Hace más de 15 años, tuve la fortuna de asistir a un festival de música donde vi un video que transformó mi vida. En él se presentaban razones para adoptar el vegetarianismo, como los beneficios para la salud y el impacto positivo en el ambiente. Sin embargo, lo que realmente me impactó fue cuando se habló sobre la explotación de los animales. No podía creer que viví tantos años sin cuestionarme todo lo que tenía que pasar antes de que algunos alimentos llegaran a mi plato, vivía en automático. A partir de ver ese video, tomé la decisión de ser vegetariana y no he vuelto a comer animales desde entonces.
Dejé de comer todo tipo de animales, pero seguía consumiendo ocasionalmente productos con lácteos o huevos, como postres, helados, quesos y frituras. A medida que me adentraba más en el activismo, comencé a explorar nuevas formas de alimentación y a descubrir más información sobre las prácticas de la industria. Al igual que muchas personas, creía que el consumo de lácteos no lastimaba a las vacas ni implicaba su muerte, pero estaba muy equivocada.
En la industria láctea, las vacas son sometidas a prácticas dolorosas como el descorne y el corte de cola, procedimientos que se realizan sin anestesia. Para mantener la producción de leche, son forzadas a quedar preñadas repetidamente mediante inseminación artificial. Tras cada parto, las crías son separadas de sus madres poco tiempo después de nacer, lo que les provoca un profundo dolor y angustia. Además, muchas vacas sufren enfermedades debido a la sobreproducción de leche, lo que deteriora aún más su salud y reduce su longevidad. Por si fuera poco, aún hay más atrocidades que abordar.
Las vacas explotadas por su leche son enviadas al matadero al final de su "vida productiva". En la industria láctea se les mantiene con vida siempre y cuando produzcan una cantidad rentable de leche. Cuando su producción disminuye, generalmente entre los 4 y 6 años (aunque su esperanza de vida natural es mucho mayor), se consideran "no rentables". En ese momento, son enviadas al matadero, donde se les arrebata su vida y sus cuerpos vendidos como carne, usualmente de baja calidad o destinada a productos procesados, como los embutidos.
A partir de que conocí esta realidad, decidí volverme vegana y no apoyar a esta cruel industria. Si ya eres una persona vegetariana, gracias por dejar de contribuir con mucha de la explotación animal, pero quizá esta información te motive a dar el siguiente paso. Hoy en día existe mucha información, muchos productos y recursos en línea que te pueden ayudar en este nuevo camino. Ya sea que quieras reducir tu consumo de productos de origen animal o eliminarlos por completo, existen herramientas como el Semanario Vegano de Vegan Outreach, un programa completamente gratuito en línea en donde te enviamos vía correo electrónico recetas deliciosas con ingredientes que ya conoces, información de nutrición escrita por un profesional de la salud, recomendaciones de productos, consejos y acceso a un grupo de apoyo en línea en donde respondemos personalmente todas tus preguntas y compartimos muchos más recursos. Sé parte de esta comunidad solidaria y empática y comienza a ayudar a los animales a través de tus elecciones alimentarias. Más de 1.4 millones de personas se han inscrito.