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Alejandro Calvillo

23/11/2024 - 12:05 am

Menos para Salud, más subsidios a enfermedad

«Si no hay más recursos para salud, ¿por qué se mantienen estos subsidios a las corporaciones responsables de las principales causas de enfermedad y muerte?».

El presupuesto para salud en 2025 ha sufrido un recorte respecto al de 2024 de 113 mil millones de pesos. Nos mantenemos muy por debajo del recomendado 6% del Producto Interno Bruto (PIB) destinado a salud. Mientras tanto, siguen los subsidios del Estado a las grandes corporaciones que son la principal causa de enfermedad y muerte, generando el mayor costo en salud. Estas corporaciones transnacionales obtienen enormes ganancias en México y, al sacar parte de esas ganancias del país, dejan enfermedad y muerte en el territorio nacional.

En este contexto, la política de subsidios afecta más a los más pobres: son ellos quienes sufren las mayores incidencias de estas enfermedades y muertes. Por un lado, se recortan recursos para la atención a la salud y, por otro, se subsidia a estas corporaciones. Hablamos de subsidios porque a estas empresas se les permite obtener enormes ganancias sin cobrarles los daños que provocan a través de sus productos, dejando al Estado y a las familias la carga de cubrir esos costos.

Los impuestos que se cobran a sus productos (bebidas azucaradas, comida chatarra, tabaco y alcohol) son ridículos frente a los costos que generan. Estas corporaciones argumentan que los daños derivados del consumo de sus productos no son su responsabilidad, sino de los consumidores. Sin embargo, ocultan que, a través de su publicidad multimillonaria, su presencia masiva en puntos de venta, sus promociones y su influencia sobre legisladores, funcionarios y jueces, han creado entornos saturados de comida chatarra, alcohol y tabaco. Estos entornos inducen al consumo, desviando la atención de los consumidores sobre la verdadera dimensión de los daños.

Usted y yo conocemos personas cercanas que han vivido —o están viviendo— las consecuencias de un sistema de salud profundamente fracturado y rebasado. También sabemos de personas que, gracias al sistema de salud, siguen con nosotros y han recibido excelente atención. Esta condición de fractura del sistema es anterior al actual gobierno. Reconocemos la importancia del nuevo programa de Salud Casa por Casa, que esperamos realmente sirva para detectar enfermedades en sus primeras manifestaciones. En nuestro país es muy común acudir a consulta cuando la enfermedad ya ha avanzado, lo que dificulta combatirla o controlarla. Este es el caso de la diabetes, que debería ser detectada en estas visitas, para lo cual los profesionales de la salud necesitan tiempo y recursos adecuados.

Si el propósito es combatir las desigualdades, una de las mayores se encuentra en el ámbito de la salud. Son los más pobres quienes habitan entornos menos saludables, con mayor venta y consumo de bebidas azucaradas, comida chatarra, alcohol y tabaco, y menor acceso a atención médica preventiva. Estas desigualdades son evidentes en el presupuesto: para los asegurados del IMSS, el monto asignado es de poco más de 9,500 pesos por persona al año, para los asegurados del ISSSTE, es de 11,500 pesos, para quienes no están asegurados y son atendidos por IMSS-Bienestar, es de alrededor de 4,000 pesos.

Por lo tanto, quienes no están asegurados tienen asignado menos de la mitad de lo que recibe un asegurado del IMSS y casi una tercera parte de lo que recibe un asegurado del ISSSTE. Otro caso es el de los trabajadores de PEMEX, quienes tienen un presupuesto asignado de casi 30,000 pesos, más de siete veces lo destinado a las personas atendidas por IMSS-Bienestar.

El 80% de las muertes en México son causadas por enfermedades crónicas no transmisibles. Estas se derivan, en su mayoría, de cambios en la dieta hacia alimentos ultraprocesados y bebidas azucaradas, así como del consumo de tabaco y alcohol, los llamados determinantes comerciales de la enfermedad. Estos productos provocan alrededor de 196 mil muertes anuales que podrían evitarse. Son la principal causa de enfermedades cardiovasculares, diabetes, cáncer y otras condiciones que consumen la mayor parte de los recursos destinados a salud: El tabaco causa 63 mil muertes anuales, el alcohol, 40 mil muertes, además de una profunda descomposición social, y los ultraprocesados y las bebidas azucaradas, se estima, provocan 93 mil muertes al año.

Si no hay más recursos para salud, ¿por qué se mantienen estos subsidios a las corporaciones responsables de las principales causas de enfermedad y muerte? ¿Por qué no se han establecido impuestos suficientes a las bebidas azucaradas, como se ha hecho en otros países? ¿Por qué el alcohol —especialmente la cerveza en México— sigue siendo el más barato en Latinoamérica en relación al ingreso? ¿Por qué al tabaco no se le aplica el nivel de impuestos recomendado por la Organización Mundial de la Salud (OMS)?

Con impuestos suficientes, se reduciría el consumo y se obtendrían más recursos para el sistema de salud. Estos llamados impuestos saludables son recomendados tanto por los organismos de Naciones Unidas como por organismos multilaterales financieros, que saben que no es viable un país, ni sanitaria ni financieramente, si estos productos no son gravados y regulados para contener y reducir sus daños.

Enfocarse únicamente en atender a las personas que enferman por el consumo de estos productos es una política reactiva y costosa. Es necesario evitar que la gente enferme mediante políticas que han demostrado reducir el consumo. Estas políticas incluyen regulaciones que cambian las condiciones comerciales, como la publicidad, la disponibilidad y el precio de los productos nocivos. Las corporaciones y sus aliados argumentan que la solución está en la educación. Sin embargo, no hay educación que cambie las conductas frente a condiciones ambientales y comerciales que inducen a consumos nocivos.

Alejandro Calvillo
Sociólogo con estudios en filosofía (Universidad de Barcelona) y en medio ambiente y desarrollo sustentable (El Colegio de México). Director de El Poder del Consumidor. Formó parte del grupo fundador de Greenpeace México donde laboró en total 12 años, cinco como director ejecutivo, trabajando temas de contaminación atmosférica y cambio climático. Es miembro de la Comisión de Obesidad de la revista The Lancet. Forma parte del consejo editorial de World Obesity organo de la World Publich Health Nutrition Association. Reconocido por la organización internacional Ashoka como emprendedor social. Ha sido invitado a colaborar con la Organización Panamericana de la Salud dentro del grupo de expertos para la regulación de la publicidad de alimentos y bebidas dirigida a la infancia. Ha participado como ponente en conferencias organizadas por los ministerios de salud de Puerto Rico, El Salvador, Ecuador, Chile, así como por el Congreso de Perú. el foro Internacional EAT, la Obesity Society, entre otros.

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