Alejandro Calvillo
18/01/2025 - 12:05 am
¿Cáncer e hiperactividad por colorantes?
¿Cuántos productos consumen usted, sus hijos e hijas que contienen Rojo 3, el colorante recientemente prohibido por la Food and Drug Administration (FDA, Administración de Medicamentos y Alimentos) de los Estados Unidos por su vinculación con el riesgo de cáncer? No se trata únicamente de este colorante, del cual ya en la década de los […]
¿Cuántos productos consumen usted, sus hijos e hijas que contienen Rojo 3, el colorante recientemente prohibido por la Food and Drug Administration (FDA, Administración de Medicamentos y Alimentos) de los Estados Unidos por su vinculación con el riesgo de cáncer? No se trata únicamente de este colorante, del cual ya en la década de los 90 existían estudios en animales que demostraban un aumento en el riesgo de cáncer. Existe una larga lista de colorantes utilizados en productos ultraprocesados, principalmente diseñados, publicitados y comercializados para niñas y niños, que están, en la práctica, prohibidos en Europa. ¿Por qué en Estados Unidos se tardaron cerca de 30 años en prohibir el Rojo 3? ¿Por qué se siguen utilizando una serie de colorantes sintéticos, en su mayoría derivados del petróleo, en Estados Unidos y México, que no están presentes en los mismos productos, de las mismas empresas, en el mercado europeo?
La FDA ha argumentado que este colorante fue prohibido siguiendo el principio establecido en la Cláusula Delaney, que prohíbe el uso de aditivos alimentarios si se ha comprobado que causan cáncer en animales o humanos. Desde los años 90 se comprobó que el Rojo 3 causa cáncer en animales, pero la FDA actúa con gran discrecionalidad. La FDA no realiza evaluaciones propias; solicita a las empresas que presenten sus propias evaluaciones de riesgo, siendo juez y parte. Por otro lado, no existe ninguna evaluación sobre el efecto sinérgico del consumo de productos formulados con un cóctel de aditivos sintéticos, es decir, un conjunto de químicos. Tampoco se evalúa el riesgo acumulativo de estos productos. En el
caso de los colorantes sintéticos, los productos que contienen más aditivos son precisamente aquellos comercializados para niñas y niños. No se trata de productos consumidos de manera esporádica, sino de alimentos que pueden ser ingeridos diariamente, incluso en el desayuno, como los cereales de caja, que pueden contener dos, tres y hasta cuatro colorantes sintéticos.
Dicho esto, entre paréntesis, cabe señalar que esta información surge pocos días después de que se revelara un estudio que estima que una tercera parte de los casos de diabetes en nuestro país son causados por el consumo de bebidas azucaradas. Es decir, el muy alto consumo de azúcar a través de estas bebidas afecta a millones de personas en México que padecen esta enfermedad debido a los refrescos. Por supuesto, las empresas refresqueras han negado la relación entre sus productos y la diabetes, un hecho que debería llevarlas a juicio, al igual que ocurrió con las tabacaleras, que ocultaron información sobre los daños de sus productos a los consumidores.
Dentro de este paréntesis, y volviendo a hablar de los colorantes, es importante mencionar el reciente reporte de la Organización Mundial de la Salud (OMS), que desaconseja el uso de edulcorantes no calóricos. Estas empresas de bebidas los han introducido como una supuesta opción saludable a las bebidas con azúcar. La OMS ha señalado que no son efectivos para controlar el peso corporal ni para reducir el riesgo de enfermedades no transmisibles (ENT). Además, los resultados de su revisión sugieren posibles efectos adversos por el uso prolongado de estos edulcorantes, como un mayor riesgo de diabetes tipo 2, enfermedades cardiovasculares y mortalidad en adultos. Cabe recordar que la propia OMS clasificó al aspartame, un edulcorante no calórico ampliamente utilizado, como posible cancerígeno.
Volviendo a los colorantes, en gran parte de Europa han desaparecido los colorantes sintéticos, la mayoría de ellos derivados del petróleo. No han desaparecido únicamente por su riesgo de cáncer, sino también porque diversos estudios han demostrado que provocan hiperactividad en los niños y niñas, es decir, tienen impactos en el comportamiento. Todo comenzó en el Reino Unido, donde el Parlamento estableció un Foro sobre Alimentación y Salud, al que invitaron a instituciones de investigación y enseñanza, especialistas independientes, empresas y organizaciones no gubernamentales. En 2008, después de un largo proceso de reuniones con expertos y una exhaustiva revisión de la literatura científica, este organismo publicó su reporte: “El vínculo de la alimentación con el comportamiento: la influencia de la alimentación en la salud mental”.
La resolución fue solicitar a las empresas que dejaran de usar colorantes sintéticos en sus productos y, de no hacerlo, incluir una advertencia en losproductos que los contuvieran. Esto fue suficiente para que dejaran de utilizarlos. En una visita al Reino Unido en 2012, mientras asistía a una reunión de la organización Consumers International, me di a la tarea de revisar el etiquetado de los productos y, efectivamente, no encontré productos con colorantes sintéticos.
Hubo una excepción: una bebida energizante de color anaranjado brillante, comercializada bajo el nombre “Glucolade”. Según me confirmó Sue Davis, encargada de alimentación de la organización de consumidores Which, la más importante del Reino Unido, ese era el único producto que aún utilizaba uno de los colorantes asociados con cambios en el comportamiento. En el resto de los productos, habían desaparecido.
Hace dos años, la Oficina de Evaluación de Peligros para la Salud Ambiental de California concluyó que el Rojo 3 representa un riesgo para los niños al favorecer el desarrollo de problemas de comportamiento, como la disminución de la atención. Esta oficina señaló que los niveles federales para la ingesta segura de colorantes alimentarios podrían no estar protegiendo la salud cerebral de los niños. Además, subrayaron que los niveles legales actuales, establecidos hace décadas por la FDA, no consideraron las investigaciones más recientes. Toda la evidencia muestra que la FDA es un organismo sometido a las presiones de intereses económicos. Este tipo de prohibiciones solo se implementan cuando los productos ya han causado graves daños durante años. Y no se trata únicamente de los colorantes y los edulcorantes no calóricos, sino también de los saborizantes y muchos otros aditivos sintéticos utilizados en la elaboración de productos ultraprocesados. De hecho, la evidencia sigue creciendo, con cientos de estudios que demuestran que el consumo de productos ultraprocesados aumenta el riesgo de una larga lista de enfermedades y también incrementa el riesgo de muerte por diversas causas.
En México, ya contamos con una Ley de Alimentación Adecuada y Sostenible, nuevos Lineamientos para alimentos y bebidas en las escuelas, y guías para la política pública alimentaria. Estas políticas deben aplicarse de manera rigurosa. México debe avanzar en la regulación de estos productos, que representan un grave riesgo para la salud y desplazan el consumo de alimentos naturales y nuestra rica cultura culinaria regional. Estos productos están diseñados, a través de aditivos sintéticos, endulzantes, grasas y sodio, para ser altamente adictivos, como ocurre con la llamada Drogacola. No podemos seguir pagando, con recursos públicos y el bolsillo de las familias, los daños generados por estas corporaciones. Es una forma brutal de subvencionar a quienes dejan profundos daños
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