El escritor Luis Antonio Rincón García habló con SinEmbargo sobre su novela La bruja de las tijeras, un relato en el que un aparente golpe de suerte exhibirá los recovecos más inexplorados de la condición humana.
Ciudad de México, 18 de febrero (SinEmbargo).– A Otilia la conocen como La bruja de las tijeras por su aspecto, pero también por la manera en la que busca hacerse de unas monedas para no caer en la miseria. Se trata de una mujer que ha conocido el desamparo y el desamor desde siempre, pero que en un vuelco encuentra en la suerte una posibilidad de escapar de su realidad, quien es además la protagonista de la novela del escritor mexicano Luis Antonio Rincón García.
“Vemos a una mujer que va en declive constante. De repente es una tragedia, en el sentido de que es una niña alegre, una niña feliz que ve las dificultades como grandes retos, que ve en el amor una posibilidad de crecer emocionalmente y a la que todo le va saliendo mal. En ese sentido sí era explorar eso, pero también era contar una historia sobre qué qué ocurre con estas personas que nacen en un ambiente pues complicado, pero con el deseo, el anhelo de crecer, de vivir bien y de repente pareciera que el destino las va envolviendo para llevarlas a las penumbras”, comentó Rincón García.
El nombre del libro de Luis Antonio Rincón es precisamente La bruja de las tijeras (Nostra Ediciones), una historia que transita entre el recuerdo y el presente de Otilia, quien en un aparente golpe de suerte ve cambiar su vida, particularmente por el interés que despierta entre sus vecinos quienes de la noche a la mañana cambian su trato hacia ella.
“Cuando se presenta la oportunidad de rasgar una fortuna mayor algunos incluso son capaces de vencer o de hacer un lado cuestiones morales para alcanzar ese objetivo. Entonces ahí va esa crítica un poco implícita. La creencia se vuelve la plataforma de realidad, el problema es cuando no se alcanza y todo eso se sucumbe, se hunde”, comentó el autor.
Luis Antonio comparte en la entrevista cómo Otilia es una persona que se vuelve arisca a partir de las experiencias que ha tenido, y desde la ignorancia y el desconocimiento comete tropelías terribles que le pesan enormemente y la llevan a los bordes de la locura.
“El remordimiento de conciencia en una persona buena se vuelve una carga difícil de soportar y entonces sí transforma la conciencia de lo que ella misma es ante el espejo. Esa voz de la conciencia es finalmente su conciencia que no le perdona, que no se perdona a sí misma por un crimen que cometió y que solo ella sabe que cometió”, ahondó.
