Alejandro De la Garza
09/11/2024 - 12:02 am
Los liberales rebasados por la izquierda... y la derecha
"Ahora en Estados Unidos los conservadores radicales, encabezada por el mismísimo Donald Trump, ha rebasado por la derecha a los ingenuos liberales del Partido Demócrata".
El sino del escorpión ha podido atestiguar cómo la democracia formal, tan cercana a los liberales y lejana a la gente de a pie, ha sido rebasada por ambos flancos. En México, la izquierda ha rebasado ya en dos elecciones presidenciales los sueños húmedos de la democracia formal, electorera y académica de los liberales de salón. Y ahora en Estados Unidos los conservadores radicales, encabezada por el mismísimo Donald Trump, ha rebasado por la derecha a los ingenuos liberales del Partido Demócrata, a pesar de tener estos claramente a su favor a buena parte del grupo oligárquico, al aparato mediático, a cantantes pop y raperos, a los comediantes de late show con mayor rating, a actores y actrices respetados, al mundillo siempre raro de Hollywood y hasta a algunos “superhéroes”.
“Los populismos han destruido la democracia liberal”, insisten los académicos, comentócratas y noticiarios desde los medios corporativos, sus canales de televisión, sus diarios y revistas. Este enmascaramiento: “los populismos”, no es más que miedo a decirlo con todas sus letras: la gente no vota por sus programas de televisión ni sus mesas redondas, menos por sus divagaciones teóricas o académicas. La gente vota con la tripa y el enojo y la revancha, el descontento y el deseo de hacer oír su voz.
Si no, observen a esas masas trumpistas siempre atacadas, llamadas “deplorables” por la señora Clinton y “basura” por el presidente Biden, calificados de rednecks y de white trailer trash. Siempre acallados, sometidos a las sabias opiniones de Hollywood y sus representantes (que por su parte también tienen una larga cola Epstein y Puff Daddy que les pisen), caricaturizados por los comediantes de moda (Steven Colbert, Jimmy Kimmel, Jimmy Falon, Seth Meyers y demás), acusados de nazis, de fanáticos descerebrados, de hillbillies ignorantes. Y de pronto ¡pum!, más de 73 millones de votos en favor de Trump y en casi todos los grupos y subgrupos electorales, incluso en el de mujeres blancas.
Escuchaba el alacrán a un comentarista de CNN reiterar que se necesita una autocrítica seria al Partido Demócrata. Más billonarios y oligarcas famosos donaron dinero a la campaña de Kamala Harris, que rebasó con mucho a lo recaudado en su favor por Trump. Y no obstante, la disputa interna entre las oligarquías republicana y demócrata fue resuelta por el voto popular. ¿Qué es mejor, se pregunta el venenoso, un gobierno de derecha disfrazado de buenaondita como han sido los gobiernos demócratas, o un gobierno de derecha sin disfraz, como los gobiernos republicanos? Y recordemos que el presidente que más inmigrantes deportó fue el de Obama y fue también su gobierno uno de los más belicistas.
En preparación para estas elecciones en Estados Unidos el escorpión recurrió a una de sus películas de cabecera, la célebre JFK de Oliver Stone. Ahí sigue el planteamiento intacto: Estados Unidos es el mayor fabricante y vendedor de armas del orbe. Tiene más de medio centenar de bases militares esparcidas en países extranjeros, y su brazo armado, la OTAN, se ha vuelto la mayor generadora de conflictos bélicos. Harris reiteró su apoyo a Israel y Ucrania, revivió temas de inmigración sin distingo real o profundo de las políticas de Trump, y aún peor, se arrimó a la derecha, a personajes republicanos, poderes fácticos y grandes corporativos empresariales. Todo ello mientras Bernie Sanders le advertía de radicalizarse, de no hacerse hacia el centroderecha y no volver a olvidar a la gente de a pie cuyo voto es crucial y muchas veces determinante. Sanders arrasó en su estado, Vermont, y fue reelecto Senador por esas fuerzas de base a las que los Demócratas y Kamala no atendieron.
Pero volviendo al comentarista de CNN que pedía autocrítica a la dirigencia del Partido Demócrata, los mismo exigía a la prensa y las cadenas televisivas corporativas, que contribuyeron a difundir una narrativa falsa que garantizaba el voto femenino para Harris y el rechazo a las políticas trumpistas de “defender a las mujeres aunque ellas no quieran”. Al escorpión le llamó mucho la atención esta llamada a la autocrítica de los medios corporativos y sus narrativas falsas, acaso porque observa la misma falta de autocrítica en los medios mexicanos.
Léanse las columnas de los principales diarios, escúchense las mesas de diálogo y entrevistas de la radio comercial, véanse (quien los aguante) los noticieros de televisión o los programas de comedia. Es claro que no han registrado el cambio. Su empecinamiento en la “elección de estado”, en la “sobrerrepresentación ilegal”, en “la compra y chantaje de senadores”, en la “ilegalidad” de la reforma judicial y, aún más, en su “inconstitucionalidad”; su insistencia en la compra del “ministro traidor”, todos promoviendo la misma narrativa sin mirarse al espejo. ¿Así van a seguir otros seis años, habrá quien los lea o, incluso, quien les siga pagando sus columnas diarias (que han de cobrar caras al provenir de los “verdaderos defensores de la democracia”)?
El alacrán no esta diciendo que apoye a Trump y sus seguidores. No lo malinterpreten, pero lo que no haría es continuar con los insultos a esa masa de ciudadanos estadounidenses, insultos que no para de leer en la prensa mexicana y hasta en la pluma de literatos bien reconocidos. ¿No aprendieron nada cuando insultaron con chistes racistas y clasistas a los millones de mexicanos que votaron por López Obrador y a los millones más que votaron por la primera presidente de nuestra historia? Al parecer no.
Y bien, finalmente, por primera vez en la historia llega a la Presidencia de Estados Unidos un criminal convicto por una treintena de delitos, un bully con un discurso machista, misógino, homófobo, transodiador, dispuesto a deportar inmigrantes mexicanos y de otras nacionalidades, a poner aranceles al por mayor, a intentar prohibir el aborto en toda la Unión Americana, a exentar impuestos a sus amigos millonarios, como el insoportable Musk, a seguir vendiendo medallas y billetes conmemorativos, biblias made in China y a hacer todo tipo de negocios en su beneficio y el de su familia. El horror. Cuántas inútiles lágrimas liberales.
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