En las vísperas del 2013, más allá de los lugares comunes de los que todos hablan en estas fechas, vamos a plantearnos un solo pero gran propósito de año nuevo: Conseguir la autodependencia. ¿Qué es la autodependencia? El psicoanalista Jorge Bucay lo resume en tres preguntas que se deben contestar en el siguiente orden: ¿Quién soy? ¿A dónde voy? ¿Con quién voy? La idea central de este propósito es aceptar “pensarme a mí como el centro de todas las cosas que me pasan”, darme cuenta de que soy un cuerpo con deseos, instintos, impulsos, emociones, miedos, frustraciones, que tiene una mente pensante y un cúmulo de experiencias. La forma en la que nos hemos conducido por la vida es la que, muchas veces, marca las carencias o los excesos que motivan el planteamiento de metas de año nuevo. Pero éstas, por lo general, son apenas un síntoma de aquello que no acabamos de resolver internamente.
Y es que, sin pasar por el proceso de la autodependencia, la mayoría de los propósitos que nos tracemos estarán viciados desde el principio, destinados a fracasar. Bajar de peso, encontrar pareja, alimentarse sanamente o ser mejor persona son intenciones que quedan en el aire, postergadas por el surgimiento de otras “prioridades” de la vida cotidiana, acumuladas en el baúl de las frustraciones personales. ¿Por qué no, en lugar de plantearlas año tras año como propósitos, las convertimos en cuestionamientos que nos ayuden a ir más a fondo en la búsqueda de quiénes somos y de la causa que nos impide transformarnos en seres más satisfechos? Si fuera el caso, preguntémonos: ¿Por qué descuidé tanto mi salud? ¿Por qué me “arropé” con el aumento de peso? ¿Por qué no logro comunicarme armónicamente con mi pareja o con mis hijos? ¿Por qué la búsqueda de conflictos interpersonales y laborales se ha vuelto parte de mi rutina diaria? ¿Por qué no disfruto del trabajo que realizo? ¿Por qué atribuyo mi malestar a las acciones de los demás?
Estas, entre otras reflexiones, son apenas incisos, o apartados, de la intención o propósito mayor de autoconocerte mediante el proceso transformador de la autodependencia. Un trayecto en el que te conviertes en una persona consciente que permanece en estado de alerta en todo momento de su existencia. El autoconocimiento consiste en que te ocupes de trabajar sobre ti mismo para llegar a descubrir quién eres, tener claro cuáles son tus fortalezas y cuáles tus debilidades, qué es lo que te gusta y lo que no te gusta, qué es lo que quieres y lo que no. En este autodescubrimiento, destaca también la importancia de que te des cuenta de lo que ocurre en tu entorno, en la gente que te rodea, pues así podrás hacer una evaluación, razonar, hacer pronósticos y elaborar las acciones que te conviene realizar.
Una guía que puede servirte en este camino son los cinco permisos esenciales que, de acuerdo a Jorge Bucay, debes darte y que condicionan tu existencia como persona:
- “Me concedo a mi mismo el permiso de estar y de ser quien soy, en lugar de creer que debo esperar que otro determine dónde yo debería estar o cómo debería ser.
- Me concedo a mí mismo el permiso de sentir lo que siento, en vez de sentir lo que otros sentirían en mi lugar.
- Me concedo a mi mismo el permiso de pensar lo que pienso y también el derecho de decirlo, si quiero, o de callármelo, si es que así me conviene.
- Me concedo a mí mismo el permiso de correr los riesgos que yo decida correr, con la única condición de aceptar pagar yo mismo los precios de esos riesgos.
- Me concedo a mí mismo el permiso de buscar lo que yo creo que necesito del mundo, en lugar de esperar que alguien más me dé el permiso para obtenerlo”.
Sin importar lo que descubras acerca de ti en este andar, acepta quien eres con serenidad, tus miedos, tus carencias afectivas, tus deseos más genuinos. Pero no te quedes anclado en el resentimiento, ni te resignes a continuar en un estado que te impida desarrollarte a plenitud. Deja atrás lo que se tenga que ir y date la oportunidad de sentir tus emociones, pues es precisamente esta especie de “subdesarrollo emocional”, al que alude el psiquiatra Claudio Naranjo, el que nos “impulsa a ciertas conductas autodestructivas, tanto en nuestra vida pública como en la privada”.
El amor y la espiritualidad son, según Naranjo, un camino que nos permite hallar una manera de ser más sanos. Atrás quedaron los tiempos en los que hablar de amor era ser inmaduro, ingenuo o frívolo. Cada día, la ciencia misma aporta datos sobre la importancia del contacto y la vida afectiva para la preservación y recuperación de la salud y de lo necesaria que es la vinculación con los demás.
Y, justamente, en este encuentro contigo mismo, el amor cobra una relevancia excepcional, pero despierta, al mismo tiempo, ansiedad e inquietud porque evoca una cuota de ternura y de compasión hacia ese niño interno que descuidaste y que ahora recuperas. Exige, además, una acción personal de trascendencia, de transformación y, por ende, de responsabilidad y compromiso para no hacer repetitiva la condición anterior de inercia ni en ti, ni en los seres que te rodean.
Te invito a que, con una actitud positiva y proactiva, en el transcurso de los próximos meses celebres los descubrimientos en tu despertar como persona, visualices los fracasos como oportunidades de aprendizaje, los errores como sucesos que te permiten mejorar y los problemas como posibilidades de éxito. Toma nota de cómo vas cambiando en tu forma de pensar, qué modificaste en la manera de expresar tus sentimientos, cómo has transformado tu conducta, qué personas están siendo claves para tu vida interior, espiritual, emocional; cuáles han sido los momentos más difíciles; qué cosas, acciones, personas y condiciones generaron estos momentos, en qué puedes cambiar para evitar que se repitan, cómo estuvo tu balance intelectual, emocional, físico, espiritual y material; cuáles han sido tus puntos fuertes y débiles y, finalmente, en qué deseas concentrarte el año subsecuente para lograr el equilibrio.
Dice Jorge Bucay que “el día que uno llega a verse a sí mismo, toda la existencia se ilumina”. Y es que, cuando se aprende a vivir con uno mismo, se puede aprender a vivir con el otro. Si este año nuevo te propones como objetivo la autodependencia, si deseas honestamente conocerte, paulatinamente te mostrarás tal cual eres sin miedo a ser rechazado y, entonces, aquellos propósitos aparentemente triviales como estar en forma, comer sanamente, trabajar en lo que te gusta, amar y ser amado, que llenaron tu agenda de fin de año en el pasado, se convertirán en hábitos de tu nueva existencia en el día a día y darán la pauta para que, en los años venideros, tus propósitos estén más encaminados hacia tu desarrollo integral como un ser humano que existe, que se traza y logra objetivos, que ama, que vive satisfecho, tranquilo y feliz. ¡Próspero y Amoroso Año Nuevo 2013!