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Ernesto Hernández Norzagaray

04/01/2025 - 12:01 am

México, entre Trump y la ciencia

Entonces, será hasta después del 20 de enero cuando sepamos hasta dónde lo hecho ha servido para que la administración Trump modere sus pretensiones con México.

El 4 de abril de 2023, Donald Trump durante su discurso tras declararse inocente de 34 cargos en el marco del presunto soborno a la actriz de cine porno Stormy Daniels.
"No menos preocupante es la postura de Trump con respecto al conflicto bélico árabe-israelí en la Franja de Gaza y por extensión, en El Líbano y ahora en Siria, con claro apoyo al belicismo expansionista israelí". Foto: Campaña Donald Trump vía Europa Press

Llega el 2025 en medio de nubarrones y luces brillantes. Y no es una metáfora que nos remita irremediablemente a la puesta de escenas apocalípticas o los grandes espectáculos de la Noche Vieja sea alrededor de la Torre Eiffel, la avenida Times Square o el Zócalo de la Ciudad de México.  

Es el futuro que está aquí con la segunda llegada de Donald Trump a la Presidencia de los Estados Unidos de Norteamérica y su estrategia combina intimidación que busca cesión del antes aliado hoy convertido en enemigo.  

Y es que la noticia es la vuelta al poder de este empresario neoyorquino y tiene fecha inaugural el 20 de enero en Washington. El mundo estará al pendiente no sólo de una ceremonia y discurso que seguramente estará a tono con sus rounds de sombra, sino de una serie de decretos que traducirán las amenazas en actos de un Gobierno neoimperial.  

En ese momento el mundo podría ensombrecerse, pues de cumplirse sus amenazas, dejarán de tener sentido las instituciones supranacionales, las alianzas estratégicas y las hasta ahora vigentes reglas del juego de convivencia mundial e imponerse la lógica de que cada uno “se rasque con sus propias uñas” y “sálvese quien pueda”.  

Y es que ahí están los pronunciamientos amenazantes que van de la compra de Groenlandia al reino de Dinamarca, el control absoluto sobre el Canal de Panamá, retiro del apoyo financiero al Presidente ucraniano Volodímir Zelenski, reducir las aportaciones estadounidenses a la OTAN hasta reconocer, con todos sus efectos, a los cárteles mexicanos como “organizaciones terroristas”.  

Es decir, actuar unilateralmente sin considerar al otro porque en su lógica es parte del problema y, por lo tanto, no hay interlocución de pares, sino de dispares y oportunidades. Por ejemplo, la oportunidad que representa que las principales economías europeas, Alemania y Francia, estén pasando por un momento de gran inestabilidad política, con alianzas parlamentarias inestables, que llevarán probablemente a elecciones anticipadas en el primero, mientras, en el segundo, elecciones legislativas buscando garantizar estabilidad y gobernabilidad. 

Y así, mantener cohesionado al bloque europeo y la agenda europeísta de derechos y libertades. No menos preocupante es la postura de Trump con respecto al conflicto bélico árabe-israelí en la Franja de Gaza y por extensión, en El Líbano y ahora en Siria, con claro apoyo al belicismo expansionista israelí.  

México también lo tendrá muy difícil para detener la subida de aranceles a sus exportaciones, contener la orden sobre la deportación masiva de mexicanos ilegales y contrarrestar el decreto para combatir las llamadas “organizaciones terroristas” que producen y distribuyen fentanilo en las calles estadounidenses.  

La reacción de la Presidenta Claudia Sheinbaum en materia de migración está lejos de las exigencias de contención que se vio en la primera gestión trumpista y los migrantes siguen llegando a las ciudades fronterizas formando verdaderos cuellos de botella; el control sobre las organizaciones criminales que están produciendo y distribuyendo fentanilo se ven esfuerzos importantes que incluyen decomisos y detenciones que todo mundo espera sirva de algo ante una eventual negociación que contrarreste la amenaza de declarar a los cárteles mexicanos “organizaciones terroristas”, pero bastó una publicación del NYT para ponerla en entredicho.  

Y qué decir sobre el señalamiento de colocación de productos chinos con sello mexicano en los mercados de América del Norte que presuntamente violan las reglas del T-MEC, hasta ahora, lo hecho por el Gobierno es más más mediático buscando mandar señales de que se están haciendo cosas para desinflar la amenaza arancelaria.  

Entonces, será hasta después del 20 de enero cuando sepamos hasta dónde lo hecho ha servido para que la administración Trump modere sus pretensiones con México. La Presidenta Sheinbaum debería ser más audaz, en lugar de descalificar el polémico reportaje del NYT que la deja mal parada, cuando por un lado anuncian espectacularmente un decomiso de una tonelada de fentanilo y por el otro, niegan la veracidad de la investigación periodística, debería en materia de organizaciones criminales proponer un tratado de seguridad hemisférica como el que existe en Europa, donde los 27 países de la UE tienen acuerdos para tener operaciones coordinadas.  

Seguir manejando el tema como de soberanía nacional cuando dentro y fuera lo ven como un intento de continuar la protección de los cárteles con los que presuntamente su partido pactó acuerdos informales para ganar elecciones desde 2018 es un despropósito y el futuro se ve más incierto.  

México debería combatir esta visión muy difundida en Estados Unidos y consolidada por sus críticos en el medio periodístico nacional. Y para ilustrarnos deberíamos leer en SinEmbargo.Mx los artículos reveladores de Adela Navarro y Ricardo Ravelo. Liberarse de atavismos y plantear agendas que estén viendo el futuro de esta región del mundo. Y es que mientras estamos viéndonos el ombligo, otros países están construyendo un futuro más determinado por el acceso a la ciencia y las tecnologías.  

Para darnos una idea de esta revolución, al empezar el año el diario El País dio a sus lectores cinco adelantos científicos que el 2025 cambiaran vidas y por el interés que representa los enunciamos:  

Mapas genéticos del cerebro que ayuden a “encontrar tratamientos para pacientes con enfermedades cerebrales”; energía solar más precisa con datos del espacio destinada a “mejorar cómo se predice y gestiona la energía solar en las redes eléctricas”; materiales vivos que se reparan solos que “podrían servir para fabricar puentes, muebles o piezas de aviones, ya que se autorreparan y usan residuos como materia prima”; protección de las abejas con tecnología “para alertar a los apicultores, permitiendo que las abejas estén más sanas con menos intervención” y, ciudades más verdes y sostenibles destinadas a “transformar las ciudades en espacios más ecológicos y sostenibles”. 

En definitiva, mientras el mundo está amenazado, la ciencia está logrando progresos velocísimos gracias a los avances en la inteligencia artificial y nuestra agenda pública está anclada en la narrativa en la polarización, la minimización, el narco, la violencia, la captura del Poder Judicial y dentro de todo este freno estructural reconociendo a Nicolas Maduro como ejemplo de progresismo latinoamericano. ¿Así cómo? 

Ernesto Hernández Norzagaray
Doctor en Ciencia Política y Sociología por la Universidad Complutense de Madrid. Profesor-Investigador de la Universidad Autónoma de Sinaloa. Miembro del Sistema Nacional de Investigadores, Nivel I. Expresidente del Consejo Directivo de la Sociedad Mexicana de Estudios Electorales A. C., exmiembro del Consejo Directivo de la Asociación Latinoamericana de Ciencia Política. Colaborador de Latinoamérica 21, Más Poder Local, 15Diario de Monterrey, además, de otros medios impresos y digitales. Ha recibido premios de periodismo, y autor de múltiples artículos y varios libros sobre temas político-electorales, históricos y culturales. Su último libro: Narcoterrorismo, populismo y democracia (Eliva).

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