Falta de motivación, auto imposición de un deseo ajeno, miedo al fracaso, a la crítica, poco manejo de la frustración, baja autoestima. Estos son los fantasmas mentales que se conjugan para crear en ti la falta de voluntad. Aquella que te hace desistir de tus sueños y te frena a la hora de perseguir tus metas, de cumplir tus deseos, de sentirte realizado, de alcanzar tus propósitos.
La voluntad opera de manera espontánea, pero también de manera consciente. Es esa capacidad de los seres humanos que les mueve a hacer cosas de manera intencionada, que les permite gobernar sus actos, decidir con libertad y optar por un tipo de conducta determinado. Es, en síntesis, el poder de elección, en la mayoría de los casos, con ayuda de la conciencia.
La historia de la existencia humana, en sí, ha girado en torno a la voluntad. Así vemos a filósofos deliberando sobre este tema desde los tiempos antiguos. Para Platón, las elecciones concretas de los hombres dependen de la propia voluntad; Aristóteles concibió la idea de los “actos voluntarios e involuntarios”, Kant hablaba de la voluntad como la “cosa en sí”; Rousseau trazó la “voluntad general”, concepto aún fundamental para el ejercicio de la democracia; Schopenhauer creía en la voluntad como la “realidad última”, y Nietzsche se refería a la voluntad de “poder”.
Por su parte, los postulantes de la filosofía contemporánea parecen coincidir en que se trata de un valor fundamental, de un apetito intelectual y de la capacidad de decisión propia de un ser dotado de inteligencia que es capaz de auto determinarse a sí mismo desde las ideas. Adentrados en el pensamiento del antiguo oriente, que nos llega con bastantes siglos de retraso, algunos filósofos actuales también postulan la importancia de la voluntad, a la cual sólo se puede llegar a través del auto conocimiento, camino que para muchos resulta intenso, tortuoso y poco fácil de transitar. Más o menos hacia esa dirección van también los consejos del tan recientemente consultado “coach”, o entrenador para la vida, quien es una especie de manager personal de la nueva era que surge ante nuestra aparente falta de brújula emocional en el aquí y ahora del mundo moderno.
Al parecer, este observador es un espejo de nuestra emocionalidad, corporalidad y lingüística, que nos ayuda a calibrar nuestras emociones y establece un espacio de contención y contexto en donde, mediante la indagación, logramos llegar a espacios de profunda reflexión, desarticulando creencias tóxicas, patrones de vida, círculos viciosos. Y es que, según cifras de la OMS (Organización Mundial de la Salud), entre el 4 y el 6 % de la población requiere de tratamientos psiquiátricos, entre el 8 y el 10 %, de tratamientos psicológicos, y, el resto de la población (84 al 86 %), requiere de apoyo emocional.
Pienso, sin embargo, que todos podemos llegar a este punto de motivación y, poco a poco, soltar los esquemas del pasado, si verdaderamente nos avocamos a la búsqueda del “Yo”. Así, se puede ir más allá y descubrir que somos quienes nos controlamos y llevamos el mando de nuestra vida a partir de nuestras voluntades. Sólo así podremos acceder a nuestra zona de poder, de intención y establecer metas claras, objetivos y, mejor aún, alcanzarlos.
La falta de voluntad es enemigo del aprendizaje y del éxito. ¿Cómo se manifiesta, entonces, la falta de voluntad? Sencillo. Cada vez que retrasamos el inicio de alguna actividad, cuando damos prioridad a aquellas que son más fáciles en lugar de las importantes y urgentes o siempre que esperamos a tener el ánimo suficiente para actuar. También está presente cuando nos preguntamos: “¿Para qué molestarme en hacer algo si no sé qué quiero?” “¿Para qué molestarme en proponerme algo si sé que luego no seré capaz de hacerlo?” “¿Para qué intentarlo si tengo esta forma de ser poco voluntariosa?
La postergación de las acciones hace que te sientas culpable por tu falta de responsabilidad y este ciclo promete continuar una y otra vez drenando tu energía y resintiendo tu autoestima. Muchas veces esto se debe a que no estás contento con la vida que estás llevando o con el trabajo que estás realizando o con las relaciones que tienes.
De acuerdo a la psicóloga clínica Silvia Russek, es posible vencer los obstáculos de la voluntad o, la falta de voluntad, siguiendo las siguientes pautas:
- Adopta una actitud positiva.
- Confía en que sí puedes lograr lo que te propongas.
- Aprende a vencer dichos obstáculos.
- No te regañes por lo que no has hecho.
- No busques ejemplos que demuestren que, como no lo has logrado en el pasado, no lo vas a lograr en el presente o en el futuro.
- Recuerda que tu conducta es resultado de lo que has aprendido y todo aprendizaje puede ser substituido por uno nuevo.
- No confundas la fuerza de voluntad con el sacrificio y el sufrimiento que piensas que ésta implica.
- Para aprender una conducta o un nuevo hábito, tenemos que practicar, equivocarnos, corregir los errores y seguir practicando.
- Todos tenemos facilidad para hacer algunas cosas y dificultad para otras. Lo importante no es hacer sólo lo fácil.
- Lo verdaderamente importante es hacer lo que necesitamos para estar mejor.
- Las cosas son difíciles cuando no sabemos hacerlas y se vuelven fáciles cuando aprendemos a realizarlas.
Es preciso reiterar con frecuencia los actos de voluntad porque ésta no se asegura por sí misma, sino por actos. Aunque te parezca extraño, mírate y mira a tu alrededor y dime, si no, la presencia o falta de voluntad deja huella en el rostro de las personas, modifican su porte y cambian el acento en su voz. Cada persona lleva consigo la historia de su vida. Esto es así.
Hasta aquí, ya sabemos quién es la voluntad. Esa aliada que, una vez de nuestro lado, nos impulsa, nos da la intención de perseguir nuestras metas y deseos personales. ¿Te has preguntado, sinceramente, cuál es tu verdadera y más genuina voluntad?