Author image

Rubén Martín

05/01/2025 - 12:03 am

El zapatismo, un faro ante la catástrofe

"El zapatismo cambió la formas de hacer política de una izquierda independiente, especialmente entre juventudes urbanas y universitarias, dando sentido a una militancia anticapitalista".

Después del alzamiento zapatista el gobierno mexicano se vio obligado a decretar el alto al fuego por una extraordinaria movilización de la sociedad civil mexicana y mundial que abrazó solidariamente al movimiento insurgente indígena
"Después del alzamiento zapatista el gobierno mexicano se vio obligado a decretar el alto al fuego por una extraordinaria movilización de la sociedad civil mexicana y mundial que abrazó solidariamente al movimiento insurgente indígena". Foto: Isabel Mateos Hinojosa, Cuartoscuro

Caminando bajo las sombras, en silencio y en secreto, hace 31 años miles de indígenas de las comunidades mayas de Chiapas tomaron cinco ciudades de ese estado para aparecer en público, decir “Ya basta” y declararle la guerra al gobierno de México. Los combatientes del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN), que tenían diez años previos de trabajo y organización antes de aparecer públicamente, dieron a conocer la 1º Declaración de la Selva Lacandona donde justificaron su decisión de levantarse en armas, y reclamar sus trece demandas básicas para una vida digna: tierra, trabajo, alimentación, vivienda, salud, educación, independencia, democracia, libertad, información, cultura, justicia y paz.

Desde entonces, el EZLN o los zapatistas se han convertido en un referente no solo para la vida política nacional por todas las repercusiones que tuvo para la sociedad de abajo en México, especialmente para los pueblos originarios de todo el territorio, sino también para la izquierda latinoamericana y mundial.

Después del alzamiento zapatista el gobierno mexicano se vio obligado a decretar el alto al fuego por una extraordinaria movilización de la sociedad civil mexicana y mundial que abrazó solidariamente al movimiento insurgente indígena. Tras ello, el EZLN se comprometió a guardar (no entregar ni a deshacerse de ellas) las armas para dar una oportunidad a la paz. Producto se de ese compromiso se llevaron a cabo los diálogos por Derechos y Cultura Indígena en San Andrés Larráinzar. Luego de los diálogos el gobierno de México firmó con el EZLN el 16 de febrero de 1996 un compromiso para modificar la Constitución nacional para otorgar derechos, incluyendo autonomía a los pueblos indígenas y atender las demandas de justicia e igualdad para todo el país.

Lamentablemente la clase política gobernante (PRI, PAN y PRD) traicionó dichos acuerdos por lo que los zapatistas decidieron cortar toda relación con el Estado mexicano. Desde entonces se dedicaron por entero a organizarse para vivir autónomamente. Sus avances son notables en todos los campos: salud, esperanza de vida, educación, seguridad, trabajo, techo y una vida mucha más digna que la que tenían antes del alzamiento.

El EZLN es una organización político-armada muy sui géneris comparada con otros grupos guerrilleros de México y América Latina y se ha distinguido, entre otras cosas, por sus potentes mensajes cargados de simbolismos y del análisis de una cruda realidad, sin por ello apostar por la resistencia y la esperanza. Es de enero de 1994 uno de sus mensajes más emblemáticos, que surgió cuando el Estado mexicano supuestamente les ofrecía perdón, después del alzamiento del 1º de enero de ese año. Así respondieron: “¿De qué nos van a perdonar? ¿Quién tiene que pedir perdón y quién puede otorgarlo?”, preguntaron los zapatistas el 18 de enero de 1994. “¿De qué nos van a perdonar? ¿De no morirnos de hambre? ¿De no callarnos en nuestra miseria? ¿De habernos levantado en armas cuando encontramos todos los otros caminos cerrados? ¿De haber demostrado al resto del país y al mundo entero que la dignidad humana vive aún y está en sus habitantes más empobrecidos? ¿De habernos preparado bien y a conciencia antes de iniciar? ¿De haber llevado fusiles al combate, en lugar de arcos y flechas?  (…) ¿De luchar por libertad, democracia y justicia? ¿De no seguir los patrones de las guerrillas anteriores? ¿De no rendirnos? ¿De no vendernos? ¿De no traicionarnos?”.

El EZLN sigue sin traicionarse, lo que no quiere decir no equivocarse y de ahí derivar otras de sus virtudes políticas: la de la autocrítica y capacidad de enmendar y enderezar el rumbo como anunciaron hace un año al reorganizar las estructuras de gobierno de las comunidades zapatistas.

En estas tres décadas de su caminar en silencio, las repercusiones políticas del alzamiento zapatista y de su construcción de comunidades autónomas siguen resonando en México y el mundo. En México el alzamiento de las comunidades mayas organizadas a través del EZLN tuvo un impacto significativo en el resto de pueblos originarios del país. El alzamiento del 1 de enero de 1994 fue el inicio de otro largo ciclo de luchas de pueblos especialmente desde la conformación del Congreso Nacional Indígena (CNI) en 1996. Al mismo tiempo, el zapatismo cambió la formas de hacer política de una izquierda independiente, especialmente entre juventudes urbanas y universitarias, dando sentido a una militancia anticapitalista.

El neozapatismo ha tenido una influencia política muy importante en la izquierda mundial, especialmente en la anticapitalista. La convocatoria al Encuentro Intercontinental por la Humanidad y contra el Neoliberalismo de mayo de 1996 fue una iniciativa relevante para conformar un movimiento mundial contra la globalización neoliberal, en tiempos en el que imperaba el pensamiento único y la propaganda del triunfo del capitalismo o el “fin de la historia”.

El neozapatismo también ha tenido impacto tanto en el pensamiento crítico como las nociones de la teoría revolucionaria ortodoxa que postulaba una vanguardia (de clase o intelectual) que se convertían luego en dirigentes y dirigencias burocratizadas y eternas. Con sus formas de organización horizontal, comunitaria y asamblearia el EZLN ha supuesto otra forma de caminar hacia la autoemancipación. En los encuentros internacionales de mujeres realizados antes de la pandemia, las zapatistas aportaron otra dimensión a la lucha feminista y antipatriarcal.

Buena parte de estos impactos y reverberaciones que ha tenido el EZLN en México y en el mundo se debe a su coherencia y congruencia política basada en los siete principios del mandar obedeciendo: 1) servir y no servirse; 2) representar y no suplantar; 3) construir y no destruir; 4) obedecer y no mandar; 5) proponer y no imponer; 6) convencer y no vencer; 7) bajar y no subir. Estos principios políticos, aparentemente sencillos, suponen un revolución de la política liberal profesional basada justo en lo contrario, el abuso y uso del poder para buscar beneficios personales.

Este recuento incompleto de resonancias nacionales e internacionales que el EZLN ha provocado a 31 años del Ya Basta son suficientes para afirmar que el neozapatismo es una fuerza política fundamental para pensar un cambio radical de las relaciones sociales en México. Y en el mundo el EZLN junto con los kurdos de Rojava con su propuesta del Confederalismo Democrático, son los ejemplos más consolidados de movimientos populares que están construyendo otras relaciones sociales, es decir, están caminando la utopía de construir otro mundo posible, aquí y ahora, sin esperar a la toma del Palacio de Invierno.

Hoy a 31 años del alzamiento, el EZLN sigue convocando a las resistencias y comunidades organizadas de abajo y a la izquierda a preguntarse sobre lo que viene para el capitalismo en crisis bajo el tema siguiente: “La Tormenta, el crimen, el verdugo y las víctimas”. Ellos ya encontraron la respuesta, en voz del capitán insurgente Marcos. “Nosotros ya hemos recorrido ese proceso. Hemos determinado que el criminal es un sistema, que la víctima es la humanidad, el veredicto es culpable, y que la sentencia es desaparecerlo, destruirlo, aniquilarlo… y en eso estamos empeñados, dispuestos y decididos, aunque seamos minoría por eso somos firmantes de la llamada declaración por la vida”. Tres décadas después del alzamiento, el EZLN sigue siendo un referente para las comunidades y movimientos sociales que luchan por cambiar el mundo, y en ese sentido, siguen siendo un faro contra la catástrofe que se avecina.

Más allá de ser un faro para los movimientos sociales de abajo y la izquierda anticapitalista de México y el mundo, las comunidades zapatistas ya son otras. Ya atravesaron por su revolución. El pasado 28 de diciembre durante el Encuentro de Resistencia y Rebeldía, llevado a cabo en la Unitierra, de San Cristóbal de las Casas, el capitán insurgente Marcos dijo: “No se si ustedes se dieron cuenta de que el discurso zapatista cambió por completo, no solo en quién lo emite, que son los compañeros y las compañeras, sino también porque ellos ya no están dudando sobre la vida y la muerte, nosotros ya nos estamos ubicando vivos. Nuestro problema ya no es vivir o morir. A diferencia de hace 31 años. El reto que nosotros vemos es qué vamos a hacer con esa vida en ese mundo. ¿Vamos a repetir lo que ya conocemos o vamos a buscar otra cosa?”.

A lo largo de estas tres décadas los zapatistas se han demostrado así mismos y a los movimientos de abajo de México y el mundo que ellos ya están construyendo “otra cosa”, es decir, otras relaciones sociales distintas a las capitalistas donde impera la competencia, el individualismo, el despojo, el desprecio, la represión y el patriarcado. Están construyendo otra cosa basada en el “común”, en la solidaridad, la cooperación, el respeto entre los diferentes, las mujeres y la diversidad. Nos muestran que a pesar de la tormenta que vienen anunciando desde hace más de una década y la catástrofe que se avecina si sigue la marcha desbocada de la explotación y la depredación capitalista, hay grietas y hay luces que nos permiten ver la posibilidad de construir otros mundos posibles. Al manos la capacidad creativa de imaginarlos.

Rubén Martín
Periodista desde 1991. Fundador del diario Siglo 21 de Guadalajara y colaborador de media docena de diarios locales y nacionales. Su columna Antipolítica se publica en el diario El Informador. Conduce el programa Cosa Pública 2.0 en Radio Universidad de Guadalajara. Es doctor en Ciencias Sociales. Twitter: @rmartinmar Correo: [email protected]

Los contenidos, expresiones u opiniones vertidos en este espacio son responsabilidad única de los autores, por lo que SinEmbargo.mx no se hace responsable de los mismos.

en Sinembargo al Aire

Lo dice el Reportero

Opinión

Opinión en video