A pesar de que tienen una inédita capacidad de regeneración –pueden hacer crecer sus extremidades de nuevo y más: regenerar tejidos como el corazón, el hígado y la piel–, los ajolotes atraviesan una mala época: en 1998 se contabilizaban hasta seis mil ajolotes viviendo en los canales de Xochimilco, su lugar en el mundo. Pero para 2013 había únicamente 36 ejemplares.
Ciudad de México, 3 de noviembre (SinEmbargo).– A simple vista, parecen ser descendientes de seres míticos, hijos o nietos de dragones. Su color, rosado en algunas ocasiones, los asemejan a los pokemones, los populares dibujos animados japoneses que hace 30 años asaltaron al mundo de los videojuegos y de la televisión. Pero a los ajolotes no hace falta compararlos con nada ni nadie: son especiales por sí mismos. Y están en peligro.
Si casi todos los anfibios dejan atrás su fase acuática, y luego evolucionan para vivir en la tierra, como nosotros, el ajolote, explican los expertos, conserva sus características larvales: pasa su vida completa en el agua. Son carnívoros. Devoran gusanos y larvas de insectos, e incluso algunos peces y crustáceos pequeños. Son fieros. Si se los junta, pueden recurrir al canibalismo.
La mayoría son negros, familiares de las salamandras, o marrones moteados, pero también existen variedades con piel blanca y branquias rosadas o rojas. Precisamente sus branquias externas le dan un aspecto de plumaje ancestral, magnífico. En la vida adulta, estas rosadas alas son su principal fuente de respiración. Desarrollan patas, y una larga y contundente cola.
«Espiaban algo», escribe el argentino Julio Cortázar en uno de sus cuentos más populares, precisamente dedicado a los axolotl, donde narra la conversión de un hombre obsesionado con estos animales en uno más de la especie, atrapado para siempre en un acuario, con pensamientos humanos. Piensan, dice el cuento, en un «remoto señorío aniquilado, un tiempo de libertad en que el mundo había sido de los axolotl».
Y es que, a pesar de que tienen una inédita capacidad de regeneración –pueden hacer crecer sus extremidades de nuevo y más: regenerar tejidos como el corazón, el hígado y la piel–, atraviesan una mala época: en 1998 se contabilizaban hasta seis mil ajolotes viviendo en los canales de Xochimilco, su lugar en el mundo. Pero para 2013 había únicamente 36 ejemplares.
La investigadora del Instituto de Investigaciones Biomédicas (IIBO) de la UNAM, Tania J. Porras Gómez, dio a conocer la información esta semana y alertó: los modelos matemáticos pronostican que en 2025 no habrá más de estos anfibios.
La explicación es de sobra conocida: la población de ajolotes en la vida silvestre en la Ciudad de México decae rápidamente debido a factores como contaminación del agua y aumento en la temperatura, presión por la actividad humana y especies introducidas en los canales, como la tilapia y las carpas.
Por ello, especialistas de la UNAM estudian la capacidad de regeneración de los órganos reproductores de estos animales. A partir de 2021 inició un estudio en el que se revisa las células germinales de ajolotes, trabajo en el que colaboran expertos del Instituto de Investigaciones Biomédicas y de la Facultad de Estudios Superiores (FES) Iztacala.
Porras Gómez precisó que han analizado las células testiculares para generar espermatozoides que contengan la información genética en dichas células reproductoras, y encontraron reservorios de células germinales las cuales podrían ser una fuente de almacenamiento para utilizarlas en caso de necesitar la regeneración.
De acuerdo con la experta, este trabajo ayudaría a la variabilidad genética y, de esta manera, compartir lo que tenemos en los diferentes centros de investigación. Con Francia, Estados Unidos, por ejemplo, podríamos tener líneas más estables del ajolote. La siguiente etapa es revisar in vivo el proceso de regeneración en estos órganos, pues ello podría ser clave para ayudar a recuperar las poblaciones.
Otra de las estrategias es liderada por la científica Norma Moreno Mendoza, del IIBO, con la creación de un repositorio de germoplasma (muestras con información genética). «Muchos investigadores tenemos la idea de crear el repositorio y que sea un trabajo que se comparta para que ayude a la diversidad del ajolote», dijo.
LA AMENAZA LATENTE
Desde hace varios años las alertas sobre el decaimiento de población de ajolotes han sido lanzadas. En 2022, un estudio de los expertos os ajolotes de arroyos de alta montaña (Ambystoma) «forman parte de especies vulnerables debido a la naturaleza de su distribución, la cual se restringe a pequeños arroyos permanentes en las montañas de la Faja Volcánica Transmexicana». «Estas especies, además, se conforman por poblaciones pequeñas y aisladas, lo cual incrementa su vulnerabilidad», dijeron.
La doctora Eria Rebollar Caudillo, del Centro de Ciencias Genómicas de la UNAM, con apoyo del Consejo Nacional de Humanidades, Ciencias y Tecnologías (CONACYT), también inició un proyecto que se propone explorar los microbiomas de la piel de ocho especies de ajolotes que se encuentran en la Faja Volcánica Transmexicana.
Por su parte, un estudio de científicos de la Universidad Autónoma del Estado de México publicado en 2020 indica que, a pesar de que en México habitan 18 de las 33 especies de ajolotes existentes, «gran parte de los estudios se han centrado en una sola». «La mayoría de las especies de ajolotes en México están en alguna categoría de riesgo de extinción, por eso es fundamental trabajar para su conservación, lo que a su vez promoverá el cuidado tanto de los cuerpos de agua donde habitan como del resto de la biodiversidad en sus hábitats», concluyen.
Otras tácticas a las que han recurrido los expertos involucran a la sociedad y a los habitantes y trabajadores de Xochimilco. En 2023, por ejemplo, la UNAM impulsó el proyecto «Chinampa Refugio», cuyo objetivo es el rescate del anfibio. Así, dentro de esas áreas se abren zanjas, se ponen compuertas, se rehabilita y reproduce el ecosistema original del ajolote. Asimismo, se colocan otras compuertas con filtros naturales (hechas con una gran diversidad de plantas) que limpian el agua. La idea es evitar la entrada de las especies exóticas que depredan los nidos y crías de los ajolotes.
Otra alternativa es establecer albergues fuera de su hábitat natural. Un lugar de ellos es la Cantera Oriente, «un espacio que forma parte de la Reserva Ecológica del Pedregal de San Ángel en el que existen varios lagos los cuales pueden funcionar como un hábitat temporal para los axolotes mientras se restaura el de Xochimilco».
Para este tipo de desarrollos, se creó un «Manual básico para el cuidado en cautiverio del axolote de Xochimilco», realozado por el Laboratorio de Restauración Ecológica del Instituto de Biología de la UNAM, que se terminó en 2014.
Y hace apenas unos meses, en febrero, se lanzó la campaña «Adoptaxolotl 2024», realizada en el Pabellón Nacional de la Biodiversidad. El Laboratorio de Restauración Ecológica recordó que al tratar de comprender los resultados los expertos se dieron cuenta de que las razones por las cuales este tipo de anfibio se encuentra en posibilidad de desaparecer es porque Xochimilco también lo está, debido a la contaminación, urbanización e introducción de especies ajenas.
Actualmente, informó la UNAM en ese momento, se crearon 36 refugios para la biodiversidad, se instalaron 71 biofiltros para mejorar la calidad del agua, y se rehabilitaron 40 chinampas y 5.5 kilómetros lineales de canales. De tener cero, ahora existen 5.5 km, con la meta de llegar a los 100.
A su vez, la coordinadora de la campaña AdoptAxolotl, Diana Laura Vázquez Mendoza, manifestó que de noviembre de 2022 a septiembre de 2023 se recaudaron más de 456 mil pesos, con 498 donativos (entre adopciones de axolotes y chinampas); se sumaron escuelas, empresas, sociedad civil, universidades y la embajada británica.
Sin embargo, el censo realizado entre 2019 y 2023 en la Zona Natural Protegida de Xochimilco revela una situación alarmante para la supervivencia del ajolote. «Con solo dos avistamientos confirmados en una de las tres zonas estudiadas y una baja integridad biológica general, la especie enfrenta un riesgo crítico de extinción local», advirtió el trabajo.
Aunque también arroja un poco de luz. «La existencia de algunos individuos aún sugiere una mínima posibilidad de recuperación si se implementan medidas de conservación efectivas y se mitigan las amenazas actuales. Es imperativo continuar con esfuerzos de monitoreo, investigación y conservación para asegurar la supervivencia de esta emblemática especie», completó.