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Alejandro De la Garza

16/11/2024 - 12:02 am

Las fisuras del muégano morenista

«El mecanismo consensuado de arranque de la 4T en el poder parece haber topado con hueso en el tema de la selección de la Presidente de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos».

«La Presidenta Sheinbaum aseguró que había intereses dispuestos a tapar lo que había sucedido durante años con los presidentes de la CNDH». Foto: Cuartoscuro

El sino del escorpión lo apuntó casi desde el inicio de la campaña presidencial de Claudia Sheinbaum, luego de que la búsqueda de la candidatura se convirtió en una lucha navajera de callejón entre Adán Augusto, Marcelo, Monreal y Noroña. Esa fuerte disputa interior se resolvió por la potencia determinante del respaldo de López Obrador a su propuesta presidencial inicial. No obstante, aún después de concluida la contienda surgieron protestas estridentes de Ebrard, claras inconformidades de Adán Augusto finalmente acalladas, reclamos convenencieros más o menos discretos de Noroña, y una negociación rápida bajo el agua del rechazado Ricardo Monreal. Todo concluyó con la repartición de puestos o responsabilidades para los exaspirantes: las dos dirigencias de las fracciones de Morena en las Cámaras, la Presidencia del Senado y la Secretaría de Economía, fueron los premios de consolación.

El alacrán sabe que cada uno de estos personajes representa a distintos grupos de morenistas, así como distintas maneras personales de hacer política, a veces coincidentes, a veces enfrentadas. Es también sabido que hay otros grupos de militantes al interior de Morena, encabezados unos por su Secretaria General (María Luisa Alcalde), otros por su Secretario de Organización (Andrés López Beltrán) y aún otros grupos burocráticos articulados en la estructura partidaria. También tienen representación en esa estructura los seguidores de tal o cual funcionario o gobernador y los contingentes de apoyo a cada legislador de ese partido. En fin, un muégano de fuerzas a las que cohesionaba el expresidente, pero que hoy están atenidas a su propia capacidad de organización y negociación, a su expresión numérica y su posibilidad real de presión para alcanzar sus objetivos.

Cuando los objetivos han sido claros y bien señalados, las coincidencias y los consensos han primado entre toda esta pesada estructura político-burocrática. Cuando se buscó la representación mayoritaria en el Congreso, cuando se presentó y se votó la Reforma Judicial (que dependía de los desaseados votos Yúnez), cuando se propuso la “desaparición” de los organismos autónomos e incluso la extensión de las atribuciones de seguridad a García Harfusch, los consensos se arreglaron negociando y haciendo política hasta donde fue posible. No obstante, este mecanismo consensuado de arranque de la 4T en el poder parece haber topado con hueso en el tema de la selección de la Presidente de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos, por lo que tuvo que resolverse de manera tajante y aún incomprensible para muchos, en tanto para otros la solución fue una instrucción desde Palenque.

El alacrán no aburrirá a la gayola con un nuevo repaso del penoso y extraño proceso de selección de la titular de la CNDH, así que mejor abrevia: se trabajó en un parlamento abierto en el cual participó un amplio abanico de organizaciones, se estableció un comité de selección, se realizaron entrevistas y evaluaciones, y de cientos de candidaturas se seleccionaron 15 finalistas de donde salió la terna final. Las tres integrantes de esta terna fueron las mejor evaluadas. No obstante, a última hora, luego de una reunión exprés de los legisladores morenistas y, en última instancia por razones políticas (se insistió), quien fuera hasta ese momento la Presidenta de la CNDH y la peor evaluada, Rosario Ibarra, fue metida a fuerza a la terna y finalmente reelecta en el cargo por votación morenista unánime.

Las críticas vinieron de casi todos los flancos, desde la derecha recalcitrante hasta la izquierda dura. Todo tipo de organizaciones civiles y de derechos humanos, periodistas e incluso legisladores de Morena mostraron su extrañeza por este proceso, aunque terminaron plegándose al consenso partidario o la instrucción del poder. Para mayor confusión, la misma organización Eureka, fundada por doña Rosario Ibarra de Piedra, y de la cual su hija es todavía integrante, mostró una división interna al manifestarse en sendos comunicados, uno en contra de la designación de Rosario Piedra y otro apoyándola. Además, apareció una carta del respetado Obispo Raúl Vera en apoyo a la combativa luchadora, pero al final, dicha misiva resultó apócrifa y el propio Obispo no sólo la desmintió y pidió investigar quién realizó tal maniobra, sino que manifestó su rechazo a la reelección de la señora Piedra.

Las notas y columnas periodísticas se debatían tratando de resolver el misterio. ¿Por qué reelegir a quien ya probó durante cinco años su incapacidad para manejar una institución del tamaño, el peso y la importancia de la CNDH? Hubo quienes acusaron la presión política de López Obrador desde Palenque, para forzar la reelección de Piedra y con ello la protección de las acciones violatorias de los derechos humanos por parte de las Fuerzas Armadas en los años de su gobierno. Hubo también quien acusó a las organizaciones civiles de derechos humanos, como Artículo 19 y El Centro Miguel Agustín Pro, de tratar de apoderarse de la institución emblemática de protección de los derechos. Aún más, hubo quien aseguró que las fuerzas de derecha encabezadas por Claudio X Gonzáles querían apoderarse de la institución para meter el píe a la administración de la presidenta Sheinbaum.

En esto coincidió la mandataria, quien en su conferencia de prensa aseguró qué había intereses dispuestos a tapar lo que había sucedido durante años con los presidentes de la CNDH, quienes, a su juicio, no actuaron en favor de los derechos de la gente. No habló de los cinco años de la presidencia de Rosario Piedra, durante los cuales la CNDH tampoco actuó a favor de los derechos de la gente, según datos de todos los colores y sabores.

Finalmente, a lo que iba el venenoso tras esta larga digresión, es que conforme se comienzan a aplicar medidas y políticas no consensuadas ni bien aclaradas en Morena, sino surgidas de la burocracia política, los grupos al interior de ese partido comenzarán a mostrar sus fisuras, sus desacuerdos y diferencias. ¿Llegarán al punto de una fractura? Eso está por verse, insiste el escorpión, mientras dice adiós a los senadores Monreal y Haces, prohombres de la 4T, quienes pasean arrogantes en helicóptero por la Ciudad de México.

@Aladelagarza

Alejandro De la Garza
Alejandro de la Garza. Periodista cultural, crítico literario y escritor. Autor del libro Espejo de agua. Ensayos de literatura mexicana (Cal y Arena, 2011). Desde los años ochenta ha escrito ensayos de crítica literaria y cultural en revistas (La Cultura en México, Nexos, Replicante) y en los suplementos culturales de los principales diarios (La Jornada, El Nacional, El Universal, Milenio, La Razón). En el suplemento El Cultural de La Razón publicó durante seis años la columna semanal de crítica cultural “El sino del escorpión”. A partir de mayo de 2021 esta columna es publicada por Sinembargo.mx

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