Jorge Alberto Gudiño Hernández
23/02/2025 - 12:01 am
Dos wésterns (2)
"La semana pasada escribí sobre 'Abel', la más reciente novela de Alessandro Baricco, publicada siete años después de la anterior".
La semana pasada escribí sobre “Abel”, la más reciente novela de Alessandro Baricco, publicada siete años después de la anterior. Mencioné que es un wéstern convencional al que se le suma la extraordinaria prosa del autor, en la que se encuentran imágenes que ayudan a desarrollar un género que parecería completo. Baricco no inventa nada nuevo en términos de estructura y, sin embargo, leerlo es disponerse a abandonarse a la maravilla de sus novelas. Es cierto que hay a quienes les resulta cursi o un tanto empalagoso. Más allá de epítetos fáciles, Baricco sabe trabajar con las palabras, sea cual sea el género en el que se acomode.
La segunda novela de la que quiero hablar es “Basilisco” de Jon Bilbao. Llama la atención, de entrada, que sea otro wéstern escrito por un europeo, lo que da a entender que el género ya se ha vuelto universal. Sin embargo, la propuesta de Bilbao rompe la tradición en la que descansa el wéstern y reinventa varias cosas.
Primero lo primero, lo que construye la historia. Más que pistoleros propiamente dichos, los protagonistas están en una expedición paleontológica, convencidos de poder conciliar sus ideas científicas y sus creencias religiosas. Para llegar a la cueva donde, presuntamente, descansan los restos y las reliquias, piden la ayuda de John Dunbar, un pistolero huraño y silencioso que encarna al arquetipo del héroe del lejano oeste. Se le contrata más como guía que como pistolero, aunque pronto sus habilidades para deshacerse de sus enemigos se harán presentes.
Lo anterior, sin spoilers, es la trama general de la novela. A diferencia de las historias convencionales, en “Basilisco” se suman un par de planos extra. El primero llega junto con la magia. Hay cosas que ni Dunbar es capaz de entender. La araña es un personaje oscuro y profundo, que dirige a una banda de asesinos despiadados. Con ella se tendrá que enfrentar Dunbar, primero, para volverse una suerte de sucesor, más tarde. Para que esto suceda, tiene que entrar en juego la magia. Pero no una magia habitual, propia de espectáculos de cantinas y caravanas. Una magia que, más bien, permite relacionar al primer plano con el tercero.
Y es que “Basilisco” es una metanovela. El protagonista del primer capítulo está en el presente, en nuestro presente. Viaja por las zonas que antes fueron el lejano oeste. Pasea con su novia, se relaciona con amigos y, claro está, comienzan a contarle la historia de John Dunbar. Un relato que, ya cuando esté de regreso en su casa al otro lado del Atlántico, se relacionará de forma muy particular con su propia historia. Dicha relación opera para él como el producto de lo metaliterario, pero para John Dunbar sólo puede explicarse por la magia.
John Bilbao escribió un wéstern rompiendo el género, con una prosa que traslada el polvo y la vastedad de los escenarios. Se atreve a la prestidigitación corriendo el riesgo de que se le caiga la novela. No es así, al contrario, parece afianzarse con más fuerza que con los convencionalismos. Es, entonces, un atrevimiento que se celebra.
Ya sea que se opte por “Abel” o por “Basilisco”, las dos aproximaciones al wéstern tienen mucho que ofrecer tanto para los lectores del género como para aquéllos que gustan de la precisión en las palabras.
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