Susan Crowley
22/02/2025 - 12:03 am
Lo que Grecia nos dejó
"La voz fluye en el tiempo y es el primer instrumento del que la música echa mano. El género trágico nos pone a prueba siempre".
Dos notas en Cultura del diario Reforma recuperan el entusiasmo por la Grecia antigua, semilla de Occidente y necesaria como nunca ante la nueva barbarie y crisis de valores de hoy. La primera, un coro de niños que a través de la música logra una milagrosa transformación social. La segunda, el ciclo que la Compañía Nacional de Teatro llevará a cabo con tres dramaturgos clásicos: Esquilo, Eurípides y Sófocles. Ambas, una mirada actualizada al legado griego, y que cada tanto nombra nuevos arcanos a los que otorga el derecho de revivirlo.
La voz fluye en el tiempo y es el primer instrumento del que la música echa mano. El género trágico nos pone a prueba siempre. La representación de una tragedia concebida hace 2000 años deja ver su poder y conocimiento de la condición humana.
El logro del coro de niños de Tijuana merece la atención de todos nosotros. En la entrevista, Daria Abreu, directora artística y musical de Promotora de las Bellas Artes (PBA) en Baja California, cuenta cómo, desde 2011, el programa ha beneficiado a más de 14 mil niños y niñas cantando. Una manera de encausar su vida, crear consciencia del otro, de la colectividad a la que pertenecen y ser autores de la recomposición del tejido social. Este esfuerzo y suma de talentos se concreta en Estorninos, nombre del conjunto de voces que en mayo se presentará en el Carnegie Hall de Nueva York, sin duda un reconocimiento internacional a la labor que día con día llevan a cabo tutores que creen en el poder del arte no solo como fábrica de talentos sino como cura en todos los sentidos.
Los coros en Grecia representaban la sabiduría del pueblo. A su cargo tenían ser la voz que recordaba lo que había que aprender, su participación resaltaba acciones de los héroes, sus aciertos y errores. Era la tabula rasa que colocaba los hechos y las consecuencias en su lugar. Con el caminar de la historia, la voz de los niños representó a los ángeles y al paraíso. Inundó a las iglesias y a las cortes. Privilegio que arrastró a la infancia a uno de los momentos más crueles en el período barroco, un niño virtuoso era castrado para ser explotado. Más adelante las voces infantiles acompañaron a los grandes genios de la música, su tesitura y tono son un deleite a los sentidos. Para el niño o la niña es una terapia; si tiene cualquier tipo de conflicto. En un coro se resuelven tensiones de grupo, se participa en conjunto y se acompaña. La música regala al coro las más bellas melodías cuya sencillez y facilidad permiten adquirir seguridad en uno mismo. Los coros son una gran solución y deberían existir en cada barrio del país. En Tijuana, Abreu creyó en ello y los resultados han llegado de manera increíblemente rápida.
El teatro no solo es un placer para los sentidos, es también la vía para acceder a un estadio más profundo. Aurora Cano, directora de la Compañía Nacional de Teatro, es una arcana llena de energía, sensibilidad y talento, amante y luchadora por mantener vivo el género teatral que siempre está en riesgo ante la invasión de otros medios de entretenimiento. A pesar de las distintas crisis que ha enfrentado: cambios en el gobierno con políticas no necesariamente a favor de la cultura; la inseguridad que limita las salidas nocturnas; los bajos presupuestos que se destinan a las producciones nacionales. Lo más grave, la invasión de espectáculos importados que lejos de ser arte se han convertido en consumo banal. Delante de todo esto, la recuperación de la tragedia griega con nuevas adaptaciones es de gran mérito. El teatro clásico bien hecho no solo no es, como muchas veces pensamos, aburrido, sino todo lo contrario, emociona, intriga, fascina; cumple con el entretenimiento y es una fuente de enriquecimiento.
La anagnórisis era el arma de poder seminal en la tragedia. Un recurso narrativo utilizado como acto de revelación. Como elemento de educación para el pueblo, el drama servía para exponer un determinado conflicto: amor, odio, honestidad, verdad, colocando a los personajes en medio de una disyuntiva: vivir, matar, amar, odiar y llevar al límite de lo posible la condición humana, ¿de qué se es capaz con tal de conseguir un fin? El propósito era la catarsis, una especie de purificación y limpieza. Edipo nunca es más ciego que cuando no quiere ver, y solo es capaz de asumir su condición cuando pierde la vista. Esto es lo que hacía a la tragedia grandiosa sin ser grandilocuente, permitir el aprendizaje y mejorar las condiciones humanas en una colectividad llamada Grecia.
El teatro griego era una enseñanza cruda, sin falsas moralejas, no admitía concesión; confiaba en la inteligencia del espectador. Su función era que todos fuéramos parte de una encrucijada expuesta en el escenario. Ejemplificaba a partir de actos sanguinarios de los que todos somos capaces: Medea, despechada, mata a sus hijos; Elektra y Orestes asesinan a su madre que es nada más y nada menos que la asesina de su padre; etcétera.
Respeto y resignación ante el destino, reto a los dioses que, como lo dice Roberto Calasso, estaban cerca de las decisiones humanas, incluso las manipulaban. Así era explorada la esencia humana y la capacidad que todos tenemos de ejercer el bien y el mal. La altura ética no dependía de la conveniencia personal ni del momento. Un ejercicio que ponía los valores en juego y en el que cada quien termina por ocupar el lugar que le corresponde en esta enorme feria que es la vida. El poder de la representación es que permite vivir en carne propia la experiencia; no es necesario cometer un crimen para entender sus consecuencias. No se trata de una apología del mal como sí lo son las series de entretenimiento.
Grecia es fundamento del pensamiento, de la filosofía y del arte de Occidente; revelación de lo más profundo del conocimiento de la esencia humana. Para el pensamiento griego la belleza, el bien y la verdad se ligaban en un mismo estadio, el sentido de la vida era llegar a trascender a través de los valores universales que valen para cualquier persona en la época que sea. Su recuperación hoy es necesaria. Las nuevas generaciones necesitan asumir el respeto a los valores y la capacidad de asombro y contemplación. Dejar a un lado el consumo ansioso y la evasión que los medios a su alcance generan y que han costado tanto a otras generaciones. Grecia nos ofrece la oportunidad, Ofelia Cano y Daria Abreu la ponen en nuestras manos.
@suscrowley
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