Desde 2016, el Colectivo Artículo 20 ha registrado la muerte de 28 mujeres privadas de su libertad en el Cefereso 16, la única cárcel federal femenil en el país. ¿Qué está pasando? Las mujeres viven en condiciones de falta de atención médica, hacinamientos, alimentos descompuestos y desinterés en atender su salud mental; además, decenas están en un centro federal pese a ser procesadas por delitos del fuero común, y en Morelos, lejos de sus estados de origen.
Ciudad de México, 24 de noviembre (SinEmbargo).- Viridiana Molina estuvo privada de su libertad en el Centro Federal de Reinserción Social (Cefereso) 16, ubicado en Coatlán del Río, Morelos, por delitos que no cometió. Fue detenida el 22 de agosto de 2014 por elementos de la entonces Procuraduría General de la República (PGR), quienes la golpearon y torturaron. La acusaron de delincuencia organizada y de operaciones con recursos de procedencia ilícita por haber sido pareja de un hombre que sí los cometió.
Esto pasó en la Ciudad de México, pero por tratarse de delitos del fuero federal, fue trasladada al Centro Federal de Readaptación Social (Cefereso) No. 4 de Tepic, Nayarit, y después al Cefereso 16. Luego de luchar por su libertad, en 2019 la absolvieron, pero en junio de 2020, la Fiscalía General de la República (FGR) impugnó la resolución y solicitó una nueva orden de aprehensión con el argumento de que era cómplice “por ser la pareja del hombre acusado”.
Su caso llegó a la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) y el 16 de marzo de 2022 la Primera Sala ordenó juzgarlo con perspectiva de género; hace unos meses, en agosto de 2024, se ratificó la absolución de Viridiana.
Cuando recuperó su libertad, Viri fundó el Colectivo Artículo 20 para visibilizar las muertes de mujeres que han ocurrido dentro del Centro Federal, así como las condiciones en que viven y la violencia que también impacta a las familias. Solo en noviembre, dos mujeres presuntamente se suicidaron al interior del penal, con lo que suman 19 casos en los últimos tres años y 28 desde su apertura en 2016.
“La situación en el Cefereso 16 ha ido incrementando. Nosotras tenemos un registro desde el 2016, desde que estábamos privadas de la libertad hasta ahorita, de 28 mujeres que han fallecido y estamos hablando de mujeres que murieron por negligencia médica y casos donde las autoridades han estado cerrando sus carpetas”, comentó en entrevista con SinEmbargo, Viridiana Molina.
La activista explicó que quienes están muriendo al interior del Cefereso 16 son mujeres, por ejemplo, que llevan 10 años privadas de su libertad y se les diagnosticó colitis cuando en realidad tenían cáncer. U otra compañera, “tenía solamente un riñón y no hicieron nada, ¿qué pasó? Se pudrió por dentro, es decir, no hay seguimiento a la salud, ni física ni mental, de las mujeres presas”.
La primera muerte en el Cefereso 16 fue en 2016, la señora Molina padecía diabetes y en el penal no le administraron la insulina que necesitaba: “a todas y cada una de ellas se les tiene que recordar porque mujeres que fallecieron en custodia”.
LA INTOXICACIÓN MASIVA EN EL CEFERESO 16
Antes de 2022 poco se sabía de lo que ocurría en el Cefereso 16, pero el 29 de septiembre de ese año se dio a conocer que más de 400 mujeres privadas de la libertad sufrieron una fuerte intoxicación, dos días después de que el Gobierno federal decidió trasladar, sin previo aviso y de manera irregular, a mujeres que estaban en centros penitenciarios estatales, separándolas de sus familias.
Las mujeres intoxicadas no recibieron la atención médica adecuada y por esta situación, en marzo de 2023, la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH) emitió la recomendación 59/2023 por violaciones al derecho a la alimentación, protección a la salud y al trato digno en agravio de 404 mujeres dentro del penal porque constató que solo estaban adscritos un médico y cuatro enfermeras pero ese día “no había personal médico alguno” ni medicamentos.
Así, comenzaron los traslados.
En enero de 2022 había 781 mujeres y para mayo de 2023 se llegó a mil 224, es decir, que en poco más de un año, casi 500 mujeres ingresaron al Cefereso 16 pero ni la cárcel ni ellas estaban preparadas y esto, según la CNDH, el Instituto Federal de Defensoría Pública y las propias mujeres internas, sería la principal causa de las muertes que comenzaron a aumentar desde entonces.
Los traslados carcelarios deben ser algo excepcional, reservados para casos de delincuencia organizada, de seguridad del centro o de salud para la persona privada de libertad. Las personas privadas de su libertad tienen el derecho de pasar su proceso y sentencia en la cárcel más cercana a su domicilio pero lo que ocurre en el Cefereso 16 no es así.
Según datos de la CNDH, 80 por ciento de los traslados en dicho centro no estaban motivados por ninguno de estos supuestos, lo que “podría poner en riesgo la integridad de las mujeres privadas de libertad”, dice su informe especial de enero de 2023.
Llegaron mujeres de centros penitenciarios estatales de Sonora, Michoacán, Coahuila, Chihuahua, Tamaulipas y Zacatecas, acusadas de delitos del fuero común. De las 11 mujeres que murieron en 2023 dentro del Centro de Morelos, las 11 habían sido trasladadas de otros penales.
“La gente nada más dice ‘están muriendo’, pero detrás de esto están los traslados que hicieron que, aparte de ser ilegales, las ingresaron al Cefereso sin sus expedientes clínicos y no se les dio medicamento. Algunas tenían cáncer o necesitaban su medicamento para la presión, otras no estaban ni diagnosticadas”.
“Yo les dije, antes de que se concretaran los traslados, que esto de llevar a mujeres del fuero común al 16 (el Cefereso de Morelos) iba a acabar en muertes por psicosis. En un centro federal se vive un régimen 7 por 24, estábamos acostumbradas todo el tiempo a estar encerradas porque así nos tenían, como estar en un campo de concentración: cabeza abajo, manos atrás y pegada a la pared pero las que llegaron de centro estatales llegaron de un lugar donde tiene teléfono, donde se mueve dinero, entonces no era lo mismo y justo se les dijo que esto terminaría en muertes de compañeras”, comentó Molina.
Una cárcel federal es restrictiva. Las mujeres presas están 23 horas al día dentro de la celda, las llamadas están limitadas a una a la semana, de máximo 10 minutos con visitas cada 11 días, con vigilancia en todo momento.
Ahí conviven perfiles como Rosalinda González Valencia, alias "La Jefa", esposa del Mencho, líder del Cártel Jalisco Nueva Generación, así como mujeres que desde las prisiones estatales mantenían a su familia o, como Viridiana, presas por delitos que no cometieron, incluso sin sentencia.
Viridiana Molina destaca el problema que significa que el fuero común y federal están juntos: desestabilización.
“No pueden estar ahí mujeres del fuero común porque desestabilizan al fuero federal y una de las cosas que detonaron los suicidios fueron la codependencia de las mismas compañeras que no tienen familia cerca, ellas estaban acostumbradas a otra cosa y estamos hablando lento porque si el fuero común se rebela va a haber un motín, son 28 mujeres que han fallecido”.
En el Cefereso 16 hay, al cierre de octubre de 2024, 967 mujeres, de las cuales 558 no tienen sentencia, según el cuaderno de estadística penitenciaria de octubre de la Secretaría de Seguridad. Es decir, que pese a que no se ha comprobado su responsabilidad, son obligadas a seguir su proceso judicial en una prisión de alta seguridad.
ENCERRADAS EN EL INFIERNO
Pero no sólo es el régimen de un centro federal o los traslados masivos de mujeres al 16 en Morelos. También influyen las condiciones en las que viven (sobreviven) las mujeres privadas de su libertad y que han sido documentadas por la CNDH, la Defensoría Pública Federal y organizaciones como Artículo 20 y CEA Justicia.
Las internas no tienen posibilidad de trabajar dignamente, no hay servicios de salud que respondan a sus necesidades y carecen de actividades de capacitación, deportivas, educativas, culturales o recreativas.
“Un ejemplo. Una mujer fue trasladada de manera arbitraria y desde que llegó, por dos años, no tuvo acceso a su tratamiento médico adecuado y eso también puede considerarse una forma de tortura porque estás generando omisión y negación de darles estos servicios, que se ha dificultado por el aumento de las personas que han entrado”, dijo en entrevista Ana María del Valle de CEA Justicia.
Lo anterior sin contar que las mujeres no pueden ver a sus hijos menores de edad y que las visitas familiares son pocas por lo costoso y, si llegan al Cefereso, hay muchos filtros de seguridad por ser una prisión de máxima seguridad.
Y en todo este contexto es que suceden las afectaciones de salud mental: “no es un tema aislado la grave situación de salud mental que existe sino que tiene que ver con toda esta serie de factores que viven las mujeres, es multifactorial lo de los llamados suicidios”.
Las mujeres privadas de su libertad en el Cefereso 16 llaman “carcelazo” a la sensación de desesperación, desesperanza y zozobra:
“Es la desesperación, como que sientes una zozobra en el estómago que dices ya, ya quiero que acabe pero en realidad no sientes dolor, es como si sintieras una asfixia, ya no aguanto, ya no quiero estar aquí, ya quiero salir y ahí es cuando puedes llegar al límite de la misma locura”, mencionó Viridiana.
Lo que queda, porque el funcionamiento del Centro de Morelos tiene contrato por otros 12 años, es retornar a penales estatales a las mujeres procesadas por delitos del fuero común, cerca de sus lugares de origen y sus familias. Así como esclarecer todas y cada una de las muertes que siguen ocurriendo.