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Ricardo Ravelo

02/01/2025 - 12:03 am

Chapitos-CJNG: La alianza que impulsa el gobierno

El poderío del CJNG parece un buen pretexto, cuando no una buena señal de solidez, para empujar una alianza con el bloque de “Los Chapitos”.

"En el extranjero, el CJNG controla el mercado de metanfetaminas y fentanilo en Estados Unidos". Foto: Juan José Estrada Serafín, Cuartoscuro

Ante la guerra de alta intensidad que enfrentan los sinaloenses y buena parte del país, debido a las confrontaciones entre dos bloques del cártel de Sinaloa, para el gobierno federal no parece haber otra alternativa más que la de impulsar una alianza entre “Los Chapitos” y el CJNG. Y, entre otras razones, a eso parece responder la presencia de Omar García Harfuch, secretario de Seguridad Pública del Gobierno Federal, en estado norteño, donde desde agosto de 2024 impera una narcoguerra sin tregua que ya cobró la vida de más de quinientas personas y se registran unos seiscientos desaparecidos. Aunque han ocurrido detenciones de ambos bloques, aseguramiento de drogas y destrucción de laboratorios de fentanilo, la apuesta oficial es que los dos bandos acuerden sellar una alianza para que, de esa forma, se recupere el territorio y se alcance la pacificación.  

El cártel de Jalisco Nueva Generación (CJNG), con su explosiva expansión, fue el grupo criminal que más creció durante el gobierno de Andrés Manuel López Obrador, de acuerdo con informes de la DEA, la agencia antidrogas de Estados Unidos.

Sin embargo, en México la mayoría de la gente –críticos y no críticos de la 4T –creyeron que el cártel más beneficiado del sexenio 2018-2024 era el de Sinaloa, actualmente sumido en severa crisis de violencia con sus exsocios, los miembros del bloque que comandaba Ismael “El Mayo” Zambada.

Con López Obrador resultó más que clara la inacción contra el crimen. Ni siquiera se puede hablar de una guerra desigual, como en otros sexenios, por ejemplo, el de Felipe Calderón, durante el cual Sinaloa creció como la espuma.

Con el tabasqueño simplemente el crimen organizado vivió seis años de jauja. Aunque hubo algunas detenciones importantes, como la recaptura de Rafael Caro Quintero, el descabezamiento del cártel del Golfo, entre otras, lo cierto es que ningún cártel fue destruido. El argumento de López Obrador que siempre expuso para justificar su inacción fue que su gobierno combatía las causas de la violencia y no estaba dedicado la captura de cabecillas del narcotráfico.

En realidad todo aquello resultó una falacia, al menos hasta ahora así se observa debido a que el combate de “las causas de la violencia” todavía no arrojan resultados. La violencia continúa imparable en buena parte del territorio.

En el caso de Sinaloa –donde desde agosto impera una narcoguerra entre dos bloques de ese grupo criminal –Los Chapos y Los Mayos –el gobierno enfoca sus baterías no a un combate directo contra dichas facciones, aunque sí las han golpeado con capturas, decomisos cuantiosos de drogas y armas.

La apuesta oficial es que Los Chapos establezcan una alianza con el CJNG y, de esa forma, se pueda lograr la pacificación del territorio más agitado de todo el país: han ocurrido más de quinientos crímenes y unas seiscientas desapariciones desde agosto de 2024, cuando inició la guerra por el control del estado.

Dicha guerra –como ya  es ampliamente conocido por el público lector –brotó luego del secuestro de Ismael “El Mayo” Zambada” en Culiacán y la captura de Joaquín Guzmán López. Ambos llevados a Estados Unidos en un avión cuya matrícula se desconoce –es un misterio –y hasta la fecha oficialmente nadie sabe lo que pasó aquel 25 de julio de 2024.

Desde entonces Sinaloa no tiene paz. Nunca la ha tenido. Pero actualmente su población está bajo el fuego de una guerra de alta intensidad sólo comparable con la que vivió Ciudad Juárez durante el gobierno de Felipe Calderón, etapa cruenta en la que esa ciudad llegó a ser considerada la más violenta del mundo.

El CJNG es un viejo aliado de Sinaloa. De hecho, Nemesio Oseguera Cervantes, “El Mencho” –para la DEA el capo michoacano está muerto –fundó el grupo criminal y se convirtió en un brazo de Sinaloa al servicio de Ignacio “Nacho Coronel”, pieza importante de los sinaloenses en Jalisco. Más tarde, el CJNG se separó y Oseguera siguió su propio camino en el sórdido mundo del crimen organizado.

Hoy es uno de los cárteles mejor posicionados en el país. Cuenta con un portafolio que incluye unas veinte actividades delictivas –todas son rentables –y controla como ningún otro el tráfico de drogas sintéticas, incluido el fentanilo, hacia Estados Unidos. Su radio de acción comprende los estados de Quintana Roo y sus dominios llegan hasta Baja California. También lidera el tráfico de combustibles robados, conocido como “Huachicoleo”, que ha desatado guerras y matanzas en varias entidades, entre otras, Guanajuato, donde los negocios del crimen florecen al amparo del poder político.

El poderío del CJNG parece un buen pretexto, cuando no una buena señal de solidez, para empujar una alianza con el bloque de “Los Chapitos”, encabezados por Iván Archivaldo y Jesús Alfredo Guzmán, hijos del capo Joaquín Guzmán Loera, “El Chapo”, quien dirigió al cártel de Sinaloa de 2001 a 2014.

Y cuando se expone el objetivo de la alianza es porque el gobierno de Claudia Sheinbaum no ha mostrado, hasta ahora, una capacidad de combate eficaz como para considerar que su administración podrá destruir al cártel de Sinaloa y alas que lo acompañan. No sería algo imposible, pero no quieren una guerra de alta intensidad con el crimen organizado. Quizá por ello tampoco desmantelan –salvo lo que ha ocurrido con la Operación Enjambre en el Estado de México –toda la red de corrupción que protege al crimen organizado y que implica también a piezas del partido MORENA.

Entonces apuestan por impulsar una negociación entre grupos que en otro tiempo fueron rivales. Y de concretarse la alianza entre “Los Chapitos” y el CJNG el grupo que sería debilitado sería el que pertenece al bloque del “Mayo Zambada”.

Tanto “Los Chapos” como el CJNG no son rivales del gobierno. Ambos grupos, de hecho, se afincaron en la ciudad de México durante la gestión de Sheinbaum como jefa de gobierno de la Ciudad de México. El policía de la capital del país era Omar García Harfuch, el mismo que ahora, desde Sinaloa, teje la alianza simulando una batalla campal contra el crimen desde la ciudad de Culiacán.

Es cierto que el CJNG planeó el atentado contra García Harfuch. Pero después hubo reacomodos. Nemesio Oseguera terminó aliado con el cártel Unión-Tepito y no hubo combate oficial.

La expansión del CJNG

Mientras el presidente Andrés Manuel López Obrador “coqueteaba” con el cártel de Sinaloa, a grado tal que hasta lo señalaron de estar coludido con ese grupo criminal, paralelamente la organización que más creció durante el gobierno de la llamada Cuarta Transformación fue el CJNG.

Así lo establecieron informes de la DEA y fuentes consultadas de la agencia antidrogas. De acuerdo con las proyecciones de las autoridades de Estados Unidos, el cártel de Sinaloa está mermado –o buena parte del grupo – y la organización criminal que se apresta a consolidarse como la más poderosa es el CJNG.

Con o sin el liderazgo de Nemesio Oseguera Cervantes –para la DEA “El Mencho” está muerto – el CJNG ahora domina mayores extensiones territoriales; según los reportes, en México controla desde Quintana Roo hasta Baja California y su portafolios de actividades criminales van desde el tráfico de drogas, principalmente sintéticas, hasta el huachicoleo (robo y comercialización de combustibles); extorsiones, cobro de piso, regenteo de giros negros, venta de protección, manejo de la piratería, invasión de tierras, despojo de propiedades, lavado de dinero, explotación de recursos naturales, tráfico de fentanilo, entre otros.

En el extranjero, el CJNG controla el mercado de metanfetaminas y fentanilo en Estados Unidos, territorios donde precisamente desplazó a sus rivales de Sinaloa y futuros aliados. Pero sus tentáculos alcanzan a países de Europa, Asia, África y toda América Latina. Toda esta expansión –de acuerdo con la DEA –ocurrió durante el gobierno de Andrés Manuel López Obrador, cuando “todo el mundo” –dice la fuente consultada --pensaba que su vínculo real era con los sinaloenses, en este caso con el grupo de “El Mayo” Zambada y “Los Chapitos”. Estos últimos –Iván Archivaldo y Alfredito Guzmán –están enfrentando una severa crisis por la persecución de la DEA.

--¿Esto quiere decir que el cártel de Jalisco será el grupo que domine en el futuro en México? –se le pregunta a la fuente de la DEA.

--Así es. Nuestros reportes así lo indican y también lo corrobora el crecimiento exponencial que tuvo ese cártel durante el gobierno de López Obrador. Mientras en México y en Estados Unidos se pensaba que el presidente coqueteaba con Sinaloa, en realidad quienes recibían todo el apoyo eran los miembros de Jalisco, dice. Al menos así parecía.

Aunque la DEA sostiene que Nemesio Oseguera, “El Mencho”, podría estar muerto, en el radar de la agencia antidrogas aparece un nombre que podría ser el sucesor de “El Mencho”: Juan Carlos Valencia González, conocido en el mundo del hampa como “El 03”.

Juan Carlos Valencia nació el 12 de septiembre de 1984 en Santa Ana, California, en Estados Unidos. Es hijo de Rosalinda González Valencia, esposa (o viuda) de “El Mencho”. Este personaje operó como brazo derecho de Nemesio Oseguera y, para las autoridades de Estados Unidos, puede ser el líder que comande al grupo criminal en los próximos seis años.

Bajo el liderazgo de Nemesio Oseguera Cervantes, “El Mencho”, el CJNG mantiene su paso ascendente en el mundo del crimen.

Si bien su ascenso es vertiginoso y fulgurante desde hace quince años, en el gobierno de la Cuarta Transformación –sobre todo en los dos primeros años de gobierno de López Obrador --el grupo criminal se posicionó en todo el territorio nacional, por encima del cártel de Sinaloa, entonces uno de los más poderosos del mundo. (Cabe aclarar que el CJNG inició su crecimiento desde el gobierno de Felipe Calderón).

De acuerdo con datos oficiales, este grupo criminal, surgido hace más de tres lustros, opera sin restricciones y explota delitos como el secuestro, “huachicoleo”, cobro de piso, tráfico de drogas,  manejo de giros negros , piratería y hasta la prostitución. Ni se diga el cobro de piso. Lo explota en todo el territorio.

Sin embargo, el cártel sinaloense ahora está en crisis debido a la captura de sus principales operadores, entre ellos, Ovidio Guzmán, “El Ratón”; Joaquín Guzmán López e Ismael “El Mayo” Zambada”. Estos dos últimos, de acuerdo con la DEA, fueron entregados a Estados Unidos con el apoyo del gobierno mexicano, pues la fuente consultada asegura que la DEA ni el FBI intervinieron en su captura dentro de México.

El caso del CJNG y su líder fundador, “El Mencho”, es singular: durante el año 2019 y el 2020 surgieron dos versiones, no confirmadas oficialmente, de que había muerto; pero una fuente de la DEA consultada confirmó que Oseguera falleció a causa de problemas renales. Pero aclaró: “Nosotros no hemos confirmado dónde está enterrado el cuerpo o sus cenizas”.

--Este dato vuelve misteriosa la muerte de “El Mencho”.

--Claro que si, pero se entiende que si las autoridades mexicanas no han dado a conocer que “El Mencho” murió es porque quieren evitar un baño de sangre.

La versión de la DEA respecto de que “El Mencho” está muerto, tiene sentido.  El área antinarcóticos de la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena) confirmó que, debido a la enfermedad renal que padecía, “El Mencho” se había mandado construir su propio hospital para recibir atención médica. Paralelamente, se habló de que el capo ya había renunciado a la jefatura del cártel y que un nuevo líder, formado en su feudo, ocuparía su lugar.

Pero hasta la fecha ninguna de las versiones que han circulado en México han confirmado su muerte, aunque sí se mencionó que su salud estaba en fase crítica. Las dudas sobre la muerte de Oseguera se robustecieron debido a que  el CJNG siguió con su expansión en todo el territorio, a grado tal que ya impuso sus dominios en todos los estados de la República mexicana con excepción de Sinaloa, donde sus antiguos socios mantienen la hegemonía histórica, aunque no se sabe por cuánto tiempo. Pero ahora que Sinaloa está en crisis, para la DEA es posible que los miembros del CJNG pretendan ocupar esa codiciada plaza. Y aquí cobra sentido el proyecto de la alianza entre “Los Chapitos” y el CJNG.

El CJNG tiene su feudo en Jalisco, la entidad que gobiernó Enrique Alfaro Ramírez, a quien incluso se le atribuyen vínculos con el grupo criminal, aunque él mismo lo ha negado. El exmandatario terminó su gobierno hace un mes y se fue a vivir a España. Es multimillonario en dólares y goza de total impunidad.

Además del CJNG –el cártel emblemático que surgió hace quince años –en Jalisco operan los grupos de Sinaloa, La Residencia, Los Caballeros Templarios, La Familia Michoacana, los Beltrán Leyva y el cártel Nueva Plaza, de acuerdo con datos de la Secretaría de Seguridad Pública. Todos estos cárteles tienen alcances nacionales e internacionales.

En el caso de Jalisco, están afincados en demarcaciones como Valles, Sureste, Sierra de Amula, Guadalajara y Zapopan; ahí imponen su ley con secuestros, extorsiones, “levantones”, ejecuciones tanto de día como de noche; desatan balaceras, explotan el cobro de piso a bares, cantinas y burdeles, así como a restaurantes y comercios en general. De igual forma controlan los giros negros: casinos, casas de apuesta y, por si fuera poco, cobran cuotas a las mujeres de la llamada “vida galante” para permitirles ejercer la prostitución. En otros casos, son obligadas a vender drogas a sus clientes. Prácticamente han operado con permiso oficial, de ahí su gran crecimiento en el gobierno de la llamada Cuarta Transformación.

A base de violencia, muerte y terror, sus instrumentos bélicos, el cártel que comanda “El Mencho” controla todo el territorio nacional, desde Quintana Roo hasta Baja California, donde selló una alianza con el cártel de Tijuana, también llamado de “Nueva Generación” porque, aunque es dirigido por Enedina Arellano Félix --miembro de la llamada vieja guardia --el resto de sus integrantes son jóvenes con poca antigüedad en el mundo del hampa

En Quintana Roo y Yucatán, los bastiones del Caribe, el CJNG opera con tráfico de drogas, secuestros y cobro de piso. En Campeche ocurre lo mismo, pero aquí se suma el robo de combustibles a Petróleos Mexicanos, el llamado “Huachicol”, la ordeña de ductos y venta de gasolinas a granel, uno de los negocios más boyantes del cártel.

De esa región y hasta Veracruz, pasando por Tabasco y el corredor petrolero Coatzacoalcos-Minatitlán, el CJGN ha construido un imperio: desplazó a “Los Zetas”, antiguos amos y señores de esa zona, y se posicionó como grupo criminal. En el caso de Veracruz, la irrupción ocurrió a finales del gobierno de Javier Duarte (2015-2016) pero se consolidó  entre 2016 y 2018, cuando esa entidad fue gobernada por el panista Miguel Ángel Yunes Linares, ahora amigo o aliado de MORENA.

A Yunes, precisamente, se le atribuye haber abierto la puerta a ese grupo criminal en Veracruz. Durante su gobierno, se puso de moda que en los municipios panistas los comandantes de la policía fungieran, a su vez, como jefes del CJNG.

En Veracruz, uno de sus bastiones más fuertes, el CJNG controla el tráfico de combustibles robados, el cobro de piso, el secuestro y el cobro a negocios de los llamados giros negros; la misma situación ocurre en Puebla, otros de sus feudos; también en Hidalgo, donde están afincados con tanto poder como el que ejercen en el Estado de México, uno de sus territorios importantes al igual que el Distrito Federal, donde desplazaron al cártel Unión Tepito.

La irrupción en la capital del país –donde ya dominan el tráfico de enervantes, el cobro de piso y los plagios, cuyas víctimas son empresarios grandes y pequeños, ocurrió en junio de 2023, luego del ataque armado que sufrió Omar García Harfuch, entonces jefe de la policía de la Ciudad de México.

El propio jefe policiaco responsabilizó, en su momento, al CJNG del atentado. Lo dijo el mismo día que fue atacado, sin que mediara investigación alguna; posteriormente él y el entonces secretario de Seguridad Pública Ciudadana,  Alfonso Durazo, confirmaron que el grupo criminal encabezado por “El Mencho” ya estaba operando en la capital del país, en pleno gobierno de Claudia Sheinbaum.

Ahora como titular de la Secretaría de Seguridad Pública  Ciudadana, Omar García Harfuch impulsa, desde el seno mismo de la mafia, la alianza entre “Los Chapitos” y el CJNG.

La realidad no deja lugar a dudas. Todo indica que para el gobierno de Sheinbaum no hay otra opción para pacificar el estado de Sinaloa –y otras entidades violentadas –más que consolidando una alianza entre los grupos antagónicos.

Así, cobra relevancia aquella vieja consigna de Juan José Esparragoza Moreno, “El Azul” –presuntamente muerto desde el 2014, aunque ninguna autoridad lo ha confirmado hasta ahora –quien dijo en una ocasión que la paz social jamás ha dependido del gobierno sino de los acuerdos que logren los grupos (criminales) en guerra.

Ricardo Ravelo
Ricardo Ravelo Galó es periodista desde hace 30 años y se ha especializado en temas relacionados con el crimen organizado y la seguridad nacional. Fue premio nacional de periodismo en 2008 por sus reportajes sobre narcotráfico en el semanario Proceso, donde cubrió la fuente policiaca durante quince años. En 2013 recibió el premio Rodolfo Walsh durante la Semana Negra de Guijón, España, por su libro de no ficción Narcomex. Es autor, entre otros libros, de Los Narcoabogados, Osiel: vida y tragedia de un capo, Los Zetas: la franquicia criminal y En manos del narco.

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