Inteligente y arrogante. Culto y pretencioso. Disciplinado y colérico. Ambicioso y golpeador. Leal y zalamero. Javier Lozano es uno de esos personajes que provocan todo, menos indiferencia; se le ama o se le odia. Por esto la dificultad de encontrar con justicia dos adjetivos solitarios para él: siempre van de dos en dos.
“Tengo muchos enemigos. ¿Cuántos? No los he contado, pero sí, muchos”, suelta ufano en una entrevista en la que acepta hablar de todo. De la tarde en que descubrió, en medio del llanto, su insuficiencia ante el piano; y la vida se le torció hacia la política. De su adopción por los tecnócratas de los que habla con veneración y orgullo. Del desprecio por su padre (“Es un cobarde...”) y de la devoción por su madre (“Tenía una gran capacidad para el trabajo y una gran sensibilidad artística, pintaba… Ella me llevó al conservatorio de música”).
En lo que nadie puede disentir, es en que fue, durante el sexenio pasado, uno de los hombres más poderosos y polémicos. A quien se culpa de la desaparición de Luz y Fuerza o de Mexicana de Aviación; al que se acusa de intentar cerrar espacios a Carmen Aristegui. Al que se da crédito por una Reforma Laboral que llevaba años cocinándose, sin éxito...
Ciudad de México, 18 de abril (SinEmbargo).– Los huevos de guajolota (cócona o pava) equivalen en tamaño y peso a dos o tres de gallina. Tienen una cáscara más resistente y se acoplan mejor a la mano de quien decida convertirlo en bombas. El año pasado, la Sierra Norte de Puebla se convirtió en un extenso sitio de colecta de esas armas cuya capacidad de daño se incrementó dejándolos podrir.
El blanco del ataque planeado era uno y sólo uno: Javier Lozano Alarcón.
–¡Chingas a tu madre! ¡Feliz día del padre, pinche bastardo!– bullía centenar y medio de electricistas apenas lo encontraron. Era 17 de junio de 2012 y estaba confirmado que Lozano había cometido la imprudencia de meterse a territorio electricista. Los obreros cesados tenían, finalmente, acorralado a quien consideraban responsable de su desempleo.
A pocos metros, dentro del salón de fiestas Princess del pueblo de Xicotepec, Javier Lozano se mantenía guarecido con unos 50 panistas que acudieron a su acto de campaña en busca de la senaduría.
–¡Lo-zano es no votar por este fulano!– coreaban los inconformes convertidos en una marea que amenazaba con romper el dique del saloncito de reuniones sociales.
A pocos metros del lugar, los electricistas descubrieron la camioneta en que viajaba el calderonista, una Escalade negra donde tres guardaespaldas se mostraban cada vez más intranquilos. En el interior del vehículo había fusiles de asalto. La gente rodeó el auto al que dirigió una primera carga de huevos acompañados de jitomates y propaganda del Partido del Trabajo y se asomaron al interior.
–¡Traen armas!– advirtió alguien.
El bombardeo había sido acordado por la dirigencia del Sindicato Mexicano de Electricistas apenas se supo que Lozano iría por una senaduría de mayoría en Puebla, residencia de la más vieja planta hidroeléctrica en funcionamiento en México.
Así que había un vasto contingente de trabajadores enfurecidos por la liquidación de Luz y Fuerza del Centro dispuestos a lanzar los huevos podridos de guajolota al Secretario del Trabajo durante la extinción de la empresa pública.
El SME retaba a Lozano a hacer campaña en la Sierra Norte de Puebla. Lozano respondía en tono similar. El candidato se envalentonó y tomó camino al bosque. Se consideró hacer el evento abierto, dar la cara, enfrentar. Se pensó en el jardín municipal de Xicotepec o en una canchita deportiva de sus alrededores. Y así fue como el Día del Padre del año pasado Lozano se escurrió al corazón del bastión electricista. El ambiente estaba cargado y el equipo de seguridad de Lozano optó por la prudencia, pero no lo suficiente.
–¡Lozano, el pueblo te saluda!– y a continuación la tonadilla chiflada de cinco tonos.
La Policía Estatal llegó y algunos exigieron que se detuviera a los guardaespaldas y se incautara la camioneta y los dos rifles de asalto AR15 –de uso exclusivo del ejército– que en ella se transportaban.
“Esta fue una distracción”, cuenta la periodista Leticia Ánimas, presente en el lugar. “Dentro del salón de fiestas, los pocos panistas que había colocaron una escalera sobre una silla de plástico que acercaron a una ventana por la que Lozano salió y brincó hacia un cafetal que había atrás. Y corrió –Lozano es un corredor–, suponemos que a un vehículo de la Policía Estatal que lo rescató”.
***
–¿Usted llora, Senador?– se le pregunta a Lozano en entrevista con SinEmbargo.
–Sí, muy seguido.
–¿Cuándo fue la última vez que lloró?
–No sé, la semana pasada o antepasada. Yo soy un hombre que, ante las emociones, sí lo sé expresar, cosa que me da mucho gusto. Es más, la semana pasada lloré escuchando la Pasión según San Mateo en el Palacio de Bellas Artes.
–Usted es un hombre que causa simpatía o lo opuesto. ¿Está usted al tanto de esto?
–Sí– admite despreocupado.
–Se dice que usted es un hombre inteligente y arrogante.
–Pues, mira, mano… Pues no...– el tono adquiere una nota hacia arriba.
–Usted dice que es un hombre sensible y orgulloso de expresar sus emociones.
–Yo no me puedo calificar como arrogante, yo no lo pienso así y respeto a quien tenga otra apreciación. Tengo una personalidad fuerte y a veces simplemente hay que decir y hacer valer las cosas como son y no es que quiera imponer mi punto de vista, pero en la vida y la política hay que tener posiciones y llevarlas con los argumentos necesarios para ganar ese tipo de batallas.
“Y de inteligente, bueno, pienso que sí soy una persona capaz de procesar los problemas y de encontrar soluciones óptimas”.
–¿Culto e iracundo?
–¡Agh!– contiene el fastidio. –No sé. Sí tengo carácter fuerte y la cultura me gusta muchísimo. Trato de nutrirme todos los días en diferentes aspectos del saber y del arte. Reconozco que tengo un carácter muy fuerte, pero tanto como iracundo… Quién sabe.
DON GA
El tronco principal en el árbol genealógico de Javier Lozano Alarcón nace de una infidelidad cometida por su abuelo materno, Gabriel Alarcón Chargoy, con una bella mujer de origen libanés –Puebla recibió una fuerte inmigración de personas de esa nacionalidad– llamada Elisa Jater. De la relación nació una hija única a la que su padre reconoció y llamó Concepción Alarcón a quien le tocaría lidiar con su origen ilegítimo en una ciudad profundamente conservadora y recelosa de quien estuviera fuera del estrecho reglamento moral.
Conchita Alarcón estudió odontología en la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla, donde conoció un colega, Mario –y/o Gerardo– Lozano del Valle, con quien se casaría y procrearía tres hijos: Gerardo, Sergio y Javier, nacido el 21 de noviembre de 1962.
“Mi madre fue una mujer extraordinaria. Tuvo una gran capacidad de trabajo, nos sacó adelante, poseía una maravillosa capacidad artística. Pintaba. Ella me llevó al Conservatorio de Puebla y me mostró el piano. La recuerdo con mucho amor”, la define Lozano.
–¿Y su padre?
–Mi padre se fue cuando yo era muy pequeño. Tenía cuatro o cinco años. Entiendo que las parejas se separen, yo mismo ahora estoy en un proceso de este tipo, pero al contrario de alejarme procuraré más a mis hijos. Mi padre simplemente se fue. Es un cobarde– pasa la voz por hielo.
–¿Y su abuelo Gabriel?
– Con mi abuelo no hubo relación. Ni lo conocí. Fue muy cercano a William Jenkins y entiendo que no tuvo la mejor reputación. Las condiciones económicas se sobrellevaron gracias a sus bisabuelos maternos. Conozco algunos Alarcón, pero en realidad con ellos cero.
De la familia de Lozano nadie habla con apertura. Ni sus hermanos.
–¿Cómo era su hermano en la infancia?– se le preguntó a Sergio, el mayor de los Lozano Alarcón y heredero del consultorio dental de Concepción.
–De mi hermano Javier no puedo hablar. Ya sabe usted cómo es, cómo se enoja– respondió Sergio al otro lado del teléfono con tensión inocultable.
Inútil insistir.
Sergio es un hombre que –él mismo lo dice– sufre un desorden psicosocial de bipolaridad y que en el pasado fue demandado legalmente por sus hermanos abogados. Gerardo y Javier le reclamaron dineros relacionados con el edificio que su madre comprara varios años atrás y que alberga el departamento donde terminaron de crecer sus tres hijos.
¿Fue en realidad inocuo el papel de Gabriel Alarcón en el guión de su nieto Javier?
Varias personas consultadas en Puebla aseguran que, en su juventud, el muchacho explicaba la suficiencia económica de su familia en el patrocinio de su abuelo con quien, según las mismas fuentes, efectivamente no existía mayor convivencia, quizá más por aprehensiones sociales y definitivamente no económicas pues ya poseía una de las mayores principales fortunas de México.
Y es imposible soslayar los paralelismos entre Don Ga y Javier Lozano, quien es más –y por mucho– Alarcón que Lozano.
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Gabriel Alarcón Chargoy fue poblano por adopción. Nació en 1907 en Tianguistengo, Hidalgo, donde adquirió alguna experiencia como comerciante de alcohol producido en una empresa familiar. Migró a Puebla y en 1927 instaló en el centro de la capital poblana una tienda de abarrotes a la vez que administró una planta de veladoras.
Era un hombre laborioso y esforzado, cualidades que su nieto pone por delante cuando se define a sí mismo y a quienes admira.
El destino de Don Gabriel –y el de su descendencia– tomó rumbo cuando topó con el de William O. Jenkins, un estadounidense avecindado en Puebla desde los años de la Revolución Mexicana y dueño de una fortuna construida en parte porque Don Guillermo –su riqueza le otorgó una engolada nacionalidad por decreto social– era un protestante chapado en la idea de que el trabajo extenuante es loa a Dios y, junto con esto, porque tuvo la gran idea de auto secuestrarse cobrando su cuantioso rescate al gobierno mexicano. También participó en el gran negocio que representó la prohibición de alcohol en su país. Vendiéndolo, por supuesto.
Jenkins era avaro al grado de que evitaba pagar su pasaje en el tranvía cuando salía con su esposa y corría detrás del carro con el argumento de que ahorraba y se ejercitaba. Por supuesto, William odiaba pagar impuestos y en 1934 intentó un contrabando de aguardiente que resultó incautado. Jenkins fue arrestado.
Este fue el momento crucial para los Alarcón. Así lo describió Enrique Cordero y Torres, cronista de la ciudad de Puebla:
“Gabriel Alarcón Chargoy, comerciante abarrotero de la calle 3 Norte con la avenida 8 Poniente, declaró que los camiones capturados con latas de alcohol que la policía fiscal había detenido, no eran de Jenkins sino suyos, comprobando además el pago de los impuestos correspondientes; Jenkins salió liberado”.
El abuelo del Senador panista se uniría a la banda de contrabandistas de sustancias prohibidas, similar a las perseguidas a sangre y fuego por el gobierno al que pertenecería su nieto.
Jenkins y sus dos principales lugartenientes, Alarcón y otro de nombre Manuel Espinosa Yglesias –éste evolucionaría a la banca comercial– continuaron los negocios hacia terrenos menos ríspidos y construyeron el cine Reforma, inaugurado el 11 de agosto de 1939, el primero de la Cadena de Oro, que llegó a ser la empresa exhibidora de películas más importante de América Latina y decididamente el monopolio de la exhibición cinematográfica en México.
Los empresarios, como casi todo en Puebla, existían bajo la anuencia política de Maximino Ávila Camacho, hermano del Presidente de México entre 1940 y 1946, y fundador de un grupo político que tendría entre sus mayores exponentes a Gustavo Díaz Ordaz, gobernante de México entre 1964 y 1970. Maximino poseyó varias famas. Como militar, incendió pueblos completos y en guerra o paz asesinó con su propia pistola a más de un enemigo; era arrogante hasta la locura y no podía contener su afición por el juego ni su delirante gusto por las mujeres.
(Resulta necesario referir a dos o tres personajes sin mucha relación con esta trama del pasado, pero de relevancia primordial para el presente: el general Rafael Moreno Valle, brillante médico militar y Secretario de Salubridad y Asistencia Pública con Díaz Ordaz, fue, por decisión de éste, Gobernador de Puebla. En el despacho conoció a un inquieto y avispado muchacho con un vehemente deseo de ser político, Melquiades Morales, a quien le obsequió algunos pesos para que se comprara un poco de ropa apropiada para ser un hombre público. Varios años después, el Gobernador Melquíades Morales devolvería el favor a su mentor siéndolo él del joven Rafael Moreno Valle, actual Gobernador de Puebla).
Una particularidad más y quizá más importante es que Maximino –y algunas porciones de sus redes empresariales políticas y empresariales– sostuvo una furiosa enemistad ideológica con la izquierda hasta alcanzar el fascismo la colaboración con la Alemania nazi en sus planes de abastecerse de petróleo mexicano o de utilizar el territorio nacional como puente a Estados Unidos.
El estilo de Maximino caló hondo en el modelo político y empresarial poblano alrededor de la mitad del siglo pasado. Por eso se entienden las formas de Don Ga.
La mano dura de un Alarcón a un grupo sindical adversario no es novedad. A los ríspidos conflictos laborales de mineros, electricistas y empleados de Mexicana de Aviación llevados por Lozano Alarcón como Secretario del Trabajo –acusado reiteradamente de operar como un empresario– precede el pleito a muerte, literal, de Gabriel Alarcón con el Sindicato de Trabajadores de la Cinematografía cuyo líder, Alfonso Mascarúa, fue asesinado en 1954.
Don Ga fue acusado de la autoría intelectual del crimen e inicialmente sentenciado por dos de los tres jueces de la Sexta Corte Penal. Con el avilacamachismo en su esplendor político, el industrial no tuvo mayor problema y salió libre con apoyo de periodistas comprados. Es posible que de esta relación diera la primera luz a Alarcón del poder de la prensa.
La primera relación de un Alarcón y Televisa tampoco ocurrió recientemente, en el sexenio pasado durante el pasado intento de reforma a la Ley de Telecomunicaciones a la que se conoció como “Ley Televisa”. En 1949, en asociación con el abuelo Emilio Azcárraga, el abuelo Alarcón extendió la Cadena de Oro al Distrito Federal y en 1961 compró la franquicia de la tarjeta de crédito Diners Club.
Al año siguiente nació su nieto Javier Lozano Alarcón.
A mediados de los sesenta, Don Gabriel fundó El Heraldo de México, periódico que presidió y dirigió hasta su muerte. El diario nació en Puebla al igual que otros conglomerados periodísticos mexicanos, como la Cadena García Valseca, primera casa editora de los periódicos nacional y locales El Sol, y Novedades, de los O’Farril quienes además ostentaban un importante paquete accionario en Televisa. Las organizaciones editoriales compartían la ascendencia política de Maximino Ávila Camacho y el apoyo de su poderoso paisano y Presidente Gustavo Díaz Ordaz.
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Pero, ¿participó el abuelo del hoy Senador panista en esa fiebre anticomunista?
Alarcón innovó en el diarismo mexicano con la introducción del color. En sus extensos despliegues fotográficos, El Heraldo era una ventana abierta a la denostación, por ejemplo, de los movimientos estudiantiles y sociales de los sesenta y posteriores.
La siguiente carta es un documento encontrado por el investigador e historiador Jacinto Rodríguez Munguía y publicados en su libro La otra guerra secreta. Los archivos prohibidos de la prensa y el poder (Debate, 2007) sobre la posición periodística de Gabriel Alarcón ante el gobierno de Díaz Ordaz.
Para Rodríguez Munguía, la misiva es de “antología” para comprender la relación prensa-poder durante los años de la Guerra Sucia. Gabriel Alarcón remitió el 24 de septiembre de 1968 al Presidente:
“Antes que nada deseo expresar a usted que la amistad y la lealtad que le profeso, las antepongo a todo, y al exponer seguidamente mi actuación en los problemas estudiantiles lo hago para que no exista duda de mi buena fe y entrega a su gobierno, y muy especialmente a que respaldo abiertamente a su actuación valiente, sensata y patriótica. Usted señor Presidente me conoce y sabe que no soy falso. Estoy lo mismo que mis hijos con usted y respaldamos firmemente su actuación con nuestra modesta forma de actuar.
(…)
“Querido señor Presidente (…) puede usted ver que para hacer bien las cosas dentro de mi capacidad, me he valido de los consejos y observaciones y deseos de diversos funcionarios. Este fue un consejo que usted me dio. Hasta hoy ni uno solo de ellos, nunca me ha hecho un extrañamiento u observación que pudiera hacerme pensar que no estoy actuando con abierta parcialidad a su gobierno o incorrectamente con usted.
“Sinceramente, creo que mi lealtad y la de mis hijos están a prueba de cualquier duda, le rectifico una vez más que creemos en usted, que tenemos fe y que hemos actuado lealmente.
“Por muchos años se nos ha criticado nuestra parcialidad y entreguismo. Pero le ratifico a usted que hemos sido, somos y seremos Díaz Ordacistas y agradecidos leales y sinceros con usted. Sin embrago, mucho le agradecemos que si usted personalmente cree que nos hemos equivocado por favor nos lo haga saber. Señor Presidente nos sentimos en un cuarto oscuro y solamente usted nos puede dar la luz que necesitamos y señalarnos el camino a seguir.
“Lo saluda afectuosamente y se repite como siempre sus órdenes.
“Atentamente, su amigo
“Gabriel Alarcón”.
No es claro si hubo o no respuesta, excepto por el viento en popa con que navegaron los negocios de Alarcón. En 1968 se convirtió en accionista del Banco Internacional y poco después al de Crédito Mexicano. Se unió en 1971 a la familia Saba para incrementar y expandir varias fábricas petroquímicas e incursionó en la industria textil. Acaso, El Heraldo y Novedades causaron alguna molestia en el gobierno de Luis Echeverría por las páginas dedicadas a la alcurnia mexicana en momentos de efervescencia social.
En 1982, año en que Concepción, la madre de Javier Lozano Alarcón, murió de cáncer, Don Ga fue designado “ejecutivo del año”, aunque, para colocar estas titulaciones en perspectiva, poco antes el jefe de la policía del DF, Arturo Durazo Moreno, uno de los personajes más emblemáticos de la corrupción mexicana fue nombrado “funcionario del año”.
Manuel Buendía dirigió un memorándum a Miguel de la Madrid aparentemente poco antes de ser asesinado. En el texto, recuperado y publicado por la Revista Nexos, el periodista advierte sobre la élite de los empresarios de la comunicación en México, incluido Gabriel Alarcón a quien colocó como ejemplo de impunidad por el asesinato del líder sindical. Sorprende la vigencia de lo escrito por Buendía hace casi 30 años:
“Ellos saben mostrarse cobardes y cortesanos, cuando así les conviene.
“La arrogancia de estos señores feudales ha llegado a extremos de cancelar acciones vitales del Estado mexicano mediante el recurso de negarles espacio en las planas importantes o minutos en la hora ‘estelar’ de la pantalla. (‘No te pienso, luego no existes’, le están diciendo cara a cara al gobierno y al Estado).
“En esta táctica de arrinconar al gobierno y de hacer retroceder históricamente al Estado, nada comparable al caso de Televisa.
“Esta empresa que en el fondo depende de la voluntad de un solo hombre, se ha erigido en el Quinto Poder y quizá aspira a ser llamada en México simplemente El Poder”.
Y, como si hablara del pensamiento del nieto Javier, el escritor Humberto Mussacchio escribió años atrás en su enciclopedia Milenios de México (Hoja Casa Editorial, 1999) algunas líneas sobre El Heraldo de México:
“Se caracteriza por su conservadurismo, la tenaz defensa de una ilimitada libertad de empresa y su rotundo rechazo a los movimientos populares”.
Gabriel Alarcón Chargoy y sus hijos guardaban especial interés en los asuntos de espectáculos y formularon la idea “Rostros del Heraldo” que dio a conocer a Verónica Castro, Lucia Méndez, Tatiana y Ana Bárbara. El ambiente de la farándula, como se verá, ejercería también alguna atracción sobre Javier Lozano Alarcón.
El diario ostentaba la tenencia de las plumas de Luis Spota, Agustín Barrios Gómez, Raúl Velasco y Joaquín López Dóriga; el trazo del caricaturista Calderón, las lentes de Porfirio Cuautle y Casasola.
Habla un viejo reportero de El Heraldo:
“Don Ga tenía mirada de cabrón cuando se lo proponía, pero sabía ser agradable y dicharachero. Tenía la ceja tupida, la cara alargada, los paréntesis a los lados de la boca marcados, el cabello oscuro, la piel blanca y la barba cerrada. Javier Lozano tiene la misma cara. De los malos tratos, me parece que Lozano Alarcón es más como Óscar, uno de los hijos de Don Ga. Óscar tronaba dedos, golpeaba el escritorio, levantaba la voz. Salía de la redacción echando chispas, arrancando el carro patinando las llantas. Cuando nos enviaban a Estados Unidos a una cobertura, invariablemente encargaba cosas peculiares, un chaleco antibalas, por ejemplo”.
El abuelo Alarcón murió en la ciudad de México el 16 de septiembre de 1986. Pasó la estafeta a su otro hijo, Gabriel Alarcón Velázquez, padrino de Emilio Azcárraga Jean. A los pocos años, sus hijos y nietos descendientes de su matrimonio formal se destrozaron en los tribunales por una herencia cada vez más mermada.
El Heraldo fue vendido y convertido en el efímero Diario Monitor, de José Gutiérrez Vivó, el periodista perseguido en lo económico hasta su devastación durante el gobierno de Vicente Fox.
***
Se citaron temprano, antes de la entrada a clases en alguna de las canchas de cemento de la colonia San Miguel, en Puebla. Rondaban los 12 o 13 años y el acuerdo era simple: se besarían por primera vez y correrían al salón del Colegio Alejandría.
Cuando ella llegó, Javier Lozano ya estaba ahí. Paciente, más experimentado, él la atrajo hacia sí y oprimió su boca en la de ella, que no supo más que apretar los labios. Y corrieron al salón.
“Javier me dio mi primer beso”, confiesa la mujer que cuida que su esposo no ronde cerca de la sala en que platica ni de sus recuerdos. “Era el chavo interesante. Venía del Humboldt”.
Esta escuela particular tenía fama de seguir una rigurosa disciplina –a la puntualidad, higiene, orden y tareas demandantes se sumaban las clases de alemán– a la que ya se habían sometido Gerardo y Sergio, los hermanos mayores de Javier quien, según algunos de sus ex compañeros, dejó el Humboldt por problemas de conducta.
Esta escuela recibía niños más acomodados que los del Colegio Alejandría, lo que favoreció la popularidad de Javier, dueño desde entonces de una gran capacidad de desenvolvimiento social a voluntad. “Era un seductor, no tanto de niñas, sino de quien él necesitara”, recuerda otra compañera. “Al poco tiempo se hizo el consentido de los profesores. No era de los mejores alumnos, simplemente se le hacía fácil, pero no hacía mucho más. Desde entonces era muy orgulloso”.
“Quiso mucho a un profesor de civismo, alguna vez Javier dijo que ese maestro fue una motivación para estudiar Derecho”, tercia otro ex compañero.
–¿A qué edad reprobó una materia por primera vez?– se le pregunta a Lozano.
–Quizás en tercero… No, en tercero saqué primer premio. No sé… En la prepa se me complicó terriblemente química orgánica. Me fui a título de suficiencia y estuve a punto de no graduarme por esa materia. Civismo, español, historia me encantaban.
La ex novia apunta: “Se transformaba cuando tocaba el piano. Lo tomaba muy en serio. Realmente estaba dedicado a la música. Decía que él sería concertista”.
Lozano continuó el bachillerato en el Colegio Americano y, al terminar, vivió un año en Austin, Texas, con la idea de aprender inglés y continuar su trayectoria de músico.
Una maestra de piano, Betty Mallarb, lo tomó del brazo y lo llevó por los salones del instituto en que permanecía. Manos y manos iban y venían por las teclas. Escuchó un excelente intérprete y otro y otro. Apareció algún virtuoso.
–Mira, ellos sí serán concertistas– dijo al muchacho, que se resquebrajaba como lodo seco.
“Tocaban 10 veces mejor que yo y algunos eran menores. Fue duro. Lloré. Y a ella la agradezco infinitamente que me haya permitido reconocer la verdad a tiempo”, recuerda Javier en entrevista con SinEmbargo.
LA SEGUNDA OPCIÓN
Eligió derecho en parte por la influencia infundida por el profesor de civismo de la secundaria y porque su hermano Gerardo ya cursaba la carrera. La relación entre los dos hermanos abogados es mejor que con Sergio, el dentista a quien, según las fuentes consultadas se le rechaza porque mantuvo contacto con el padre que los abandonó en la niñez.
Gerardo vivía en un departamento en la Ciudad de México y Javier debió conseguir acomodo en una casa de asistencia a la que, cuando al sitio elegido en la colonia Florida del DF entendió que se trataba de una residencia estudiantil del Opus Dei, corriente católica de élite que mantiene la práctica de la autoflagelación y el uso de artefactos hirientes colocados debajo de la vestimenta para atemperar con dolor cualquier instinto pecaminoso.
A Lozano tocó al menos el silencio forzado durante las comidas, la prohibición de mirar de frente a las mujeres que aparecieran en la casa, el rezo hecho letanía interminable.
“Era muy presionante e impresionante”, dice Lozano. “Viví ahí menos de un año”.
Disciplinado en definitiva, Javier cursó de manera simultánea estudios profesionales de piano en el Conservatorio Nacional de Música entre 1981 y 1985.
La Escuela Libre de Derecho sería definitiva en la carrera de Lozano quizá más por las relaciones ahí construidas que por cualquier otra razón. Uno de los contactos más preciados fue con un joven y entusiasta panista llamado Felipe Calderón.
“Felipe Calderón iba un grado delante del mío. No hubo amistad en ese tiempo. Admiraba su claridad y su capacidad oratoria. Nunca comió uno en la casa del otro”.
–Él ya era panista. ¿Usted ya era priista?
–Yo ni sabía cómo se comía eso. Pude ser notario, litigante. Las circunstancias me llevaron a la función pública.
En mayo de 1987, se recibió con la tesis Aspectos Legales de la Regulación del Crédito Bancario en México, un trabajo sin mayores aspiraciones además del título. Es un trabajo impecable en su pulcritud y redacción con una quincena de referencias bibliográficas y conclusiones que asemejan definiciones generales de libro de texto.
Con el tiempo Lozano volvería a su universidad. Ha sido por más de 12 años consecutivos profesor y actualmente es titular de la cátedra de Introducción al Estudio del Derecho.
De la universidad surgió también uno de sus mejores amigos, Sergio Vela, director de ópera, promotor artístico, diseñador y músico mexicano. Vela presidió el Consejo Nacional para la Cultura y las Artes entre 2006 y 2009, cuando salió por diversas críticas a su eficiencia en el puesto y a gastos suntuarios y excesivos.
Lozano y Vela mantienen interesantes puntos de contacto. Ambos son abogados y músicos, uno más de una cosa que el otro, son egresados de la Escuela Libre de Derecho y al menos conocidos desde entonces de Felipe Calderón.
“Los dos son pedantísimos”, confía alguien que ha coincidido en el círculo.
“Javier quiere presentarse todo el tiempo como un virtuoso del piano y llega a tales extremos de pretensión que en alguna boda con pocos invitados, con una petición de vestuario informal, él llegó de frac”.
***
Lozano casó con Silvana Ponzanelli Vázquez, cuya familia completa adquiere importancia en la vida de Lozano, porque ahí el joven poblano, “proveniente de una familia disfuncional”, dicho por él mismo, se refugió.
La historia de Silvana también posee varias peculiaridades. Es nieta del escultor italiano Adolfo Ponzanelli, contratado por Porfirio Díaz para forrar con mármol de Carrara el Palacio de Bellas Artes, el Ángel de la Independencia y Correo Mayor.
Esa es la luz, pero también está la sombra. En esa estirpe de talladores de piedra figura Octavio Ponzanelli, a quien tocó ornamentar “El Partenón” de Zihuatanejo y la mansión del Ajusco de Alfonso “El Negro” Durazo.
En la línea recta de Silvana los artistas discurrieron en empresarios. Enrique, uno de sus hermanos, tiene participación en Wal-Mart México y otro, Alberto, en Comercial Mexicana.
La esposa del Senador estudió Ciencias de la Comunicación, es seguidora del Dalai Lama y fungió durante el sexenio pasado por órdenes de Margarita Zavala de Calderón como enlace gubernamental con la Cruz Roja. Durante la anterior administración tuvo un cargo remunerado en la Comisión Nacional de Fomento a la Educación entre mayo de 2007 y agosto de 2008 con una percepción neta de 36 mil 8762 pesos mensuales.
El matrimonio Lozano Ponzanelli cuenta con cuatro hijos: Javier, Ana, María y Mauricio. El enlace está en proceso de separación, esto dicho por el propio Lozano quien frecuentemente expresa el orgullo y admiración que profesa a sus muchachos con una intensidad inversamente proporcional al desprecio que se le siente cuando habla de su padre.
El Senador asegura que ahora lee de manera simultánea cuatro libros: La columna de hierro. Cicerón y el esplendor del Imperio Romano, de Taylor Caldwell; una autobiografía de Daniel Barenboim, pianista de primera relevancia mundial durante la segunda mitad del siglo XX; una biografía de Lyndon Baines, el Presidente estadounidense que asumió el cargo después del asesinato de John F. Kennedy, y algo que no precisó del historiador Stephen Zweig.
Es integrante del Consejo Consultivo de la Academia de Música del Palacio de Minería. Posee una lista de música clásica “imprescindible”. Los gustos del político abarcan casi tres siglos de composiciones de 38 autores, entre estos J.S. Bach, Handel, Haydn, Beethoven, Mozart, Schubert y Chopin. Prepara, dice, la puesta en piano de El Otoño de Tchaikovski, un preludio de Sergei Rachmaninov y la Sonata 15 llamada Pastoral de Beethoven. Antes de todo esto corre al menos tres veces por semana entre seis y ocho kilómetros.
“Pienso correr las carreras que pueda de cinco kilómetros tanto en Puebla como en el DF”, presume. Por si fuera poco sigue con entusiasmo cada juego de su equipo, las Chivas de Guadalajara.
–¿Qué hace además de todo esto y tuitear?
–Estoy con mi familia, doy clases en la Escuela Libre de Derecho. Leo mucho. Me gusta ver el futbol. Ir a conciertos, a la ópera.
–¿Y está legislando?
–Mucho, ahí sí estamos a todo lo que da.
–Alguien me dijo que usted tiene serios problemas para dormir.
–¡Cero! ¡No, qué va! Duermo muy bien. Bajé una aplicación del iPhone que se llama Sleep no sé qué madres. Mide cómo duermo… Sleep Cycle. Me dice que tengo tiempo promedio en la cama 6 horas con 28 minutos durante las últimas 37 noches que me he medido y registra la calidad de sueño de cada hora. La verdad es que duermo bien. No tengo problemas, mano.
EL ASCENSO
El primer sueldo percibido por Lozano en la administración pública fue en 1984 como pasante en la Dirección de Disposiciones de Banca Central del Banco de México. Llegó ahí por invitación de su maestro de Contratos, Pedro Ordorica, quien sería presidente de la Comisión Nacional del Sistema de Ahorro para el Retiro durante la administración de Calderón.
Talentoso, Lozano atrajo el interés de la iniciativa privada y a sus 25 años recibió la Gerencia Jurídico del Sector Petroquímica del Grupo Alfa (¿Se recuerda al abuelo Don Ga con intereses en este mismo ramo?). Dos años después volvió al gobierno, esta vez a la Secretaría de Hacienda y Crédito Público titulada por Pedro Aspe Armella. Permaneció ahí durante el resto del gobierno de Carlos Salinas de Gortari, así que conoció desde adentro la gestación del “error de diciembre” que llevaría al país a la bancarrota durante los primeros años del gobierno de Ernesto Zedillo.
En un tramo de la administración zedillista, entre 1994 y 1995, Lozano recibió la asignación de contralor general corporativo de Petróleos Mexicanos. Es decir, era el hombre responsable de cuidar que Pemex no fuera el barril de corrupción sin fondo que tan lo siguió siendo que en ese mismo sexenio que ahí se fraguaron estafas de cientos de millones de dólares, incluida la conocida como Pemexgate de la cual se benefició el candidato presidencial priista Francisco Labastida, a quien Lozano apoyó.
La paraestatal era dirigida por Carlos Ruiz Sacristán, quien migró a la Secretaría de Comunicaciones y Transportes llevando de la mano a Javier Lozano, primero como oficial mayor y luego como subsecretario de Comunicaciones. Finalmente lo promovió como presidente de la Comisión Federal de Telecomunicaciones, tema fundamental en su carrera política y privada. Su habilidad y perspicacia política llevaron a que se le comparara con Joseph Marie Córdova Montoya, el pequeño Maquiavelo atrás de Salinas.
Vale la pena apuntar un par de coincidencias –más allá de las resultantes por el fervor compartido al libre mercado– entre Ruiz Sacristán y Lozano Alarcón. Mientras el maestro fue un devoto estudiante de los Legionarios de Cristo, el alumno residió en la casa del Opus Dei, una y otra congregaciones consideradas ultraderechistas. La segunda es que al conocerse la profusa actividad pederasta de Marcial Maciel, fundador de la Legión, Ruiz Sacristán amenazó ir contra CNI Canal 40 por la difusión de los hechos de abuso infantil. Años después, Lozano haría lo propio desde el gabinete presidencial contra MVS tras la mención hecha por Carmen Aristegui sobre el posible alcoholismo de Felipe Calderón.
Respecto a Ruiz Sacristán, pesarían algunas acusaciones. Como la de ser beneficiario de un contrato público con la empresa estadounidense Sempra Energy. Esta firma posee un contrato sujeto a polémica no sólo ética sino judicial por 16 mil millones de pesos para el abastecimiento de gas natural entre 2008 y 2022. Y en contra de ambos, también de Lozano, de haber favorecido a la empresa Unefon.
Entre los pocos aspectos que Lozano no presume de su vida en su trayectoria es su función en el Fobaproa, el sembradío de fraudes por el que el gobierno compró a los bancos créditos incobrables que se tradujeron en un fuerte incremento en el costo fiscal del rescate para reducir así las pérdidas de bancos, accionistas o grandes deudores que podían pagar sus créditos, pero que fueron transferidos a deuda de todos los mexicanos: 552 mil millones de pesos. El monto equivalió al 40 por ciento del PIB de 1997, a las dos terceras partes del Presupuesto de Egresos para 1998 y el doble de la deuda pública interna. A esto también obedecen los reclamos a Javier Lozano de cabildear a favor del interés privado y no del público.
Antes, Javier Lozano fue también miembro del Comité que se encargó de la privatización de la banca con Carlos Salinas de Gortari. El Comité era presidido por Guillermo Ortiz Martínez, subsecretario de Hacienda; Miguel Mancera, director general del Banco de México; Guillermo Prieto Fortún, presidente de la Comisión Nacional Bancaria; Oscar Espinosa Villarreal, presidente de la Comisión Nacional de Valores; Jacques Rogozinski, coordinador de la Unidad de Desincorporación de Entidades Paraestatales de SHCP; Carlos Ruiz Sacristán, director general de Crédito Publico de la SHCP; Víctor Miguel Fernández, director general de Banca Múltiple de la misma dependencia. Y Javier Lozano Alarcón, secretario técnico.
–La verdad, la verdad, ¿alguna vez se quedó con el cambio de las tortillas? ¿Le ganó alguna propina a un mesero descuidado? ¿Se robó algo, lo que sea?– se le pregunta.
–Pues mira, vamos, pues… conscientemente alguna vez algo en la primaria, como una travesura, pero nada más– responde airoso–. Una cosa marcó toda mi vida. Cuando mi mamá me compró una colección de discos de Beethoven la pagó con tarjeta de crédito y llegando a la casa se dio cuenta que traía el báucher. A mí me pareció buena suerte. Pero ella regresó a la tienda y entregó el pago. Fue una enseñanza fundamental para mí. Me pueden poner de cabeza todos mis enemigos y no me encuentran absolutamente nada. Me pueden criticar muchas cosas, pero nunca que me llevara algo o que condicionara mi trabajo.
Lozano pasó luego a la Secretaría de Gobernación como Subsecretario de Medios, despacho de cierta manera complementario al anterior en la subsecretaria de Comunicaciones por la relación con los medios de comunicación, una oficina igual o equivalente con la que su abuelo Don Ga tratara 30 años atrás.
Tras la derrota de su partido en 2000, Lozano ocupó la representación del gobierno poblano en la Ciudad de México. A la vez puso en marcha una firma legal llamada Javier Lozano y Asociados especializada en consultoría orientada a proyectos vinculados con la tecnología y regulación en materia de telecomunicaciones, manejo y estrategia de medios de comunicación. Uno de sus socios sería su hermano Gerardo, quien se vería involucrado en que la marca Pemex fuera registrada con ese nombre por un particular en Estados Unidos.
EL PRIISTA LOZANO, LOZANO EL PANISTA
“Lo de la militancia en el PRI en realidad fue una consecuencia de trabajar en el gobierno. No recuerdo haberme ido afiliar nunca al partido y esto era un sistema político y cuando eres subsecretario de Estado eres parte de una estructura. Me incorporé al PRI, porque trabajaba para el gobierno”, justifica Javier Lozano.
–Usted fue candidato del PRI una diputación federal en Puebla– se le recuerda.
–Sí, en el 2000, por el Distrito XI de Puebla.
–Que ganó Mantilla.
–Sí, Manuel Mantilla– en realidad es Miguel Ángel.
El PAN arrasó en esa contienda. Hasta hoy el PRI no ha perdido ese distrito de manera tan apabullante como lo hizo con la postulación de Lozano, un político en realidad alejado de las urnas. Su otra campaña fue durante pasado proceso de 2012, esta vez con los colores de Acción Nacional y al Senado, un salto importante si se considera su inexperiencia en cargos de elección popular.
Lozano llegó al Senado, pero no ganó, sino que, como panista, perdió ante el PRI. Alcanzó el escaño por el principio de primera minoría. Uno de sus contrincantes, el ex Secretario de Gobernación Manuel Bartlett, asegura que ni esto: “Podemos demostrar cómo se manipularon los resultados para que Lozano llegara”.
Sin ganar ninguno, Bartlett y Lozano se reencontraron en Reforma. El primero fue incluido en el primer sitio de la lista plurinominal del Partido del Trabajo, al cual coordina.
Y cosas de la política: Mantilla es un uno de los panistas relegados por la toma que del partido hicieron calderonistas y cercanos a Rafael Moreno Valle. A unos y otros pertenece Javier Lozano.
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¿Fue Lozano tan indiferente al PRI como sugiere? Es sólo asunto de revisar los periódicos de hace 12 años, cuando Javier Lozano estuvo en el frente de otra elección presidencial perdida para su partido, aquélla ocasión la primera en que, oficialmente, el Revolucionario Institucional sufrió una derrota.
Dos semanas después del 2 de julio de 2000, fecha en que el PAN obtuvo su estancia en Los Pinos con Vicente Fox, la presidenta nacional del PRI Dulce María Sauri designó un nuevo Comité Ejecutivo Nacional e incluyó a Lozano como vocero. El listado de los demás funcionarios partidistas es un claro retrato de los tiempos priistas vividos por el priista Javier Lozano.
Sergio García Ramírez obtuvo el encargo de secretario general. Su currículum incluía diferentes cargos públicos desde los tiempos de Luis Echeverría. Años después, durante la pasada elección de 2012, ejerció como consejero del Instituto Federal Electoral. Abandonó el Consejo por su relación con Monex, empresa financiera utilizada por el PRI para operar recursos de origen incierto a favor de la campaña triunfadora de Enrique Peña Nieto sin que el Presidente Calderón ni los calderonistas, como lo es Lozano, operaran para aclarar los comicios.
La Secretaría de Operación y Acción Política del PRI derrotado en el 2000 quedó a cargo de César Camacho Quiroz, ex Gobernador del Estado de México y quien resolvió su sucesión a favor de Arturo Montiel, ambos miembros prominentes del grupo Atlacomulco de donde surgió el actual Presidente de la República. Camacho es el actual presidente de su partido.
Jesús Murillo Karam, hoy Procurador General de la República, ex coordinador del PRI en el Senado, ex Gobernador priista de Hidalgo y ex secretario general del PRI, también coincidió con Lozano en aquélla dirigencia.
Igualmente Felipe Solís Acero, en el presente Subsecretario de Enlace Legislativo y Acuerdos Políticos de la Segob a quien toca, entre otros asuntos, negociar la nueva Ley de Telecomunicaciones propuesta al Senado, situación y tema en que Javier Lozano es protagonista.
En una de sus pocas apariciones como coordinador de Comunicación Social priista, Lozano pronunció algunas críticas a la fracasada campaña tricolor.
“No fuimos capaces de contrarrestar el efecto negativo de años atrás, no tuvimos la habilidad de demostrar una nueva actitud, no sólo en el discurso, sino en los hechos concretos y que convenciera al electorado.
“No sólo fallamos en la comunicación a través de los medios, en la mercadotecnia, sino también al abandonar grupos muy necesitados que en otros momentos fueron los que dieron el apoyo al partido y que hoy quizá, por un exceso de confianza, no tuvimos cerca. Se confió demasiado en la lealtad de quienes nos han apoyado incondicionalmente y abandonamos el contacto con esa gente.
“Lo que pasó con 'el nuevo PRI' fue que nos sirvió mucho en la contienda interna, pero luego en la campaña no fue algo que pudiéramos reivindicar o demostrar con hechos, incluso fue contraproducente hablar del nuevo PRI cuando no hubo una renovación al interior del partido para poderlo demostrar ante la sociedad”, decía dos sexenios atrás.
Pronto, Roberto Madrazo, futuro candidato a la presidencia, pasó la aplanadora por encima sin contemplaciones.
Melquiades Morales, Gobernador de Puebla entre 1999 y 2005, rescató a Javier y lo designó su representante en el Distrito Federal.
“La verdad es que como priista poblano no lo recuerdo”, anota Manuel Bartlett. “Lo veía con Melquiades. Le achichincleaba...”
Morales fue señalado insistentemente como uno de los operadores electorales más hábiles del PRI... y de los más burdos. Fue el que llevó al poder, con un fraude escandaloso que incluyó el rellenado de urnas, a uno de los gobernadores poblanos más escandalosos y corruptos de los que se tenga memoria: Mario Marín.
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Javier Lozano abandonó el PRI el 4 marzo de 2005. “Ya había distanciamiento”, lo explica él mismo. “En realidad lo que me mantenía en el partido era Melquiades Morales y él mismo comprendía que los espacios se cerraban para quienes trabajamos con Ernesto Zedillo. Había esta lógica de cerrazón y casi de intolerancia frente a lo que el priismo consideraba culpables de la derrota. Todo lo que oliera a zedillismo no era bien visto después del cochinero de la elección que tuvieron cuando eligieron a Roberto Madrazo”.
–Zedillista porque trabajó con Ruiz Sacristán.
–Exactamente, y con Diódoro Carrasco. Aprendí muchísimo de ellos. Son gente capaz, profesional, seria, honesta, responsable, de una estatura admirable y conmigo fueron maestros, mentores. Estoy muy agradecido con el Presidente Zedillo. Yo lo respeto y aprecio muchísimo por las oportunidades que me dio y por ser un presidente en momentos críticos para el país. Supo mantenerse con una cordura y con una estabilidad emocional, con un profesionalismo que sacó a México de un gran bache en el que había caído. Carlos Ruiz Sacristán sigue siendo uno de mis grandes amigos. Lo quiero mucho. Tenemos una gran relación profesional y familiar. De él aprendí tantas cosas. De Diódoro también: un gran operador político, sensible, sensato, conocedor de la política.
–Usted también trabajó subordinado a Pedro Aspe en el sexenio de Salinas.
–Sí, pero lo más que fui con Pedro Aspe fue director general. Era un hombre también admirable, una capacidad de trabajar, una fuerza, una sensibilidad, una gran agilidad, unos grandes reflejos.
–A usted se le ve rodeado de personajes llamados neoliberales o tecnócratas, pero no se dice que usted que tenga ese perfil.
–Pues no sé. Tal vez de todos estos años… Eso ya pasó un poco de moda que sigamos con esas etiquetas. Yo me siento muy orgulloso de formarme en ese grupo: Banco de México, Secretaría de Hacienda y Crédito Público y Secretaría de Comunicaciones y Transportes y con ese grupo, con ese equipo de visión del Estado en que se privilegian las libertades, la competitividad, la productividad, la competencia económica, el derecho de la propiedad, la certidumbre jurídica. Son para mí valores y principios que deben regir en la colectividad. Y el Estado debe ser un rector fuerte, pero que debe dejar los espacios para que la iniciativa e inversión privada tenga un mayor lugar.
–¿Estuvo todo el tiempo en la iniciativa privada durante el gobierno de Fox?
–Sí, yo nunca trabajé para el gobierno de Fox. Ni un minuto –libera una dosis de orgullo–. Tuve mi consultoría, me fue muy bien y al mismo tiempo representé al gobierno de Puebla en el DF con Melquiades Morales, una gran persona a la que aprecio y quiero mucho y de quien aprendí grandes cosas.
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–¿Quién lo invitó al PAN?– se le pregunta a Lozano.
–Al PAN como tal no, sino al grupo de Felipe Calderón. Yo platiqué con él y le dije que si tenía intenciones de seguir adelante en la búsqueda hacia la presidencia me gustaría participar. Él mismo me preguntó por qué si yo era del PRI y por mi trayectoria. Le dije que era un tema de proyecto, de generación, de coincidencias, aunque uno estuviera de un lado y el otro de otro. Comenzamos a trabajar en este proyecto y por mera congruencia yo no podía seguir en el PRI y trabajar para un aspirante del PAN. Al tiempo que se cerraban las puertas con una absoluta intolerancia en el PRI se abrían con una gran generosidad en el PAN. A mí Margarita Zavala siempre me dijo que yo parecía más panista que priista. En septiembre de 2005 mandé mi renuncia al PRI a Felipe Calderón y cuando me registré como adherente de Acción Nacional le dio un gran gusto a Felipe. Me abrazó en la casa de campaña de la Colonia del Valle. Todavía estábamos en la interna.
–¿Y quién fue el enlace con Felipe Calderón?
–Ninguno. Yo mismo.
–¿Usted llegó y tocó la puerta?
–Sí. Un día fuimos a ver un tema del agua de Puebla con el Gobernador Melquiades Morales y Felipe Calderón era el director de Banobras. Le dije: “Luego te busco para echar una platicada”. Y me dijo que sí. Lo busqué y un día después de trabajar nos vimos. Él pensaba que yo quería platicarle algo de Puebla y cuál sería su sorpresa cuando le dije que más bien era sobre el proyecto político, y que si me invitaba. Quedó sorprendido, pero luego le dio gusto. Él me presentó con el equipo y dijo que todo mundo me tenía que tener la confianza y hacerme sentir como uno de los propios.
–¿Hubo algún momento, por breve que fuera, en que la presidencia de Calderón estuviera en riesgo de interrumpirse ante las circunstancias políticas y sociales?
–Yo no nunca vi esa posibilidad. Hubo momentos muy difíciles, pero nada que nos hubiera hecho pensar que se podía venir abajo. Al principio fue terriblemente difícil porque el grupo de López Obrador estaba en una posición totalmente intransigente.
–¿Vio llorar usted a Calderón cuando murió Juan Camilo Mouriño (Secretario de Gobernación y principal apuesta política del entonces Presidente)?
–No. En esa ocasión no. Lo vi llorar cuando murió Francisco Blake Mora (en 2011, también Secretario de Gobernación en funciones). También quería mucho a Felipe Zamora (Subsecretario de Asuntos Jurídicos y Derechos Humanos de la Segob, fallecido en el mismo accidente aéreo). Le dolió mucho.
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En la habitación de una mansión en las Lomas de Chapultepec, una de esas casonas que sirven de fachada en las telenovelas mexicanas, se apilan 205 millones de dólares. Visto de otra manera: si la suma se convirtiera en monedas de 10 pesos mexicanos, el peso bruto sería cercano a las 2 mil 647 toneladas. Más, sin duda, que el peso total de la lujosa residencia. (Una casa estándar del campo británico pesa, por ejemplo, 100 toneladas).
Y esa riqueza es la que, según el chino Zhenli Ye Gon, debió guardar en su casa del Distrito Federal por supuestas órdenes del Secretario del trabajo en ese año, 2007, Javier Lozano Alarcón.
Además, la policía confiscó 18 millones de pesos mexicanos, 200 mil euros, 113 mil dólares de Hong Kong y 11 centenarios. Joyas aparte.
El gobierno mexicano no se detuvo ahí y fue además por dos fincas con valor de 20 millones de pesos, un laboratorio en construcción sin cuantificar su valor y siete vehículos.
La cueva del tesoro, sostuvo la policía mexicana, tenía por origen los barriles y barriles de precursores químicos introducidos por Zhenli para producir metanfetaminas.
El chino dijo que la plata no era suya, sino que debió recibirlo forzosamente de Lozano. El propósito de la fortuna era, según el chino, un fondo oculto para financiar la campaña presidencial de Calderón.
–Copelas o cuello– le habría dicho Lozano a Ye-Gon, según sus declaraciones cuando fue detenido en Estados Unidos por petición del gobierno mexicano. En su relato, tras pronunciar la frase que se sumaría al tragicómico anecdotario político mexicano, Zhenli se llevó la mano la garganta y la movió en representación de una hoja afilada.
Calderón pareció ni darse cuenta de la acusación hecha contra su cercano colaborador quien, apoyado por su hermano, el abogado Gerardo, fue a Estados Unidos para presentar una denuncia por daño moral contra el empresario chino.
Si se pueden entender estas situaciones por lo que ocurre, pero también por lo que no ocurre se pueden hacer cálculos luego de que Lozano se desistiera del pleito y, luego de seis años, Ye Gon no ha sido sentenciado por una corte estadounidense ni el Departamento de Estado lo ha entregado en extradición.
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Pocos panistas damnificados en el gobierno de Calderón aceptan hablar de los calderonistas. La disciplina de Acción Nacional atiende al mandamiento fundamental de lavar la ropa sucia en casa. ¿Cómo era el juego de Lozano tras las puertas cerradas de Los Pinos? Un panista acepta deslizar una clave: “Se le vio como un arribista y como una expresión del más puro pragmatismo con que Calderón intentó y logró controlar al partido y a la vez al gobierno. Zalamero, Lozano era el hombre dispuesto a golpear y halagar, el que se acercaba y decía al presidente que todo iba bien, el que reía primero y más fuerte con cualquier ocurrencia de Calderón”.
–En Crónica de un Sexenio Fallido (Ernesto Núñez, Grijalbo, 2012) se comenta que usted lanzó un “¡Viva!” a Felipe Calderón al término de su último grito de Independencia y lo calificó como el mejor Presidente que ha tenido México, ¿es cierto, Senador Lozano?
–No fue un “¡Viva!”, fue un aplauso. No fue un aplauso, fue… no es cierto… fue una porra. Organicé una porra en Palacio Nacional.
–¿Al mejor Presidente de México?
–No, no, no. No fue así. Ahora, sí pienso que ha sido el mejor Presidente de México. Esa es otra cosa, pero no fue en ese momento. ¿Fue una porra o qué fue lo que hicimos? Creo que sí fue una porra. (Ríe) Y la organizamos en plenos salones, ya para pasar al grito con Margarita. Fue muy simpático. Y considero que ha sido el Presidente más honesto, más responsable, más valiente, más trabajador que ha tenido México.
–Es una presidencia que puede ser vista como usted la describe, pero existen otras opiniones que observan al gobierno más sangriento en la historia reciente.
–Cuando esta situación se empieza a gestar en México. Quienes estaban al frente de la presidencia y de las áreas de inteligencia y seguridad pública ignoraron el problema, lo despreciaron o convivieron con él. Y al Presidente Calderón porque le vino a rogar –enfatiza– el Gobernador de Michoacán Lázaro Cárdenas Batel. Le dijo que estaba rebasado y que no podía enfrentarlo sólo. Por eso inició.
“Esto era algo que nosotros no sabíamos en campaña que, si se observa, no había ninguna propuesta sobre el crimen organizado, porque no parecía un tema tan grave hasta que en la transición y los encuentros por áreas temáticas y la Defensa Nacional y la Marina y en las reuniones con los gobernadores se pintó un panorama muy delicado”.
–¿Ocultó información Vicente Fox?
–No, no lo creo. Simplemente pienso que la ignoró.
–¿Es usted amigo de Genaro García Luna? Él estuvo en áreas de inteligencia desde la presidencia de Zedillo.
–Es un personaje que yo conozco desde antes del gobierno de Felipe Calderón: desde la época en que yo estuve en la Secretaría de Hacienda como director general de Normatividad y Desarrollo Administrativo. Me tocó la reestructuración de los sueldos, los nuevos puestos y el servicio civil de carrera. Atendí a Jorge Tello Peón y cuando fui subsecretario de Gobernación volví a tener una coincidencia con todos ellos. A mí me tocó participar en la revisión de los perfiles para la ocupación de las secretarías. A Genaro lo conozco desde todos esos años y la verdad es que sí tenemos una muy buena relación. Últimamente no lo he visto.
–Al parecer van por él.
–Si es por lo de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (respecto al caso Cassez), no creo que el asunto alcance para algo muy grave. Me parece absolutamente lamentable y no hablo sólo por él, sino por todo el personal que se dedicó a combatir el delito, a detener delincuentes y tantas cosas, que en vez de reconocerlos se les acuse y que los secuestradores como Florence Cassez estén libres y sean heroínas. Es un mundo al revés con incentivos perversos.
Carmen, se me perdió la cadenita (de radio)
En agosto de 2012, ya en la recta final de la pasada administración, la periodista Carmen Aristegui dio entrada en su espacio radiofónico de MVS al rumor sobre el supuesto alcoholismo de Calderón que lo acompañó durante su administración y aún antes de esta.
La informadora entró al tema luego de que el entonces diputado federal petista Gerardo Fernández Noroña –a su vez señalado por el PAN y el PRI como un golpeador político– acusara en el pleno de la Cámara a Calderón de tener problemas con la vida. Aristegui planteó el tema en términos de que la posible adicción del mandatario bebía entenderse como un tema público y al aire preguntó a la Presidencia si tal era el caso.
En respuesta, el presidente de la empresa de medios, Joaquín Vargas, despidió a Carmen. En esos días, MVS pretendía el uso de la banda de 2.5 GHz del espectro radioeléctrico con lo que podría ampliar su capacidad de servicio hacia el Internet de banda hecha. Un asunto a favor de la competitividad lo que supondría en la fe del libre mercado un apartado indeclinable para políticos como Lozano.
Pero Carmen había ido lejos y desde la Oficina de la Presidencia se designó al secretario del Trabajo para que pusiera a Vargas en su lugar y éste se encargara de hacer lo propio con Aristegui. Lozano y Vargas tenían relación anterior pues, como se mencionó, el funcionario había cumplido tres encargos clave en la relación del gobierno federal con los medios.
El diálogo, que se conocería días después, ocurrió por mensajería telefónica y resulta ineludible recordar el trato impositivo de la presidencia que admitía el abuelo Gabriel y que ahora el nieto Javier exigía aceptar a un medio de comunicación:
Javier Lozano (JL): “Joaquín, ¿escuchaste hoy a Carmen Aristegui sobre lo que dijo respecto a Felipe Calderón? ‘Alcoholismo’”
Joaquín Vargas (JV): “Para mi desagradable sorpresa y encabronamiento, sí. El lunes de disculpará”.
JL: “Qué grave error, eso no ayuda en nada. Te sugiero una rápida y contundente respuesta y salida. El tratamiento del tema con todos los medios, incluida La Jornada, no puede ser esta pinche fobia de Carmen. Tanto que has avanzado esta semana para que todo se revierta; la que me avisó del tema fue Ale Sota (vocera de la Presidencia), hay una gran molestia”.
JV “Veo a Carmen a las 6:30, espero acepte su grave error y acepte disculparse sin regateos, y en caso contrario se acabo la relación”.
JL: “Te va a terminar costando mucho a ti tu relación con ella, yo la corría, sé que no me estás preguntando”.
Y Joaquín la corrió. Casi al mismo un alud de críticas cayó sobre él y, atento a la presión, Lozano Alarcón advirtió:
“Hemos encontrado que tu proyecto de la 2.5 GHz, tiene méritos propios, pero si recontratas a la periodista, a tu proyecto se lo lleva la chingada y te olvidas de este gobierno hasta su último día”.
Vargas optó por hacer públicos los intercambios de mensajes con Lozano.
Tuitero ‘de a de veras’
Dime qué tuiteas y te diré quién eres y vaya que el Senador Lozano tuitea . “Soy tuitero de a de veras”, se ha referido a sí mismo. Para poner números, el jueves 11 de abril, día de sesión en el Senado centrada en la reforma de telecomunicaciones, el político con carácter protagónico en el asunto emitió 56 mensajes vía Twitter.
Su historial en esta plataforma supera las 65 mil frases en que, por mucho, el tema principal es él mismo: “Poblano, abogado y maestro de la ELD. Senador PAN por Puebla. Pianista y aficionado a: lectura, música, ópera, deporte, Chivas y Tintán (sic)”, se describe en el perfil.
Lozano posee una abundante red de 131 mil 138 seguidores quienes pueden enterarse de sus intereses deportivos, políticos, sociales, humorísticos, artísticos y efemérides entre las seis de la mañana y las 12 de la noche.
¿Qué tanto escribe Lozano?
La última semana de marzo pasado muestra la diversidad de intereses del senador. Por ejemplo:
“En 1990 el Parlamento de Estonia declara su independencia de la URSS.
“Acabo de terminar una carrera de 7.01 km con Nike+ Running. #nikeplus
“#AvisosParroquiales: más que Sábado de Gloria hoy es Sábado Santo (pues se trata de un día de silencio y recogimiento. Silencio expectante).
“Ahora escucho ‘Las últimas siete palabras de Cristo en la cruz’ de Haydn, versión para piano solo, cortesía de mi querido @juanizavala (Juan Ignacio Zavala, cuñado del ex presidente Felipe Calderón)
“Hoy he escuchado: Stabat Mater de Rossini; Réquiem de Mozart; La Pasión según San Juan de Bach, y Las Últimas 7 palabras de Cristo de Haydn.
“Oigan: hablando de albercas, aunque les cueste un poco de trabajo salgan al baño y manténganlas limpias. Aquí sí les pido #NoSeanOrdinarios
“Bien, jóvenes. Me voy a hacer deporte y luego a escribir un nuevo artículo para el lunes en @El_Universal_Mx sobre #ReformadeTelecom
“En 1982 fallece Carl Orff, autor de la famosa obra "Carmina Burana". Por cierto, se pronuncia con acento en "Cármina". #NoSeanOrdinarios
“Buena corrida ahorita en Chapultepec. Poco más de 8 kilómetros en 50 minutos y 780 kcal.
“Porque viendo no ven; y oyendo no oyen, ni entienden. Jesucristo”.
“Hoy cumple 77 años el gran escritor y Premio Nobel de Literatura 2010, Mario Vargas Llosa. Lectura indispensable. Felicidades, Maestro.
“Leyendo y escuchando la Tercera Sinfonía de Mahler dirigida por Pierre Boulez. Gran tarde. Saludos cordiales, muchachos”, tuiteó .
“Usted siempre tan distinguido por su excelente gusto y apreciación del buen arte!”, retuiteó el apapacho.
“Después de tocar un poco de piano, el Stabat Mater de Pergolesi y el Réquiem de Schumann (poco conocido) acompañado lectura. Gran noche”, se inspiró.
“La Buena Vida #Preguntale a las Familiar que dejaste sin Trabajo y cuantos sindicatos regalaste a corruptos!! Gran Noche!!???”, le reviraron.
“No sé si ya han comido en el restaurante ‘Danubio’ del centro del D.F. Si no, háganlo. Y pidan la sopa verde de mariscos y los langostinos.
“Intensa mañana deportiva: dos horas de pádel (…) Y ahora comida familiar muy divertida”, relató Lozano su día.
“Charros y para usted son mis impuestos, ósea que le pago por no hacer nada, mmmtalaa!!!”, observó alguno de sus miles de seguidores.
No sean ordinarios
¿Qué tienen en común el Papa Francisco, Rubén Blades, Javier Campos (corredor de autos Nascar), Inés Sainz (la voluptuosa comentarista deportiva de TV Azteca), Plácido Domingo, Jorge Vergara (propietario del club Guadalajara), Genaro García Luna, María Scherer (hija del fundador de Proceso), Emilio Azcárraga, Alejandro Encinas y Fernanda Familiar?
Todos son parte de una reducida y ecléctica lista de personas seguidas por Lozano en Twitter, 346 en total. Por eso vale la pena husmear en la cuenta pública del funcionario público. Llama la atención, por ejemplo, que junto a una música alemana tenga en su agenda de intereses una cuenta registrada @antigatoprdista con la sucinta descripción de “a los que nos caga el PRD”.
Estos son algunos tuits publicados desde esa dirección (la transcripción es textual):
“@fernandeznorona vete a la verga puto gato. Si tienes tantos putos huevos contestame. Naco asqueroso
“@JLozanoA no hay nada mas que felicitar a este hombre! Que los priistas se ardan ya no es su pedo, mexico esta asi por puro pendejo criticon
“@m_ebrard a mi se me hace q este señor es de doble enchufe!”.
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Lozano también se afana en mostrar su sentido del humor en Twitter. Hace algunas semanas creó el hashtag #NoSeanOrdinarios, lo que le ha dado cuerda a sus recurrentes críticos en la red para calificarlo de clasista y ocioso.
¿De qué trata #NoSeanOrdinarios?
“Oigan: si van a un gimnasio limpien los aparatos que utilicen con toallas desinfectantes o gel cuando terminen de usarlos #NoSeanOrdinarios
“¡Qué barbaridad! Ese bailecito del "Harlem shake" es una cosa horrenda. Por favor #NoSeanOrdinarios
“Oigan: se dice "me duele la cabeza" NO "me duele mi cabeza". Ni modo que fuera la del vecino. #NoSeanOrdinarios
“Oigan: no hay cosa más desagradable que saludarse de mano en las regaderas o en el vapor del club. Por favor #NoSeanOrdinarios
Le respondieron:
–Es más decente y menos peligroso que agacharse por el jabón senador.
–En eso tienes razón. Que se quede en el piso– concedió el concertista.
Y “oigan: bajo ninguna circunstancia tomen jugo, refresco o cerveza en bolsita de plástico y popote. #NoSeanOrdinarios
Ese mismo día, 31 de marzo, escribió poco antes:
“De Haydn les recomiendo para un día como éste dos oratorios: ‘La Creación’ y ‘Las Estaciones’; además de sus últimas sonatas para piano”.
“Les comparto el origen del HT #NoSeanOrdinarios. En mi infancia, mi abuela y madre solían llamar la atención diciendo ‘No seas ordinario’.
“Oigan: no hay cosa más desagradable que saludarse de mano en las regaderas o en el vapor del club. Por favor #NoSeanOrdinarios
Y le respondieron:
–Es más decente y menos peligroso que agacharse por el jabón senador.
–En eso tienes razón. Que se quede en el piso– concedió el (casi) concertista de piano.
Controversial
En materia de telecomunicaciones Lozano ha tenido opiniones encontradas. En el 2006 cuando se votó la llamada Ley Televisa, el Senador panista, en ese entonces integrante del Instituto del Derecho de las Telecomunicaciones (IDET), representó una de las primeras voces contrarias a la reforma presentada en la Cámara de Diputados.
“Es una ley retrógrada en la materia, que poco nos va a ayudar”, declaró Lozano el 10 de diciembre de ese año a Oscar Mario Beteta, de Radio Fórmula, recuerda Jenaro Villamil en el texto “El embate de la Telecracia”.
Poco después reculó y la propuesta parecía perder su carácter retrógrado.
De acuerdo con la columnas políticas de ese tiempo, la factura de cobraría meses más tarde con la llegada del Gobierno calderonista, pues a pesar de tener el perfil para ocupar la Secretaría de Comunicaciones y Transportes (SCT), hubo presión de Emilio Azcárraga y/o de Carlos Slim para evitar que llegará al puesto y Lozano fue nombrado titular de la Secretaría del Trabajo.
En la reforma que se discute actualmente en el Senado, el panista no estuvo de acuerdo de que ésta naciera del Pacto por México y para dejarlo claro, días antes de que ésta fuera entregada a la Cámara alta, Lozano presentó su propia iniciativa en la que proponía fortalecer a la Comisión Federal de Telecomunicaciones.
Debido a ello y los enfrentamientos al interior de su partido entre los cercanos al presidente Nacional del PAN Gustavo Madero y al ex Presidente Calderón, al que pertenece, Lozano se opuso a la creación de un órgano autónomo construccional que regule al sector.
La oposición de Lozano y sus declaraciones hizo generó que Madero declarara que quien se oponía la reforma le había el “caldo gordo” a los poderes fácticos, a los que el senador reviró señalando que quien se comportaban como verdaderos poderes fácticos, eran los que seis en legisladores les querían “tirar línea” por la reforma.
Sin embargo, hace unos días el ex presidente de la Cofetel, cambió de parecer y dijo que apoyaría su creación del Ifetel.
“Yo mismo desde ahora digo: ni siquiera el presidente de Cofetel defiende a la Cofetel, el Secretario de Comunicaciones no defiende a la Cofetel, el Presidente de la República no lo hace, pues tampoco voy a ser tan necio.
“No quieren ellos defender su propia institución, vamos por el modelo del Instituto Federal de Telecomunicaciones (Ifetel)”, expresó el martes 9 de abril.
Unas de la observaciones de Lozano hace la minuta, coincide con la de los empresarios, quienes están en descuerdo en que no se contemple la suspensión ante la resoluciones del Ifetel o de la Comisión Federal de Competencia.
“Es una regresión democrática el hecho de que se cancelen libertades y derechos fundamentales como el que no se tenga la suspensión en el juicio de amparo frente a cualquier decisión, acción, omisión o disposición de la Comisión Federal de Competencia o del nuevo Instituto de Telecomunicaciones. Es una barbaridad”, señaló Lozano el 4 de abril en el Senado.
–¿No considera usted que Televisa y TV Azteca dañan a México?– se continúa la conversación con Lozano.
–No. Creo que son posiciones exageradas, extremas. Pienso que la libertad que tienen los mexicanos está al alcance del control de su televisión. Tan fácil como eso: le apagas, le cambias de canal. Siempre he pensado que es mejor apagar la televisión y prender un libro.
Electricistas, mineros y conexos
El decreto de extinción de la Compañía Luz y Fuerza del Centro que se concretó con la toma de instalaciones en octubre de 2009. Resultó en que 44 mil trabajadores perdieran su fuente de empleo.
Un líder electricista, Miguel Márquez, relata el estilo de negociar de Lozano:
“Antes del conflicto era un hombre simpático, cercano. Vestía casual, entraba al juego de los albures. Astuto. Cuando la situación comenzó a descomponerse, tuvimos una reunión con él en que Martín Esparza señaló una fotografía oficial de Felipe Calderón.
“–Tu presidente se ve muy chiquito en una silla tan grandota– le dijo en referencia al cuadro que estaba a espaldas del funcionario.
“¡Te exijo respeto para el presidente!– gritó Lozano. Golpeó la mesa y en adelante sólo nos trató señalándonos con el dedo y elevando la voz. Se encabronó mucho”.
Sin aceptar la liquidación que el Gobierno federal les ofreció, la mayor parte de los trabajadores de los sindicalizados salieron a las calles en marchas, mítines, plantones, huelgas de hambre y miembros encarcelados ha sido el saldo de la extinción de la compañía que más quejas en el servicio presentaba.
Por todo esto el líder de los electricistas, Martín Esparza, ha calificado a Lozano “como el peor Secretario del Trabajo en la historia de México”.
El líder sindical se lo pudo decir de frente el año pasado durante un foro realizado en el Senado de la República, en el marco de la reforma laboral.
Ahí, frente a otros líderes sindicales de izquierda, Esparza se negó a saludar a Lozano, quien siendo el secretario de la Comisión de Trabajo y Previsión Social, caminó hasta el lugar del líder sindical a saludarlo sin éxito.
“Los trabajadores le mandan un saludo y me piden que lo haga extensivo al Ejecutivo Federal”, le dijo Esparza en alusión a las metadas e madre con que los trabajadores suelen acompañar los nombres de Lozano y Felipe Calderón en cada uno de sus mítines.
–¿Tiene muchos enemigos, señor Lozano?
–Sí, muchos.
–¿Cuál es el primero que le viene a la mente?
–Hay gente que se quedó muy enojada y está muy enojada por mi manera de decir y actuar, pero ni modo. Esto no es un concurso de popularidad. Prefiero no decir nombres.
–¿Dónde hay más: entre los seguidores de López Obrador o de Manuel Espino?
–No lo sé. No he hecho cuentas, pero en varios lugares no soy precisamente su favorito, cosa que lamento por un lado porque hay que estar alerta y por el otro, pues ni modo, así soy. También me odia la dirigencia de los electricistas y de los mineros y lo lamento, pero no por ahorrarme ese enojo dejaría de hacer lo que debía hacer.
Miguel Márquez, el líder electricista, protagonizó varias protestas que lo llevaron a prisión. Fue acusado por ataques a las vías de comunicación, resistencia de particulares a la autoridad, privación ilegal de la libertad, daños en propiedad ajena… Estuvo preso en el penal de Puebla por más de dos años.
–¿De quién se acordaba usted más?– se le pregunta a Márquez en entrevista.
–De Lozano. A él le mentaba su madre en mi mente cada día que estuve en la cárcel. Fue el más cabrón en toda esta situación. Por eso fue que organizamos la colecta de huevos podridos de guajolota. Lástima que no le pegáramos ni un huevazo– sonríe como si la sola fantasía de clara y yema escurriendo por el rostro del ex Secretario del Trabajo fuera suficiente para la felicidad.
Angelópolis
El ambiente político dominante en Puebla es un videoclip de música pop de fines de los ochenta.
En aquellos años, el elenco juvenil de Televisa y algunos agregados con cabida por la fortuna de sus familias iba y venía del set de grabaciones a la discoteca Baby’O, en Acapulco, y la Magic, en el Estado de México.
Refulgía Paulina Rubio, ex cantante de Timbiriche recién lanzada exitosamente como solista con dos canciones, “Amor de Mujer” y “Ese hombre es mío”, ambos convertidos en videos en que La Chica Dorada tuvo como galán a un modelo poblano de ascendencia libanesa llamado José Cabalan Macari, primo de Jorge Kahwagi Macari con quien fuera de los videos musicales Rubio llevaba un noviazgo.
El grupo quedaba completo con el ahora conductor Jorge El Burro van Rankin y el hoy empresario y aspirante a político Roberto Palazuelos. Aunque con menor protagonismo que cantantes y modelos figuraba, desde entonces con el cabello relamido hacia atrás, el nieto del general y ex gobernador de Puebla Rafael Moreno Valle Rosas. Se agregaría Antonio Gali, quien modelara algunos catálogos para Sears.
Rafael Moreno Valle, claramente más talentoso en lo intelectual que sus amigos, debió madurar y continuó sus estudios en Estados Unidos, donde obtuvo las licenciaturas de Derecho y ciencias políticas y un posgrado en administración de empresas por la Universidad de Harvard.
Apenas regresó a México, el Gobernador Melquiades Morales buscó a Rafael. Fuera por pagar el favor de su vida que le hiciera su mentor, el abuelo Moreno Valle, o porque apreció efectivas cualidades políticas en el muchachos, se hizo él mentor del nieto Moreno Valle y lo afilió al PRI.
Así pues, se tienen algunas coincidencias relevantes entre Moreno Valle y Javier Lozano: son descendientes de personajes de la primera línea política y económica en Puebla y el país a mediados del siglo pasado. Ambos incursionaron en el PRI en su juventud y fueron protegidos del astuto operador político Melquíades Morales. Los dos recuperaron su trayectoria política por dar la espalda al PRI y la mano al PAN.
Y hoy son parte de un mismo proyecto político.
Moreno Valle, nieto, llegó a Casa Puebla de la mano de Elba Esther Gordillo, quien antes lo hiciera senador por Acción Nacional en un acuerdo resuelto entre la propia Maestra y Felipe Calderón. Elba Esther poseía tales derechos, entre otras cosas, porque sus oficios antes habían facilitado el camino de Felipe a Los Pinos. Con el tiempo, Moreno Valle se hizo del control local del PAN y, con más claridad, del Partido Nueva Alianza, el partido de Elba Esther al menos hasta el momento previo de su detención y encarcelamiento semanas atrás.
El primer líder del Panal en tiempos de Moreno Valle fuera José Cabalan Macari, el primo de Jorge Kahwagi Macari –ex líder nacional de Nueva Alianza, boxeador de cartel, concursante de Big Brother–. Cabalan es actualmente secretario de Administración estatal. Explicó al Diario Cambio cómo un día amaneció dentro de la política:
“Nunca busqué, ni quise ser político. Tomás Ruiz –otro ex presidente de Nueva Alianza y cercanísimo de Elba Esther– me convenció de que si quería algo diferente de México, de Puebla, la única manera en que podía realizarlo era entrándole a la política; donde se pueden tomar decisiones que impacten a miles. Fue así que me llamó la atención, me convencí, y así llegué a Nueva Alianza.
“Tras el video con Paulina Rubio hubo dos o tres ofrecimientos de trabajo en el espectáculo y era muy tentador en esa época, porque pagaban diez veces más que en un trabajo común y corriente, y lo hacías en tres días, pero nunca me pasó por la cabeza seguir una carrera por ese camino; yo sabía muy bien lo que quería”.
El presidente estatal en funciones de Nueva Alianza en Puebla es Gerardo Islas, socio de negocios de Alejandro Basteri, hermano de la estrella ochentera Luis Miguel. Islas es además novio de Sherlyn, una cantante y actriz de públicos adolescentes contemporáneos. Fue coordinador general de Relaciones Públicas en la campaña de Moreno Valle, aunque operó como coordinador de Redes en la campaña del priista Eruviel Ávila, en donde PRI, PVEM y Nueva Alianza fueron juntos.
Antonio Gali, aquel de los catálogos de Sears, es candidato al gobierno de la capital del estado por la coalición Puebla Unida, conformada hasta ahora por PAN, PRD, Compromiso por Puebla y Nueva Alianza. Gali se hace llamar Tony y tiene un hermano, Eduardo –Edy–, también con alguna relación empresarial y política con el grupo gobernante en Puebla. Tony y Edy grabaron un disco titulado “No soy el aire”.
En plena campaña, Moreno Valle no pierde oportunidad de aparecer por todos lados con Tony. Ahora mismo, la ciudad de Puebla está forrada de espectaculares en que Rafael y Tony se muestran sonrientes en la portada de la revista local Líder. Parecido ocurre con otras publicaciones de corte social o empresarial.
Y, en plena campaña, Javier Lozano no pierde oportunidad de aparecer al lado de Moreno Valle, de tuitear lo muy acertadas que le parecen sus decisiones de gobierno. Es difícil que Rafael corte un listón, entregue recursos de programas sociales o recorra el estado en fin de semana sin que esté presente un siempre sonriente Javier, excepto en la giras por la Sierra Norte de Puebla, donde dicen que todavía le tienen listos los huevos de guajolota.
La operación electoral panista en Puebla, refugio de varios calderonistas, es llevada directamente por Maximiliano Cortázar, ex vocero de Felipe Calderón y ex percusionista de Timbiriche en los mismos tiempos en que Paulina Rubio, Cabalan Macari y demás vivían dentro y fuera de la televisión como si no existiera barrera entre esos mundos. También maniobra Juan Molinar Horcasitas, otro ex Secretario de Comunicaciones y director del IMSS en los días del incendio de la Guardería ABC de Sonora donde murió medio centenar de niños.
En el ambiente político local se calcula que el plan de Panal y el PAN es sostener la alianza después de las próximas elecciones locales intermedias.
Si Gali gana la alcaldía tendría una inmejorable posición de ir hacia la gubernatura, pues, por modificaciones de las leyes estatales efectuadas para coincidir los demás procesos electivos, el próximo alcalde ejercerá una presidencia municipal de casi cinco años.
Lozano ya posee la gran ventana que le da el senado y su participación en cuatro comisiones. El cálculo es que cualquiera de los dos pretenderá la gubernatura de Puebla con el respaldo de Moreno Valle quien –se insiste en su estado– pretende la presidencia de la República aún después de la parcial orfandad política en que queda por el encarcelamiento de Elba Esther Gordillo.
Por todo lo anterior son los millones y millones de pesos ejercidos en obras que los críticos del gobierno no consideran prioritarias, como una gigantesca rueda de la fortuna y un teleférico presupuestados por más de 400 millones de pesos, gasto público superior por casi 50 millones de pesos al contemplado para el pauperizado campo poblano a través de la Secretaría de Desarrollo Rural durante 2013.
Puebla, no sobra decirlo, es un lugar complejo: más de la mitad de la población infantil y adolescente es pobre. En el estado siete de cada 10 personas en esos grupos de edad, alrededor de 1.5 millones de menores, carece de capacidad económica para llevar la vida con lo mínimo indispensable, según un reciente estudio del Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social y el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia.
“Es un grupo que difícilmente conoce el estado”, apunta un periodista local. “Su conocimiento de Puebla termina en los límites del centro comercial Angelópolis y el fraccionamiento residencial de súper lujo La Vista”.
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–¿Usted amistó con Elba Esther?– se le pregunta a Lozano.
–No. No. Amigos, como tal, no somos. Tratamos poco, porque el sindicato de maestros es de un apartado que se rige por otras autoridades. En vez de contrato colectivo de trabajo tienen condiciones generales que no están registradas ante la Junto Federal ni la Secretaría del Trabajo.
–Pero también hubo una relación política con los calderonistas desde la campaña.
–Insisto: no era yo el contacto o enlace para sostener alguna relación formal con ella. Las pocas veces que tuve contacto con ella fue en eventos en que coincidíamos y nos saludábamos con respecto, pero no había trato institucional ni una relación personal estrecha.
–Se insiste en que Rafael Moreno Valle, con quien usted tiene cercanía, habría llegado con el respaldo de “La Maestra”.
–Él ha reconocido en todos los foros que es amigo de ella y que siempre hubo una buena relación y apoyo en la medida que esos apoyos se podían expresar públicamente. Cualquier evento que organizaba el gobernador aún este año al que venía, yo me encontraba con Elba Esther. Efectivamente hay una relación de amistad y colaboración. Yo no puedo saber cuánto y de qué tipo haya sido el apoyo.
–¿Será usted Gobernador de Puebla?
–No lo sé. Por supuesto que me gustaría ser Gobernador de mi estado. Pero siempre he pensado que se llega a esas posiciones no abandonando la que se tiene, sino como consecuencia del buen desempeño del escalón previo. Cuando era yo aspirante a ser candidato a la Presidencia nunca dejé de trabajar como Secretario del Trabajo dedicando mi lealtad y responsabilidad al Presidente. Yo sabía que me desgastaba en muchos temas y con mucha gente y era parte del compromiso. No podía, por cuidar el capital personal y político, dejar mis responsabilidades.
–¿Usted será recordado en la historia de México?
–Pues, es muy difícil… Depende qué tipo de historia. Uno piensa en los presidentes de la República y sus gobiernos y difícilmente se repara después en los secretarios y sus acciones. Dentro de ese almanaque, en el detalle, seguramente apareceré en algunos textos, en algunas memorias, en algunas referencias en los temas en que tuve oportunidad de participar.
–¿Usted será Presidente de México?
–Realmente sería mi sueño máximo como político, pero tampoco es una obsesión. No me enferma, no es algo que yo haría a cambio de cualquier cosa. Simplemente pienso que sería una consecuencia natural de un trabajo de mucha disciplina, esfuerzo, honestidad y resultados. Pero eso está completamente condicionado a las circunstancias y esto es algo que no puedo controlar yo.