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Gustavo De la Rosa

28/12/2024 - 12:04 am

Los cocineros o las farmacéuticas del fentanilo quién es el menos peor

"La problemática del fentanilo y su distribución en EU y México es un tema complejo que requiere una solución integral y humanitaria. ¿Quiénes son menos peores?"

Indudablemente, el fentanilo es un opioide que ha generado una gran preocupación en todo el mundo debido a su alta potencia y al gran número de muertes relacionadas con su consumo.
"Indudablemente, el fentanilo es un opioide que ha generado una gran preocupación en todo el mundo debido a su alta potencia y al gran número de muertes relacionadas con su consumo". Foto: FGR

En los mediados de los años 60, un grupo de amigos inseparables, unidos por la solidaridad y la confianza, conquistamos un territorio en el corazón Ciudad Juárez. Carlos del Valle, su hermano Fernando, Irma, Rosa, Mario, Juan, Ramiro, Manuel, Emmanuel, junto a otros, con música de Los Beatles, Las Supremes, Aretha Franklin y mucho más, formamos un Club-Pandilla que se adueñó de una serie de callejones que comunicaban departamentos de renta en el centro de la ciudad. Esos pasillos, bautizados como "Los Olvidados" por una peluquería, en honor a la icónica película de Buñuel, se convirtieron en nuestro reino, nuestro lugar de diversión y primeras borracheras.

También compartíamos nuestro territorio con un grupo de alcohólicos conocidos como el "Escuadrón de la Muerte 666”. Ironía del destino, pues aunque su nombre evocaba la mortalidad, en realidad parecían haber encontrado una forma de vivir en su propio infierno. Eran seis o siete borrachos que parecían haber renunciado a toda esperanza, no recuerdo que alguno hubiera logrado escapar de su ciclo de autodestrucción, ni siquiera con la ayuda de Alcohólicos Anónimos.

A pesar de nuestra fama de vagos, teníamos un lado solidario y protegíamos a los integrantes del escuadrón, con quienes compartíamos risas y escuchábamos sus historias.

Alguien del grupo nos informó que el número de fallecidos entre los integrantes del escuadrón había aumentado repentinamente. La causa: alguien les vendía alcohol industrial como si fuera potable. Aunque no teníamos conexión con las autoridades, decidimos buscar una alternativa para ayudar a nuestros amigos. Encontramos a don Eduviges, propietario de una tiendita de abarrotes que vendía alcohol potable de manera semi-clandestina. En Juárez, lo prohibido se vende de modo semiclandestino.

Llegamos a un acuerdo con el tendero: a cambio de nuestra protección contra otros grupos de "tirilones", él se comprometía a vender solo alcohol potable y barato a nuestros amigos Briagos, y nosotros les diríamos que solo compraran ahí.

Terminé la preparatoria y me fui a estudiar Derecho en la Universidad de Chihuahua. Me especialicé en derechos humanos y laborales, y regresé a Ciudad Juárez, al barrio de los olvidados. Pero ya no quedaba nada del colectivo juvenil que un día compartimos sueños, habíamos dejado nuestra primera juventud en una diáspora binacional. Solo encontré a "El Panchito", un viejo alcohólico que se había unido al grupo, cuando nosotros partimos. . Él era el último poste en pie, el punto de referencia alrededor del cual se habían reunido otros seres humanos en su búsqueda de sentido. Ahora, parecía haber decidido iniciar su camino hacia el final, lubricado por el alcohol.

Estos días que leí la nota amarillista del Times sobre los cocineros del fentanilo en Sinaloa,que supuestamente, experimentan con adictos y con animales, se me vino a la memoria lo que habíamos hecho, para proteger la vida de los últimos días de nuestros amigos del escuadrón de la muerte.

Indudablemente, el fentanilo es un opioide que ha generado una gran preocupación en todo el mundo debido a su alta potencia y al gran número de muertes relacionadas con su consumo.

El reportaje recoge un testimonio de algunas personas que dicen buscar una combinación específica de fentanilo que sea mercantil pero no letal. Este es un tema que plantea muchas preguntas éticas y morales. ¿Qué implica esta búsqueda en términos de responsabilidad y consecuencias? ¿Cómo se puede reconciliar la búsqueda de ganancias con la posibilidad de causar daño a otros?

Sin embargo las adicciones, al fentanilo surgieron después de una campaña de empresas farmacéuticas norteamericanas para vender más y más medicamentos contra el dolor corrompiendo los médicos mediante un Bono de productividad por receta de fentanilo y otros analgéticos muy fuertes, que se compraran en las farmacias, aunque no fueron necesarios para el paciente medicamentos tan potentes y adictivos.

Por eso la pregunta ¿tuvieron barreras éticas y profesionales? Los directivos de las farmacéuticas y los médicos instrumentos de aquellas, al recetar este tipo de medicamentos a sabiendas de que causarían efectos indeseados de los pacientes que confiaron en ellos, ¿han hecho algo las farmacéuticas? Para ofrecer alternativas a los adictos de medicamentos con control de calidad y precio razonable para competir contra las pastillas callejeras ofreciéndoles a los adictos una alternativa razonable y menos riesgosa. ¿Nuestro pensamiento humanista nos ha llevado a proponer alternativas a la simple persecución y criminalización de las conductas sociales, la consigna centenaria de “dura Lex ex Lex” ni funciona ni ha funcionado hay que seguir explorando alternativas diferentes y nuevas reflexiones?

La problemática del fentanilo y su distribución en Estados Unidos y México es un tema complejo que requiere una solución integral y humanitaria. No es utópico buscar reducir el daño y la muerte asociados a estos opioides, pero sí lo es creer que podremos erradicar completamente las adicciones en un mundo donde la vida humana a menudo se valora poco. La búsqueda de una solución no letal, aunque imperfecta, es un paso hacia la humanización de la respuesta a la adicción. Y las farmacéuticas deben reparar el daño. Sin priorizar las utilidades.

Es hora de reconocer que los adictos, como aquellos viejos amigos del escuadrón de la muerte, siguen siendo seres humanos hasta su último respiro. Solo mediante una aproximación compasiva y integral podremos abordar esta crisis y trabajar hacia un futuro donde la vida humana sea más valiosa que la ganancia y el poder. Por eso me pregunto ¿quiénes son menos peores los cocineros de Sinaloa o las farmacéuticas norteamericanas?

Gustavo De la Rosa
Es director del Despacho Obrero y Derechos Humanos desde 1974 y profesor investigador en educacion, de la UACJ en Ciudad Juárez.

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