POrtada Popocatépetl-Iztaccíhuatl. Montañas sagradas. Rafael Doníz.

Popocatépetl-Iztaccíhuatl: reflexiones en torno a las montañas sagradas de Doníz

08/12/2024 - 6:30 am

En este texto de Artes de México, el escritor novelista, cuentista y poeta guatemalteco, Víctor Muñoz reflexiona en torno a dos grandes: Popocatépetl e Iztaccíhuatl.

Por Víctor Muñoz

Ciudad de México, 8 de diciembre (SinEmbargo).- 1. Estoy sentado en el recuerdo de aquella mañana de mi infancia, en la azotea de mi casa, en el centro de la ciudad. Asomado como bola de nieve en el barquillo, descubrí la blancura de los volcanes. La señora Iztaccíhuatl y el señor Popocatépetl se podían encontrar a la vuelta de la esquina. Durante todos estos años los he seguido viendo. Ahora subo la pendiente y los saludo.

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Sin saber bien a bien por qué, algunas fotografías del libro Popocatépetl-Iztaccíhuatl: Montañas sagradas recuerdan las del monte McKinley en Alaska, tomadas por Ansel Adams el año que nació Doníz. Pero los volcanes Iztaccíhuatl y Popocatépetl no son sólo paisaje, son identidad. Miramos estas sorprendentes fotografías y, en lo que miramos, nos vemos a nosotros mismos.

Sus imágenes a lo largo de la historia mantienen ese vínculo de atribución mutua: nuestros diminutos pasos y sus gigantescas dimensiones. En ese juego de intercambios, Doníz nos comparte su educada mirada, esa que nos entrega en las fotografías los valores plásticos y estéticos que disfrutamos.

Fotografía del libro Popocatépetl-Iztaccíhuatl: Montañas sagradas.
Interiores. Popocatépetl-Iztaccíhuatl. Montañas sagradas. Rafael Doníz. Fotografía. Artes de México. 2024.

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Los celajes en las fotos de Doníz adquieren el misterio de la apertura del día porque los vemos desde Tenochtitlán. Desde acá abren el día y desde el otro lado de la sierra, los volcanes son cobijados por el crepúsculo.

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Las seriaciones fotográficas, a diferencia de los reportajes, son manufacturas elaboradas al paso del tiempo, en ocasiones durante décadas. La obra fotográfica de Rafael Doníz está compuesta por hallazgos de su mirada viajera.

Entrevisté a Rafael en los años ochenta, con motivo del libro que dedicó al movimiento popular de Juchitán. Más tarde, conocí el profundo reportaje fotográfico Casa Santa publicado por el Fondo de Cultura Económica. En los años noventa pude mostrar en la Galería del Sur la serie Náyari Cora. Fui descubriendo con los años el extenso conjunto fotográfico –con más de cuatro décadas de recopilación— dedicado a los trabajadores y titulado Héroes anónimos. Una parte significativa de Héroes anónimos pudo mostrarse en la Casa Rafael Galván de la UAM en 2014. Hace catorce años, descubrí la seriación llamada Vulcano. En otro momento conocí Simbología de la forma, esa balada de objetos naturales articulados en imagen por Doníz. La serie fue expuesta en la Galería Juan Martín. Cierran este recorrido, las hechas públicas recientemente: Mujeres del México profundo y ahora Popocatépetl-Iztaccíhuatl: Montañas sagradas.

Una de las fotografías del libro Popocatépetl-Iztaccíhuatl: Montañas sagradas.
Interiores. Popocatépetl-Iztaccíhuatl. Montañas sagradas. Rafael Doníz. Fotografía. Artes de México. 2024.

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En su texto, Elenita (Poniatowska) echa a andar por senderos de la memoria sin perder de vista a la pareja de colosos, hace recorridos míticos con un diálogo entre la cima y el abismo por el que andamos todos. Por eso nuestras montañas son ahora de nieve intermitente. Con ellas recordamos que no todos los amores son correspondidos, los lunes nos dejan chiflando.

Pero podemos tomar el Metrobús y reconocer que esos dioses Izta y Popo, y nosotros, estamos igualmente contenidos en un no sé qué. Entonces establecemos los límites, llegamos a la parada “El hombre es pura nada” y bajamos en el andén entre la bola. Bajo la lluvia miramos el vínculo de Rafael Doníz con la montaña y aceptamos que es, “Una posesión, un amor incontenible y el único sentido que puede dársele a una vida dedicada al arte”.

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Hay días en los que la Iztaccíhuatl y el Popocatépetl lucen su claroscuro barroco, donde luz y oscuridad danzan hasta perderse en la noche.

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La sierra es coronada por la presencia monumental de los volcanes, con sus pendientes y laderas, bosques, pastizales y peñascos con sus pétreas paredes. Ese esplendor de los cielos, ahora vistos a través de las fotografías de Doníz, es una lectura agradecida: se nos aparecen como primerizas las montañas desnudas.

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El centro de interés de cada imagen está en las cualidades de suavidad y dureza expresadas por los encuadres y composiciones, por la luz y la distancia.

De esta manera nos adentramos en el ámbito comparativo de las fotografías que registran la sorprendente monumentalidad de estos colosos.

Las montañas sagradas: Popocatépetl-Iztaccíhuatl
Interiores. Popocatépetl-Iztaccíhuatl. Montañas sagradas. Rafael Doníz. Fotografía. Artes de México. 2024.

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Como síntesis de la forma, la mirada de Doníz, hacedora de estas fotografías de las dos enormidades, nos conduce la visión para reconocer y disfrutar la gracia de la percepción. Acercarnos a las montañas sagradas, aun en su representación para ver la reciedumbre, sus escarpados peñascos, sus cimas. Las plataformas en pendiente cubiertas de nieve, cuando ya no son eternas sino intermitentes. Estas fotografías nos entregan su representación en contrastes dramáticos y suavidades de luces lejanas de nuestro andar cotidiano.

Víctor Muñoz. Escritor novelista, cuentista y poeta guatemalteco. Importante figura literaria de su país. Autor de Sara sonríe de último y otros títulos. Su obra se caracteriza por un humor irónico.

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