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Alejandro De la Garza

28/12/2024 - 12:02 am

Envejecer en México: pensiones y calidad de vida

"La inexorabilidad de la vejez es indudable, que nadie se llame a engaño, envejecer es una infamia, pero al menos, el apoyo económico significativo de la pensión del bienestar pueda hacer menos difícil ese proceso y eso es invaluable".

La calidad de vida también resulta de la unión de diferentes factores como la vivienda, los bienes, el ingreso, el vestido, la alimentación, la educación, el apoyo social percibido e incluso variables sociodemográficas como la edad y el sexo.
La calidad de vida también resulta de la unión de diferentes factores como la vivienda, los bienes, el ingreso, el vestido, la alimentación, la educación, el apoyo social percibido e incluso variables sociodemográficas como la edad y el sexo. Foto: Fernando Carranza García, Cuartoscuro.

Melancólico como la temporada, el sino del escorpión llega al fin de año con una reflexión sobre el inexorable paso del tiempo, lo que es decir sobre el envejecimiento inevitable, tanto el propio como el de la sociedad mexicana, que si bien inició el nuevo siglo con un bono demográfico de jóvenes en edad laboral, ese bono se ha modificado en los últimos 15 años. Allá por 1990, había cinco millones de personas de 60 años o más (6% de la población total), cifra que se triplicó hasta 15.1 millones en 2020 (12% de la población total) y de ahí pasó a 18 millones de personas de 60 años o más en 2024 (14% de la población total), según reportó el Conapo. ¿Cómo viven estos 18 millones de personas y qué significa ser viejo en México?

Según información de Inmujeres, para 2015 la población femenina de 60 años y más era de 6.7 millones y la masculina de 5.8 millones, y representaban 10.9% del total de población femenina y 9.9% del total de población masculina. Como se observa, la población adulta mayor ha crecido de manera acelerada y se prevé que para 2030 las mujeres de 60 años y más representen 15.8% del total de población femenina (11.2 millones de adultas mayores) y los hombres 13.8% del total de población masculina (9.2 millones de adultos mayores). ¿Qué nos dice esta danza de las cifras?

El estudio “Vejez y Sociedad en México”, de Fernando Bruno y Jesús Acevedo Alemán, de la Universidad Autónoma de Coahuila, aunque se concentró en el Estado de México, muestra líneas generales una correlación entre ancianidad y pobreza, resultado de la falta de ahorro o acumulación de bienes durante la trayectoria de vida. Su análisis, publicado en 2016, destaca la relación que existe entre las condiciones sociodemográficas, económicas y de salud con la calidad de vida de los adultos mayores, y analiza componentes para calcular el índice de calidad de vida: bienestar, ingreso, condiciones de la vivienda y condiciones de salud.

La calidad de vida también resulta de la unión de diferentes factores como la vivienda, los bienes, el ingreso, el vestido, la alimentación, la educación, el apoyo social percibido e incluso variables sociodemográficas como la edad y el sexo. Tanto para estos adultos mayores como para su familia, la calidad de vida también se asocia a elementos secundarios como los cuidados y una protección digna, además del respeto hacia su condición de persona y de ser humano, pues estas personas generan ambientes de dependencia que repercuten en el hogar, subrayan los investigadores. Su estudio finalmente señala que el envejecimiento y la atención a sus necesidades es un fenómeno que encierra una compleja problemática, pues el país y como sus políticas sociales están estructurados para responder a las demandas de una población joven. El envejecimiento de la población, advirtieron desde entonces, implicará modificar el gasto social al aumentar los servicios destinados a personas mayores, como los geriátricos, para lo cual se requerirán profesionales del cuidado y atención a las necesidades de dicho sector, en busca de su “envejecimiento saludable”, de acuerdo con la acepción de la Organización Mundial de la Salud.

Es en este punto donde el escorpión quiere destacar los efectos que sobre la población de adultos mayores está teniendo la pensión del bienestar, que se aplica universalmente en el país (inicialmente a los mayores de 68 años y desde 2021 a todos los mayores de 65 años). En este 2024, recibieron la pensión del bienestar de 6 mil pesos bimestrales, un total de 16 millones, 421 mil, 678 personas adultas mayores de un universo de aproximadamente 18 millones de personas. El número se incrementará para 2025 y se ampliará hacia las mujeres de 60 a 64 años.

Estos programas sociales apuntan también una reivindicación de la vejez, pues en el imaginario social se le percibe como una edad de deterioro asociada a la disminución en las capacidades físicas y mentales, a diferencia de otras etapas de la vida que se consideran de crecimiento y desarrollo. En décadas anteriores. la percepción de los adultos mayores era la de una fuente de sabiduría, conocimiento y fortaleza, incluso, era importante contar con uno de ellos en la familia. Hoy la percepción ha cambiado y es asociada principalmente con dependencia o enfermedad, de modo que los descendientes evitan hacerse cargo de ellos.

De acuerdo con la Encuesta Nacional sobre Discriminación en México (Enadis), los adultos mayores eran considerados en 2010 el cuarto grupo de población vulnerable a la discriminación, después de los pueblos indígenas, las personas morenas y las personas homosexuales. Esta discriminación se caracteriza por los atributos negativos de la improductividad, la ineficiencia, la enfermedad y la decadencia general, así entonces, el envejecimiento lejos de verse como una etapa natural dentro del ciclo de vida, se liga a un proceso lleno de amenaza y degradación, por lo cual dicha condición no es esperada con felicidad.

Este grupo de personas experimenta además cambios físicos, psicológicos y sociales, que los convierte en una población vulnerable a otras desventajas como la mayor exposición a enfermedades, sobre todo crónico-degenerativas e incapacitantes, además de condiciones de dependencia económica y pobreza, pérdida de las capacidades físicas y mentales y disminución en su grado de autonomía y adaptabilidad. Ante este panorama se insiste en mejorar los servicios de salud dirigidos a la tercera edad, pero en tanto, la pensión del bienestar es sin duda un apoyo vital fundamental para millones de adultos mayores, que está teniendo además repercusiones en el consumo y en el mercado interno.

La inexorabilidad de la vejez es indudable, que nadie se llame a engaño, envejecer es una infamia, pero al menos, el apoyo económico significativo de la pensión del bienestar pueda hacer menos difícil ese proceso y eso es invaluable.

Alejandro De la Garza
Alejandro de la Garza. Periodista cultural, crítico literario y escritor. Autor del libro Espejo de agua. Ensayos de literatura mexicana (Cal y Arena, 2011). Desde los años ochenta ha escrito ensayos de crítica literaria y cultural en revistas (La Cultura en México, Nexos, Replicante) y en los suplementos culturales de los principales diarios (La Jornada, El Nacional, El Universal, Milenio, La Razón). En el suplemento El Cultural de La Razón publicó durante seis años la columna semanal de crítica cultural “El sino del escorpión”. A partir de mayo de 2021 esta columna es publicada por Sinembargo.mx

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