Francisco Ortiz Pinchetti
27/12/2024 - 12:03 am
Anaya Rosique, un editor con agallas
"Nuestro editor, un hombre honesto, resistió sin embargo el embate con dignidad y valor, esgrimiendo su libertad editorial y el derecho a la libre expresión de los autores".
Tuve la fortuna de conocer a Jesús Anaya Rosique, fallecido el pasado 24 de diciembre a los 78 años de edad, no sólo como un talentoso e inteligente editor, sino también como un hombre cabal, consecuente y audaz, valiente. Nuestra relación fue en realidad efímera, pero particularmente importante y aleccionadora.
Nacido en la Ciudad de México el 5 de abril de 1946, pone su currícula, dedicó su vida a la promoción cultural y la formación de nuevas generaciones de lectores y escritores, estudió Filosofía en la UNAM, y en Italia cursó la maestría en Historia Social.
Fue en su juventud militante de la izquierda revolucionaria, y participó en la revista Hora cero, una de las primeras sobre la lucha armada. En 1969 desvió hacia Cuba un avión peruano que se dirigía desde Montevideo a Miami con un grupo de estudiantes. Volvió a México al país de forma clandestina, pero fue encarcelado en Lecumberri. Logró salir de ahí y se refugió en Italia donde se reencontró con el mundo editorial.
Luego de sus inicios como periodista en la agencia Amex, fue destacado editor, traductor, docente y gran divulgador de la literatura. Se inscribiría luego en la historia como el fundador de la primera maestría en Edición de Latinoamérica, que se impartió en la Universidad de Guadalajara de 1991 a 1997. Entre 1997 y 2006 fue director editorial del Grupo Editorial Planeta México. Y trabajó luego en el Fondo de Cultura Económica (CFE).
Tocó a ese nieto de un tipógrafo catalán refugiado en México ser el editor de un libro escrito por mi hijo Francisco Ortiz Pardo y por mi a principios del actual milenio, sobre la campaña presidencial triunfadora de Vicente Fox Quezada, desde sus prológanos en dos sucesivos procesos electorales estatales en Guanajuato y hasta los históricos comicios federales del 2 de julio del año 2000.
Nuestro libro incluía también, de manera paralela, el relato detallado de lo que ocurría al interior del semanario Proceso, para el cual trabajamos como reporteros, a medida que avanzaba y tomaba fuerza la campaña del controvertido grandote con botas. Y la culminación de esa historia con el despido de ambos de manera fulminante y absolutamente arbitraria e ilegal, sin haber siquiera sido escuchados. Por primera vez en su historia el semanario que nació de un atentado contra la libertad de expresión fue objeto de una demanda laboral por parte de dos trabajadores suyos, que resultaría finalmente en una indemnización satisfactoria a nuestro favor.
Encontramos los motivos obvios de nuestro despido, un acto de abierta censura, en la intervención de Julio Scherer Ibarra, Julito, el hijo mayor del fundador de Proceso, que entonces formaba parte del equipo de campaña del candidato del PRI a la Presidencia de la República, Francisco Labastida Ochoa, el adversario del entonces panista Fox Quezada…
Esa fue la razón por la que en nuestro manuscrito incluimos un extenso apartado sobre ese hijo incómodo de Scherer García y sus reiterados involucramientos en hechos bochornosos y hasta presuntamente ilícitos, de las sucesivas chambas que obtuvo gracias a las relaciones de su padre, el periodista más destacado del siglo 20 en México… cuyo nombre esgrimía para conseguir prebendas.
Entre esas supuestas fechorías mencionamos las acusaciones contra Julito por una fraudulenta simulación de exportaciones de azúcar en 1999 por más de 20 millones de dólares, cuando trabajó como director del Consorcio Azucarero Escorpión (Case), propiedad de Enrique Molina Sobrino, hecho por el que estuvo a punto de ir a la cárcel. Lo salvó papá.
Anaya Rosique era entonces director del Grupo Editorial Planeta México. Le llevamos nuestro manuscrito luego de haber sido rechazado por la editorial Océano, donde había yo publicado en 1995 mi libro de relatos De Pueblo en Pueblo, crónicas del pequeño México. Los editores de esa empresa nos sugirieron separar la crónica de la campaña del relato sobre nuestra experiencia en Proceso, de forma que se publicaran dos volúmenes independientes, propuesta que rechazamos porque desvirtuaba nuestra intención. Tampoco Editorial Grijalbo se atrevió a publicar nuestro libro, cuya parte más delicada era obviamente la referida al semanario del que fui fundador en 1976 al lado de Scherer García, Vicente Leñero, Miguel Ángel Granados Chapa y decenas de periodistas más, expulsados del diario Excélsior.
Se lo hicimos llegar entonces a Jesús Anaya Rosique, a quien sólo conocíamos por buenas referencias. Pronto nos notificó el director de Planeta su interés en publicar El Fenómeno Fox tal cual. Lo visitamos mi hijo y yo en sus oficinas de la Editorial, en la avenida de los Insurgentes Sur. No sólo nos manifestó interés en el proyecto, sino verdadero entusiasmo. Nos mostró una propuesta de portada, realizada por Marco Xolio, en la que Fox Quezada aparecía en una foto al alto contraste con el brazo izquierdo levantado, sobre un fondo azul. Y nos sugirió, además de un índice onomástico, agregar un subtítulo que hiciera referencia a la denuncia que contenía la parte complementaria de la crónica electoral. Así, a propuesta suya, quedó: El fenómeno Fox, la historia que Proceso censuró.
El propio Anaya Rosique se encargó personalmente del cuidado de la edición, que apareció en junio de 2021. Para ese entonces, ya ocupaba yo la dirección general de Notimex, con la encomienda acordada de convertirla en una agencia del Estado Mexicano, con plena autonomía y absoluta libertad editorial.
La aparición del libro, cuya presentación ocurrió con una conferencia de prensa que los autores ofrecimos en un salón del ya desaparecido restaurante Marie Callender’s de la avenida Insurgentes, contratado ex profeso por la propia Editorial, enardeció a los directivos de Proceso. El entonces director, Rafael Rodríguez Castañeda, que recibía instrucciones directas del ya formalmente “retirado” Scherer García, reclamó, presionó y hasta amenazó a Anaya Rosique (según nos contó él mismo), para que retirara la edición de las librerías.
Nuestro editor, un hombre hoinesto, resistió sin embargo el embate con dignidad y valor, esgrimiendo su libertad editorial y el derecho a la libre expresión de los autores. No lo amilanó siquiera el nombre de Julio Scherer García, que evidentemente estaba detrás de la acometida que incluyó una campaña de ataques y difamaciones contra sus ex reporteros autores del libro, y contra el propio editor, durante semanas y semanas en las ediciones del semanario, como puede constatarse.
Rodríguez Castañeda mandó a sus reporteros a investigar la contratación y el pago del salón donde efectuamos la presentación, con la falsa versión de que habría sido efectuada con recursos públicos por la agencia Notimex e incluso trató de intrigar contra Anaya Rosique e intimidar también a la empresa matriz de Planeta en España. Nada consiguió.
Como elocuente respuesta, Anaya Rosique ordenó una primera reimpresión de El fenómeno Fox, la historia que Proceso censuró en julio del mismo año, apenas un mes después de la aparición de la obra.
Nos encontramos, muchos años después, en la Central Camionera del Norte cuando él se disponía a viajar a Guadalajara y yo acudía a despedir a Becky, mi compañera, que regresaba a su Guanajuato, una noche de domingo. Nos abrazamos con afecto ambos, yo con admiración y gratitud. Descanse en paz. Válgame.
@fopinchetti
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