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Fabrizio Lorusso

16/01/2025 - 12:05 am

América para los americanos

"El lema de la famosa Doctrina Monroe de 1823, 'América para los americanos', suena y resuena en las latitudes más dispersas del llamado 'Nuevo Continente', pero en el siglo XIX la frase se traducía en algo como 'fuera los europeos de las Américas' o 'respeto a la autodeterminación de cada nación', mientras que hoy significa literalmente 'América para los estadounidenses' (claro está, sólo para los blancos, anglosajones o germánicos, y mejor si protestantes)".

América para los americanos por Fabrizio Lorusso.
"Para el trumpismo de gobierno y su versión callejera y social, la idea es que comerciar e importar, sobre todo, implica 'subvencionar' a los otros países sin tener nada a cambio". Foto: Truth Social @@realDonaldTrump

En el contexto de un flujo verbal-diarreico imparable, hecho de verborreas e insultos contra sus socios y rivales, a la par, y en el marco de la instalación de Donald Trump en la Casa Blanca, su involución cerebral-ideológica lo ha llevado a transitar del célebre America first al inquietante America only, entendiendo por “América” primera y exclusivamente a Estados Unidos. 

El lema de la famosa Doctrina Monroe de 1823, “América para los americanos”, suena y resuena en las latitudes más dispersas del llamado “Nuevo Continente”, pero en el siglo XIX la frase se traducía en algo como “fuera los europeos de las Américas” o “respeto a la autodeterminación de cada nación”, mientras que hoy significa literalmente “América para los estadounidenses” (claro está, sólo para los blancos, anglosajones o germánicos, y mejor si protestantes). 

Desde su casa de invierno en Mar-a-Lago, Trump se dedica a recibir a Elon Musk y a rendir declaraciones a la prensa con las que describe y sustancia lo que en campaña electoral definió como una nueva “edad de oro” para la potencia de Estados Unidos. La palabra favorita del magnate-presidente, ya sabemos, es “arancel”, mejor dicho, en plural, “aranceles y aranceles”. La otra es “terroristas”, usada en contra de los bad hombres y los cárteles mexicanos, erigidos a enemigo público interior y exterior de la Unión Americana. 

Según él, el hegemón decadente que es EUA volverá a imponerse en la arena mundial mediante la conquista de nuevos territorios y la reapropiación de viejas posesiones, siendo América entera un bastión que hay que blindar ya, para eventualmente dejar más abierto el campo en el resto del mundo al bi-tri-polarismo o multipolarismo, con Rusia y China a la cabeza. 

Su hijo Don Jr., de hecho, ya desembarcó a Groenlandia en este frío enero: es la isla más grande del mundo y siempre le ha gustado a EUA, como les gustó Alaska que se compraron a mediados del XIX. Y les interesa para que sea su puesto de avanzada estratégico, de ataque y de defensa, siendo en este momento Rusia y, quizás Canadá, los países “prevalentes” en la carrera por el Ártico. Sin embargo, Groenlandia es parte del Reino de Dinamarca y sus políticos ya han reiterado que no piensan ceder a tentaciones o amenazas estadounidenses. 

Don Jr. fue allá de todos modos para husmear y sondear voluntades de pobladores y líderes políticos locales acerca de una eventual anexión-adhesión a la Unión Americana, a lo mejor a través de mecanismo de compraventa de tierras y almas, o bien, mediante referéndum entre los 55mil habitantes de la isla, o quién sabe. Pero, además, el Jr. lanzó un MAGA versión ártica en la red Truth para “Hacer Groenlandia Grande de Nuevo”. Parece meme, pero no, va en serio. 

En la mira están por lo menos dos factores. Uno son las tierras raras, es decir, elementos químicos de origen mineral fundamentales para las pantallas de los celulares, la industria militar, los componentes de un vehículo eléctrico, las células fotovoltaicas y muchos dispositivos tecnológicos más. 

Y otro factor son las rutas árticas para el dominio hemisférico global, a partir del control sobre un océano de hielo que, ante el calentamiento global, se va volviendo progresivamente un mar navegable, apetecible, y esto es favorecido por las mismas políticas anti-green y pro-fósiles de Trump y sus socios petroleros. Es la cuadratura del círculo que entierra la agenda 2030.

Estados Unidos, que es una talasocracia, o sea una potencia marítima, pretende mantener el dominio de los mares a través del control de estrechos y rutas marítimas que se vayan abriendo, como sucederá en el Ártico. Esto con el fin de monitorear flujos comerciales e impedir ataques de misiles balísticos con ojivas nucleares contra el continente americano por parte de sus principales rivales, Rusia y China. 

Así emerge la importancia estratégica y militar de la isla, crucial para la seguridad estadounidense, pues su posición le permite convertirse en un punto de interdicción de las otras potencias en caso de guerra, aunque parte de este acometido en parte ya se cumple gracias a la base militar estadounidense de Thule, en Groenlandia, construida entre 1941 y 1951, la cual emplea aproximadamente a 1000 personas groenlandesas, casi un 2% de la población total. 

Groenlandia y Panamá, norte y sur, mejor dicho, cumbre y centro, ombligo y cruce de América: el blindaje continental responde directamente a las pretensiones de China, que acaba de inaugurar el puerto comercial, pero potencialmente militar en el futuro, más grande de Sudamérica en Chancay, Perú. Por lo cual, Trump y sus halcones no excluyen el uso de la fuerza, como han dicho. E inclusive, la cuadratura del círculo, o sea del continente, sería ideal si Canadá pasara a ser un estado de la Unión, ya que su Primer Ministro lo definen como “gobernador” y hasta aceleraron su caída. 

Se fue Trudeau, y no lo vamos a extrañar. Pero al mismo tiempo, si vamos a extrañar al Golfo de México que desde el 20 de enero podría llamarse Golfo de América. En respuesta, la presidenta Claudia Sheinbaum ha desempolvado los libros de historia - nada de fake news y ocurrencias - para recordar cómo el término más “bonito” y correcto es la “América mexicana”. Detrás del deseo mojado trumpiano de apoderarse por las buenas o por las malas, nuevamente, del Canal de Panamá, cedido en 1999 al país centroamericano, no están las improbables y reprimidas ganas globalistas y librecambistas del tycoon, sino la estrategia geopolítica pura y dura en función antichina. 

En efecto, para el trumpismo de gobierno y su versión callejera y social, la idea es que comerciar e importar, sobre todo, implica “subvencionar” a los otros países sin tener nada a cambio: “Si lo estamos subvencionando, qué se convierta en estado de EUA”, dicen, por ejemplo, en referencia a Canadá o al norte de México. Y la otra es que sus socios de Norteamérica, sobre todo México, serían la puerta trasera de China, de sus productos y mercancías baratas o ilegales, del fentanilo y de todo mal interno que aqueja a la cada vez más precaria y disfuncional sociedad estadounidense.

Si el norte mexicano y la frontera están muy integrados al imperio, por otro lado, para el resto del país, no habría plan de asimilación o integración. Mejor aplicar la guerra, la narcoguerra de Nixon, Uribe y Calderón, fusionada con la “guerra al terror” de Bush hijo. Así se crea el mostro bicéfalo, el espantapájaros del “narcoterrorismo”, que incluye todo y nada a la sazón del comandante en turno. 

Y, asimismo, nace la brillante idea, abrazada por las ultraderechas en los dos lados del Río Bravo, de justificar intervenciones armadas en territorio mexicano, al clasificar como grupos terroristas a los cárteles mexicanos por amenazar la seguridad nacional de EUA. 

Ok, admitamos sin conceder que ya desde febrero el cártel de Sinaloa o el cártel de Tepito se consideren como el ISIS, Boko Haram o Hezbolá. Pero ¿cuáles grupos exactamente tendrán el “honor” de aparecer en la lista? ¿Y quién, qué personas, dentro de las organizaciones serán sujetas a las especiales atenciones de las fuerzas armadas y servicios de inteligencia de EUA? La vaguedad de la definición y la amplitud del abanico de consecuencias que se pueden venir para México son directamente proporcionales a la escalada armamentista y a la violencia ya vivida en el país, que amenaza con recrudecerse y presenciar la actuación extraterritorial estadounidense. 

Y si la colaboración bilateral no es la esperada, ¿hay que prever más aranceles, además del 25% ya anunciado por Trump contra Canadá y México y el 10% adicional sobre productos procedentes de China? Las amenazas crecen también en contra de Europa, pues en su primer mandato la exigencia a los países satélites de Estados Unidos en la OTAN era de incrementar al 2% del PIB su gasto en defensa, pero ahora ya la apuesta subió al 5% del PIB. 

El Estados Unidos de Trump desea y necesita retirarse de ciertos escenarios, blindar las Américas, sin perder demasiadas posiciones, para eventualmente acercarse a Rusia de nuevo en contra de China. Da por asentado que vamos hacia la multipolaridad y una globalización más fragmentada, parcial quizás, un poco más china y asiática, un poco menos “americana” y “anglo-esférica”. Al contrario, los aparatos y el estado profundo que Musk y Trump quieren recortar y eliminar siguen empujando la dimensión imperial y la tendencia globalista.    

No se trata, entonces, solamente de vaticinios y lanzamientos en redes sociales y en ruedas de prensa para forzar negociaciones y extorsionar más al mundo, como se suele repetir, sino de mensajes, planes y posicionamientos geopolíticos que, en la “América americana” y más allá de la administración Trump, abarcarán ejes, recursos y nodos estratégicos como el Golfo de México y el corredor transístmico, pero también Puerto Rico y Haití, Cuba y Venezuela, además de Canadá, Groenlandia, el Ártico, el Antártico y, desde luego, el espacio.

Fabrizio Lorusso
Profesor investigador de la Universidad Iberoamericana León sobre temas de violencia, desaparición de personas y memoria en el contexto de la globalización y el neoliberalismo. Maestro y doctor en Estudios Latinoamericanos (UNAM). Colaborador de medios italianos y mexicanos. Integra la Plataforma por la Paz y la Justicia en Guanajuato, proyecto para el fortalecimiento colectivo de las víctimas.

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