Author image

Pedro Mellado Rodríguez

17/01/2025 - 12:04 am

¿Quién teme al lobo feroz? ¡México, no…!

Todos los días nos despertamos con el amago de que ya viene el lobo, y la misma amenaza expresan algunas voces desde el norte del Río Bravo, que los gritos delirantes desde adentro de nuestras fronteras, pues hay quienes se relamen los bigotes, paladeando la posibilidad de que a partir del lunes 20 de enero […]

Todos los días nos despertamos con el amago de que ya viene el lobo, y la misma amenaza expresan algunas voces desde el norte del Río Bravo, que los gritos delirantes desde adentro de nuestras fronteras, pues hay quienes se relamen los bigotes, paladeando la posibilidad de que a partir del lunes 20 de enero del 2025, cuando Donald Trump tome posesión de su cargo como Presidente de los Estados Unidos, él y los halcones de su Gobierno se decidan finalmente a invadirnos para convertirnos en “gringos”, el sueño más entrañable de muchos mexicanos entreguistas y vendepatrias.

El miércoles 15 de enero del 2025, un su discurso de despedida a la nación, el todavía Presidente de Estados Unidos, Joe Biden, advirtió sobre el poder descontrolado, y señaló que en su país estaba surgiendo una “oligarquía” de ultraricos, encabezada por un hombre al que desprecia, publicó el periódico The New York Times.

“Hoy se está configurando en Estados Unidos una oligarquía de extrema riqueza, poder e influencia que amenaza literalmente toda nuestra democracia, nuestros derechos y libertades básicos y una oportunidad justa para que todos salgan adelante […] Los estadounidenses están siendo sepultados bajo una avalancha de desinformación e información falsa que permite el abuso de poder”, dijo Joe Biden, refiriéndose a la nueva administración de Donald Trump.

Esa oligarquía que hasta ahora descubre y denuncia Joe Biden, siempre ha estado presentes en la historia de los Estados Unidos, con otros rostros, con otras empresas, con otros ricos, pero representando siempre el mismo interés depredador, aliada estrechamente con las oligarquías criollas que durante los dos más recientes siglos han dominados las economías de la mayorías de los países de América Latina y saqueado sus riquezas, en complicidad con sus socios extranjeros, y que se han impuesto, hasta por la vía de las armas, el asesinato y el temor, a los ciudadanos que han luchado por la libertad y la justicia.

Así esta escriturada la historia de nuestro país. Los mexicanos hemos caminado durante más de dos siglos por terrenos muy accidentados, agrestes, peligrosos, y a pesar de todo, el país ha salido adelante en busca de su propio futuro, por encima de las acechanzas externas y las traiciones internas, que casi siempre llegan juntas. La historia de nuestro país es la de un pueblo rabiosamente fuerte, con un celo salvaje por su libertad e independencia.

La historia de México nunca ha sido un asunto fácil.

Fue en 1821 cuando se firmó el acta de Independencia [de España] que dio origen a nuestro país. Agustín de Iturbide, quien junto con Vicente Guerrero había consumado la Independencia, se proclamó emperador de 1822 a 1823, hasta que fue derrocado. En 1824 se promulgó la primera constitución del México independiente, que le dio estructura jurídica a la nueva nación. De 1824 a 1829 estuvo en funciones el primer Presidente de la República Mexicana, José Miguel Ramón Adaucto Fernández y Félix [mejor conocido como Guadalupe Victoria].

De 1833 a 1855 el país padeció la dictadura de su “Alteza Serenísima”, Antonio López de Santa Anna, quien ejerció el poder durante nueve periodos. En esa época, México enfrentó la guerra con Estados Unidos, declarada por el Presidente estadounidense James J. Polk, el 25 de abril de 1846, por la disputa del territorio de Texas. Ese conflicto terminó el 10 de marzo de 1848, con la firma de los Tratados de Guadalupe Hidalgo, en los que nuestro país fue despojado de la Alta California, Nuevo México y Texas, a cambio de 15 millones de dólares, precio impuesto a punta de bayonetas y estruendo de cañones. Desde entonces, el imperio ha mostrado sus amezantes dientes y sus siempre insanos apetitos.

En 1855, Juan Alvarez puso fin a la dictadura de Santa Anna. Con él llegaron los hombres de la Reforma: Benito Juárez, Melchor Ocampo, Guillermo Prieto e Ignacio Comonfort. La generación más brillante en la historia de nuestro país. Gobernó Comonfort de 1856 a 1858. Su Secretario de Hacienda, Sebastián Lerdo de Tejada, promulgó el 25 de julio de
1856 la Ley de Desamortización de los Bienes en Manos Muertas, para confiscar las riquezas del clero. En 1857 se promulgó la segunda Constitución Política en la historia de México.

Benito Juárez llegó al poder en 1858. Se inició la Guerra de Reforma, entre conservadores y liberales. La guerra terminó el 22 de diciembre de 1861, cuando el General conservador Miguel Miramón fue derrotado en Calpulalpan, Estado de México. En 1859 Juárez expidió las Leyes de Reforma, que separaron Iglesia y Estado; nacionalizó los bienes del clero y estableció la ley civil sobre el matrimonio.

Fue la oligarquía criolla, la que al grito de “religión y fueros” se levantó en armas en diversas regiones del país para tratar de impedir la vigencia y la aplicación de la Constitución Política de 1857, que establecía los principios que derivarían después, con las leyes de Reforma, en la separación de los asuntos de Dios, representados por la Iglesia Católica y sus muy conservadores partidarios, y los asuntos que desde entonces son potestad del Estado laico.

Juárez se mantuvo en el poder hasta su muerte en 1872, pero durante su periodo resistió y combatió la intervención francesa, iniciada en 1861 y enfrentó al Segundo Imperio, el de Maximiliano de Habsburgo, apoyado internamente por los conservadores y externamente por el Gobierno de Francia. El imperio de Maximiliano llegó a su fin con la derrota de sus
ejércitos en las inmediaciones de Querétaro, donde el emperador fue fusilado junto con los generales Miguel Miramón y Tomás Mejía, el 15 de mayo de 1867. Juárez preservó y restauró la República.

Fue esa misma oligarquía rapaz e hipócrita la que en 1856 empezó a negociar con Napoleón III, emperador de Francia, la instauración de un imperio en México, destinado para el príncipe austriaco Maximiliano de Habsburgo, quien el 10 de abril de 1864 fue proclamado emperador de nuestro país, en su castillo de Miramar, en la costa adyacente a Trieste, Italia.

Maximiliano fue derrotado, capturado y fusilado el 19 de junio de 1867 por las tropas republicanas del Presidente Benito Juárez. Sebastián Lerdo de Tejada sustituyó a Juárez en 1872. Lerdo se reeligió en 1876, pero fue derrocado por Porfirio Díaz, quien se quedó en el poder durante ocho periodos, hasta que fue depuesto en 1911. El 6 de noviembre de 1911 Francisco I. Madero fue electo Presidente.

El 9 de febrero de 1913 se levantaron en armas Félix Díaz y Bernardo Reyes. Los rebeldes tomaron prisioneros al Presidente Madero y a su vicepresidente José María Pino Suárez, quienes fueron asesinados el 22 de febrero de 1913.

Nuevamente, en el fondo de la conjura contra Madero estuvo presente la oligarquía de siempre, que apoyó la rebelión de Bernardo Reyes y Felix Díaz, quienes tuvieron también la complaciente complicidad del Embajador estadounidense Henry Lane Wilson, que reconoció al gobierno usurpador del chacal Victoriano Huerta.

Venustiano Carranza fue el primer Presidente electo después del triunfo de la Revolución y gobernó de 1917 a 1920. La Revolución fue “institucionalizada”, a convenciencia del nuevo régimen, con la fundación del Partido Nacional Revolucionario en 1929, el abuelo del actual PRI. Ese PRI que traicionó su presunta herencia histórica revolucionaria y terminó aliado, en los más recientes 36 años de gobiernos neoliberales con su supuesto enemigo histórico, el PAN. Y juntos PAN y PRI consintieron y privilegiaron a la oligarquía criolla de poderosos empresarios sintonizados con los intereses depredadores del imperio.

Más allá de los rumores de la discordia, México no le teme al lobo feroz, pues su pueblo es fuerte e imbatible, y tienen una Presidenta valiente, que sabrá defender la dignidad, la soberanía e independencia de la Nación.

Pedro Mellado Rodríguez
Periodista que durante cinco décadas ha sido un acucioso y crítico observador de la vida pública en el país. Ha cubierto todas las fuentes informativas y ha desempeñado todas las responsabilidades posibles en medios de comunicación. Ha trabajado en prensa, radio, televisión y medios digitales. Su columna Puntos y Contrapuntos se ha publicado desde hace cuatro décadas, en periódicos como El Occidental, Siglo 21 y Mural, en Guadalajara, Jalisco. Tiene estudios de derecho por la Universidad de Guadalajara y durante una década fue profesor de periodismo en el ITESO, la Universidad Jesuita de Guadalajara. Es autor del libro Las Naves Nodrizas de la Comunicación y el Periodismo (Taller Editorial La Casa del Mago, Guadalajara, 2022).

Los contenidos, expresiones u opiniones vertidos en este espacio son responsabilidad única de los autores, por lo que SinEmbargo.mx no se hace responsable de los mismos.

en Sinembargo al Aire

Lo dice el Reportero

Opinión

Opinión en video