Ciudad de México, 1 de feb (SinEmbargo/EFE).– El diario británico Financial Times publica este día una editorial donde afirma que el accidente de ayer en la Torre de Pemex, que dejó de manera preliminar 32 muertos y 101 heridos, puede acelerar la Reforma Energética que está impulsado el Presidente de la República, Enrique Peña Nieto.
Algo similar dice un extenso análisis realizado por la agencia española EFE.
En un texto de John Paul Rathbone, señala que en la tragedia de ayer, como la que recientemente pasó en una discoteca de Brasil –en muchas también muchas personas murieron–, son consecuencias humanas terribles; sin embargo, agrega, estos accidentes también traen consecuencias políticas, y en ambos países sus mandatarios desean eso.
El texto del Financial Times señala:
“El señor Peña Nieto, quien quiere reformar Pemex y abrirla a una mayor participación del sector privado, ahora puede estar en una posición similar [a Rousseff]. Pemex, la compañía petrolera, ha sido durante mucho tiempo sinónimo en México para la ineficiencia, la corrupción y la sobrecontratación en su sindicato. Por ejemplo, entre 2008 y 2009, la gestión de Pemex les dio casi 500 millones de pesos para gastos de viaje, celebraciones y un desfile en Mayo. Los intereses creados y la Constitución mexicana, han frustrado los intentos anteriores de Reforma. Pero ahora, el señor Peña Nieto puede señalar el declive en la producción petrolera y la explosión como evidencias de que la cuarta mayor compañía petrolera del mundo está en declive”.
Los accidentes ocurren, agrega, “y América Latina ha sufrido dos accidentes graves de la semana pasada: el primero, en un club nocturno en Brasil el domingo por la mañana; el segundo, una explosión en la sede de Pemex en la Ciudad de México, el jueves por la tarde. Muchas personas inocentes murieron en ambos; esas son las consecuencias humanas terribles. Pero los accidentes tienen consecuencias políticas también. Aunque puede sonar insensible, estos pueden ayudar a acelerar los programas de reformas de Dilma Rousseff, Presidenta brasileño, y Enrique Peña Nieto, su homólogo mexicano”.
MOMENTO CLAVE
La explosión registrada ayer en el corazón de la empresa pública Petróleos Mexicanos (Pemex) representa una fuerte sacudida a una firma clave en el país y se produjo en un momento relevante en el futuro de una compañía llena de polémicas.
Pemex, que produce 2.57 millones de barriles diarios de crudo, genera para el Estado mexicano cerca del 40% de sus ingresos, y sus operaciones están directamente ligadas a los resultados del presupuesto nacional.
Nació el 7 de junio de 1938, poco después de que el Gobierno encabezado por el Presidente Lázaro Cárdenas decretara, el 18 de marzo de ese año, la expropiación de los bienes de diecisiete compañías petroleras que operaban en el país.
Sus cuadros directivos, tanto del grupo como de sus subsidiarias, son nombrados por el Presidente de turno, y la estrecha relación que mantiene con las autoridades representa una de las cortapisas para que pueda desarrollarse con criterios empresariales.
Además, teniendo en cuenta que tiene el monopolio de la extracción de crudo y de gas y de la distribución de las gasolinas, por mandato constitucional, la empresa continuamente es objeto de polémicas políticas por los inmensos recursos que emplea.
"El petróleo en México es como las corridas de todos en España: todo es pasión", declaró esta semana en una entrevista con Efe el consejero profesional de Pemex, Fluvio Ruiz.
Los vínculos que mantiene con el Gobierno hacen que las operaciones de Pemex, y sus resultados, estén estrechamente vinculados con las necesidades financieras del Estado, porque el 70% de sus ingresos van a parar al fisco.
Ello ha generado un fuerte rezago en la empresa pública, que ha perdido las oportunidades que tienen otras firmas petroleras del continente, como la brasileña Petrobras, ya que sólo puede destinar el 9% de sus ingresos para invertir en la compañía.
El grupo, manejado a capricho por los intereses políticos de turno, es el cuarto productor mundial de crudo, según sus datos, ocupa el decimotercer lugar en cuanto a reservas de petróleo y el decimoquinto en las reservas de gas.
Tiene unos 150 mil empleados y un fuerte sindicato que tradicionalmente ha estado ligado al gobernante Partido Revolucionario Institucional (PRI), el grupo político que ha acaparado el poder en casi toda la historia reciente del país.
El siniestro se produjo en un momento clave para el futuro de la empresa porque Peña Nieto ha prometido una reforma de Pemex y del sector energético que está siendo recibida con muchos recelos por la izquierda mexicana.
Esos recelos se deben a la supuesta pretensión de Peña Nieto de privatizar capital de la compañía, denunciados por la izquierda, pero desmentidos continuamente por el Gobierno.
"Lo que quiere esta banda de malhechores es apoderarse del petróleo", afirmó ayer el excandidato presidencial de la izquierda Andrés Manuel López Obrador.
"Si entregan el petróleo, la renta petrolera, las ganancias del petróleo a extranjeros, pues va a ser el acabose para el país, y eso no lo podemos permitir", insistió.
Esas posiciones, que también han mantenido otros líderes de la izquierda, han sido rechazadas contundentemente por Peña Nieto.
"Nadie, nunca, ni siquiera se ha referido o citado la expresión privatizar", afirmó Peña Nieto el pasado miércoles.
Pero, según fuentes de la empresa, Pemex necesita reformas para tener mayor libertad en sus operaciones, proyectar su presencia más allá de las fronteras de México y hacer eficiente una compañía marcada por bajos niveles de productividad.
"En el sector petrolero, los tiempos siguen siendo geológicos (...) Los tiempos (para cualquier reforma) siguen siendo muy lentos", sostiene el consejero de Pemex.
La posible reforma energética ha desatado estos días un debate político y técnico sobre la empresa, que periódicamente se repite con los cambios de Gobierno, como el actual, que asumió el poder el pasado 1 de diciembre.
Según Ruiz, para que Pemex obtenga mejores resultados debe tener cambios en su régimen fiscal, contar con autonomía presupuestaria y autonomía de gestión, sin necesidad de que para ello ingrese capital privado en la sociedad.
"Un Estado tan frágil como el mexicano, incapaz de controlar su duopolio televisivo, ¿de verdad va a ser capaz de controlar a Exxon, a Shell, a todas las transnacionales si se les permite un ingreso descontrolado?", se pregunta el consejero de Pemex.