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Alejandro Páez Varela

09/09/2024 - 12:08 am

Norma Piña y la conjura de la casta

Todos estos años, el sexenio en el que por primera vez quedaron fuera del reparto de beneficios porque López Obrador les arrebató el Poder Ejecutivo, los nombres y apellidos de una casta política, económica, académica, mediática y cultural de México se han mantenido agazapados, fingiéndose demócratas y liberales, sin hacer mucho ruido respecto a dónde cobran y cuántos de los privilegios mantienen sin tocar.

Una de las fuentes que consulté la semana pasada me dijo que las reuniones de los jueves eran, a estas alturas, relativamente conocidas en ciertos círculos. La voz que se corrió detallaba que un grupo selecto de líderes de las élites mexicanas se encontraba cada semana con la Ministra presidenta Norma Lucía Piña Hernández en la casa de Federico Jesús Reyes-Heroles González-Garza para definir la operación política de la Suprema Corte contra, se entiende, el Presidente Andrés Manuel López Obrador. Y que las reuniones empezaron el año pasado y que se desactivaron por las indiscreciones.

Algunos dicen que estas reuniones de los jueves no siempre fueron en la misma casa. Citan, por ejemplo, la que se llevó a cabo con Alejandro Moreno Cárdenas, “Alito”, en la residencia del Ministro Juan Luis González Alcántara en las Lomas de Chapultepec. Pero la mayoría fueron en casa de Reyes-Heroles González-Garza, a quien se le llama simplemente “Federico” por la cantidad de confusiones que generan sus nombres legales.

El nombre del anfitrión podría sonarle a usted como “de la nobleza” porque en cierta forma lo es. Se trata de una composición de apellidos famosos pegados con guiones hace no muchos años por esta familia que se hizo de prosapia dentro del PRI y del Estado priista. La familia no viene de la nobleza europea, pero sí de otra “nobleza”: la revolucionaria institucional. El que hizo la hazaña de crecer en el escalafón priista fue Jesús Reyes Heroles padre, un político que agregó contenido filosófico y picaresca política a la barbarie de su tiempo, y sirvió de cerca a varios de los peores presidentes del siglo XX mexicano: Gustavo Díaz Ordaz, Luis Echeverría, José López Portillo y Miguel de la Madrid como titular de Gobernación, del PRI, del Seguro Social, de Educación y de Pemex.

Me regreso.

Las reuniones eran los jueves, pero nadie sabe bien a bien cuándo iniciaron, porque antes de enero de 2023 –que es cuando Norma Piña cayó por rebotes de procedimiento en la Presidencia de la Corte– se vuelve improbable que la Ministra hubiera llamado la atención de las élites, dado que no viene de la casta, como para abrirle hasta sus casas particulares.

Una fuente insistió, a propósito de otros temas, que a las reuniones al sur de la capital mexicana asistieron regularmente Lorenzo Córdova, Héctor Aguilar Camín, el propio Reyes-Heroles González-Garza (faltaba más: fueron en su casa), y la Ministra Piña y de vez en cuando, ciertos invitados para temas particulares. Me dijo que alguna vez acudió un calderonista que ha intentado esconderse en la “sociedad civil” inventada para camuflar a las élites. Hablaba de Max Kaiser, quien –hasta donde entiendo– es muy poca cosa para estos encuentros, pero en la campaña 2024 de Xóchitl Gálvez trajo algunos encargos.

Llamó poderosamente mi atención cuando la fuente sacó otro nombre: Claudio X. González, el jefe de la oposición en México. Mi fuente asegura que el hijo de uno de los patriarcas de la élite empresarial estuvo con la Ministra presidenta de la Corte en la cita de los jueves, en casa de “Federico”. No conozco (y creo que mi fuente tampoco) cuántas veces acudió, pero estuvo allí, de acuerdo con lo que se me dijo.

No es una locura, dicho sea de paso, que las reuniones fueran en casa de Federico Jesús Reyes-Heroles González-Garza porque, como ya es público, con la Ministra Piña trabaja la hija de este académico que lleva algunos años involucrado en una materia que se puso de moda en las últimas dos décadas en este país opaco: “la transparencia”. Natalia Reyes-Heroles Scharrer tiene el cargo de secretaria general de la Presidencia de la Corte y, según distintas fuentes, acumula tanto poder que algunos la consideran eminencia gris, el poder secreto (ahora no tan secreto) y no tan discreto detrás de su alteza conservadora.

Federico Jesús tiene desde 1999 con una organización que se llama Transparencia Mexicana. ¿Es sucursal o franquicia de Transparency International? Es algo extraño. La matriz nació en 1993, pero no fue consultada para crear el capítulo mexicano, sino hasta que después. “El núcleo fundador de Transparencia Mexicana buscó a Transparency International […], [que] reaccionó con interés a esta solicitud abriendo sus puertas a las preguntas e inquietudes de este grupo de mexicanos”, dice en su página web la versión mexicana.

Como sea, Federico Jesús se dedica a la transparencia mientras que su hermano (descanse en paz, falleció apenas en enero pasado) fue acusado de lo contrario: de opacidad. El hermano se llama Jesús Federico. No es un error. Es el mismo nombre, pero cambiado.

Jesús Federico, como su padre, sirvió a los gobiernos del régimen; a presidentes no sólo priistas, sino también del PAN o, mejor dicho, del PRIAN. Pero según una denuncia del director de la CFE, Manuel Bartlett Díaz, y del mismo Presidente López Obrador, Jesús Federico fue parte de la casta de mexicanos que perfeccionó el arte de la “puerta giratoria”, como se define la acción de beneficiar desde el Gobierno a empresas privadas para después irse a trabajar a ellas con buenas posiciones y salarios en serios.

En febrero de 2019, recién iniciada la administración, Jesús Federico fue parte de una lista ventilada por Presidencia en la que aparecen otros miembros del PRIAN: José Córdoba Montoya, Carlos Ruiz Sacristán, Luis Téllez, Felipe Calderón, Georgina Kessel, Jordy Herrera Flores y Alejandro Kauffman.

Jesús Federico amenazó con demandar a Manuel Bartlett en 2019 por exhibirlo en esa lista. Hasta donde es público, nunca lo hizo y quizás fue mejor así porque su hermano Federico Jesús declaró en octubre de 2002 –y lo reafirmó en octubre de 2003–, ante la Junta Directiva de Transparencia Mexicana, que Jesús Federico sí “participa en distintos fondos e instituciones vinculadas con el sector energético: Morgan Stanley Partners, NRG Capital SAPI, Energea, S. C., Grupo de Economistas Asociados”. 

Pausa aquí: ¿Grupo de Economistas Asociados se refiere a la consultora GEA, que junto con Investigaciones Sociales Aplicadas (o sea, ISA) realizó la famosa serie de encuestas podridas de 2005-2006 que dieron un “triunfo apabullante” a Felipe Calderón Hinojosa y que viene haciendo el ridículo con sus mediciones hasta nuestros días? Sí. Así es. Jesús Federico Reyes-Heroles González-Garza, hermano del anfitrión de las reuniones de los jueves con la Ministra Piña, fue presidente del consejo y director general de GEA, justamente.

Y aquí viene una de estas historias que dibujan a las élites mexicanas que perdieron el control del Poder Ejecutivo en 2018 y se resisten a salirse del Poder Judicial: siendo priista, Jesús Federico atacó al candidato del PRI a la Presidencia en 2006, Roberto Madrazo Pintado, y apoyó a Felipe Calderón, a quien ayudó hasta con aquellas encuestas tramposas. Y el 2006, Jesús Federico se sacó la lotería: Calderón lo nombró director general de Pemex y allí duró hasta 2009.

Chulada de país, para servirse a carretadas: Jesús Federico sería miembro del consejo de administración de Wal-Mart México y de Banamex Citigroup, a pesar de que había sido Embajador de México en los Estados Unidos con Ernesto Zedillo, de 1997 al 2000; fue Secretario de Energía y presidente de los consejos de administración de Pemex y CFE; director general de Banobras y presidente del CEN del PRI, aunque también entregó sus conocimientos a grupos extranjeros como Energy Intelligence Group (EI), Deutsche Bank, Morgan Stanley Energy Partners, Mitsui de México, el banco Santander, entre otros. Su hermano se quedó corto cuando lo tuvo que declarar en su hoja de posibles conflictos de interés ante Transparencia Internacional.

Ahora, Natalia Reyes-Heroles Scharrer, secretaria general de la Presidencia de la Corte y, junto con su padre, anfitriona de las reuniones de los jueves, tampoco es ajena al sector energético. Un dato: su padre Federico Jesús declaró en octubre de 2002 –y lo reafirmó en octubre de 2003– que “el esposo de mi hija Natalia Reyes Heroles Scharrer, Javier Orozco, trabaja en Neo Mexicana de Gas”.

Voy otra vez a las juntas de los jueves. Pero voy más allá para por ir cerrando –se me quedan muchos datos en la libreta– porque podría seguirme escribiendo de estos núcleos poderosos hasta el infinito.

Todos estos años, el sexenio en el que por primera vez quedaron fuera del reparto de beneficios porque López Obrador les arrebató el Poder Ejecutivo, los nombres y apellidos de una casta política, económica, académica, mediática y cultural de México se han mantenido agazapados, fingiéndose demócratas y liberales, sin hacer mucho ruido respecto a dónde cobran y cuántos de los privilegios mantienen sin tocar.

La semana pasada ponía como ejemplo al exministro Diego Valadés, quien cobra una pensión desde hace 30 años por haber trabajado ¡poco más de 200 días! en la Corte y quien además cobra en la UNAM, en el Colegio de México y en otras instituciones públicas. Desde Sinaloa me mandaron mensajes y más listas de cobros, aunque parezca increíble. Gente muy gandalla, de verdad; una vergüenza. Me anexaron una nómina donde sale Valadés y este mensaje: “Y además, el Colegio de Sinaloa”. Parece que allá le hinca el diente al Colegio de Sinaloa y a la Universidad Autónoma de Sinaloa, que regenteaba el asesinado Nemesio Cuén.

¿Cómo es posible que Claudio X. González, representante de la élite económica y patrón de la oposición, se reúna con la Ministra Piña, y además sea dueño y presidente del Consejo Nacional de Litigio Estratégico, una organización que litiga contra el Gobierno de la República? ¿Cómo podía garantizar Lorenzo Córdova imparcialidad si acudió a esas reuniones con Piña siendo consejero presidente del Instituto Nacional Electoral y luego columnista de Latinus, el proyecto de la familia del excandidato presidencial Roberto Madrazo?

Como digo, uno puede seguirse al infinito desnudando estas redes de castas e intereses: busque el consejo rector del Transparencia Mexicana y luego compárelo con las organizaciones de “la sociedad civil” que regentea Claudio X. González. ¿No es realmente vergonzoso? ¿No amerita investigar a Natalia Reyes-Heroles porque su esposo es o era parte del sector energético y la Suprema Corte que ella (dicen algunos) codirige rechazó la Ley Eléctrica que afectaba intereses privados?

Alguien me dijo que el exministro José Ramón Cossío ha sido parte de esas reuniones y que Alejandro Poiré, exsecretario de Gobernación, ha ido en representación de los calderonistas. Incluso que Reyes Rodríguez Mondragón como presidente del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación acudió a las reuniones de la casta de los jueves. ¿No hay suficientes razones ya para que se trasparente todo lo relacionado con Piña Hernández en una investigación sin precedentes?

¿No es muy imbécil que los mexicanos nos quedemos sin destapar de una vez la gusanera completa? ¿No debemos desterrar para siempre a estos parásitos de los presupuestos públicos? ¿No dan ganas de decir: vámonos no sólo con una reforma al Poder Judicial, sino vámonos con la investigación a los expresidentes y después de allí crear la gran comisión que narre el abuso del Fobaproa?

¿Cuántos votos se necesitan para desarmar para siempre a estas familias parasitarias? ¿Se necesita un Plan D, E o F? ¿Se necesitan 40, 50 millones de votos? Digo, para empezar a organizarse desde ahora.

MAGISTRADO NIEGA REUNIÓN CON PIÑA

Alejandro Páez Varela
Periodista, escritor. Es autor de las novelas Corazón de Kaláshnikov (Alfaguara 2014, Planeta 2008), Música para Perros (Alfaguara 2013), El Reino de las Moscas (Alfaguara 2012) y Oriundo Laredo (Alfaguara 2017). También de los libros de relatos No Incluye Baterías (Cal y Arena 2009) y Paracaídas que no abre (2007). Escribió Presidente en Espera (Planeta 2011) y es coautor de otros libros de periodismo como La Guerra por Juárez (Planeta, 2008), Los Suspirantes 2006 (Planeta 2005) Los Suspirantes 2012 (Planeta 2011), Los Amos de México (2007), Los Intocables (2008) y Los Suspirantes 2018 (Planeta 2017). Fue subdirector editorial de El Universal, subdirector de la revista Día Siete y editor en Reforma y El Economista. Actualmente es director general de SinEmbargo.mx

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