Jorge Alberto Gudiño Hernández
19/01/2025 - 12:01 am
¿Vale la pena divulgar?
Gran parte de los libros de divulgación son escritos por verdaderos expertos en las materias, pero no suelen estar plagados de argumentos inextricables.
Durante varias de las temporadas de La Tertulia en el canal de SinEmbargo y de Estudio B, me di a la tarea de hacer una sección relacionada con libros de divulgación científica. Para nuestra sorpresa, al público le gustó pese a que, en una primera instancia, podría parecer que las recomendaciones eran sobre títulos complejos y no siempre de fácil lectura: de ésos que requieren conocimientos previos para poder acercarse a la comprensión de lo que dicen. Yo confieso, sin empacho ni pudor, que muchas veces, mientras leo esos libros, me quedo al margen, lejos del entendimiento que busco. Hay niveles de abstracción que no alcanzo y, más veces de las que quisiera, me quedo al margen a la hora de seguir el hilo de la explicación científica. Pese a ello, cada vez existen más contenidos de divulgación y es algo que celebro.
Uno de mis detractores favoritos alguna vez me comentó que uno de los grandes problemas de este tipo de libros es que les da a los lectores la falsa impresión de que saben de lo que están hablando. Nadie se vuelve filósofo por leer “El mundo de Sofía”, antropólogo por leer a Harari o físico por acercarse a los libros de divulgación de Kaku. Confieso que tiene razón.
Yo leí a Gaarder siendo adolescente, pues me lo regaló mi hermano. Leí “Sapiens” y “Homo deus” cuando salieron y, justo ahora, leo “Nexus”, me entretuve mucho con “Física de lo imposible” y otros libros del científico de marras y sigo acumulando lecturas en torno a estos temas. No soy, es evidente, pero nunca está de más decirlo, filósofo, antropólogo, historiador, físico ni ninguna otra de las profesiones o especialidades a las que me acerco a través de estos libros. Y he leído muchos. Quizá algunos centenares.
Gran parte de estos libros de divulgación son escritos por verdaderos expertos en las materias. Sin embargo, no suelen estar plagados de fórmulas complejísimas ni argumentos inextricables. No son, pues, libros para especialistas. Sobre todo, los de ciencias (con las humanidades y las disciplinas sociales el acercamiento suele ser más terso, a fin de cuentas, funcionan a partir del lenguaje y su objeto de estudio suelen ser las personas). He tenido en mis manos varios artículos académicos de ciencias. Me he rendido ante su complejidad. De ahí que agradezca todos estos libros de divulgación. En muchos casos, los mismos científicos que son capaces de entender símbolos y signos que a nosotros no nos hacen ningún sentido, se dedican a explicar grandes temas, a contestar enormes preguntas.
Ahora bien, si su lectura no nos vuelve pares de los autores, ¿de qué sirve leer un libro sobre, digamos, mecánica cuántica, si somos incapaces de elaborar un experimento, si las fórmulas se escapan de nuestra comprensión, si exige que abstraigamos elementos que parecen sacados de la ficción y si, desde determinada perspectiva, el comportamiento de las partículas subatómicas parece no tener relevancia tangible en nuestras vidas?
Supongo que la respuesta depende del sujeto. Para los afortunados que lleguen a estos libros en un buen momento de sus vidas, podría significar la puerta de acceso a una vocación. Para el resto de nosotros, nos muestra posibilidades existenciales que son apasionantes. Estoy convencido de que la ciencia, al igual que las disciplinas sociales e, incluso, la ficción, son diferentes formas de entender. Si nos acercamos, aunque sea un poquito, a esta comprensión, entonces valdrá la pena.
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