Un estudio muestra cómo el consumo de comida tradicional se ha reducido en Oaxaca por factores como la alta exposición y distribución de productos chatarra.
Ciudad de México, 27 de octubre (SinEmbargo).– El aumento de enfermedades crónicas y muertes asociadas en Oaxaca están relacionadas con el alto consumo de productos chatarra, refrescos y otras bebidas azucaradas que en los últimos años han desplazado a la comida tradicional, alerta un estudio elaborado por especialistas en salud y organizaciones civiles. La investigación muestra que el 24 por ciento de lo que comen las personas adultas oaxaqueñas proviene de productos ultraprocesados.
"En los últimos 10 años la principal causa de muerte en Oaxaca son las enfermedades crónicas como el cáncer, diabetes, hipertensión, la enfermedad renal crónica. En los últimos 10 años, la tasa de muertes por enfermedades crónicas no transmisibles han aumentado 140 por ciento, principalmente en zonas que se encuentran en marginación con diabetes. La enfermedad renal crónica, de las 25 localidades que están en el mundo con mayor prevalencia de muertes, Oaxaca se encuentra entre este grupo, a nivel nacional ocupa el cuarto lugar", expuso Jorge Vargas, investigador de salud alimentaria en El Poder del Consumidor y uno de los autores del estudio Enfermedades crónicas y consumo de productos ultraprocesados y bebidas azucaradas en personas adultas oaxaqueñas.
Entre los factores que promueven el consumo de productos no saludables en la entidad está la inseguridad alimentaria, es decir, la falta de acceso a alimentos nutritivos ya sea por no tener recursos para adquirirlos o por el acceso limitado a ellos.
“Observamos que tenemos mayor presencia de alimentos no saludables, productos ultraprocesados y bebidas azucaradas en comparación con los alimentos mínimamente procesados o más saludables, entonces el que haya más presencia de estos productos está comprometiendo la seguridad alimentaria de la población en Oaxaca”, detalló en entrevista para En Defensa del Consumidor Avelina Landaverde, integrante de la Alianza por la Salud Alimentaria.
La también autora del estudio planteó que el cambio en los patrones de alimentación se inicia desde la infancia, por lo que el consumo de ultraprocesados predispone a niñas y niños a la obesidad, diabetes y otras enfermedades crónicas.
“Los hogares con un menor de edad son quienes tienen mayor consumo de bebidas azucaradas porque los piden y las mamás, papás o tutores toman la decisión de comprarlo. Esto no se debe solo a algo individual, es algo más ambiental, más estructural porque, por ejemplo, en Oaxaca se encuentra muchísima publicidad de productos procesados en cada esquina, en redes sociales, así el entorno se ha visto comprometido“, detalló.
Pese a que Oaxaca hizo historia en agosto de 2020 al prohibir la venta de comida chatarra a infancias y adolescentes, ni el Gobierno anterior a cargo del priista Alejandro Murat, ni el actual encabezado por Salomón Jara, de Morena, han impulsado estrategias para que esta restricción se cumpla. Actualmente, la Ley de Derechos de Niñas, Niños y Adolescentes del estado prohíbe la distribución, venta, regalo y suministro de bebidas azucaradas y alimentos chatarra a menores de edad.
En 2023, la Ley General de Educación de la entidad también estableció la necesidad de crear entornos escolares más saludables, pero hasta la fecha no se ha cumplido con la actualización de los lineamientos generales para la preparación, distribución y expendio de estos alimentos en las escuelas. El consumo de productos ultraprocesados desde la infancia preocupa porque Oaxaca ocupa el primer lugar nacional en obesidad infantil, destacó el informe publicado por organizaciones civiles esta semana, entre ellas las que agrupa el colectivo "Oaxaca Sin Chatarra".
El testimonio de una mujer de 39 años recopilado en la investigación da cuenta de lo normalizado que es el consumo, por ejemplo, de bebidas azucaradas: "Por lo regular que hay que convivir, hay que tomar Coca a la hora de la comida para convivir, para la familia, que eso es lo que anuncia".
Los factores económicos también influyen en el acceso a alimentos de la población. Tanto Oaxaca, donde el 69 de la población se auto adscribe como parte de alguna comunidad indígena, y el 4.7 por ciento se considera afromexicana, así como Guerrero tienen los niveles con más población en situación de pobreza multidimensional, de acuerdo con datos del Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval).
En ese contexto Avelina Landaverde y Jorge Vargas coincidieron en que si bien a nivel nacional políticas públicas como el etiquetado frontal de alimentos –que advierte sobre excesos de azúcar, sodio y grasas– han dado resultados positivos, aún es un reto aplicarlo para que tenga impacto en la población que pertenece a comunidades indígenas y no habla español.
"Hay una diversidad no de grupos lenguas tradiciones costumbres que hace que las campañas educativas tengan que estar adaptadas a estas características locales y a las lenguas. Sí tenemos el etiquetado, pero si no hay una educación nutricional que nos ayude para que a todos los grupos de población indígena lo entiendan no se usará", planteó la activista Landaverde.
Ante este panorama, el colectivo Oaxaca sin Chatarra urgió al Gobierno local asegurar el acceso a alimentos saludables, principalmente a los grupos en situación de vulnerabilidad, así como invertir en programas e infraestructura para garantizar la producción, distribución y consumo de alimentos locales, frescos y nutritivos.