotecnia y ella decía que no, que era una manera de demostrarse la amistad, que no precisamente debía haber noviazgo. Ese día, ninguno de los dos tenía novio o novia, y ella se la pasó muy bien y escribió: ‘Para finalizar, les digo que no es necesario tener novio el 14 de febrero para divertirse’”, recuerda la madre de Karen.
Para Adriana Carmona López, abogada, actualmente profesora en la Universidad Autónoma de la Ciudad de México (UACM) y con 20 años de experiencia en el tema, en México existe una violencia estructural contra las mujeres.
Carmona López, quien fue abogada de víctimas de feminicidio en Ciudad Juárez, de las mamás de Justicia para Nuestras Hijas y fundadora del Centro de Derechos Humanos de las Mujeres en Chihuahua, considera que “la violencia contra las mujeres está inscrita en una cultura de violencia social que tenemos todo el tiempo. El uso de la violencia es cultural. Por ejemplo, si hay un tipo que está molestando a las chavitas en la calle, o que vienen en su carro, o que viene en el metro hostigando a las niñas con miradas lascivas, nos da risa”, menciona.
La abogada, quien además fue Directora General de Atención a Víctimas del Delito de la Procuraduría de Justicia del Distrito Federal, menciona que hay construcciones sociales en el imaginario colectivo “que vamos haciendo porque fuimos aprobando la violencia para las mujeres como mecanismo de control; la violaron porque traía minifalda y todas, incluso muchas mujeres, te dicen: ‘guey, pues es que se portaba como puta’. Entonces, entendemos todos que a las putas sí las podemos violar”.
LOS MEDIOS Y EL TRATO AL FEMINICIDIO
Un estudio de la agencia IbopeAGB revela que actualmente los mexicanos ven más televisión que hace 10 años, con un promedio de 4 horas con 45 minutos al día. La Secretaría de Gobernación (Segob) documentó que los periódicos más vendidos en México son La Prensa, con 250 mil 23 ejemplares diarios; Metro, con 195 mil 102; Ovaciones, que vende 156 mil 173, y Reforma, 146 mil 309.
“Uno de esos periódicos de nota roja, sacó la información y puso las declaraciones del que mató a mi hija. Él dice que tuvieron relaciones sexuales, cuando está comprobado que nunca hubo acto sexual, incluso con pruebas periciales. Me parece muy irresponsable y de muy poca madre que digan eso sin consultar nada y sólo por vender morbo”, recuerda Conrado, papá de Karen.
En Apuntes sobre cultura de violencia y cultura de paz, Isabel Aguilar Umaña, escritora guatemalteca, que se especializa en Derechos Humanos dice: “Acostumbrados a deambular en una sociedad que nos ha heredado una convivencia bajo estructuras generales e individuales de violencia, los seres humanos hemos perdido la capacidad de asombro. Ésta se sustituye por el viejo recurso del morbo, al que se acude cuando las manifestaciones de violencia llegan a transgredir los límites de lo imaginado, o bien, cuando los medios de comunicación se encargan de reforzar y, casi, casi, de bombardear con información que de una u otra forma mueva la conciencia de las sociedades hacia determinados fines”.
Al respecto, Adriana Carmona afirma: “No nos hagamos tontos, hay un aspecto que nadie ha reclamado y es la dignidad de las personas. Los medios de nota roja ponen los cuerpos en primera plana, pero quién se ha puesto a pensar en qué sentirá el hijo, esposa, padres o amigos de quien aparece en esas publicaciones y de esa forma. No existe ningún respeto por la dignidad humana”.
Por otro lado, está el tema de los medios y su relación con las mujeres en México, añade Carmona López: “No se ha frenado la publicidad sexista en México, y la La Ley de Acceso de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia para el Distrito Federal indica que debe haber sanciones a ese tipo de comunicación y no se hace nada. “Ahorita el gobierno puede lanzar una campaña de prevención a la violencia, pero por cada campaña hay cinco de comerciales o novelas en donde todas son violencia. Entonces, el tema es cómo frenar esas campañas o novelas que refuerzan estereotipos. Hay un trabajo pendiente en esa rama”.
NO BASTA CON TIPIFICAR
Para la abogada Carmona, actualmente el feminicidio entra sólo en la rama de acceso a la justicia, en la de la sanción, pero no entra en la atención ni en la prevención. Ahí es donde considera que “la chamba” debe de ser mucho más amplia: “No sólo basta con tipificar, aunque estamos ganando con la tipificación. Creo que se gana con el visibilizar la muerte de mujeres. Pero no podemos olvidar que el feminicidio y su tipificación se inscribe después de una ley general de acceso, y esta ley crea un sistema de atención, prevención y erradicación de la violencia contra las mujeres. Si no entendemos que tiene que ser un trabajo integral, de prevención, de atención y de sanción, no vamos a erradicarlo”.
Al recordar su paso por la PGJDF, menciona que “lo que me quedó muy claro es que hay una lógica de actuación en la procuración de justicia y siempre, para todos los delitos, indudablemente, la lógica es no trabajar, trabajan hasta que se ven presionados”.
Guadalupe Gochi, mamá de Karen, relata su historia al exigir justicia a las autoridades capitalinas: “Llegamos a las dos o tres de la mañana y nos preguntan sobre la edad de mi hija. Contesto que tiene 20 años, a lo que responden, ‘seguro se fue con el novio’.
Esas son las respuestas que te dan, o también: ‘seguro usted la regañó’. Les digo: ‘No, yo no regañé a mi hija’. ‘Entonces ya llegará’, me respondieron”.
Por eso, Adriana Carmona agrega: “Si la víctima no está jodiendo y jodiendo (perdón la expresión), al Ministerio Público o a las instancias encargadas no se va a investigar. Creo que tiene que ver con esta lógica cultural de la que hablaba y que tiende a responsabilizar a la víctima de su muerte o de la violencia que vivió”.
La experta dice que a los jóvenes de hoy debe decírseles que se vale ser hombres y no ejercer la violencia. “Hay que enseñarle a los chavos que se pueden tener relaciones eminentemente amorosas, con el respeto a nuestra dignidad, a nuestra persona. Que tenemos derecho a pensar y a vestir como queremos y enseñarnos a amarnos en esas diferencias sin ejercer la violencia”, añade.
LA VIOLENCIA PARA TODAS
En la experiencia de la hoy profesora de la UACM, el perfil más común de mujeres que reciben violencia son personas que no tienen recursos propios, sin una formación y que dependen económicamente de un hombre. Sin embargo, “no es una ley y existen muchos casos donde mujeres que tienen estudios y recursos también viven violencia, lo que pasa es que este segmento es más difícil de documentar, porque ellas no van a denunciar al Ministerio Público o no van al DIF; van a atenderse a hospitales como Médica Sur. La atención psicológica no la hacen las unidades de atención a la violencia familiar del Distrito Federal, sino las realizan sus analistas y psicólogos particulares”.
“Una mujer de altos recursos, que me ha tocado conocer a varias, jamás va a denunciar, porque está de por medio su prestigio personal, el del esposo y tiene presión política. Ahí el riesgo es alto porque nadie las protege”.
¿SÓLO CIFRAS?
Karen estudiaba el cuarto semestre de Ciencias de la Comunicación en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). “Era una niña muy alegre, muy humana y le molestaban las injusticias”, dice su mamá.
A diario son asesinadas de cuatro a cinco mujeres en el país. Entre 2001 y 2010, fueron documentadas 14 mil 991 casos. De esos, 5 mil 94 se reportaron entre 2008 y 2010. Diez entidades registran 80% de los casos a nivel nacional: Estado de México, Guerrero, Chihuahua, Michoacán, Distrito Federal, Oaxaca, Chiapas, Sinaloa, Durango y Sonora. De ellos, el Estado de México y Guerrero (que fue la primera entidad en tipificar el feminicidio en el país en 2009) suman 45% del total. En conclusión, México es el país con más feminicidios en América Latina.
“No creo que se estén incrementando, estamos haciendo un trabajo de visibilización. Sí podemos decir que se están modificando las formas de violencia. A diferencia del pasado, podemos encontrar a la chavita que fue acuchillada y violada; es decir, la manera en que fue ejecutada puede tener mayor violencia, mayor crueldad que en algunos casos anteriores”, menciona Adriana Carmona.
La abogada añade que el incremento de los feminicidios ha tenido que ver con un trabajo de documentación adecuado. En el Distrito Federal, la creación de la Fiscalía ha logrado hacer un mejor registro, porque se especializa el trabajo y, por ende, reporta un mayor número de feminicidios de lo que se hacía antes, porque entonces se quedaban en el escritorio de muchos ministerios públicos que ni siquiera los tomaban en cuenta”.
“Incidimos en las autoridades, les planteamos indicadores que deben llenar, pero ha sido una lucha muy compleja lograr que las autoridades registren bases de datos a pesar de que son obligaciones de ley, a pesar de que son recomendaciones de instancias internacionales”, menciona el abogado Rodolfo González.
La verdad es que tenemos números un poco dispares que debemos de interpretar. Por eso, además de solicitar registros a las autoridades llevamos uno propio, con feminicidios, muertes violentas y ahora desapariciones, que se recoge desde medios de comunicación. Eso nos permite, al menos, hacer un contraste y tratar de tener una idea sobre la dimensión de este problema”, explica el abogado. A nivel nacional el aumento de los feminicidios es de 68%, según ONU Mujeres. Actualmente los números siguen en aumento “y eso indica que no hay una política clara de parte de las autoridades para combatir y erradicar la violencia en contra de las mujeres”, plantea Domínguez.
“Cada número es una historia, cada número es una muerte, cada número nos está indicando que hay una problemática. Esto también se está volviendo una guerra de cifras, una guerra donde se reconoce: ‘soy el primer lugar o el décimo, o el quinto o el cuarto, o en mi estado no hay tantas muertas como en otro’, cuando la realidad no es una cuestión de números pues no se trata de quién va ganando la competencia, quién tiene más o menos feminicidios. El tema es cómo se va disparando en cada entidad la violencia”, comenta el abogado.
También menciona que con el feminicidio no solamente se afecta a la mujer que murió, “afectas a toda la familia y se rompen vidas, y ese es el impacto que tiene en la sociedad: ver que no sólo hay una víctima, aquí tenemos cinco víctimas directas, y eso es lo que hay que tratar de recomponer”. Karen ayudaba en el negocio familiar, ayudaba a su madre para el cuidado de sus hermanos, pues su padre trabaja prácticamente todo el día en un taxi.
Domínguez expone que aproximadamente en dos meses se dictará la sentencia sobre el caso de Karen Joanna. “Exigimos que se reconozca que hay razones de género; que se reconozca que hay víctimas y que haya una reparación no sólo económica, la reparación tiene que ver con garantías de no repetición, que esto no vuelva a pasar. Que la autoridad trabaje, que sea eficiente, que actúe con debida diligencia”, exige.
“Dice hoy mi hijo que los tuve en una burbujita, pues éramos felices todos en la casa. Son hijos de casa, no somos de ir a fiestas. Decía su papá: ‘yo voy por la botanita’, y esos eran nuestros momentos felices, ver una película los viernes en familia, como no había escuela el sábado nos podíamos dormir un poco más tarde”, recuerda la madre de Karen, la estudiante de Ciencias de la Comunicación a la que la violencia separó de dos hermanas, un hermano y sus dos padres.