LINA MERUANE: INFINITO, EL PODER DEL ESPAÑOL EN EU

05/01/2013 - 12:00 am

Por Sangre en el ojo, una travesía por la ceguera, la autora chilena es Premio FIL Sor Juana Inés de la Cruz. Habitante de Nueva York, expone por qué escribir en español en un ámbito anglosajón

Foto tomada de http://cuatrocuentos.wordpress.com/paises/chile/

Lina Meruane es narradora y ensayista. Ha recibido el premio Anna Seghers (Berlín, 2011) y fue becaria de la Fundación Guggenheim en 2004 y del National Endowment for the Arts en 2010. Trabaja como profesora de Literatura en la Universidad de Nueva York.

En 2011 Meruane fundó Brutas Editoras, en la conciencia de que en muchos lugares de Nueva York  se habla español y hay inmigrantes latinos, pero el espacio literario para el idioma es muy pequeño. A partir de esto detectó que hacía falta un espacio que generara libros y atrajera gente para conversar.

Con este fin nació la editorial, cuyos libros se diagraman y diseñan en Santiago de Chile y se imprimen bajo demanda en una librería de Manhattan. Entre los autores que han publicado se encuentran Juan Villoro, Silvia Molloy, Yuri Herrera y Enrique Vila-Matas.

Por Sangre en el ojo, Lina Meruane recibió el Premio Sor Juana Inés de la Cruz en la Feria Internacional del Libro de Guadalajara 2012. Además, la novela apareció al mismo tiempo en España, Argentina y Chile. El título hace referencia a una expresión chilena que significa sentir rabia. Su prosa intensa conduce al lector por un viaje de Estados Unidos a Chile, de la impotencia al coraje, y de lo externo a lo interno.

Entre los proyectos de Meruane se encuentran escribir un libro que dé cuenta de las confusiones lingüísticas que se dan entre hablantes del español y el inglés. El título de la obra será Outer space, y hace referencia a una anécdota personal que le ocurrió cuando preguntó a un amigo escultor si pensaba exponer su obra en exteriores, pero en vez de utilizar la palabra outdoors le preguntó si pensaba llevar las esculturas a outer space, fuera del planeta.

También está trabajando en una novela y un ensayo breve. Además, pronto se presentará en Estados Unidos una versión teatralizada del monólogo que aparece en su novela Fruta podrida.

¿Cómo juegas con el problema de la identidad en tu novela Sangre en el ojo?

– Este libro tiene un origen un poco extraño en el sentido de que yo pensaba que iba a escribir una memoria de un evento en particular, que fue el de esa enfermedad, de la pérdida de la vista. Pero en cuanto empecé a escribir no me salía poner mi nombre, entonces se volvió inmediatamente una ficción. Cuando terminé el libro me di cuenta que había muchos elementos que eran reales y que había una tensión entre lo biográfico y lo ficcional. Ahí me di cuenta que el personaje tenía que tener mi nombre, pero tampoco completamente, porque ese personaje no soy yo. Este personaje se llama Lucina, pero su nombre literario es Lina Meruane, y ahí surge también la reflexión de quién soy yo cómo escritora y de que un escritor es lo que muestra la escritura.

– Hay algunos elementos biográficos que prestas a la narradora, como el hecho de vivir en el extranjero, ser chilena, tener padres médicos. ¿Cuáles serían algunos elementos de la protagonista que no pertenecen a Lina?

– Casi todo lo demás. A lo largo de la novela las claves de lo propio y lo inventado están puestas muy a propósito para generar ambigüedad entre lo real y lo ficcional. La novela tiene una parte muy real sobre los médicos y la enfermedad, y se va moviendo a escenas no realistas, más imposibles. Hay muchos elementos de la infancia de la protagonista que no existen; las escenas con los hermanos son completamente inventadas, no forman parte de la realidad, pero funcionan para la ficción porque el origen es la memoria. Estoy haciendo un proyecto visual paralelo en el que pedí a cinco personas, en las que se basan algunos personajes, que leyeran la novela, para luego entrevistarlos y preguntarles en qué punto se veían reflejados. A todos los que les preguntaba no sentían ninguna relación con el personaje y me terminaron preguntando: ¿Esto sucedió, yo dije eso?, casi con pudor y vergüenza, y yo me reía mucho. Y bueno, la verdad, yo tampoco sé si esto sucedió porque  como ya lo escribí es la realidad de la ficción. Me interesaba trabajar en ese espacio ambiguo. Hay elementitos de lo real que son unos pequeños trucos para el lector, pero luego la novela va hacia otro lugar, que es lo que a mí más me interesa.

Foto: Cuartoscuro.

– ¿Qué piensas de la afirmación de que la ficción no es lo contrario de la realidad?

– La ficción también tiene su propia realidad e ilumina zonas de verdad que uno no ve en la realidad directamente. Yo creo que en muchos momentos de la novela descubrí cosas que no había visto antes en los personajes, en las situaciones. Llevar estos elementos de la realidad a la ficción me dio otro contenido de verdad, una verdad que tiene que ver con los hechos de la percepción, pero más con la interpretación.

– ¿Tienes alguna escena que sea tu favorita dentro del libro?

– Es una pregunta difícil, porque como esta novela está escrita en escenas y le contaba a Cristina Rivera Garza que uno de los desafíos de este libro es que empieza con mucha tensión. Normalmente las historias empiezan por abajo y luego van subiendo, y este libro empieza en un momento muy alto y el desafío es cómo mantener la novela sin que se caiga la tensión. La forma que encontré fue construir cada escena como si fuera un cuento, con esa intensidad. Hay muchos momentos que me gustan, no te puedo decir una escena que me guste especialmente.

– ¿Qué es para ti la ceguera?

– Sandra (Lorenzano) leyó un fragmento (de la novela) que realmente no recordaba, que decía que la ceguera era un poco como estar dormido y despierto al mismo tiempo. Es una definición que me gusta, aunque creo que no representa la ceguera de los ciegos de nacimiento. Perder un sentido cuando siempre los has tenido todos genera una serie de distorsiones sensoriales. La gente piensa que se te agudizan los otros sentidos pero no, porque en realidad los sentidos se complementan y en mi experiencia personal cuando no ves te quedas un poco sordo también.

– ¿Cómo hiciste para trabajar esta narración desde la perspectiva de los ojos de la mente?

– La experiencia de esta enfermedad me dejó ver que la memoria se construye de una manera muy visual, pero también muy ficcional; estamos inventando nuestra memoria todo el tiempo. Cuando estaba escribiendo pensaba que iba a ser muy complicado hacer una novela de un personaje que no ve, porque no puede contar nada de lo que hay en el mundo, pero me di cuenta que eso no era verdad, porque la memoria reconstruye todo lo que no se ve, y de hecho yo tenía imágenes de recuerdos no vistos. Esto me hizo ver que todos los escritores trabajamos desde la memoria, como ciegos, porque todo lo que estamos escribiendo es una reconstrucción.

– ¿Por qué elegir para este primer intento de ejercicio autobiográfico justo este momento de enfermedad?

– Yo creo que la mayoría de los escritores no tenemos una vida muy interesante, estamos siempre encerrados en nuestra casa leyendo libros y trabajando. Este momento en particular fue raro para mí. Cuando pasó, yo misma pensé: “Esto es una historia, no la puedo desperdiciar” y tenía mucho conflicto porque siempre he escrito ficción, nunca nada autobiográfico. Pero vi que era una oportunidad para ahondar en el proceso de la visión, de la memoria, en una serie de reflexiones que yo quería hacer y que tenían que ver con esa experiencia de mi vida.

– ¿Por qué la enfermedad es un tema recurrente en tu obra? ¿Crees que tenga que ver con que tus padres son médicos, o con tu experiencia de vida?

– Yo manejo el lenguaje de la medicina desde muy pequeña, me parece un lenguaje muy interesante. Los últimos diez años estuve haciendo una investigación en mis estudios doctorales sobre la influencia o impacto del sida en la literatura latinoamericana, acaba de salir mi libro en el Fondo de Cultura Económica, se llama Viajes virales. Estuve leyendo mucha narrativa de enfermedad de muchos autores a la vez que escribí dos novelas. Creo que se cumplió un ciclo, y ahora estoy lista para pasar a otro tema.

– ¿Haber iniciado como periodista ha influido en tu escritura?

– Yo hice periodismo tal vez por un motivo muy equivocado: al momento de decidir si estudiaba literatura o periodismo mi pensamiento de diecisiete años fue ¿dónde voy a escribir más? Pensé, en literatura voy a leer mucho, pero no voy a escribir nada, y en periodismo voy a leer mucho igual pero voy a tener la oportunidad de escribir. Y la verdad es que no me arrepiento porque escribí mucho como periodista, solté mucho la mano y entrevisté a muchos escritores. Yo usaba el periodismo para hacer mis propias investigaciones sobre escritura, sobre técnica literaria. Vicariamente utilicé el periodismo para entrar a la literatura.

En un momento tuve la clara certeza de que quería escribir y no sabía cómo empezar. Empecé a escribir cuentos en un taller y recibí un premio de la universidad. Y eso, dentro de tu inseguridad brutal de estar empezando, te da un espaldarazo. El hacer un taller literario con Diamela Eltit que era un modelo, y convivir con otros escritores jóvenes que nos leíamos, nos criticábamos, todo eso me ayudó a pasar de la escritura secreta a la posibilidad de publicar.

– ¿Cómo vives como escritora el hecho de estar siempre entre dos idiomas, el inglés y el español?

– En el origen mis padres viajaron a Estados Unidos y mi primera educación fue en inglés. Entonces mi lengua materna es el español, pero mi primera lengua de lectura fue el inglés. De hecho, cuando nosotros regresamos a Chile tenía siete años y no podía hablar el español fluidamente, y me refugié en los libros, estaba leyendo libros en inglés. En el origen de mi lengua ya hay esta conexión o esta tensión entre los dos idiomas. Lo que creo que ha pasado es que al estar en Estados Unidos y convivir con latinoamericanos de muchos lugares y norteamericanos que aprenden el español he percibido la riqueza brutal de las palabras. Cómo algunas palabras se traducen bien, otras no se traducen para nada bien y el diálogo tenso que hay ente las lenguas, no sólo entre el inglés y el español, sino entre la diversidad del castellano, y los poderes que hay detrás de cada lengua.

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