El marxista belga Ernest Mandel planteó dos condiciones necesarias para detonar una fase de desarrollo. La primera de ellas se refiere al aspecto técnico: una revolución tecnológica que impacte significativamente la productividad del trabajo. La segunda es la derrota de la clase trabajadora. La revolución tecnológica apareció en las últimas tres décadas del siglo pasado, en la informática y las telecomunicaciones, transformando el proceso de producción –conocida como la internacionalización de la producción– y la organización del trabajo –la demanda de fuerza de trabajo flexible–. Como consecuencia, la mercancía-objeto adquiere un carácter global e hiper diferenciado, al igual que la mercancía-fuerza de trabajo (outsourcing, empleado multi-task), este cambio de paradigma como proceso histórico provoca una crisis, como expresión del reacomodo de las fuerzas contradictorias que explican el sistema económico.
Para Ernest Mandel, el escenario ideal del capitalismo posterior a la crisis es crecimiento con desempleo o crecimiento con bajos salarios reales, de esta manera se maximizan las rentas y reanuda el proceso de acumulación. “La crisis puede ser superada solamente si hay simultáneamente una alza de la tasa de ganancia y una expansión del mercado ”. Dicha expansión del mercado puede ser atribuida al consumo de la clase capitalista y el gasto al interior de la empresa y entre empresas, pese a la depresión del salario y el desempleo de la clase trabajadora. En Estados Unidos, 5% de las personas con ingresos más altos representan la tercera parte del gasto, al mismo tiempo que el gasto en consumo se desploma superando la caída de las crisis de 1973-1975, 1980-1982, 1990-1992, 2001-2003. La tasa de desempleo fue de 9.1% a septiembre de 2011, una de las más altas en el periodo de 1948 a 2010, en el que el promedio fue de alrededor de 5% con un máximo histórico de 10.8 en noviembre de 1982 y un mínimo de 2.53 en 1953 . En los países de Europa más afectados por la crisis, los llamados PIIGS, la tasa de desempleo alcanza 12.2% en Portugal, 15.9% en Grecia, 14.8% en Irlanda, 20.4% en España y 6.6% en Italia.
En América Latina, la situación parece ser más halagüeña. El último reporte de la CEPAL y la OIT afirman que “el año 2010 fue testigo de una recuperación económica inesperadamente vigorosa de América Latina y el Caribe […] A nivel regional, la evolución del empleo y del desempleo reflejó este repunte, retomando las tendencias positivas registradas previamente a la crisis. Al mismo tiempo, los salarios formales experimentaron moderados incrementos”. La tasa de desempleo promedio de la región en 2010 fue de 7.3%, menor al 8.1% presentado en 2009. Los países mejor posicionados con respecto a dicho promedio son Cuba (1.6%) y México (5.4%); los que se encuentran cercanos al promedio, ligeramente por encima o por debajo respectivamente son: Costa Rica, Argentina, Ecuador, Perú, Paraguay y, Bolivia, Brasil, Honduras, Panamá y Uruguay. Finalmente, los países con las mayores tasas de desempleo son Chile (8.2%), Venezuela (8.6%), Barbados (10.8%), Colombia (11.8%), Jamaica (12.4%) y Republica Dominicana (14.3%).
Cunde malestar social
En estas condiciones, crisis de deuda pública y desempleo, el malestar social se expresa en huelgas y manifestaciones populares lideradas por los indignados europeos y recientemente los indignados estadounidenses que promueven el movimiento “Ocupemos Wall Street”, presente en ciudades como Nueva York, Washington, Chicago y San Francisco. Apenas el 15 de octubre pasado, México y toda Latinoamérica se unieron al movimiento. En el Distrito Federal se mantiene un plantón frente al edificio de la Bolsa Mexicana de Valores, que pretende permanecer ahí por tiempo indefinido.
Más allá de las demandas particulares, lo que estos grupos reclaman son empleos, vida digna y acceso a prestaciones sociales de salud y educación, en el marco de la desregulación del sistema financiero global.
En América Latina la indignación prendió con las demandas estudiantiles en Chile, Republica Dominicana y Ecuador.
¿Cuáles son las posibilidades de éxito de dichas manifestaciones en un contexto de crisis de deuda pública y estancamiento económico?
En España, Francia, Italia, Portugal, Irlanda y Grecia se han limitado las prestaciones laborales y sociales, aprobándose los planes de austeridad, en busca de estabilidad macroeconómica que devuelva tranquilidad a los mercados y establezca un freno claro a la participación del Estado. Después de la tremenda crisis de deuda pública, el resultado era previsible. En Francia y Alemania el porcentaje de deuda como porcentaje del producto (deuda/PIB) es de 81.7 y 83.2, respectivamente; para los PIIGS, los porcentajes son: Portugal, 93%; Italia, 119%; Irlanda, 96.2%; Grecia, 142.8%, y España, 60.1%, en septiembre de 2011.
La situación actual obliga a los gobiernos a retirarse de la economía, recortar el gasto social y emprender programas de austeridad para reducir el déficit público.
El avance de la derecha
Frente a las manifestaciones populares, en las últimas dos décadas los partidos de derecha en Europa parecen ganar terreno, no sólo a partir de los liderazgos de sus países, sino a través de las correlaciones de fuerza en los parlamentos. En este periodo, todos los países de la Unión Europea –con excepción de Grecia y España– han sido gobernados por alianzas o coaliciones que incluyen a partidos de derecha, mismos que han ido ganando terreno, como se demostró en las elecciones de la primavera de 2011. De los 21 países integrantes de la Unión Europea, al 10 de octubre de 2011, sólo cinco de ellos no tienen influencia política de derecha en sus gobiernos (España, Austria Eslovenia, Grecia y Chipre) aunque sí en el parlamento.
Las causas que impulsan el conservadurismo en Europa parecen identificarse en el contexto de la crisis de deuda pública con la incapacidad de los gobiernos demócratas para dirigir la economía y generar empleos, las visiones nacionalistas se fortalecen favoreciendo posiciones antimigratorias, tal y como se advierte en los eslogans de campaña del Frente Nacional, “Francia para los franceses”, o el Partido de la Libertad, “Más Holanda, menos Europa”. En lo que respecta al rumbo de la región, la línea parece ser la expuesta por Sarkozy y Merkel: crear “un verdadero Gobierno económico europeo” que “devuelva la confianza a los mercados” y que suponga “una nueva fase de colaboración en la eurozona”. “El euro sigue siendo nuestro futuro, es el fundamento de nuestra prosperidad”, afirman.
En esta línea, las expectativas no son las mejores. España alcanzará un crecimiento de alrededor de 1% entre 2011 y 2012, al tiempo que avanza en términos de competitividad pero disminuye en términos de estabilidad; por su parte, Italia no logrará alcanzar un crecimiento superior a 1%; para el caso de Francia, sus expectativas de crecimiento son de 0.1% para el tercer trimestre de este año. Lo que se espera, en general, es que se continúe con el rescate de los países más débiles, los así llamados PIIGS. El rescate impondrá una política de austeridad que lleve a toda la zona euro a la recuperación basados en la estabilidad macroeconómica y el Estado mínimo, consiguiendo así la reactivación de las inversiones –ante la reducción de los costos en materia de salarios, prestaciones sociales e impuestos– y el crecimiento del sector privado. ¿Suena familiar?
La crisis de deuda pública fue experimentada en América Latina en los ochenta, se implementaron una serie de reformas económicas ligadas al llamado Consenso de Washington, se redujo notablemente la participación del Estado en materia de gasto público y privatización de las empresas en poder de éste, en un marco de desregulación y apertura económica. Los resultados no fueron homogéneos en la región.
Aquí nos referimos específicamente al caso chileno, como el país ejemplo de las políticas de ajuste estructural y desregulación neoliberal. Esta nación es la economía más competitiva de América Latina, ostenta tasas de crecimiento del producto de alrededor de 6% y ocupa el segundo lugar en 2010 dentro del Índice de Desarrollo Humano del PNUD para la región. El Índice de Desarrollo Humano en Chile desde los ochenta ha estado por encima del promedio para América Latina e incluso del promedio Mundial .
Considerando lo anterior, el malestar de estudiantes y trabajadores chilenos es contrastante a primera vista. Aunque en Chile se crece sostenidamente, la distribución del ingreso es muy asimétrica y está altamente concentrada en el último décil (el más rico), que capta más de 45% de todo el ingreso […] Este análisis muestra que la desigualdad es sensible al nivel de educación de la población. La educación terciaria tiene una claro premio de ingresos (remuneración más alta), comparado con otras categorías educacionales. Es, sin duda, el mecanismo de movilidad social ascendente por excelencia. En este contexto, y reforzando el argumento anterior, Chile destinó en 2007 un porcentaje del PIB a la educación del orden de 3.4%, situándose a la par de países como Venezuela (3.7%), El Salvador (3.6% en 2008) y Panamá (3.8% en 2008). Estos porcentajes se encontraban por encima de países como Perú (2.7% en 2008), República Dominicana (2.2%) y Guatemala (3.2%), y por debajo de México (4.8% en 2008), Brasil (5.2%) y Costa Rica (5.0% en 2008), muy lejos aún del 13.6% que destinó Cuba en 2007.
El malestar de trabajadores y estudiantes chilenos es ahora más claro. En Chile se crece pero no se distribuye; no obstante el enojo social que parece ser generalizado a toda la región, y está en consonancia con el fenómeno europeo, América Latina va hacia la derecha.
A principios del siglo XXI, América Latina proclamó con júbilo el triunfo de la izquierda. Sin embargo, en las elecciones presidenciales realizadas entre 2009 y 2011 los resultados arrojaron lo siguiente: de los 11 países que eligieron presidente, cinco optaron por gobiernos conservadores –Chile, Colombia, Costa Rica, Honduras y Panamá (y posiblemente se sume a esta lista Guatemala)– dos más –Brasil y Uruguay– se decantaron por gobiernos de izquierda que impulsan modelos económicos con intervención estatal moderada. Por otro lado se tiene un bloque conformado por Cuba, Venezuela, Bolivia y Ecuador, que siguen modelos populistas-distribucionistas, mientras que los países pequeños como el Salvador siguen en busca de su definición.
El impacto en EU
El ascenso de la derecha en Europa y América Latina amenaza también a Estados Unidos. Después de ocho años de la era de George W. Bush, Barack Obama es aplastado en las encuestas frente al republicano y ex gobernador de Massachusetts Mitt Romney –73% de los estadounidenses considera que el país no se dirige adecuadamente, sólo 40% de los votantes elegiría a Barack Obama frente a 44% que favorecería al Partido Republicano en las próximas elecciones–. Obama no tiene la reelección asegurada, sobre todo frente al ex gobernador de Massachusetts, ante el cual perdería por dos puntos según las encuestas al 30 de septiembre de este año.
El crecimiento del producto estadounidense en el segundo trimestre del presente año fue de 1.6%, inferior al 2.2% del trimestre anterior; la tasa de desempleo, como mencionamos anteriormente, es de 9.1% y se mantienen así desde el último trimestre del 2010. La crisis de deuda pública, que significa un porcentaje de deuda con respecto al PIB del 93.20% a septiembre de 2010, es muy significativa si consideramos que el promedio de deuda/PIB para Estados Unidos en el periodo de 1940 a 2010 fue de 59.40 por ciento.
¿Por qué se ocupa Wall Street?
Tanto los medios de comunicación como la información de las redes sociales arrojan un sinnúmero de demandas particulares, que van desde la de empleo hasta un mundo verde y solidario. Sin embargo, el clamor que la mayoría de los manifestantes comparten es la crítica a la desregulación financiera, a la que observan como causante de la crisis a partir del rescate bancario que produce una deuda pública que inhabilita al Estado en materia de gasto. No puede predecirse claramente si los manifestantes beneficiarán o no al actual Presidente, manteniendo al Partido Demócrata en el poder, o bien si a pesar del canto popular, la derecha republicana recuperará el liderazgo. En cualquier caso y en atención al nivel de deuda, políticas de austeridad y recorte del gasto social serán impuestas.
El agotamiento del Estado de Bienestar fue inminente tanto en Estados Unidos como en América Latina en las décadas de los setenta y ochenta del siglo pasado; el aparato distribucionista a partir del gasto se agotó ahogando a la economía en una enorme deuda pública, que hizo imposible la continuidad ascendente del binomio producción y consumo en masa. Las reformas consistentes con el nuevo modelo, abierto y desregulado, fueron aplicadas con mayor o menor rigor dadas las coyunturas políticas. En Europa, países como España y Francia se negaron por mucho tiempo a renunciar a las conquistas laborales de posguerra, alargando así un modelo económico agotado desde la perspectiva de los dueños del capital, restringiendo el lucro.
El boom financiero previo a la crisis de 2007 fue utilizado en gastos que no estuvieron asociados al fortalecimiento del mercado interno y estrategias de crecimiento basadas en la incorporación de las nuevas realidades materiales (internacionalización de la producción basada en los métodos informáticos y organización flexible del trabajo) y políticas (Estados mínimos que permitan la acumulación por un lado y hagan más eficiente la distribución de los recursos incrementado las capacidades de la fuerza de trabajo) sin duda alguna, incremento en el grado de explotación del trabajo y la maximización del beneficio, atendiendo al cambio de paradigma económico y tecnológico. La crisis inmobiliaria reflejó el fin del crecimiento económico basado en la deuda privada y en el alto consumo, el rescate bancario redunda en la deuda pública.
La realidad de la crisis llegó con todo y resaca. El que se endeudó ahora tiene que pagar, la estabilidad en Europa y Estados Unidos es fundamental para reiniciar la senda de crecimiento. Los indignados no recibirán lo que quieren, al menos no con las decisiones que se están tomando en la política económica europea y el rumbo político que parece regresar el poder a los republicanos en Estados Unidos.
En Chile, el saldo de las peticiones estudiantiles está por verse, dada la favorable circunstancia económica de ese país, la negociación podría inclinarse a la distribución.
Una situación económica pujante estimula la organización y fortalece la solidaridad, por el contrario, en tiempos de crisis, la individualidad se exacerba y el hambre y la desesperación son siempre resistencias sorteables.
Finalmente retomamos la tesis con la que hemos iniciado: la derrota de la clase trabajadora –menores costos en pro de mayores ganancias como condición inicial de una fase de expansión– está aquí. Las posibilidades de los indignados alrededor del mundo parecen desvanecerse ante los recortes sociales y los planes de austeridad en Europa, asumidos por gobiernos de derecha –la mayoría– y de izquierda. En Estados Unidos, el Partido Republicano se fortalece y el plan de empleo de Obama no pasa. En cuanto a América Latina, parece ir hacia la derecha como lo muestran los datos que aquí hemos expuesto.
La tesis de Mandel en ese sentido se cumple, pero antes de terminar debemos hacer una aclaración: la derrota no es eterna, la reactivación productiva incrementa eventualmente la demanda de trabajo, aunque en condiciones diferentes que en la etapa previa a la crisis. Las condiciones de los trabajadores dependerán de las relaciones de fuerza de éstos versus sus empleadores y la orientación política del Estado. El avance de la derecha no es un buen presagio…